El alumno que, para el aprendizaje de esta materia, persiga fielmente el cumplimiento de los, ya citados, tres objetivos fundamentales de esta asignatura, ha de obtener, al menos, tres resultados, que son aquellos atribuidos al estudio de esta materia por el gran historiador del pensamiento económico Joseph A. Schumpeter: ventajas pedagógicas, nuevas ideas, y comprensión de los modos del proceder del espíritu humano.

A la hora de enseñar -y, por tanto, de aprender, añadimos nosotros- Teoría o Política Económica, es ventajoso el conocimiento de su historia. Sólo en el marco de su desarrollo histórico cobrarán estas materias pleno sentido.

La segunda razón hace referencia a las virtudes de la historia del pensamiento económico como generadora de nuevas hipótesis o nuevas ideas sobre algún problema que haya de abordar el economista. Es ésta una utilidad apreciable para el investigador científico. Pero se comprenderá que el mero conocimiento del pasado de su ciencia no garantiza necesariamente la originalidad de ideas y menos aún el descubrimiento de nuevas ideas. No garantiza, pero este particular cultivo del espíritu, puede ayudar y en ocasiones facilita sensiblemente el descubrimiento.

En fin, una razón adicional descansa en las particulares vías de avance del conocimiento que sigue a veces el espíritu humano. El recorrido de los procesos temporales de crecimiento de las ideas, en la medida que ayuda a entender qué líneas de pensamiento dieron muestras de fertilidad científica y cuáles permanecieron obstinadamente ciegas para el progreso de los conocimientos, puede servir de ayuda a la hora de plantear nuevas líneas de investigación.