Conocemos o conjeturamos los sentimientos, intenciones, sensaciones, pensamientos y deseos de las demás personas. En nuestro caso generalmente no tenemos que conjeturar y a veces prestamos una especial atención a estas experiencias. Estas parecen ser acontecimientos u objetos muy diferentes de los objetos externos de los que, por ejemplo, son experiencias. No solo son diferentes, sino que son de tipo diferente. Las experiencias tienen propiedades que no tienen los objetos externos.
Esta diferencia sugiere el problema de qué tiene que ver el mundo físico con esa otra clase de entidades, llamadas mentales. Además, parece que estos estados o procesos o entidades están estrechamente relacionados con el organismo que las tiene. Este problema es el que se conoce como el problema del cuerpo y la mente, que se puede concentrar en la cuestión de la relación entre el cerebro y la mente, o se puede ampliar al problema de la relación entre lo mental y lo físico.
La respuesta a estas cuestiones y la manera de enfocarlas son la principal característica por el que las diferentes doctrinas acerca de la mente han sido distinguidas. El dualismo, el conductismo, el funcionalismo, la teoría de la identidad entre la mente y el cerebro y otras más, como el emergentismo, el epifenomenalismo o la teoría del doble aspecto se distinguen por cómo abordan la relación entre lo mental y lo físico o entre la mente y el cuerpo.
La asignatura de Filosofía de la Mente se ocupa del estudio de estas doctrinas, de cómo en ellas se define el estatuto del vocabulario que usamos para hablar de la mente y qué sugerencias se derivan de aquí para la metodología de las ciencias que intentan explicar la conducta, el conocimiento o las emociones. De todos estos ámbitos de la investigación, destaca por muchos motivos, entre otros su dificultad, el problema de la conciencia.
El punto de vista que ha dominado las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI ha sido el cognitivista, que considera los estados mentales como computaciones operadas sobre representaciones caracterizadas sintácticamente. Para este punto de vista son especialmente espinosos dos problemas, aparte del de la conciencia: las emociones y la circunstancia de que algunos procesos mentales, especialmente los que se solían llamar “procesos mentales superiores” son parcialmente externos y en parte socialmente compartidos.
1. CONTEXTUALIZACIÓN EN EL PLAN DE ESTUDIOS
Los proyectos de naturalización en filosofía de la ciencia y en la epistemología ganan en claridad con el análisis de los conceptos mentales. En realidad, casi todas las teorías del conocimiento emplean alguna teoría de la mente de fondo. La filosofía del lenguaje, de la que la filosofía de la mente toma importantes préstamos, como, por ejemplo, el análisis del concepto de representación, también ha buscado en ésta una aclaración del concepto de significado. Con la filosofía de la biología, la filosofía de la mente comparte el interés por algunos tipos de explicación, como es el caso de las explicacions funcionales, que son comunes a las ciencias respectivas. Además, desde una perspectiva naturalista, la filosofía de la mente no puede ignorar los conceptos que suministra la filosofía de la biología.
