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Subject's code : 27030012
La historia contextual no es sólo deriva de la historia cultural, sino también la amplía y, en cierta manera, la pone en crisis. Preguntarnos por el lugar desde el que se escribe la historia y para quién se hace puede parecer simplemente una de las exigencias que Foucault imponía al análisis de cualquier texto con autor, lo que no sería un asunto menor, pero es posible que también nos permita pensar sobre la posibilidad o imposibilidad de que el recurso al contexto sirva como un medio de control de las interpretación de las obras de arte en la historia.
La Historia del Arte tradicionalmente ha clasificado los objetos artísticos por países y por periodos, sin tomar en consideración que las fronteras políticas y los campos culturales se han caracterizado siempre por su complejidad y fluidez. Incorporar la dimensión geográfica a la Historia del Arte, al calor del giro espacial que han vivido en general las Humanidades, para valorar las interacciones entre personas y objetos, ha ayudado a alejar la disciplina de las historias nacionales. Determinar el "lugar" o el "espacio" del arte se convierte en una tarea difícil cuando manejamos conceptos como identidad, política o transferencia cultural. Por ello se ha ido fraguando una metodología, a veces llamada ‘Historia del Arte espacial’, que entiende los objetos artísticos en sus coordenadas físicas espacio-temporales, y que pretende superar una comprensión reduccionista del arte como espejo o facilitador social.
La figura de Warburg ha sido fundamental en el nacimiento de los llamados Estudios Visuales. Volver a Warburg desde Panofsky, en una cronología inversa que ha realizado en la práctica una parte de la historiografía del arte, puede ser útil para entender el giro que los Estudios Visuales han dado a la disciplina. Algunos ejemplos prácticos, de la mano de teóricos como Freedberg o Mirzoeff ayudarán a entender una propuesta que, sin duda, y como señala Mitchell (entre otros) puede y debe ser revisada una y otra vez.