El trabajo, que ha sido publicado en la revista Nature y cuyo primer firmante es el profesor Tom Higham de la Universidad de Oxford en Reino Unido, presenta los resultados de las nuevas dataciones radiocarbónicas realizadas a partir de 196 muestras de huesos, conchas y carbones procedentes de 40 yacimientos clave, desde Rusia hasta la Península Ibérica. De estos 40 yacimientos, 17 están situados en nuestra península: Gorham´s Cave (Gibraltar), Zafarraya, El Niño, Sima de las Palomas, El Salado, Quebrada, Jarama VI, La Viña, El Sidrón, La Güelga, Esquilleu, Cueva Morín, Arrillor, Labeko Koba, Lezetxiki, Abric Romaní y L'Arbreda. En tres de ellos, Jarama VI, Cueva Morín y La Güelga, las investigaciones corren a cargo de los profesores de la UNED antes citados.
Las conclusiones del trabajo establecen que los neandertales desaparecieron de Europa hace 40.000 años en lugares tan separados como la orilla noreste del Mar Negro, el suroeste de la Península Ibérica, el sur de Grecia e Italia y el centro de Inglaterra. Además, revela que las industrias de transición al Paleolítico superior que se desarrollaron en Europa durante los momentos finales de los neandertales y el inicio de la llegada de los humanos modernos (tecnocomplejo Chatelperroniense, desarrollado por neandertales, y tecnocomplejo Uluzziense, desarrollado por HAM) terminaron en fechas similares a las del final de los neandertales, aunque ligeramente más recientes.
La comparación de estos datos con los resultados obtenidos en los yacimientos europeos más antiguos de HAM asociados con el tecnocomplejo Uluzziense (también obtenidos en este estudio), permite cuantificar el solapamiento temporal entre los dos grupos humanos. Los nuevos datos demuestran que la desaparición de los neandertales ocurrió en distintos momentos en las diferentes regiones de Europa y que el reemplazamiento de las poblaciones de neandertales por las de HAM ocurrió de forma rápida. La existencia de este mosaico de poblaciones en Europa durante la transición entre el Paleolítico medio y el superior a lo largo de varios miles de años sugiere que pudo producirse una transmisión de comportamientos culturales y simbólicos entre las poblaciones de neandertales y de humanos modernos, así como de posibles intercambios genéticos entre los dos grupos.