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Entendemos la Evaluación de Programas como un modo de proceder, o proceso metodológico, que tiene como finalidad el estudio por parte del educador de los efectos causados por unas acciones educativas sistemáticas, dirigidas y planificadas, que pretenden lograr unos objetivos educativos bien definidos.

Esas acciones se implantaron y desarrollaron en el contexto educativo, tras haber determinado su pertinencia en base a la nítida valoración de unas necesidades; además, se asume que el logro de los resultados educativos previstos guarda una estrecha relación con el proceso de aplicación de las acciones propuestas en el programa, lo cual determina que la evaluación implique también los juicios sobre ese proceso.

Finalmente, se debe considerar que tanto el proceso como el efecto de un programa, suponen que los factores estructurales (recursos materiales, agentes humanos, estructura organizativa) sean suficientes y adecuados a la finalidad prevista, debido a lo cual, cada vez con más frecuencia dentro de los ámbitos de uso de la evaluación de programas, se lleva a cabo la evaluación de la calidad de los servicios (estructuras) que sustentan los programas además de evaluar el propio programa (planificación, proceso, resultados…)

Cada vez son más los educadores y entrenadores deportivos que tienen como responsabilidad la planificación, implantación y evaluación de programas en los diferentes ámbitos educativos, no siendo ajeno a esta situación el ámbito de la educación física. El objetivo fundamental de esta asignatura es presentar una visión de la Evaluación de Programas en el contexto de la Educación Física y del Deporte que proporcione a los docentes la capacidad para actuar como evaluadores.

La experiencia acumulada, en los más de cincuenta años de desarrollo de la Evaluación de Programas, indica que se pueden identificar cuatro bases de conocimiento que deben poseer los evaluadores para llevar a cabo la evaluación de los programas; así se considera que los evaluadores deben:

Analizar los programas para identificar en qué casos son más susceptibles de producir cambios sensibles.

Saber cómo utilizar el conocimiento propio de la disciplina a la que pertenece el evaluador para influir en la programación de sus intervenciones.

Tener madurez personal y conocimientos teóricos y técnicos para distinguir buenos de malos programas

Seguir un método riguroso para construir conocimientos válidos sobre los programas.