Historiadores y estudiantes de la UNED han realizado un viaje de recuerdo y conmemoración del 70 aniversario del exilio que padecieron miles de españoles al huir al sur de Francia tras la victoria de Franco en 1939. Han recorrido diferentes lugares históricos cercanos a la frontera entre España y Francia por Cataluña. Se enmarca en un extenso programa de conmemoración del exilio.

 Ruta del Exilio del 39 -La Retirada-

 

 

Nudos.

Un camino lleno de nudos.

Los participantes en la Ruta los sentían.

En la garganta. En el estómago. En el corazón.

Atados al cordel humano de la Historia, hijos, amigos, familiares e investigadores, repitiendo la senda que tomaron medio millón de españoles: la Ruta del Exilio.

1939.

Febrero.

Frío y hambre. Pueblo vencido.

Memoria…

Memoria…

Memoria…

 

Mercedes Álvarez trabaja en el CSIC, en Barcelona. Estudiante de Historia en la UB realiza una investigación sobre los campos de concentración donde internaron a los españoles en Francia. Muestra su férrea convicción de que este tipo de investigaciones deben seguir adelante “porque lo que se escribe, algún día se lee”.

 

Mina Canta: Albergaba un tesoro de incalculable valor, el tesoro republicano que luego fue a Méjico y sería la base de ayuda a los refugiados en aquel país. En las instalaciones sobre la mina vivía el Ministro de Hacienda del gobierno de la República. Había una cámara acorazada y un generador eléctrico, protegido con un batallón de carabineros.

 

Masia Can Barris. Hoy propiedad particular, fue el último refugio del Presidente Azaña antes de pasar a Francia acompañado por Martínez Barrios y Negrín. Dos horas después pasarían Compays y el presidente vasco Aguirre; se cruzan con Negrín y Martínez Barrios, que regresaban tras haber dejado a Azaña en la frontera. Valentía.

 

Alfonso Larma Palacios, estudiante de la UNED-Calatayud, vio el anuncio de la Ruta en el panel de anuncios del Centro Asociado donde hizo 4º y 5º de Derecho. Es jubilado de banca. “Tenía interés por este tema, estar en Argelès  y el entorno, y quería hacerlo con gente que conociera, que me guiara”. Conocimiento.

 

La familia de Rosa López fue exiliada. “Se fueron con un peinador y un frasco de Licor del Polo. Cuando bombardeaban, se iban así al refugio. Mi hermana murió durante un bombardeo. Estaba enferma con sarampión y el médico, como estaban cayendo bombas, no quiso ir a verla”, me cuenta mientras mira el horizonte, el bosque frondoso que rodea a la Mina Canta. Mira y recuerda.

 

Desde mediados de enero las carreteras que conducían a Francia rebosaban de gentes hambrientas, aturdidas, que, con las escasas pertenencias que podían arrastrar consigo, trataban de alcanzar la frontera bajo la lluvia, el frío, la nieve, el viento y, sobre todo, las bombas. El gobierno republicano había intentado encauzar esta marea humana, pero la dramática situación, le desbordó.

Alicia Alted, historiadora de la UNED

 

 

“Aunque lo has visto filmado, vienes aquí y es otra cosa. Es pasar tú y pensar que un familiar ha pasado. Mi madre pasó con mi hermana y mi tía también pasó con su niña.

Y no se enseña; y que se quiera que se olvide… –lamenta–. Dicen que una guerra civil dura cien años: los que combatieron, más los hijos, más los nietos.”

Rosa trabaja como Trabajadora Social. “Cuando empecé la carrera en la UNED, me apunté. Vi el anuncio de la ruta en la Web y decidí venir”.

 

Rosa López ha llegado desde Barcelona y, lamentando haber subido a un tren equivocado, ha podido comprobar como todo el pasaje del autobús ha decido esperar a la participante retrasada.

 

Geneviéve Dreyfus-Armand. Historiadora. Directora Honoraria de la Bibliothèque de Documentation Internationale Contemporaine

 BDCI http://www.bdic.fr/

 

¿Por qué los campos?

“La Guerra Civil es el acontecimiento más importante en la frontera francesa durante el siglo XX. En los años 30 Francia es el país que más extranjeros acoge en Europa.

En abril del 38 el gobierno francés, con una crisis económica, cierra fronteras.  Los republicanos tienen la desgracia de llegar a una tierra del exilio que se había cerrado. Los campos se piensan para los extranjeros y los españoles son los primeros que reciben la aplicación de una ley que les mete en campos vigilados por los ejércitos y la policía.

 

La razón de la acogida tan dura es que se habían tomado solo medidas de orden público, para la seguridad de los habitantes franceses, ninguna para acoger población civil. Los primeros días se vivieron en condiciones muy difíciles. No había nada, solo un espacio delimitado por el mar. Se veían obligados a abrir huecos en la arena y taparse con ella.”

 

‘’Cuando llegué al dichoso campo quedé atontado de asombro; aquello era un hormiguero de hombres detrás de las alambradas tirados en la arena y muchos guardias, moros y negros senegaleses con el dedo en la ametralladora en posición frente al campo. Increíble pero verdad […] Yo tenía una alta opinión de Francia; mirando el espectáculo, no sabía si reír o llorar. Me hicieron avanzar por las afueras del campo. Miserable cuadro el de ese pueblo vencido. Millares de ellos con barba de quince días, estropajosos en sus vestimentas a causa de mes y medio de retirada […] y ahí, tirados en la arena, aumentaba el aspecto trágico de nuestra lucha y de nuestra derrota.”

 

Andanza de un refugiado español, de Juan Martínez. Inédito. El autor entregó una copia de estas memorias a Alicia Alted.

 

  

¿Se conoce hoy socialmente en Francia lo que significó el exilio republicano y el apoyo de los milicianos españoles en la II guerra mundial?

“Durante años –declara Geneviéve Dreyfus-Armand–  la sociedad francesa ha querido olvidar, debido a la mala conciencia. Ahora creo que se da cuenta, pero a nivel estatal, de los gobiernos, la participación de los españoles en la resistencia ha necesitado mucho tiempo y no ha sido hasta el reciente 2004 cuando la ciudad de París ha reconocido oficialmente la participación española en la liberación de la ciudad del ejército nazi. 

 

Georgina y Eugènia, son dos hermanas que vienen desde Barcelona. Buscaban en la Web de la UNED información para matricularse en un curso oficial cuando vieron el anuncio de la Ruta del Exilio.

“Venimos por deber”, declaran, solemnes. ¿Creéis que la memoria es compensación?, pregunto, “No, responden firmemente, no creemos que memoria sea compensación; pero sin memoria, no hay compensación”.

 

Rosario Gómez y Goded

Hija de exilado republicano. Pertenece a la Asociación www.ffreee.org. ‘Creada para recoger la memoria de nuestros padres que por defender la República sufrieron tanto’.

 

Cuenta cómo en febrero del 39 la población fronteriza de Argelès, tenía dos mil habitantes. Esperaban la llegada de cuatro mil republicanos a sus calles. Pasan cien mil. “No pueden acoger a tanta gente. Mucho viento, frío…, sin nada. Dormían en la arena, luego en barracones. Los cadáveres eran enterrados en trapos, como podían”.

 

“No sé nada de la vida de mi padre, confiesa Rosario. Ellos no decían nada. Mis padres estuvieron separados quince años hasta que mi madre pudo venir desde Extremadura. Soy el fruto que nació tras quince años de separación –se le quiebra la voz, pero sigue, conteniendo la emoción, con su particular castellano–; ‘mi padre quería tachar su pasado. Mi obligación es buscar sus raíces. Mi educación es francesa, pero mi corazón es español. Y eso es muy duro”, toma aire unos segundos antes de proseguir.

 

No se oye un murmullo entre los asientos ocupados del autocar donde Rosario cuenta su historia. “Ahora los nietos se interesan también por la vida de sus abuelos. Quizás callaban por ser hijos de rojos. Querían que lleváramos otra vida, en nuestro nuevo país: Francia. Toda la verdad sobre los maltratos que sufrieron aún no la sabemos”.

 

 

Nicolás García, alcalde de la localidad donde se encuentra la Maternité suisse d’Elne.  600 niños salvaron la vida al ser acogidos en esta maternidad.

Nicolás es nieto de andaluces. Pide perdón por no hablar muy bien español. Su familia materna es catalana y forma parte de los que huyen en el año 39. Cuenta cómo muchos exilados  pensaron que se iban por unos meses. “Mis padres se vieron de nuevo en el año 56. Tras diecisiete años separados se reúnen y mi padre muere a los seis meses.”

 

 

“Mi análisis personal es que la opinión pública francesa en el 38 ya estaba preparada para la  colaboración nazi, habían comenzado a bascular hacia el fascismo. Es el mismo tema que los ‘sinpapeles’ de hoy.

 

En los campos morían ocho o nueve de cada diez bebés. Al recién nacido lo enterraban en la arena hasta el cuello, para que no muriera de frío, pero el hoyo se llenaba pronto de agua y…

 

La Elisabetha –comienza a explicar Nicolás, y ya todo el tiempo la nombrará así La Elisabetha, con una ternura envuelta en voz ronca, propia de algunos hombres al hablar de sus madres–, la  Elisabetha era una institutriz suiza’’. Se refiere a Elisabeth Eidenbenz, ‘’que pertenecía a una asociación dedicada a ayudar a los huérfanos, en este caso, españoles. Franco no permitió que asistiera a los huérfanos de los campos republicanos españoles.

 

 

Elisabeth Eidenbenz monta entonces la Maternidad en Elne. Iba a buscar a las futuras madres a los campos de concentración. Entrar en la Maternidad significaba poder vivir. Había alimentos, leche, traídos de Suiza. Las desparasitaba, había medicinas, jardín al sol, árboles frutales… A las mujeres que llegaban de los campos, agotadas tras muchas horas de marcha, la maternidad les parecía el paraíso.

 

Además de los cuatrocientos niños españoles, en el año 42 vienen judíos belgas al sur de Francia y doscientos niños judíos más nacen aquí. Otros niños también se salvan gracias a la acogida de la Elisabetha, porque las madres embarazadas traían a sus hijos pequeños con ellas. Cuando había menos partos, amparaban a otras mujeres no embarazadas, pero que pesaban 30 ó 35 kilos y que no podían sobrevivir en los campos.

 

La Cruz Roja de entonces le pide a la Elisabetha que denuncie a los niños judíos y ella se niega, de modo que todos los que nacían eran llamados José  o Jean Marie.

Al final le hacen dimitir de su cargo al frente de la Maternidad ¡por incompetencia! Se va a Austria, donde sigue trabajando con los niños huérfanos víctimas de los campos nazis.

 

La intención del alcalde de Elne, Nicolás García, que mantiene la Maternidad como lugar de visita, con entrada gratuita, es convertirla en “un albergue humanitario para los que viven hoy en Europa lo que vivieron las madres del 39. Ese es nuestro proyecto: hacer de la casa un lugar de memoria, de reflexión… Un lugar centinela para que los que tienen que venir puedan tomar conciencia, como no dejar pasar cosas que permitan la entrada del fascismo en la sociedad, que se ve en un inmigrante apaleado, por ejemplo.”

 

A la Elisabetha –concluye Nicolás García– el pueblo judío le regaló una medalla en cuyo reverso se puede leer: Quien salva una vida, salva a la Humanidad.

¿Cuántas Humanidades ha salvado la Elisabetha?, deja en suspenso.

 

 

Tras visitar la tumba de Machado, otra víctima del exilio, enterrado en la localidad de Collioure, y tras escuchar al poeta Tomás Segovia, –también un niño exiliado con su familia en México– recitar versos junto a ella, nos despedimos.

 

El ambiente de vuelta en el autobús se ha hecho silencioso.

 

Los participantes en la ruta que ahora acaba y que comenzó en lo que parece hace mucho más tiempo que ayer, reposan. Se habla en susurros, observando pasar los campos al final del día, al otro lado de la ventanilla.

 

Así, en el mismo espacio que ahora nos acoge dentro del autobús, de vuelta a casa, se inició este periplo con aquella decisión de todos  de esperar a una participante retrasada. Esa una que pasó la frontera, que perdió el tren, y que podría haber sido cualquiera de nosotros.

 Leonor García