La educación es uno de los factores que más ha contribuido a la creación de la  sociedad del conocimiento. Gran parte de los procesos de modernización sociocultural y desarrollo económico que han dado lugar a este tipo de sociedad han dependido de la expansión de los sistemas educativos. Tan influyente ha sido la acción de la educación en esta transformación que tanto la promoción social como las expectativas socio-laborales son entendidas todavía como resultado de la dotación personal educativa. La correlación entre educación y logro de una buena posición social es una hipótesis ampliamente aceptada y contrastada tanto por las ciencias sociales como por la observación de la realidad social que hacen los sujetos cotidianamente. Esta situación, que se consolidó durante los tiempos del fordismo e hizo que la educación fuera considerada, además de un vínculo de conexión con el mercado laboral, una expresión del desarrollo personal y la capacidad social de los sujetos, se ha transformado al madurar la sociedad del conocimiento. Parece que el tipo de educación que sirvió de base a la creación de esta sociedad no es adecuado para propiciar los cambios futuros.  

El trabajo y, sobre todo, su organización social se ha transformado en las últimas décadas a gran velocidad. El elemento más determinante ha sido el cambio tecnológico propiciado por la revolución electrónica y comunicativa. La expansión de estas tecnologías no ha propiciado sólo la aparición de nuevos mercados y formas de gestión empres, venta, distribución y consumo de objetos; en lo que se refiere al trabajo, quizá lo más importante haya sido la difuminación de las fronteras espacio-temporales entre trabajo y vida privada. La disponibilidad comunicativa y laboral de los trabajadores para adaptarse a los nuevos requerimientos de la demanda del capital e, incluso, la posibilidad de transformar sus espacios y tiempos privados en laborales constituyen cambios profundos en la sociabilidad que proporcionaba el trabajo fordista. Si a esto le añadimos la flexibilidad en las relaciones laborales y de empleo propiciadas por el desmantelamiento del Estado del Bienestar, el escenario laboral que surge es muy diferente al del fordismo. Lejos de proporcionar anclajes sociales duraderos el trabajo y el empleo no son ya referentes seguros sobre los que construir un proyecto a largo plazo.  

El resultado de estas transformaciones es un escenario en el que la relación entre educación y trabajo en la sociedad del conocimiento no parece, al menos, una relación estable. La velocidad de los cambios sociales, laborales y tecnológicos hacen que la educación deba adaptarse constantemente a las nuevas necesidades. El conocimiento ya no parece poder almacenarse en un almacén inmutable del que es extraído según las circunstancias.  Ahora todas las circunstancias son tan novedosas que parece no haber conocimiento previo que nos pueda ayudar a organizarlas. Es una sensación de vértigo ante el cambio.  

Por estos motivos parece necesario reflexionar sobre la relación y efectos que el trabajo y la educación tienen sobre nuestra vida social y personal en el tiempo que nos ha tocado vivir; éste es el objetivo de esta asignatura. 

Esta asignatura se ha construido atendiendo a los planteamientos de observación propios de la perspectiva sociológica. En concreto, su perspectiva social de análisis la adquiere de los desarrollos teóricos desarrollados por la sociología de la educación y la sociología del trabajo. No obstante, parece claro que las fronteras que delimitan los campos de conocimiento en las ciencias sociales son bastantes difusas. Así, los análisis de estas dos dimensiones se inter relacionan, entre otras disciplinas, con la economía, la pedagogía, los estudios de género y la educación.