La Antropología Social y Cultural es una disciplina encuadrada en el doble ámbito de las humanidades y las ciencias sociales. Su objeto fundamental es el estudio de la diversidad de las culturas y las relaciones interculturales. Las dos raíces históricas de la antropología —la orientada al estudio de otras sociedades y la orientada al estudio de la diversidad cultural interna—, han dotado a la Antropología Social y Cultural de una especialización no cubierta por ninguna otra disciplina. Su área de conocimiento es específica.
La etnografía basada en el trabajo de campo, la observación participante, el uso de técnicas de análisis cualitativas, la atención a los procesos dinámicos y las perspectivas holísticas, comparativas, acaso sean las aportaciones más conocidas de la antropología social y cultural al conjunto de los saberes y métodos científicos. En la práctica, los métodos y las técnicas etnográficas han sido asumidos y asimilados por otras disciplinas de las ciencias sociales (sociología, psicología social, geografía, etc.), con las adaptaciones requeridas por las prácticas y bagajes teóricas de cada una de ellas. La etnografía ha ido adquiriendo en el ámbito que le es más propio, el de la Antropología Social y Cultural, elevadas cotas de sofisticación, precisión y refinamiento que exigen destrezas profesionales imprescindibles para la planificación de proyectos, diseños de investigación, utilización de técnicas cualitativas y cuantitativas, etc.; además de un especial cuidado en las posibles implicaciones políticas y/o éticas del trabajo, las necesidades de protocolos deontológicos y garantías de confidencialidad de los informantes y otras cuestiones de esta índole, no menores en este tipo de trabajo y que requieren la conveniente formación.
En el mundo contemporáneo las herramientas teóricas que proporciona la antropología social y cultural (la comparación transcultural, la vinculación entre las distintas manifestaciones de la vida social, el análisis de elementos simbólicos, etc.) adquieren especial relieve ante el estudio de fenómenos como los flujos migratorios, el turismo u otros desplazamientos humanos, los estados multiétnicos, los procesos de urbanización, los movimientos indigenistas, la materialización a través de las nuevas tecnologías de la llamada “sociedad de la comunicación”, o la emergencia de modalidades cambiantes de familia, por técnicas de reproducción asistida, nuevas formas de adscripción o la adopción internacional. Estos rasgos del mundo contemporáneo, enumerados sin afán exhaustivo, ponen sobre el tapete la relevancia de una disciplina cuya tradición, cuyo objeto y cuyos métodos se centran en la diversidad cultural y en la elaboración de modelos teóricos que puedan dar cuenta de ella.
Diversas titulaciones de Grado y posgrado incluyen la antropología social y cultural dentro de sus ofertas formativas, dando testimonio de su interés científico y analítico transdisciplinar para interpretar e intervenir en ámbitos tan diversos como los que se han señalado. Así, disciplinas tradicionalmente orientadas a la intervención social (como la psicología, la educación social, o el trabajo social, entre otras) hacen uso de las herramientas teóricas y los métodos propios y más intensivamente desarrollados por la antropología social para acometer asuntos como la mediación intercultural, el racismo, la cooperación en el desarrollo, o la enseñanza en contextos multiculturales. En los últimos años, el surgimiento de la denominada “antropología de orientación pública” no hace sino poner de manifiesto el proceso de crecimiento y de intensificación de la presencia de la antropología social en los ámbitos de intervención que son su campo objetivo.