En un sentido restringido, la Antigüedad es la parte del proceso histórico de la humanidad correspondiente a la Grecia Arcaica, Clásica y Helenística, y al Imperio Romano, que, desde finales del siglo I a.C., engloba todas las grandes unidades territoriales situadas alrededor del Mediterráneo. Pero, ya en el siglo XIX, el historiador Eduard Meyer defendió la inclusión de las culturas de Mesopotamia, Egipto, Asia Menor y Persia en el mismo concepto, por considerar que el mundo grecorromano era heredero de tradiciones y formas de pensamiento desarrolladas en ese ámbito desde los comienzos mismos del uso de la escritura. A medida que se ha ido ampliando el conocimiento de las culturas antiguas con nuevos estudios, se han reforzado los argumentos de Meyer, y por eso se ha seguido manteniendo en las universidades españolas una disciplina de formación básica denominada tradicionalmente Historia Antigua, que lo es no sólo de Grecia y Roma, sino también del Próximo Oriente y Egipto.

Siempre ha constituido un problema, sin embargo, incluir en una única asignatura cuatro mil años de historia, que se desarrollan en escenarios tan variados; y, mucho más, porque la clásica historia evenemencial –es decir, la historia de los acontecimientos– se ha venido enriqueciendo con las aportaciones de la arqueología, y de otros campos, como el de la religión o las instituciones jurídicas, donde se han desarrollado también ciencias históricas de la Antigüedad. La reducción de la Historia Antigua del Grado en Historia del Arte a una asignatura cuatrimestral de seis créditos obliga, por tanto, a realizar una selección de contenidos que permitan cumplir con los objetivos marcados por la normativa sin incurrir en una simplificación más propia de otros niveles educativos que del universitario.

El área de implantación de las culturas del Mundo Antiguo son los territorios que rodean el mar Mediterráneo, hasta el Sahara, por el sur, y hasta la India, por el este, con un límite septentrional vagamente marcado por el Cáucaso, el Danubio, el Rin y el mar del Norte. En cuanto a los límites cronológicos, se establecen, convencionalmente, en el comienzo del tercer milenio, con el desarrollo del estado despótico de la Edad del Bronce, y en el s. V d.C., en que se produce la disolución del Imperio Romano de Occidente.

Ese ámbito tan dilatado, en el tiempo y en el espacio, incluye, naturalmente, una pluralidad de escenarios, un devenir complejo y una larga serie de desarrollos culturales. Contemplado en conjunto, se manifiesta, sin embargo, como un proceso unitario, de gran interés para el Mundo Occidental: en la medida en que se puede considerar como la primera fase de su acontecer histórico, y, en la medida en que aparecen en él, de un modo u otro, la mayor parte de los elementos culturales más significativos y de las cuestiones más problemáticas de nuestra realidad actual.

El temario que desarrollan las Unidades Didácticas de Historia Antigua incluye, por un lado, procesos históricos con unos elementos fundamentales de historia evenemencial y una serie de aspectos complementarios; y, por otro, tratamientos breves de algunas cuestiones que ayudan a comprender los comportamientos y la mentalidad de las sociedades del Mundo Antiguo. Los textos que acompañan a los documentos gráficos, en el Texto Básico, tienen también esa finalidad.

La organización temática de esos contenidos es la siguiente:

-Introducción.

-Próximo Oriente durante el III milenio: Bronce Antiguo (3000-2000 a.C.).

-Próximo Oriente durante el II milenio: Bronce Medio (2000-1600 a.C.) y Bronce Tardío (1600-1200 a.C.).

-Próximo Oriente durante el I milenio: La Edad del Hierro (ca. 1200-330 a.C.).

-Introducción.

-Orígenes de Egipto: Imperio Antiguo.

-Imperio Medio.

-Imperio Nuevo y Época Baja.

-Introducción.

-Grecia Arcaica.

-Grecia Clásica.

-El Mundo Helenístico.

-Introducción.

-Orígenes de Roma y la Primera República.

-República Plena.

-Imperio Romano.