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La memoria está en alza y el olvido en horas bajas

Manuel Reyes Mate Rupérez, el que fuera profesor de la UNED, Premio Nacional de Ensayo 2009

 

“La memoria es un paso obligado para llegar a la reconciliación de sociedades que han vivido conflictos, pero no es la solución”

“La memoria está en alza y el olvido en horas bajas”. Con estas palabras  comenzaba el filósofo Manuel Reyes Mate Rupérez la conferencia “El legado de la memoria” que impartió el pasado 2 de marzo en la UNED de Pamplona ante más de 75 personas.

Nacido en Pedrajas de San Esteban (Valladolid) en1942, Reyes Mate es doctor en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid y por la Wilhelms-Universität de Münster. Fue profesor de la UNED entre 1986 a 1989 y presidió el Patronato del Instituto de Filosofía del CSIC, del que actualmente es director, además de profesor.


Reyes Mate ganó el pasado año el Premio Nacional de Literatura 2009 en la modalidad de Ensayo por su obra “La herencia del olvido”, en la que el autor analiza el lugar que ocupa la memoria en nuestra sociedad y el papel que ha tenido la filosofía en Europa.

“El premio supuso una sorpresa total porque era un libro donde se recogían diversos trabajos reelaborados, pero que tenía esa función de visión de conjunto. No es un libro tratado como otros que he escrito y nunca pensé que iba merecer el interés del jurado. Seguro que lo que premió fue el tipo de temas que trataba, más que mi escritura”, comentaba Reyes Mate.

En su conferencia El legado de la memoria impartida en UNED Pamplona señalaba que la memoria está en alza y el olvido en horas bajas.

¿Por qué se ha convertido la memoria en algo tan importante y necesario?


Es un fenómeno novedoso y difícil de explicar porque lo que en Occidente se lleva es el olvido. Se pensó que después de la II Guerra Mundial se iba a tener en cuenta el grito de los supervivientes, el nunca más. Se pensó que íbamos a recordar, pero Europa se reconstruyó a espaldas del pasado y entre los años 40 y 70 no se recuerda nada en Europa ni en Israel y se obliga a los supervivientes en Estados Unidos a callar. Sin embargo, esta tendencia se rompe a finales de los años 80 con el debate de los historiadores y la memoria de Auschwitz, que incendia las demás memorias del colonialismo, del pasado esclavista o de los imperios. Así aparece una reflexión muy específica sobre las víctimas de la historia. Ese cambio de la sociedad respecto a la memoria pudo agarrarse a una reflexión discreta, pero profunda que se estaba haciendo en Filosofía sobre la importancia de la memoria y eso explica que no sea un fenómeno provisional, sino que esta explosión de la memoria ha llegado para quedarse porque tiene unas fuertes agarraderas ideológicas.

Se refiere en sus trabajos a la memoria como una especie de terapia para nuestra sociedad, pero la memoria también puede abrir heridas. ¿Podríamos preguntarnos si es realmente necesario recordar?


La memoria abre heridas, puede manipularse para hacer daño. Las Guerras de la ex Yugoslavia estaban alimentadas por una memoria dolorida y dolorosa. La memoria ha servido en algunos casos para la guerra, sin embargo, la memoria lleva a la reconciliación y a la paz, si es memoria de sus propias víctimas, no de sus herederos. Cuando se leen los testimonios de los supervivientes de Auschwitz, raramente se encuentra odio, sino deseos de paz, de reconciliación y de que aquello no vuelva a repetirse. Cuando algunos descendientes de esas víctimas se acuerdan del sufrimiento de sus abuelos es cuando puede aparecer el odio y el rencor. Por eso, es muy importante no perder nunca a las víctimas porque ellas lo que quieren es que se les haga justicia, no quieren que se haga daño. En la medida en la que la justicia es imposible debe haber una memoria de la injusticia.

¿Puede la memoria ser peligrosa?

La memoria siempre es peligrosa, por eso los que mandan hacen su propia política de la memoria. Ése es lado feo porque lo importante de la memoria no es lo que algunos quieren hacer del sufrimiento de las víctimas, sino lo que significa el sufrimiento de esas víctimas. Frente a las políticas de la memoria, frente a la manipulación del pasado, está la memoria de las víctimas, el detenernos en el hecho objetivo de seres inocentes que son objeto de una violencia injusta. La memoria es peligrosa, pero es un paso obligado para llegar a la reconciliación de sociedades que han vivido conflictos profundos, pero no es la solución. La memoria abre heridas, complica las cosas en un primer momento, hay que entenderla como el inicio de un proceso que debe acabar en reconciliación. Por eso, quien plantee con rigor la memoria, no puede quedarse ahí, tiene que seguir pensando hasta el final.

Gran parte de su actividad investigadora se ha centrado en intentar entender filosóficamente el problema de las víctimas y la obligación de memoria que nuestra sociedad tiene con ellas. ¿Qué significa este deber de memoria con las víctimas?


El objetivo principal de la investigación es estudiar cómo ha funcionado la lógica política, sobre todo de la modernidad, cómo se ha construido la sociedad. Ha habido un desarrollo espectacular en las ciencias, han surgido figuras político-morales muy importantes como los derechos humanos y se ha implantado la figura de la democracia. Pero esta modernidad que puede apuntarse tantos, tiene un lado oscuro, ya que se ha construido de una manera peligrosa porque ese lado positivo se ha basado en el desprecio a un costo social que ha sido elevadísimo: las víctimas. La investigación está avocada a repensar figuras políticas nuevas que permitan construir la sociedad en libertad, igualdad y paz, pero que no sea a costa de los débiles, de los fracasados. Ése es el objetivo primordial de la investigación.

¿Qué significa hacer justicia a las víctimas?

Es difícil porque en el momento en el que establecemos una relación entre víctima y política, ampliamos el concepto de política también a los muertos. A los muertos no se les puede hacer justicia en un sentido pleno, pero sí de una manera importante, manteniendo viva la memoria de la injusticia.

Dice que la memoria les ha dado a las víctimas la importancia que tienen, pero ¿por qué se tiende a olvidarlas?


Porque la historia la hacen los vencedores y porque la política es de los vivos. Hemos entendido que a la política no sólo le importa la vida de los vivos, sino también la justicia a los muertos. Va junto. Si basta dejar de matar para que todo se olvide, entonces nada impide que se vuelva matar si se sabe que dejando de matar se va a pasar página. Para que realmente se acabe la violencia en política hay que tomarse muy en serio la violencia pasada. Por eso no se puede pasar página ya.

En su conferencia habló del deber de la memoria, de que hay que repensar la verdad teniendo en cuenta la barbarie para que ésta no se repita. ¿En qué consiste este deber de la memoria?


La memoria no sólo proporciona conocimientos, ya que la mirada de la víctima ilumina con una luz especial situaciones y acontecimientos que sin esa mirada nos serían extraños o impenetrables. La memoria, además de producir conocimiento, es un deber porque la historia se construye sobre muchos olvidos que en el fondo son sufrimientos inferidos a los más débiles. Si queremos construir un futuro que no siga esa lógica letal de progresar sobre las espaldas de los más débiles, tenemos que recordar. En el fondo, nos conviene ese deber porque es la forma de interrumpir una lógica letal, política, la lógica del progreso.

Señala que no hay que renegar del progreso, pero que hay que entender la relación entre progreso y humanidad. ¿Se puede decir que el progreso está al servicio de la humanidad o la humanidad al servicio del progreso?


Hay una crítica al progreso, pero eso no significa que sea bueno ni malo. El progreso es un medio en función de un fin superior. La investigación, por ejemplo, puede estar guiada por un interés humanitario o por el negocio. Sabemos que el desarrollo científico ha sido movido fundamentalmente por la guerra y hoy, por el mercado. Eso es una perversión del progreso. Si realmente el objetivo es ganar más dinero o producir armas mortíferas, entonces estamos sacrificando la humanidad frente a todo eso. Tenemos que optar. O bien por colocar el progreso como el objetivo de la humanidad y ver que no todo es investigable, que no todo el conocimiento es bueno por el hecho de ser conocimiento y que hay un límite. O bien por colocar el conocimiento como un medio en función de la humanidad.

¿Está inmerso actualmente en algún proyecto?


Tengo dos proyectos. Uno que estoy terminando y que he llamado Tratado de la injusticia en el que me planteo una teoría de la justicia que tenga en cuenta la memoria.  Y otro proyecto que quiero empezar es un libro para mis nietas en el que les cuente cómo es el mundo de hoy en día. Creo que el mundo avanza aceleradamente y me gustaría contarles cómo era el mundo de ayer.

 
Una entrevista de Ana Arizcuren