El emprendimiento social es un término relativamente nuevo, pero que da cuenta de fenómenos de generación de organizaciones, bienes y servicios que han existido siempre y que, a la larga, han sido el motor inicial de desarrollo de las comunidades. Sin embargo, en un entorno fuertemente marcado por la competitividad y la regulación del mercado, pareciera que la orientación a construir soluciones novedosas y eficaces a los problemas sociales no es la prioridad. Mas aun, en gran cantidad de procesos de formación profesional y universitaria, el emprendimiento se asocia fuertemente con la generación de negocios de alta rentabilidad económica, dejando poco espacio para la discusión sobre el impacto social de las nuevas iniciativas.

Surge así la necesidad de comprender el emprendimiento social como un proceso complejo, relativo a la generación de valor social, la promoción de la sostenibilidad y entornos comerciales diferentes a la tendencia dominante. Actualmente, múltiples personas y grupos, tanto a nivel local como internacional, están más sensibilizados que nunca con la importancia de la participación y el compromiso en la prevención y solución de los principales problemas sociales de la humanidad: la exclusión social, la pobreza, el cambio climático, el desarrollo sostenible, la interculturalidad, etc. Y cada vez más, esta sensibilización y compromiso se traduce no solo en actividades caritativas o de donación, sino en la creación e impulso de actividades sociales sostenibles y en la activación y desarrollo de organizaciones para generar cambios significativos y no solo alivio en los problemas antes mencionados.

La iniciativa social emprendedora y los emprendedores y emprendedoras sociales, como personas responsables de estos procesos, ofrecen alternativas innovadoras en temas tan variados e importantes como la educación, el medio ambiente, la justicia social, la salud, los derechos humanos y la cohesión social; razón por la cual algunos autores afirman que llegará a ser, a medio plazo, incluso más importante que las iniciativas emprendedoras comerciales, aunque a corto plazo, tanto en la investigación como en la acción, todavía es un tema que está comenzando a desarrollarse.

En este contexto, se hace relevante preguntarnos sobre cómo, desde la formación a jóvenes profesionales, es posible promover el emprendimiento social. Para ello, resulta fundamental estudiar el emprendimiento social como un patrón laboral estable, anclado en procesos psicosociales, especialmente en la actitud emprendedora y los valores sociales.