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Este tema introductorio puede ser complementado con muy variadas y numerosas lecturas. En la actualidad es difícil encontrar bibliografía que trate la historia de la disciplina y la mayor parte de las presentaciones panorámicas, como la de Guttenplan al frente de su Companion to the Philosophy of Mind, se centran en el estado de la cuestión en el presente y en la tradición analítica. Quienes tengan un interés específico en este tipo de cuestiones de carácter más histórico o más general recibirán indicaciones bibliográficas del tutor. Aristóteles, Descartes, los “ideólogos”, o la pneumatología o las teorías del significado influidas por la filosofía de la mente pueden ser temas de interés para algunos alumnos
Naturalmente este tema se origina en la cuestión de si las máquinas pueden pensar, pero el artículo original de Turing Computing Machinery and Intelligence es difícil de encontrar. En inglés es de dominio público (http://www.loebner.net/Prizef/TuringArticle.htm). El vaticinio de Turing de que su famosa prueba sería pasada por una máquina en un plazo de 50 años ha dado origen a interesantes intentos. Se mencionan algunos incidentes casuales con Eliza, el programa psicoanalista, pero en la actualidad en Elbot – Artificial Intelligence? ( Elbot - Artificial Intelligence?) Hay un autómata con el que se pueden tener agradables conversaciones, algo inhumanas pero no desprovistas de humor. La cuestión que no se debe perder de vista es que el problema de si piensan las máquinas es en algún aspecto semejante al de si piensan las personas, y planteado de otra manera, si las máquinas pueden satisfacer una teoría psicológica que valga para los seres humanos, y dicho aun de otra manera, si el formato de la teoría psicológica es en el fondo el de una máquina de Turing. Quienes defienden esto defienden una teoría sintáctica y computacional de la mente.
La cuestión de cómo se relaciona la mente con el cuerpo se puede presentar cómo la de la relación entre una teoría psicológica que use conceptos mentalistas y una descripción adecuada en términos fisiológicos del cerebro. Es posible considerar que la primera se puede reducir a la segunda mediante definiciones de sus términos y deducción de sus enunciados. También se puede pensar que eso no puede ocurrir ni siquiera en principio. Un punto de vista que ha gozado de amplia popularidad es el funcionalismo, que mantiene que la descripción en términos mentales de los estados de un organismo es un nivel de descripción más inclusivo que el nivel de la descripción en términos fisiológicos o incluso físicos, y que las descripciones en el nivel mental pueden ser satisfechas por una diversidad de entidades descritas físicamente. Este punto de vista no tiene ningún compromiso con una ontología monista o dualista, puesto que podría darse el caso de que una sustancia no física fuera apta para una descripción mental. La bibliografía recomendada elabora esta idea.
Según el punto de vista eliminativista el concepto de conciencia fenoménica no debe ser tomado en consideración por la ciencia del cerebro. En el otro extremo se puede encontrar la posición defendida por Chalmers, según el cual la existencia de la conciencia es un hecho evidente, pero su explicación elusiva para la ciencia, que nunca podrá saltar el abismo explicativo que va desde la neurofisiología a los hechos de conciencia, esencialmente subjetivos e inespaciales. Quienes la encarecen y quienes la desprecian coinciden en el resultado: la conciencia no puede ser objeto de estudio científico. Sin embargo lo es. En el estudio científico de la conciencia se interpone, como en general cuando se emplean en la ciencia términos procedentes de la psicología del sentido común, la circunstancia de que nuestras prácticas morales y jurídicas se basan en doctrinas de sentido común sobre la mente. Por otro lado, bajo un mismo término, “conciencia”, se alude a un conjunto de manifestaciones que no tienen por qué ser a la postre un género natural científico. No se puede exigir a la ciencia que cree conceptos que coincidan en su referencia con los que el sentido común maneja.
Hay teorías generales de la conciencia que destacan alguna región y algún modo de operar de las neuronas de esa región. Distintas teorías de este estilo son las propuestas por Lamme, Llinás, Crick y Koch, Grossberg, etc. Pero distan mucho de ser teorías completas de la conciencia. Se limitan a indican una condición necesaria de la actividad cerebral para producir conciencia, pero no indican por qué los patrones de actividad característicos tienen que ser precisamente patrones de actividad de neuronas. Es decir no conectan los mecanismos de la conciencia con el resto de la actividad cerebral.
Conviene leer a alguno de los autores aludidos para hacerse una idea de qué tipo de teorías hay en este terreno.
La idea de que las funciones mentales superiores no son simples estados internos cerebrales o mentales de los sujetos es, como poco marxista, y se puede interpretar que también hegeliana. Desde luego fue formulada por Vygotsky y Luria, el segundo de los cuales destacó el papel de la escritura como herramienta cognitiva, no solo capaz de proporcionar una memoria externa, sino capaz también de modificar las estructuras cognitivas internas. Piaget, por más que muchos detalles, por decir lo menos, de sus teorías del desarrollo cognitivo de las personas, se haya acabado por demostrar que no son exactos, mantuvo una posición cuyo meollo consiste en que nuestras estructuras
En cuanto a las emociones, se sigue debatiendo la relación entrre las emociones y la cognición. Veremos la perspectiva cognitivista y sus debilidades