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Subject code : 69024126
El objetivo de esta Introducción es presentar el curso e informar al estudiante de la concepción de lo religioso desde la que se enfoca la asignatura. Para ello comenzamos estudiando una selección de textos que pretenden hacer reflexionar al alumno sobre la entidad del fenómeno religioso, entendido como algo mucho más amplio y complejo que las religiones concretas. Lo que habitualmente entendemos como religiones son tan sólo cristalizaciones históricamente determinadas de una realidad más amplia, la dimensión religiosa de la realidad social. El hecho religioso se interpreta aquí de manera integral como una construcción simbólico-cultural relacionada con la búsqueda del sentido de la vida y el significado de la existencia; como un aspecto esencial de toda sociedad humana, que cubre la dimensión simbólico-ideática-cognitiva-abstracta y la pragmática-cotidiana-ritual-concreta.
El objetivo de este capítulo es conseguir que en un semestre el estudiante aprenda “lo más importante” de los autores clásicos y sus teorías para estudiar el fenómeno religioso desde el punto de vista sociológico. Dejamos de lado todo el pensamiento no occidental, más correctamente todo el pensamiento no europeo, a cambio de circunscribirnos a lo más significativo del ámbito cultural en que estamos inmersos. Europa es el núcleo donde se desarrollan las grandes corrientes intelectuales que enmarcan el trabajo de los tres pensadores que consideramos centrales: Marx, Weber y Durkheim. Empezamos, en la primera lectura del tema, con el ambiente cultural de su época y de la inmediatamente anterior lo que nos permite comprender los antecedentes que explican su pensamiento.
El proceso de modernización tuvo consecuencias inevitables en el hecho social de la religión, en la propia concepción de lo religioso y también en el propio enfoque de la vida. Una de las consecuencias fue la secularización que se interpreta como un proceso amplio, generalizado, de racionalización de la vida y desencantamiento del mundo. Si bien en un primer momento se creyó que este proceso de racionalización supondría la desaparición paulatina de la religión, en un mundo progresivamente más racionalizado y orientado por el pensamiento científico, pasado el tiempo las consecuencias parecen otras. Se llega a nueva interpretación del fenómeno religioso: lo religioso no desaparece sino que se transforma.
En la actualidad, y ya a finales del siglo XX, las divisiones espaciales y temporales han cambiado radicalmente y con ello la percepción y la vivencia tanto de las experiencias individuales como colectivas. Ciertamente ello se debe a transformaciones ajenas al mundo de las ideas, tiene que ver más bien con los cambios en las ingenierías técnicas que han dado lugar a la aparición de la informática y con ello a una nueva, radicalmente nueva, realidad comunicativa. Las comunicaciones telemáticas han transformado definitivamente las fronteras entre espacios pero también entre tiempos distintos. Esto afecta a todos los niveles de la vida y la religión no queda al margen. En este tema estudiamos los efectos de la globalización en las creencias, las religiones y la concepción de lo religioso.
La secularización de diversos ámbitos de la realidad que hemos estudiado anteriormente convive con la divinización y sacralización de otros. Por ello, la presencia de lo sagrado en el siglo XXI nos conduce a nuevas formas de religiosidad. Estas nuevas formas de religión recuperan el cuerpo y la naturaleza y proponen una nueva relación entre cuerpo y espíritu, y entre ser humano y naturaleza. Todo ello desde unos nuevos presupuestos de sacralización de lo humano y de humanización de lo divino, que pasa por: 1) la incorporación de las visiones orientales de la vida, la muerte, y la naturaleza (integración de Oriente y Occidente); 2) integración del pasado y las tradiciones arcaicas (China, India, Egipto, Babilonia,…) (integración pasado y presente); 3) incorporación de culturas rechazadas previamente por subdesarrolladas como las de comunidades indígenas, lo que supone la incorporación de Centroamérica, Sudamérica, África, es decir, los países denominados del Tercer Mundo (integración Norte y Sur). Muchos son los efectos de esta miscelánea en el fenómeno religioso, que algunos autores denominan reencantamiento del mundo.
Distinguir el fenómeno religioso de las religiones institucionalizadas es, como ya señalamos al principio, uno de los objetivos del curso. A lo largo de la historia el fenómeno religioso ha cristalizado en religiones concretas, es decir, en representaciones históricas configuradas mediante dogmas, rituales, instituciones y burocracias fuertemente consolidadas. Es lo que conocemos como religiones históricas y en ello nos vamos a centrar a partir de aquí. Nos circunscribimos a las grandes religiones monoteístas, las más extendidas en el mundo: cristianismo, islamismo, judaísmo y explicaremos sus peculiaridades. En segundo lugar, trataremos la relación entre religión y conflicto, pero no de forma abstracta sino desde estas religiones históricas.
Las relaciones entre la religión y el poder político constituyen un aspecto importante del hecho religioso y en el momento actual su interés aumenta. En periodos en los que una religión sustenta el poder político, las relaciones entre religión y política aparentemente no existen; son tan omnipresentes que pueden resultar invisibles. Sin embargo, cuando se produce una confrontación entre dos o más definiciones de religión y/o de poder, la adscripción religiosa de lo político, si existe, se hace patente. La colonización por parte de las potencias occidentales supuso la imposición de una visión del mundo que alejaba a las poblaciones de las colonias de sus prácticas religiosas tradicionales, pretendiendo una homogeneización a cambio de la promesa de desarrollo y bienestar desde la perspectiva occidental. En el siglo XX los proyectos de descolonización dieron lugar a sistemas políticos tutelados por las antiguas metrópolis en coalición con las élites de las excolonias.
Estudiamos aquí tres casos DE LOS QUE EL ALUMNO ELEGIRÁ UNO, Argelia, Irán e Israel. En los tres se vivieron niveles de secularización y desarrollo similares a los de los países europeos, pero en los dos primeros se produjo un cambio con la aparición de grupos musulmanes integristas poderosos. El caso de Israel es diferente, dado que no procede de un proceso de descolonización sino de la creación de un nuevo Estado, pero también resulta ilustrativo del poder de la religión y el enfrentamiento entre culturas y los tres permiten entender aspectos nucleares de la religión en la actualidad.