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Subject code : 69014234
Este tema presenta una descripción del cambio climático analizando sus indicios y las evidencias sobre su origen antropogénico.
Se muestran los impactos ya experimentados o previsibles del cambio climático sobre la actividad humana (uso del territorio, economía, demografía, migraciones, organización social, conflictos internacionales…) Se presentan también los diferentes escenarios en ese futuro en función del aumento de las temperaturas que se produzcan en los próximos años y se señalan los instrumentos de adaptación al cambio climático y sus límites.
En la escala internacional, la lucha contra el cambio climático se enfrenta a la ausencia de un sistema de gobernanza efectivo capaz de imponer soluciones eficaces, y a la desigualdad entre Estados en su contribución al calentamiento y en su vulnerabilidad ante los impactos negativos de ese calentamiento. El objetivo del tema es introducir al estudiante en las complejidades de las negociaciones internacionales en torno al cambio climático y específicamente a la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, los principales responsables del calentamiento de la Tierra.
Si el cambio climático es un “mal global”, su evitación o reducción es un “bien público global” sometido a las mismas lógicas que tantos otros bienes públicos: en particular a la del “free rider” o gorrón, que logrará disfrutar los beneficios conseguidos (la reducción de la temperatura) participe o no en los esfuerzos y costes para lograrlo. Además, a diferencia de otros bienes públicos, en este caso el bien a obtener o el mal a evitar, no se produce de forma inmediata sino con posterioridad de años, lo que hace más fuerte la tendencia a postergar las decisiones
Las medidas que se proponen para frenar el calentamiento pueden ser contrarias a los intereses de algunos sectores industriales muy influyentes (el de la minería del carbón, el de la extracción de petróleo o gas, el de la fabricación de vehículos de combustión…) y afectar negativamente a sus empleados y a las regiones dependientes de estas industrias. Estos sectores perjudicados se movilizan políticamente para defender sus intereses, tanto en las esferas nacionales como en las internacionales y ante la opinión púbica global.
Europa lidera la lucha contra el cambio climático, no sólo por sus avances en materia de políticas concretas, especialmente en el área de la transición energética, sino por su actividad en los foros internacionales, en los que los países europeos, y la UE en conjunto, están siempre en el grupo de los más ambiciosos y de los que más influyen para que el resto de los Estades avancen en el mismo sentido. Ese liderazgo europeo está basado en una opinión pública convencida de la urgencia de frenar el cambio climático.
España, por su posición geográfica, es uno de los países europeos más amenazados por el cambio climático, aunque no uno de los pioneros en la atención a este fenómeno. En parte se incorporó a esta preocupación como consecuencia de la europeización de sus políticas. Sin embargo, en los últimos años España ha pasado a un posición de liderazgo, especialmente en lo relacionado con las políticas energéticas, que constituyen una de las principales piezas de la política climática.
Existe una importante relación de influencia mutua entre la “oferta” (qué ofrecen los partidos políticos y las instituciones en este terreno) y la “demanda” (qué opina la población, qué medidas exige a las instituciones o qué medidas está dispuesta a apoyar, qué discursos rechaza o apoya). Desde comienzos de este siglo se ha producido una eclosión de estudios de opinión pública dirigidos a conocer el grado de preocupación de la población ante el cambio climático y las opiniones y actitudes ante las medidas que se proponen desde el ámbito científico y que se adoptan por los gobiernos y las instituciones internacionales. La preocupación por el cambio climático, y el medio ambiente en general, es creciente en las opiniones públicas de todo el mundo.
Las democracias liberales se enfrentan con dificultades importantes, inherentes a su propia naturaleza, para resolver el problema del cambio climático. Los gobiernos tienden al cortoplacismo, pero el cambio climático es un fenómeno de largo alcance temporal y los resultados de las medidas tomadas sólo son perceptibles a largo plazo. Los gobiernos son responsables ante sus ciudadanos concentrados en un territorio, el del Estado, pero los efectos del cambio climático se expresan en el conjunto del globo y no especialmente sobre el propio territorio. Todo ello dificulta los avances en las políticas de mitigación del cambio climático.
Las medidas que se proponen para frenar el calentamiento afectan negativamente a los empleados de algunos sectores y a las regiones dependientes de ellos. Otras de las medidas pueden provocar mayor desigualdad social o rechazos locales -como el suscitado en ocasiones por las plantas eólicas o solares-. En general, las medidas contra el cambio climático tienen efectos positivos difusos geográficamente y no visibles inmediatamente, pero efectos negativos concentrados e inmediatos.
La desigualdad es también internacional: las medidas contra el cambio climático son propuestas por los países más responsables en el pasado de la emisión de gases de efecto invernadero -los más desarrollados ahora- pero obligan a actúar tmabién a los países en desarrollo, con menos recursos para hacerlo pero más afectados por ese cambio.
En este contexto la llamada "transición justa" intenta evitar que los más débiles resulten especialmente perjudicados por las medidas contra el cambio climático.
Como cualquier otro aspecto relevante en la vida pública, el cambio climático puede convertirse en un “issue” o tema, en referencia al cual se posicionan los partidos políticos para definir su imagen y diferenciarse de los otros competidores en la arena electoral. A medida que la lucha contra el cambio climático se ha introducido en las agendas de los partidos y gobiernos, se ha producido una diferenciación de los mensajes y una competencia por la definición de los problemas y de las soluciones. A la vez, los temas que eran originalmente patrimonio exclusivo de los partidos “verdes” han pasado a formar parte de los discursos y propuestas de los partidos mayoritarios.