Un análisis temporal me enseña que a pesar de todas las posibles planificaciones, la casualidad ha desempeñado un papel muy importante en mi vida. Todo empezó cuando mi destino como agricultor cambió por la visión de futuro de unos padres que decidieron sacrificar su juventud para que yo tuviese la oportunidad de estudiar. En la universidad y durante la realización de lo que entonces se denominaba tesina, sentí la excitación del descubrimiento que lleva consigo la investigación y deseaba fervientemente continuar con esta actividad. De nuevo la casualidad dirigió, mi destino a través del Director del Departamento de Química Física el Prof. Mateo Díaz Peña, quien observando mi pasión por la investigación, me envió a Madrid, al Instituto de Química Física Rocasolano, con una carta dirigida a su Director. Madrid, y la visita al Instituto Rocasolano me hizo ver claramente que era en esta ciudad y en el CSIC en donde podría dedicarme plenamente a la investigación. Así fue como comencé la Tesis Doctoral en el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica. Puedo decir que disfruté con el trabajo en un periodo de la vida en el que todos los temas me parecían interesantes y apasionantes. Al finalizar la tesis y deseando conocer otras formas de investigar me trasladé al departamento de Ingeniería Química de la Queen´s University en Canadá. Allí aprendí, sobre todo, a ser más riguroso en mis planteamientos y en el análisis de resultados, alcanzando un equilibrio entre la pasión mediterránea y la racionalidad y pragmatismo anglosajón.
Somos muchos los que consideramos que la realización de estudios postdoctorales en centros extranjeros de excelencia es una asignatura obligada para todo aquel que desee dedicarse a la investigación. En Canadá recibí ofertas de trabajo de Universidades y empresas, pero consideré que debía regresar a España e intentar desarrollar aquí lo que había aprendido. Sentía que estaba en deuda con el país que me había concedido las becas para estudiar e investigar.
El regreso al Instituto de Catálisis en Madrid represento un “shock” y un desafío. La comparación con Canadá, en lo que a medios materiales se refiere, resultaba muy desfavorable, lo que provocó en mi una reacción de superación y un mayor desarrollo del ingenio. Debo confesar que en determinados momentos tenía la sensación de estar nadando a contracorriente. Sin embargo, la calidad e interés que mostraban mis estudiantes y colaboradores hacían que me considerase un ser privilegiado sin derecho al desaliento. Fue en el periodo 1978-1990, estando en Madrid, en el que me fui forjando como investigador al comprender que en realidad lo que en un principio consideraba como problemas eran oportunidades que se me presentan. En este tiempo aprendí que cuando soplaban vientos contrarios no debía quejarme ni esperar a que amainasen sino que debía adecuar las velas para seguir avanzando.
La creación del Instituto de Tecnología Química de Valencia (ITQ) en 1990 representó un desafío por las condiciones de precariedad económica y de medios con los que comenzamos. Afortunadamente éramos varios, y casi todos están hoy aquí presentes, los que queríamos vivir esta nueva aventura. Habíamos quemado las antiguas naves al llegar a Valencia, y sólo disponíamos de nuestro afán de superación para recorrer la siguiente etapa. Así que de nuevo ajustamos las velas y aun sin saber a ciencia cierta donde estaba nuestra Ítaca, seguimos adelante impulsados por la ilusión y juventud.
Ha sido en el ITQ donde he desarrollado la mayor parte de mi labor investigadora en el campo de la catálisis y en temas relacionados con la energía y la sostenibilidad, temas que preocupan y de alguna manera determinarán el futuro de nuestra sociedad. La contribución de la catálisis a la solución de problemas energéticos y de sostenibilidad se deduce fácilmente de la propia definición y de las funciones que puede realizar un catalizador. Así, se entiende por catalizador, un material que aumenta la velocidad de la reacción química y la dirige hacia la formación del producto deseado, evitando la formación de otros productos de reacción no deseados. Un catalizador será tanto más selectivo cuanto menor sea la formación de subproductos de reacción. Vemos pues que la catálisis incide directamente en el campo de la energía y la sostenibilidad antes señalada si consideramos que cuanto mayor sea la velocidad y selectividad del proceso químico, menor será el consumo energético, mayor el aprovechamiento de las materias primas y menor la producción de residuos. Dicho de otra manera el desarrollo de catalizadores selectivos y compatibles con el medio ambiente permitirán:
a) REDUCIR el consumo de reactivos y el consumo energético.
b) REEMPLAZAR materiales y procesos peligrosos, o ineficientes y buscar alternativas a reactivos no sostenibles.
c) RECICLAR Y REUTILIZAR y si esto no es posible, conseguir, al menos, la ELIMINACIÓN ECOLÓGICA de los subproductos.
Para preparar catalizadores selectivos necesitamos materiales que sean capaces de reconocer a las moléculas de reactivo por su tamaño y forma, de la misma manera en la que los catalizadores que denominamos enzimas reconocen a los reactivos y llevan a cabo las reacciones químicas en los seres vivos. Así pues, si analizamos las características de los enzimas como catalizadores observamos que están constituidos por un átomo central, unido a moléculas orgánicas que modulan sus propiedades electrónicas, y que conforman lo que podríamos denominar el centro catalíticamente activo. Este centro activo, está rodeado por proteínas que tienen como misión seleccionar y dirigir a las moléculas que interaccionan con el grupo activo. En otras palabras, los enzimas están formados por centros activos que son todos iguales, están aislados y son capaces en su conjunto de reconocer a las moléculas de reactivo, seleccionando el camino de reacción que minimiza la energía necesaria para que se produzca la reacción química. Este modelo natural de catalizador nos ha inspirado para el diseño de catalizadores sólidos con centros activos bien definidos y selectivos, para lo que nos hemos basado en materiales cristalinos nanoporosos denominados zeolitas, o de manera más general zeotipos. Estos materiales, por el hecho de ser cristalinos, tendrán una estructura tridimensional regular en la que poder introducir los centros catalíticos iguales y aislados. Por otra parte, siendo nanoporosos permitirán seleccionar las moléculas de reactivo y el estado de transición, siempre que seamos capaces de diseñar y sintetizar los materiales con el diámetro y la forma de poro adecuada para que se adapten al tamaño y geometría de las moléculas que deben reaccionar.
El diseño y la síntesis de nuevas estructuras cristalinas y nanoporosas con dimensiones y topologías de poro nunca conseguidas previamente, nos han permitido obtener catalizadores activos y selectivos que han encontrado aplicación en campos tales como el refino del petróleo, química de base y química fina. A través de la síntesis de zeolitas con poros extragrandes ha sido posible transformar las fracciones más pesadas del petróleo en combustibles líquidos consiguiendo un mejor aprovechamiento de los recursos basados en hidrocarburos fósiles. Este aprovechamiento se traduce en una disminución de las emisiones de CO2 y en una oportunidad temporal mayor para el desarrollo de fuentes de energía renovables y definitivas como pueden ser la solar y sobre todo la de fusión.
Dentro del tema energético estamos trabajando en la conversión catalítica de la biomasa, no utilizable para alimentación, en combustibles líquidos y en productos químicos. Hemos desarrollado procesos de pirólisis catálitica e hidrotratamiento para la producción de biofuels, así como procesos químicos que permiten la conversión de la celulosa en surfactantes naturales biodegradables, disolventes especiales y prepolímeros naturales. Este es un campo de investigación que consideramos de interés dada la posibilidad de preparar catalizadores polifuncionales que permiten realizar varias reacciones consecutivas en una sola etapa de producción. Si esto se consigue en la transformación de la biomasa, los procesos resultantes serán más viables económicamente.
Dentro del campo de la sostenibilidad y en lo que se denomina química verde, el desarrollo de nuevos catalizadores sólidos nos ha permitido sustituir procesos industriales que utilizaban catalizadores o reactivos no compatibles con el medio ambiente, tales como ácido clorhídrico o sulfúrico o los peligrosos perácidos orgánicos, por nuevos procesos industriales que utilizan catalizadores ácidos sólidos y agua oxigenada en lugar de perácidos orgánicos.
Es precisamente en este campo relacionado con la química sostenible o química verde en el que el Departamento de Química Inorgánica y Química Técnica de la UNED trabaja con éxito. Sus investigaciones en el desarrollo de procesos químicos sostenibles para la elaboración de productos de alto valor añadido son originales y han abierto nuevas direcciones en la utilización de sonocatálisis y microrreactores de membrana.
En nuestro caso el nivel de control conseguido en el diseño del diámetro y la forma de poro, nos ha permitido en los últimos años extender las aplicaciones de estos materiales a otros campos de la ciencia. Hemos preparado conductores poliméricos incluidos en los poros de las zeolitas que resultan ser mas estables que cuando no están incluidos. En el campo de la biomedicina la síntesis de materiales estructurados con paredes formadas por moléculas orgánicas e inorgánicas, nos ha permitido desarrollar emisores para la liberación controlada de fármacos. Estas estructuras formadas por moléculas orgánicas e inorgánicas ocluyen en su interior los principios activos y responden a una señal química de las células tumorales abriendo la estructura envolvente y liberando dichos principios activos en la zona afectada.
No quiero terminar mi intervención sin transmitir un mensaje de esperanza y animo a los jóvenes investigadores, y a aquellos todavía más jóvenes que se sientan atraídos por la investigación. Estamos viviendo tiempos mejores para la investigación en España y necesitamos muchos más investigadores. Tengo que deciros que a pesar de los años transcurridos sigo teniendo la misma pasión por la investigación que cuando empecé, y considero como parte de mi trabajo transmitiros esta pasión, pues no veo a mis estudiantes como recipientes medio llenos que hay que ayudar a llenar de conocimientos, sino como potenciales antorchas que hay que encender. Comparto plenamente las palabras del poeta y filosofo Khalil Gibran quien en su obra “La voz del Maestro” nos dice: “Nadie puede revelarnos más de lo que reposa ya dormido a medias en la aurora de nuestro conocimiento. El maestro que camina en medio de sus discípulos, no les da su sabiduría, sino más bien, su fé y su aprecio. Si él es sabio verdadero, no os pedirá que entréis en la casa de su sabiduría, sino que os conducirá más bien, hasta el umbral de vuestro propio espíritu...porque la visión de un hombre no presta sus alas a otro hombre”.
Señor Rector, distinguidos colegas, Señoras y Señores. Recibo este reconocimiento en nombre de todos los que han hecho posible que esté hoy aquí entre ustedes: Mis padres que me dieron la primera oportunidad, los colegas y maestros con los que he aprendido y desarrollado mi trabajo de investigación, los amigos, y sobre todo mi esposa-compañera y mi hija que con su amor y apoyo me han mantenido en el mundo real.
Finalmente gracias a todos los presentes por compartir conmigo estos momentos.
Madrid, enero 2008