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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MODERNA

Curso 2021/2022 Subject code67023080

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MODERNA

SUBJECT NAME
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MODERNA
CODE
67023080
SESSION
2021/2022
DEPARTMENT
FILOSOFÍA
 
GRADO EN HISTORIA DEL ARTE
COURSE
 
TERCER CURSO
SEMESTRE  1
OBLIGATORIAS
 
ECTS
6
HOURS
150.0
LANGUAGES AVAILALBLE
CASTELLANO

PRESENTACIÓN Y CONTEXTUALIZACIÓN

Esta asignatura se encuadra dentro de unos estudios sobre arte, muy atentos al aspecto histórico y cultural en el que la actividad y la reflexión artística se desarrolla. Junto con la Historia de la Filosofía en la Edad Contemporánea, que es su lógica continuación, esta asignatura posibilita al estudiante conocer las corrientes filosóficas y las ideas que configuraron el universo cultural y de pensamiento que acompañó no sólo la formación del arte, sino también las de las teorías artísticas. La historia de la filosofía ofrece para ello una adecuada panorámica donde insertar después autores, ideas, teorías y corrientes.

Nuestra historia, la Historia de la Filosofía en la Edad Moderna, se inicia en 1637 con el Discurso del Método de Descartes y concluye en 1889, cuando Nietzsche se adentra irremisiblemente en la enajenación mental; apenas 250 años, pero de una extraordinaria potencia en la creación de sistemas filosóficos, que marca aún de manera decisiva nuestra actualidad. Casi todos los estudiosos hacen arrancar la modernidad filosófica en Descartes, por el hecho de que pone en el «yo», en el «yo pienso», el punto arquimédico de su filosofía e intenta desde allí llevar a cabo una reconstrucción sistemática de todo el saber filosófico sobre la realidad. Muchos críticos actuales de la modernidad la identifican sin más con la propuesta cartesiana, no dándose cuenta de las grandes diferencias que hay entre sus pensadores, no parándose a analizar las muy diversas propuestas sobre el sujeto y la razón que se han llevado a cabo a lo largo de este período: no es lo mismo Descartes que Kant, ni Kant que Hegel, ni Hume que Novalis o los románticos, etc. Por el otro lado, al final de nuestro recorrido, encontramos a Nietzsche, al cual se le sitúa como el iniciador de la postmodernidad. Nietzsche hereda una filosofía de la voluntad, ya presente en Descartes, pero que le llega a él desde la primacía de lo ético en Kant, el Yo como acción originaria del primer Fichte, el ser como voluntad en el Schelling de las Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana, y por último el mundo en sí como voluntad irracional según Schopenhauer. Pero él procede también a una crítica de esa tradición filosófica que ha hecho fortuna en filósofos actuales a partir sobre todo de los años 60 y en Francia.

Entre medias, entre Descartes y Nietzsche, se sitúan figuras tan influyentes hasta en nuestros días como Spinoza, Hume, Kant o Hegel, quizás incluso Marx a pesar de la caída de los países comunistas. Son pensadores que los interesados por la reflexión filosófica no pueden dejar de lado en casi ninguno de los problemas filosóficos. Por ejemplo en estética siguen teniendo actualidad la autonomía que el ámbito de lo estético alcanza en la Ilustración, en la forma adecuada y el sentir en Kant, en la propuesta romántica de Schiller, Novalis, Friedrich Schlegel o Schelling, o en la filosofía del arte de Hegel, de Schopenhauer o de Nietzsche. Cada uno de ellos ofrece un modo diferente de filosofar, lo cual exige del lector una atención especial y un cuidadoso estudio para comprender su terminología y enfoque, a fin de no aplanar o nivelar las diferencias. Sólo de ese modo será posible captar la fuerza y la originalidad del pensamiento de cada uno, así como sus contornos o limitaciones. Esta visión global y a la vez detallada de toda la filosofía a través de su historia, de sus figuras principales, es lo que confiere a la Historia de la Filosofía una fuerza pedagógica insustituible. Pero eso mismo obliga a tener en cuenta no sólo las semejanzas, sino también las diferencias entre los distintos filósofos. No se puede pasar de un pensador a otro como si las palabras significaran siempre lo mismo, o como si estuvieran hablando desde el mismo horizonte de pensamiento. Por ejemplo, tanto para Descartes como para Kant la subjetividad es la piedra angular de sus sistemas, pero no se puede decir, como suele ocurrir, que piensan del mismo modo dicha subjetividad, pues sus propuestas son diferentes: para el primero, la subjetividad es «res», cosa o substancia, mientras que para el segundo es acción y no substancia, una categoría apropiada sólo a los objetos del mundo. Ni siquiera dentro del sistema hegeliano los conceptos guardan en todo momento un sentido unívoco, sino que se ha de tener en cuenta el contexto sistemático de su uso y emplazamiento. Eso ocurre también en la filosofía plural y fragmentaria de Nietzsche, etc. El alumno debe tenerlo presente para que su escucha o lectura sea abierta, atenta y adecuada.

De igual modo se ha de tener sensibilidad para las conexiones históricas, o sea, para las influencias y las continuidades. Eso nos hace ver la fecundidad y limitaciones de los planteamientos filosóficos, ya sean ontológicos, éticos, políticos o estéticos. Pero asimismo resulta interesante reparar en las conexiones que hay entre la filosofía y la sociedad o la cultura y el arte de una época o de un pueblo, sin convertirlas por eso en meros productos de sus circunstancias históricas, eliminando con ello su intención de verdad y creatividad. Dichas atenciones nos abrirán la mente para la efectiva aventura del pensar en su ámbito cultural, y nos proporcionará ricos materiales, argumentos y perspectivas para pensar por nosotros mismos la realidad y nuestro tiempo. Ésa es la labor de este estudio. La historia de la filosofía ha de hacer posible el diálogo con los grandes pensadores a fin de aprender a pensar por nosotros mismos la realidad que vivimos y somos, también nuestra realidad cultural y artística. Esto invita a una lectura directa de sus escritos, y a no quedarse sólo en manuales, y menos aún en apuntes redactados por otros y a veces incomprensibles o errados. Pero a la vez hemos de pensar con ellos el asunto mismo, hacernos cargo de lo que allí anda en juego, para que la escucha sea activa, crítica y productiva, no meramente reproductiva. El estudio de la filosofía, ni siquiera en su materia de Historia de la filosofía, es un asunto de mera memoria erudita o registro de datos, sino que ha de ser al menos también un instrumento para nuestro pensar, y eso sólo se logra si a la vez dialogamos con los grandes acerca de los asuntos mismos, como aquello sobre lo cual merece el esfuerzo de aclarase conceptualmente y encontrar orientación.

Ante la riqueza de material que hallamos en estos dos siglos y medio de historia de la filosofía, se impone una selección, una reducción a sus momentos más significativos. Pero una visión general de la época siguiendo alguna historia de la filosofía es siempre recomendable para todo estudiante como perspectiva panorámica y primer acercamiento histórico y sistemático. Sin embargo, la lectura directa de los mismos textos de los filósofos es una tarea muy recomendable, y puede servir muy bien de base para un trabajo optativo. Quedarse en lo que los otros han dicho de los grandes filósofos, es limitarse a no tener voz propia, a estar siempre remitiéndose a cómo los otros los han interpretado o malinterpretado. El contacto directo y la lectura pausada, atenta y activa de esos textos es además una de las mejores maneras de aprender a filosofar. Es verdad que a veces ese enfrentamiento directo resulta algo arduo al principiante; en ese caso hay que echar mano de comentarios que nos acompañen y guíen en el estudio. Una vez hecha esa labor (a veces también en medio de ella), podrán venir las múltiples interpretaciones, con las que podremos entablar entonces un fecundo diálogo. Teniendo, pues, en cuenta este carácter activo del estudio de la filosofía, se ofrece una gran flexibilidad, tanto en el examen como en los trabajos optativos, a fin de que el estudiante pueda seguir sus propios intereses filosóficos. Pero además, todo esto que se ha indicado como ideal para la comprensión de nuestra materia, se enmarca conscientemente dentro de los límites exigibles en una asignatura semestral de tercer curso de un Grado en Historia del Arte, y sólo a ese nivel.

El objetivo último del estudio de la historia de la filosofía es acercar al alumno a la lectura y comprensión de los grandes pensadores y al diálogo con ellos. En cuanto materia histórica, para esta asignatura será pertinente una información sobre los datos históricos, los escritos fundamentales de estos filósofos y sus ideas. En cuanto reflexión filosófica se precisa del alumno no una mera actitud erudita frente a esos datos, sino una propiamente filosófica, a saber, la de plantearse él mismo también aquel asunto que quiso ser pensado en esos textos, la de pensar con ellos. Éstos son los dos aspectos que se tendrán en cuenta a la hora de abordar la asignatura, así como en la valoración del trabajo (PEC) del alumno. Acorde con el último aspecto señalado, dentro del programa se ha buscado ofrecer una cierta optatividad, de manera que el alumno también pueda seguir en lo posible sus propios intereses filosóficos.