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Subject code : 7001420-
Este tema de carácter introductorio (y que no será objeto de examen) pretende ofrecer una presentación de la Filosofía de la Historia como disciplina académica, dando cuenta de su origen y desarrollo, de su propósito e interés, de su objeto o campo de estudio así como también de los principales temas y problemas que ha tratado tradicionalmente o continúa tratando en la actualidad.
Más allá de su carácter introductorio y no evaluable, conviene no obstante prestar especial atención a este tema, ya que pretende ofrecer también una visión general del programa de la asignatura -haciendo especial hincapié en la interrelación entre unos temas y otros- que puede resultar muy orientativa para su estudio.
Desde que Voltaire acuñara a finales del siglo XVIII la expresión “Filosofía de la Historia”, entendiendo por tal la reflexión con espíritu filosófico sobre la propia Historia, se ha convertido en un lugar común cifrar el nacimiento de la Filosofía de la Historia en la época moderna. Este tema se propone abordar la génesis y desarrollo de la conciencia histórica a lo largo de la Modernidad, con el fin de ofrecer una visión general de algunas de las más importantes y representativas filosofías modernas de la historia: las filosofías ilustradas de la historia de Voltaire, Montesquieu o Kant; la filosofía romántica de la historia de Herder; la filosofía idealista de la historia de Hegel; la filosofía materialista de la historia de Marx o esa gran predecesora de todas ellas que es la filosofía renacentista de la historia de Vico.
Por otra parte y así sea sucintamente, se hará aquí especial mención a tres de las ideas que más han ayudado a conformar dichas filosofías modernas de la historia, ya que de un modo u otro volverán a estar presentes en temas posteriores: las ideas de "historia universal", de "progreso histórico" y de "perfectibilidad humana".
NOTA: Los autores que podrán ser objeto de evaluación se reducen a: Herder, Kant, Hegel y Marx.
Como se ha podido observar en el tema anterior, no deja de ser una característica prácticamente común a todas las filosofías modernas de la historia el que hayan emprendido una reflexión filosófica general sobre la historia del mundo, esto es, sobre el proceso histórico considerado globalmente o, diríamos también, sobre el sentido de la historia de la humanidad. Con la Modernidad, por lo tanto, cristaliza también la idea de Historia como un proceso único y lineal cuyo fin es el progresivo perfeccionamiento moral e intelectual de la especie humana. Con ello, tanto la vocación universalista ilustrada como la idea ilustrada de progreso se proyectarían en ese valor metahistórico encarnado en el “ideal de humanidad”, entendido como el proyecto político de una humanidad unificada y reconciliada consigo misma.
Ahora bien, desde que F. Schiller en su escrito “¿Qué significa y con qué fin se estudia la historia universal?” formulara en 1789 la definición clásica de “historia universal” hasta el día de hoy, dicha definición ha entrado en sucesivas crisis y ha sido objeto de reiteradas críticas. Otro tanto cabría decir de la “idea de humanidad”. Este tema se propone abordar las tensiones y dificultades a que se ven sometidas ambas ideas.
Si como hemos visto anteriormente la irrupción de la Modernidad llevó aparejada una nueva concepción del tiempo y de la historia, la postmodernidad se caracteriza por poner en tela de juicio dicha concepción, señalando la entrada en crisis de aquellos conceptos constitutivos y fundamentales del "discurso filosófico de la modernidad", tales como los de razón, sujeto, historia, progreso o emancipación. En palabras de J.F. Lyotard –comúnmente considerado el introductor del término “postmodernidad” en el terreno del pensamiento–, la historia exige como condición un “sentido” que sólo se puede lograr desde un gran metarrelato o visión totalizante y finalizadora de la historia. Ahora bien, al cifrar la principal característica de la actual condición postmoderna precisamente en la deslegitimación e incredulidad con respecto a esos grandes relatos, acabará afirmando el fracaso de cualquier tentativa moderna por otorgar una finalidad a la historia mediante un proyecto general de emancipación. Otro tanto viene a decir G. Vattimo, para quien la consecuencia de esta pérdida de sentido y finalidad histórica consiste en asumir la imposibilidad de seguir viendo la Historia como un proceso racional, unitario y, por tanto, portador de proyecto emancipador alguno. De tal modo que el pensamiento postmoderno -al menos de la mano de Lyotard y Vattimo, dos de sus más destacados exponentes- acaba identificando la postmodernidad con la condición posthistórica y el "final de la modernidad" con el "final de la historia”.
Por último, se abordará la cuestión de si la postmodernidad implica realmente una "ruptura radical" o un "cambio de época" con respecto a la modernidad o si, por el contrario, sigue habiendo una cierta "continuidad" entre ambas (o por decirlo en los conocidos términos de Habermas: si el “proyecto de la modernidad” se puede considerar definitivamente acabado o si, por el contrario, continúa siendo "un proyecto inacabado").
Si en el tema anterior la idea de postmodernidad como “fin de la historia” se condensaba básicamente en el final de esos "grandes relatos” que habían legitimado la marcha histórica de la humanidad por el camino de la emancipación, el famoso y controvertido ensayo de Francis Fukuyama en la medida en que recupera y hace suya una concepción de la historia entendida en un sentido racional, unitario, lineal y progresivo cuya aspiración última es explicar la lógica del desarrollo histórico universal –concepción como hemos visto de cuño ilustrado que fue llevada a su epítome por Hegel y Marx, pero que parecía ya definitivamente arrumbada tras los embates a que fue sometida por el pensamiento postmoderno–, supone realmente un resurgimiento o rehabilitación de dichas “grandes narrativas” (o, si se prefiere, de las denominadas en el tema introductorio “filosofías especulativas de la historia”). Más aún, la propuesta de Fukuyama de identificar el “fin de la historia” con el triunfo absoluto de la democracia liberal y la falta de alternativas ideológicas a la misma, lo que hace es revelar con mayor claridad algo que ya había podido advertirse en las modernas filosofías especulativas de la historia, aunque tal vez no con tanta nitidez como en su propuesta: su marcada orientación política.
En este tema no nos limitaremos tan sólo a constatar la relevancia que para la actual filosofía de la historia tiene la estrecha conexión que Fukuyama establece entre el triunfo del liberalismo y la idea de una historia universal de la humanidad, sino que al hilo de sus propias tesis, origen de tantos malentendidos, trataremos también de analizar en qué medida puede decirse que nos hallamos ante un “gran relato legitimador”.
Si el breve ensayo de Fukuyama llegó a gozar en su día de una extraordinaria repercusión, logrando trascender los círculos académicos y provocando un intenso y acalorado debate, otro tanto o más puede decirse del pequeño texto de Samuel Huntington que da título y contenido al presente tema. Pero a diferencia del optimismo que latía en la propuesta triunfalista de Fukuyama, el planteamiento de Huntington expresa un diagnóstico muy sombrío acerca del futuro curso de los acontecimientos históricos en el siglo XXI. Su tesis central sostiene que la fuente principal de conflicto en el mundo venidero ya no será económica ni ideológica, sino que tendrá que ver fundamentalmente con la diversidad de las culturas o, más exactamente: con el choque de las civilizaciones diferentes, choque que dominará el futuro rumbo de la política mundial.
Al hilo de esta tesis, que hace de las civilizaciones el verdadero motor y artífice de la historia, centraremos principalmente la atención en cuestiones tales como el concepto mismo de civilización, las "líneas de fractura" entre civilizaciones, la existencia o no de una civilización universal, los conflictos generados por el universalismo occidental, el auge del fundamentalismo islámico, etc.
Si tras el derrumbe del socialismo real en Europa del Este y el consiguiente final de la Guerra Fría se anunció el comienzo (propiciado por las tesis de Fukuyama) de un "nuevo orden mundial" basado en la extensión de la democracia, la afirmación de los valores cosmopolitas y el imperio de la ley en los asuntos internacionales, tras el ataque terrorista perpetrado por Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono (en el que algunos vieron "la profecía que se cumple a sí misma" respecto a las tesis de Huntington) se pasó a un escenario muy distinto, por cuanto parecía retrotraernos a un estado de naturaleza hobbesiano en las relaciones internacionales, donde la guerra entre los Estados -sobre todo a partir de lo que significó la guerra contra Irak y, más en general, contra el terrorismo internacional- volvió a estar a la orden del día.
Al hilo de los cambios que tales acontecimientos introdujeron en la geopolítica mundial, cuyas consecuencias aún siguen percibiéndose hoy día, este tema se propone abordar el problema de la guerra, de la paz y del desarrollo del derecho internacional desde la perspectiva de nuestra disciplina.