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Discurso del profesor Ricardo Díez Hochleitner “La UNED, espléndida realidad tangible y renovada esperanza de futuro”

Con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa en Educación por la UNED


Excmo. y Mgfco. Señor Rector, Don Juan A. Gimeno Ullastres; Excmas. Personalidades aquí presentes;

Miembros del Gobierno de la UNED; Señor Decano y Profesores de la Facultad de Educación;

Señores miembros del Claustro de Profesores;

Excmo. Señor Doctorando Don Federico Mayor Zaragoza, mi admirado amigo y compañero en tan señalada ocasión, además de en otros empeños comunes.

Muy estimados miembros del alumnado; señoras y señores; queridos amigos todos.

Hoy, precisamente hoy en la gran festividad académica de Santo Tomás de Aquino, extraordinario investigador y profesor universitario de ejemplar dedicación en tiempos nada fáciles de su universidad parisina, es el muy señalado y para mí inolvidable día en que me dispongo a recibir la investidura de doctor honoris causa de esta Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Lo acepto con profunda gratitud, emoción y gran afecto hacia esta admirable y dinámica institución, consolidada ya tras cerca de cuatro décadas de intensos y fructíferos trabajos, lo cual es garantía y compromiso de cada vez más amplias e innovadoras actuaciones en el ámbito nacional e internacional, todo ello garantizado por este espléndido equipo de educadores e investigadores que labora bajo su bien fundado liderazgo, Mgfco. Señor Rector.

La muy amistosa y generosa laudatio del Profesor José Luis García Garrido, cuya visión y gran competencia profesional, además de extraordinaria calidad humana, tanto he valorado siempre, hace que reciba esta gran distinción profundamente abrumado y con sincera humildad, tanto más dada la generosidad e hidalguía de esta Universidad hacia mi persona.

A este respecto debo decir que, a estas alturas de mi vida, el mayor regalo, por encima de todos los honores y distinciones que la generosidad de los demás puedan otorgar, es y será siempre el amor y la amistad que uno haya sentido, tantas veces inmerecidos por lo que a mi concierne… Y aquí lo digo sin ambages ante parte de mi querida familia y ante amigos entrañables de años, además de junto al siempre vivo recuerdo de tantos que ya se han adelantado en ese partir definitivo... De hecho, nada perdura entre los individuos, ni entre los pueblos sin una verdadera amistad!

Esta institución ha merecido siempre toda mi admiración, afecto y respeto ante su ejemplar trayectoria desde sus pasos iniciales, auspiciados gracias a una generosa donación de la Fundación March, hasta el nombramiento de su primer Rector, mi admirado Profesor Don Manuel Jesús García Garrido, hasta entonces destacadísimo Rector de  la  Universidad de  Santiago de Compostela,  seguido  luego  por  eminentes y  valiosísimas personalidades académicas al frente de este Rectorado.

Ayer, es decir en sus inicios, la UNED surgió a principios de los años 70 –durante el afortunado mandato del Ministro José Luis Villar Palasí– como un sueño al servicio de la igualdad de oportunidades en educación, así como de la educación permanente a lo largo de la vida para todos los españoles, cuando se replanteó el sistema educativo entonces vigente. Y se crearon las universidades autónomas, tal como la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que tanto venero. Se trataba de contribuir así a hacer viable la deseable transición hacia la democracia, de acuerdo con la visión de Su Majestad el Rey, quién tuvo siempre la muy clara y firme voluntad de llegar a ser el Rey de todos los españoles.

Hoy, la UNED es una contundente realidad viva, con un patrimonio de resultados ampliamente reconocido en el ámbito académico internacional y merecedor del mayor reconocimiento público en nuestro país.

Por lo tanto, para mí la UNED es ya y sobre todo una sólida razón para la esperanza de futuro, tanto más en estos tiempos difíciles, por lo que merece ser consolidada en sus muchos aciertos así como impulsada en su expansión y espíritu profundamente renovador e innovador. Ello tanto más ahora cuando se plantean por doquier medidas renovadoras en el marco del Proceso de Bolonia, todo ello con miras a servir cada día mejor a España, a la Unión Europea y a un mundo creciente e inexorablemente interdependiente. La UNED se ha de convertir así no sólo en una Universidad de educación a distancia, sino también en una Universidad anticipatoria, por antonomasia al servicio de las futuras generaciones, desde valores éticos firmemente declarados y coherentemente  ejercidos. Así debe ser, en el marco de la deseable democracia participativa de esa sociedad civil que necesitamos promover a fondo hasta lograr actuaciones lideradas con visión a largo plazo, así como con nuevas metas y soluciones alternativas de alcance tanto global como local.

Señoras y señores; queridos amigos:
Mi ya larga vida profesional ha estado dedicada sobre todo a la planificación, política y reforma de las instituciones y de los sistemas educativos (tras unos primeros años centrados en la formación profesional y la ingeniería), todo ello en el seno de numerosos organismos intergubernamentales y nacionales, además de y muy concretamente asesorando en esos ámbitos a múltiples países de todos los Continentes. Ello me llevó, a su vez muy pronto, a reflexionar intensamente sobre el futuro de las respectivas sociedades y de la Humanidad en su conjunto. En tal empeño, creo poder decir ahora que he explorado prácticamente todos los vericuetos de la educación permanente y luchado a favor de un amplio diálogo cultural y de una mayor comprensión internacional al servicio de una paz duradera y de un desarrollo humano ecológica, económica y socialmente sostenibles. De ahí también que me haya vuelto cada vez más inquieto sobre el papel que desempeñan hoy en día las universidades en la solución de los problemas de nuestro tiempo, pese a lo cual tengo cada vez mayor confianza en la Universidad del futuro.

Por todo ello quisiera, en un día festivo tan cargado para todos de profundo significado académico como  hoy, compartir brevemente algunas inquietudes sobre esa Universidad del futuro y sobre sus relaciones con la sociedad en la que Vds., los alumnos de hoy y profesionales del mañana, deberán actuar de forma cada vez más decisiva y global. Desde mis tiempos de joven profesor universitario, hace ya demasiadas décadas, pienso que las universidades se han transformado en no pocas ocasiones esencialmente en instituciones postsecundarias, dejando de ejercer su papel esencial de fuente de saber interdisciplinario, con el consiguiente aporte creativo al conocimiento más avanzado y de motivación ética ante las urgentes demandas sociales prioritarias, siempre dentro de una perspectiva internacional.

Entre tanto, las respectivas sociedades han ido sufriendo crecientes desafíos y problemas de todo orden, debido casi siempre a una crisis profunda de valores éticos y morales, la cual es actualmente la verdadera y más grave de todas las crisis enunciadas y origen, por ejemplo, de la tan cacareada y profunda crisis financiera actual. Tal es la crisis que incide hoy en día en los más diversos aspectos y sectores de la vida y de la civilización humana.

En estas circunstancias, tampoco resulta extraño que las universidades hayan quedado muchas veces afectadas y condicionadas por tales fenómenos y que, en muchas de ellas, se puedan detectar grandes carencias e incertidumbre de futuro. Por ello precisamente, el apoyo moral y económico de la sociedad a sus universidades es ahora más necesario que nunca para movilizar en plenitud los inmensos recursos intelectuales, de sabiduría, cultura, ciencia y tecnología, junto al potencial creativo e innovador que posee la Universidad para ayudar al mundo a superar los grandes riesgos e incertidumbres entre los que nos movemos de cara al futuro. Más aún: Las universidades pueden y deben convertirse en los bastiones principales contra las variadas crisis de nuestro tiempo ofreciendo sólidas raíces y una visión ilusionada para superar las grandes amenazas contra la paz y la convivencia humana. Esto encaja además muy bien con la iniciativa que pro- mueve y abandera, con una amplia y ejemplar visión, nuestro admirado amigo Federico Mayor desde su Fundación Cultura de Paz, tras su brillante mandato en la UNESCO.

Y en esa misma línea también es cada vez es más urgente superar el escándalo y la vergüenza de la pobreza, del desempleo, del desgobierno antidemocrático, del terrorismo, de los genocidios, del narcotráfico o de la depredación de la Naturaleza (de la biosfera toda) que es la que sustenta y hace posible nuestra vida sobre el planeta. De ahí que la razón de Humanidad debiera ser hoy en día más decisiva que la tradicional razón de Estado, aparte de tratar de servir también la razón de la Naturaleza. En consecuencia,  el papel de las universidades no ha de ser solamente garantizar la universalidad del conocimiento sino también y principalmente asegurar la preeminencia del espíritu y de sus valores: Desarrollo sostenible, protección del medio ambiente, crecimiento demográfico, comercio y cooperación internacional equitativos, oportunidades de trabajo y aprendizaje anticipatorio son algunas de las muchas variables de la compleja, interdependiente e incierta trama mundial de factores a cuya solución todos tenemos que contribuir para construir un mundo mejor. Tal es de nuevo también la responsabilidad que tienen las universidades  de cara al mañana: Incrementar y poner en valor la herencia espiritual y material de la Humanidad a fín de asegurar la supervivencia y la mejora de los hombres y de su biosfera, comenzando por comprender mejor nuestros orígenes y nuestro destino. Tales son algunas de las principales tareas de la Universidad eterna que amamos!

Sin embargo, para poder alcanzar tales objetivos es menester que, además de una sólida base ética, exista una visión y un esfuerzo investigador y docente, interdisciplinario e intersectorial que permita a las universidades con tradición académica volver a ser portadoras y fuente de esperanza. En esa línea y desde una oferta inicial, pragmática y competitiva, se ha insertado la educación universitaria a distancia en el mundo, gracias a las open universities , con sus cursos por correspondencia, por radio, por televisión o con el e-learning, empezando por difundir el saber avanzado en los países en desarrollo, tal como la UNESCO contribuyó a hacerlo realidad, en 1965, desde la Universidad de Zambia (en Lusaka), o bien como instrumentos de investigación avanzada sobre problemas globales, gracias a redes internacionales de cooperación entre instituciones especializadas, como lo promueve actualmente el Club de Roma.

Tales son también algunas de las muchas nuevas tareas y campos de investigación, así como los nuevos contenidos y enfoques de las enseñanzas que, gracias una pedagogía crecientemente interdisciplinaria, interactiva y de diálogo vivo entre maestros y discípulos, tienen que acometer su tarea las universidades del hoy y del mañana.

Señoras y señores:

La creatividad es el gran privilegio de los seres racionales, sea cual sea su grado de formación.

La imaginación y la acción en aras de la estética, de la ética, de la teoría o de la solución práctica de problemas, sean éstos de alcance global o muy concretos, es también fuente de inconmensurable satisfacción íntima, alegría e ilusión de vivir y servir.

La creatividad es un modo eficaz de enarbolar la bandera del cambio a la vez que la del progreso en la cultura moderna. Con la creatividad se armoniza la sensibilidad y la inteligencia, la naturaleza y la libertad. De ahí que el cultivo de la propia personalidad armónica sea condición esencial para que desde el espíritu humano nazca la creatividad. Sin embargo, ¿cómo puede conseguirse que la creatividad sea una dimensión de todo trabajo? Probablemente una primera respuesta sea tratar de superar la separación entre arte y vida en el mundo de la cultura para asumir la creatividad como expresión excelsa de la libertad. O, más aún, simplemente aprender del lenguaje de los masais, en Kenia, el extraordinario mensaje subliminal de quienes utilizan siempre la misma palabra para referirse tanto a la libertad como a la belleza!
 

La creatividad es, pues, un requisito esencial para nuestro tiempo y es gracias a y en el seno de la Universidad donde puede y debe desarrollarse la creatividad en cumplimiento cabal de sus fines y en respuesta a los grandes desafíos de los comienzos de un nuevo milenio.

La Universidad no  tiene más  remedio que  asumir esos nuevos desafíos e incluso anticiparse a ellos para mejor cumplir su vocación universal, ya que la complejidad de la problemática mundial y la incertidumbre en nuestro tiempo son clara señal de la gestación de un nuevo orden mundial multipolar.

En todo caso, la Universidad tiene que estar consagrada al universalismo, tal como lo indica su propio nombre. De no ser así se convierte en una simple caricatura de si misma. Por tanto, cada Universidad tiene que saber poner a disposición de la Humanidad su particular atisbo, contemplación y visión del Universo. Y ello tiene que ser particularmente cierto aquí, en la UNED, para ponerse desde Europa al servicio de una cooperación estrecha entre todas las regiones del mundo.

En ese contexto, esta Universidad de Educación a Distancia reúne todas las condiciones para transformarse en vanguardia de esa Universidad del futuro que ha de surgir muy pronto gracias al esfuerzo mancomunado de sus profesores, alumnos y ex-alumnos, junto con la sociedad toda, para coadyuvar a que todas las universidades sean de nuevo fuente moral e intelectual de la civilización de su tiempo y portadoras de lo mejor del espíritu, como ya lo fueron tantas veces en momentos clave a lo largo de la historia. Ahora como ayer se podría repetir con Miguel de Unamuno:”¿Y de donde sino de las universidades salieron los más de los mejores?” (Salamanca, 1956). Nada puede haber pues más importante para la Universidad de  ahora que atender estos nuevos desafíos y percatarse del sentido de estos tiempos premonitorios del deseable amanecer de una nueva era para adaptarse en consecuencia.

Por mi parte no dudo que las universidades todas sabrán renovarse finalmente y llevar a cabo las mutaciones necesarias de cara a las exigencias de un mundo en medio de cambios revolucionarios, en vez de contentarse con transmitir conocimientos más o menos puestos al día o de limitarse a investigar y enseñar campos de saber aislados los unos de los otros. En todos esos casos, las universidades no pueden seguir marginando su implicación en el devenir del mundo en su globalidad, es decir en su armonía entre la Humanidad y el Medioambiente,  así como en la convivencia que debe reinar entre todas las gentes en aras de la paz. Y ello es tanto más cierto cuanto que el objetivo de la Universidad no es solamente la universalidad de los conocimientos sino también la unidad del espíritu humano, de la Humanidad en su conjunto, desde la dignidad e independencia de cada ser humano.

Queridos y pacientes amigos:

Permitidme por lo tanto que invite a esta Universidad, a su profesorado, alumnos y ex alumnos para que se impliquen en un próximo futuro en una reflexión global, sistémica y profunda para comprometerse y actuar, aún más si cabe, en el contexto de las nuevas realidades del mundo futuro que se avizora. He ahí una gran tarea necesaria para una Universidad excelsa como ésta para que así trascienda real y eficazmente no sólo a favor de su concreto entorno cultural, social y económico, sino también y muy particularmente a favor de todo el mundo. Creo que hay que hacer honor al apellido de “educación a distancia” que lleva la UNED para, desde una visión de los problemas mundiales y de sus posibles soluciones alternativas, ocuparse a distancia, mediante medios y métodos avanzados, de las respectivas realidades locales con la estrecha colaboración de sus ex-alumnos graduados.

Finalmente y en mi nueva condición de Doctor honoris causa de la UNED, quiero agradecer emocionadamente a todos los aquí presentes el que me hayan dado esta oportunidad para reafirmar mi fe en  la Universidad del ayer, de hoy y del mañana. Lo he hecho así gracias a este extraordinario ejemplo de lo mejor de la universidad, prototipo del presente y del mañana, como lo es y será siempre la UNED. Y permítanme también expresar mis mejores deseos a todos Vds., comunidad de profesores y alumnos, para que perseveren en el empeño de seguir haciendo de esta Universidad un ejemplo de excelencia y de esperanza.

Vuestra Universidad –también la mía propia a partir de ahora– descansa en la esencialidad de la libertad de pensamiento y de la expresión democrática, con manifiesta universalidad, solidaridad y espíritu ético al servicio de los hombres. Así debe ser y así va a seguir siendo sin duda. Permitidme, por lo tanto, daros una vez más las gracias por dejarme participar de alguna manera en tan noble cometido cual es el vuestro.

He dicho.

Madrid, 22 de enero 2010