Logo de la UNED


Discurso del profesor Philip N. Johnson-Laird "El estudio del pensamiento"

Con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa en Psicología por la UNED.


Damas y caballeros, soy muy consciente del Honor que la UNED me está concediendo hoy. Y estoy muy agradecido al profesor Juan García-Madruga y a sus colegas por hacer esto posible. Quiero dar las gracias también a otros investigadores españoles con quienes he tenido interacciones agradables a lo largo de los años: Nuria Carriedo, Juan Delval, José Luis Linaza, Jesús Martín Cordero, Sergio Moreno Ríos y Carlos Santamaría.

Un doctorado "Honoris Causa" supone un reconocimiento a un área de investigación tanto como a quien lo recibe; es un 'cliché' decirlo en estas ocasiones, lo sé. De lo que todavía estoy más contento es de que mi doctorado aquí muestra el floreciente campo de la psicología cognitiva en España; y lo que realmente espero es que esto pueda animar aún más a los investigadores españoles a realizar su labor en el campo que ha absorbido la mayor parte de mi vida intelectual. El mejor regalo para cualquier investigador es que otros continúen su trabajo.

¿Cuál, podrían preguntarse, es mi campo de investigación?

Bien, cuando la gente me pregunta '¿en qué trabajas?' normalmente respondo: 'trato de comprender cómo piensa la gente y construir modelos computacionales de los procesos subyacentes'. Sé que esta respuesta conduce a una abrupta parada en la conversación. La gente reacciona de dos maneras diferentes. Los optimistas dicen: "Por supuesto, es obvio cómo pensamos. Todo lo que tenemos que hacer es introspección de nuestro propio pensamiento". Por el contrario, los pesimistas dicen: "¡es imposible!, no hay forma de saber cómo pensamos, mis pensamientos saltan de un tema a otro de una forma completamente impredecible. Yo interrumpo mis propios pensamientos e incluso interrumpo mis propias interrupciones; después de todo, los seres humanos tienen libre albedrío". Y los cínicos añaden: '¿por qué diablos quieres estudiar el pensamiento?, ¿qué importa?'.

Algunas de estas opiniones nos retrotraen a Descartes (los adultos complacientes en la privacidad de sus casas son casi todos cartesianos clandestinos: trazan una clara distinción entre cuerpo y mente). Así, antes de decir algo acerca de mi investigación, necesito rebatir estos dos contra-argumentos. Mi respuesta a los cínicos es que, sin duda, el pensamiento importa mucho. Nuestra mejor esperanza de prevenir la recurrencia de las vilezas y catástrofes del siglo pasado proviene de nuestra habilidad para razonar. Desafortunadamente, las personas cometemos errores al razonar (como veremos en su momento), y por lo tanto, necesitamos comprender cómo piensa la gente, para discernir por qué yerran y descubrir cómo prevenir esos flagrantes errores.

Durante los primeros años del siglo XX, los psicólogos -particularmente en Alemania- dedicaron mucho tiempo a la introspección de sus propios procesos de pensamiento. En realidad es bastante temerario suponer, tanto que resulta obvio saber cómo pensamos, como que podemos desvelar los procesos subyacentes mediante la mera introspección. Podemos presentar un pequeño experimento que podría convencerles.

Imagine cada uno de Vds., que es un abogado interrogando a un testigo experto sobre el origen de la contaminación en el suministro de agua potable. El contaminante es una sustancia denominada TCE (es un contaminante real: tricloroetileno) y Vd. consigue que el testigo admita dos puntos:

Primero, si el TCE proviene del río, entonces debería encontrarse en el lecho.

Segundo, no hay TCE en el lecho del río.

¿Cuál sería la siguiente pregunta para el testigo experto? Podrían Vds., quizás, pensar por un momento cuál sería el siguiente punto que le plantearían. De hecho esta situación surgió de un conocido juicio real en Estados Unidos. Pueden leer sobre este caso en el libro de Jonathan Harr 'A Civil Action' que fue llevado al cine protagonizado por John Travolta. Lo que el abogado planteó al testigo experto, que era en realidad un profesor de Princeton, fue la siguiente pregunta:

El patrón que Vd. ha descrito es consistente con el hecho de que el TCE no proviene del río, ¿no?

El abogado cometió un error. Es verdad que el patrón de observaciones es consistente con el hecho de que el TCE no proviene del río. Pero la consistencia es una relación débil: simplemente significa que un conjunto de aserciones pueden ser todas verdad al mismo tiempo. Lo que el abogado debería haber planteado es que del mencionado patrón se deduce necesariamente que el TCE proviene de algún sitio diferente al río. El descuido del abogado es típico de cómo las personas cometen errores al razonar.

Pero permítanme volver a la cuestión de la introspección. Si Vd. pregunta a la gente cómo han llegado a determinada conclusión, sus respuestas carecen de una detallada especificación de su pensamiento. ¿Cómo lo sabemos? Bien, porque si tratan de escribir un programa informático para simular sus procesos de pensamiento, descubrirán que sus introspecciones les dan una receta totalmente incompleta. Es como preguntar a alguien: ¿Cómo comprende las frases de su lengua materna? Nadie tiene la menor idea de los procesos mentales en este caso. Por lo tanto, podemos rechazar la afirmación de que es fácil comprender el pensamiento. No es así, el problema requiere investigación científica.

¿Qué podemos decir sobre la idea de que el pensamiento es tan impredecible que no hay esperanza de llegar a comprenderlo? Bien, consideremos una analogía con la evolución de las especies. Un escéptico podría argumentar que es imposible tener una ciencia de la evolución porque es imposible predecir cuál será la siguiente especie que evolucionará. La predicción es difícil, especialmente sobre el futuro (como se dice que el físico Niels Bohr señaló). Pero la imposibilidad de predecir las siguientes especies no aborta la ciencia de la evolución. Los biólogos contrastan la teoría de otras maneras. De igual modo, aunque no podemos predecir lo que un individuo pensará a continuación, o en un momento determinado, podemos hacer predicciones contrastables sobre los patrones comunes de pensamiento cuando evaluamos a las personas en el laboratorio psicológico. La psicología es difícil, pero no imposible.

Entonces, ¿cómo estudiamos mis colegas y yo el pensamiento? Lo hacemos siguiendo tres pasos o etapas fundamentales. El primer paso es desarrollar una teoría sobre lo que la mente hace y cómo lo hace. Esta teoría tiene en cuenta los resultados de la introspección, pero va más allá de lo que es accesible a la conciencia. Estamos contentos de postular procesos mentales inconscientes. Esta primera etapa podría sonar muy freudiana, pero en realidad el principio terapéutico fundamental de Freud era que si los pacientes utilizaban la asociación libre en el diván del psicoanalista, entonces antes o después sus conflictos inconscientes saldrían a la superficie. Donde el 'ello' estaba, estará el 'yo'-era la máxima de Freud. En otras palabras, los pacientes toman conciencia de sus impulsos inconscientes. Los procesos inconscientes que nosotros postulamos, sin embargo, no son en absoluto freudianos. Son inconscientes en el sentido de Helmholtz, el polígrafo alemán del siglo XIX, que habló de los procesos inconscientes subyacentes a la percepción visual. Por mucha asociación libre en el diván del psicoanalista, o en el diván de cualquier otra persona que utilicemos, no podremos discernir de esta manera los pilares del pensamiento; estos son profundamente inconscientes -aunque sólo sea porque son precisamente estos procesos los que hacen posible la conciencia. Uno no puede hacer introspección sobre ellos más de lo que puede levantarse a sí mismo tirando de los cordones de sus zapatos.

Postular procesos mentales inconscientes suena como una licencia para la especulación más salvaje -el terreno de juego de los caprichos, como declaró Williams James, el gran psicólogo del siglo XIX. El segundo paso en nuestras investigaciones, sin embargo, nos restringe severamente. Desarrollamos modelos computacionales de los procesos que hipotetizamos en nuestra teoría. Una instrumentalización computacional de una teoría es un espléndido correctivo para los 18 disparates, ya que demuestra que los teóricos no han apelado demasiado, tácitamente, a la intuición. Una llamada de atención aquí: degraciadamente, si examinamos las obras de algunos de los más grandes psicólogos del siglo XX, descubriremos que, ciertamente, suponen demasiadas cosas. Dan por supuestos procesos de los que nadie tiene idea cómo podrían ser modelados mediante un programa de ordenador. No me atrevo a dar nombres, pero para los psicólogos presentes en la audiencia susurraré algunos: Wertheimer, Piaget, Bartlett. El ordenador ha revolucinado nuestro campo. Nos proporciona un medio para expresar nuestras teorías que garantiza que no hemos amañado nada. No comprendemos nunca completamente un proceso hasta que podemos modelarlo en un programa computacional. ¿Quiere esto decir que creemos que la mente no es más que un ordenador? No, no necesariamente, pero ciertamente creemos que una buena teoría de la mente debe al menos, ser computable -de la misma manera que son computables las buenas teorías sobre el clima, la economía, o la electrodinámica cuántica.

Permítanme esbozar para Vds. una teoría del pensamiento -la teoría que mis colegas y yo hemos estado desarrollando en los últimos 25 años y sobre la que hemos diseñado muchos programas de ordenador para explorarla. La teoría se basa en el supuesto de que la mente construye modelos internos del mundo externo, y que usa estos modelos mentales para tomar decisiones y para intentar anticipar los acontecimientos en el mundo. Los orígenes de esta teoría han de encontrarse en el trabajo de dos extraordinarios individuos -el filósofo Ludwig Wittgestein y el psicólogo Kenneth Craik. En su Tractatus Lógico-Philosophicus publica- do en 1922. Wittgestein defendió una teoría 'pictórica' del significado. Si no están familiarizados con este extraordinario libro, debo decirles que consiste en una serie de proposiciones numeradas. He aquí un puñado de proposiciones del Tractatus, que nos transmiten algo de la teoría 'pictórica':

2.1 Construimos para nosotros mismos 'pinturas' de los hechos.

2.12 La 'pintura' es un modelo de la realidad.

2.13 A los objetos [del mundo] corresponden en la pintura, los elementos de la 'pintura'.


2.15 Que los elementos de la 'pintura' estén combinados unos respecto de otros de un modo determinado, representa que las cosas [en el mundo] están combinadas también unas respecto de las otras.


2.17 Lo que la 'pintura' debe de tener en común con la realidad para poder representarla a su modo -justa o falsamente- es su forma de representación.

Como probablemente sabrán, al principio Wittgestein pensó que el Tractatus había resuelto todos los problemas de la filosofía, y como consecuencia, abandonó la filosofía y volvió a Austria (desde Cambridge) y tuvo una carrera desastrosa como maestro de escuela. Más tarde, sin embargo, repudió el Tractatus y desarrolló una nueva visión del lenguaje -una visión por la que era una especie de juego, y que no fue publicada hasta después de su muerte. Sin embargo, la noción de que las representaciones mentales tienen una estructura que refleja la estructura del mundo es central para la teoría de los modelos mentales.

Kenneth Craik fue un psicólogo y fisiólogo escocés, y otro hombre de Cambridge. Mi conocimiento de él viene, en parte del fallecido George Drew, que fue profesor en el Universiy College de Londres cuando yo era estudiante en aquella facultad. Drew me dijo que Craik era el único auténtico genio que había conocido. Pero Craik era un individuo auto-destructivo. Uno de sus juegos favoritos era apilar cajas y saltar desde lo alto. La idea era ver cuánto podía saltar sin hacerse daño. Es también el autor del artículo de psicología con un comienzo más escalofriante. A través de unas pocas líneas dice- y cito de memoria: 'en tal y tal día, el sol del mediodía se fijó a través de un tubo de reducción durante un periodo de un minuto. Lo que Craik había hecho fue quemar un agujero en su retina para crear un "punto ciego". Tenía la hipótesis de que el cerebro rellenaría, en el momento preciso, el punto ciego -mediante extrapolación a partir de la imagen circundante- y que a partir de ese momento ya no sería consciente de él. Estaba en lo cierto. Murió antes de cumplir 30 años después de ser atropellado por un camión cuando iba en bicicleta.

Durante la Segunda Guerra Mundial Craik se había sentido fascinado por diversas máquinas, tales como los telémetros utilizados en la aviación, que construyen "representaciones" internas del mundo. Y en 1943, publicó un libro clarividente, La naturaleza de la explicación. En este libro presentaba una de las más tempranas defensas del "funcionalismo" -la doctrina que sostiene que es la organización de la mente lo que es crítico, no el hecho de que esté constituida a partir de carne, sangre y neuronas. Lo que es sorprendente en su concepción es que se anticipa a la disciplina de la inteligencia artificial -Ia construcción de programas de ordenador inteligentes- antes de la invención del ordenador digital programable. Les voy a leer una cita algo larga del libro de Craik que les proporcionará la esencia de su explicación de los modelos mentales.

"Mi hipótesis, por tanto, es que los modelos de pensamiento, o realidades paralelas -cuyo rasgo esencial no es ni 'la mente', ni 'el yo', ni 'los datos sensoriales', no son tampoco proposiciones verbales, sino símbolos, y estos símbolos son en gran medida del mismo tipo de los que nos son familiares en los dispositivos mecánicos que sirven de ayuda al pensamiento y al cálculo ...
Si el organismo construye dentro de su cabeza un 'modelo a pequeña escala' de la realidad externa y de sus posibles acciones sobre ella, entonces será capaz de poner a prueba varias alternativas, decidir cuál es la mejor de ellas, reaccionar a situaciones futuras antes de que surjan, utilizar el conocimiento de los acontecimientos pasados para tratar con el presente y el futuro y, en cualquier caso, reaccionar de una manera mucho más completa, sabia y competente ante las emergencias a las que se enfrenta". Este es el fin de la cita.

Wittgestein y Craik realizaron sólo propuestas programáticas. Las proposiciones son modelos de la realidad que representan su estructura de una forma análoga a como una pintura representa la realidad. Los seres humanos y otros organismos inteligentes construyen tales modelos a partir de la percepción, los trasforman internamente como resultado de la inferencia, y los resultados sirven de base a sus acciones. El programa era plausible, pero hubo que esperar hasta mediados de los 70 para que los investigadores en las ciencias cognitivas fueran capaces de avanzar algo más en esta línea argumental.

Concédanme por tanto, que el pensamiento es un proceso de manipulación de modelos mentales. Existen, obviamente, varios tipos de pensamiento que van desde la aritmética mental a la asociación de ideas, pero ni el cálculo ni la asociación son las operaciones más típicas de la mente. Estos son extremos dentro de su repertorio -el mecanismo y las nubes- por lo que nos centraremos en lo que se encuentra entre ellos: el razonamiento y la creación de nuevas ideas. Los modelos mentales a menudo están basados no en la percepción del mundo, sino en la comprensión del discurso. De esta manera, los programas de ordenador que instrumental izan nuestra teoría de razonamiento toman como entrada las descripciones verbales, construyen una representación del significado de las descripciones, y utilizan esta representación para construir modelos mentales que se corresponden a lo que se describe en el discurso. El razonamiento consiste en la formulación de una nueva conclusión -una que no forma parte de la descripción original- que se sostiene en esos modelos mentales. Una conclusión que se sostiene en todos los posibles modelos del discurso es una deducción. esto es, la conclusión debe ser verdadera si la descripción original es verdadera. Las conclusiones que van más allá de lo que está en la descripción pueden ser verdaderas, pero también pueden ser falsas incluso si la descripción original es verdadera. Estas inducciones deberían incluir una advertencia para la salud, por parte del gobierno. Son peligrosas. Aunque forman parte del pensamiento científico, también subyacen a las modas, las falacias y las supersticiones, que son los enemigos de la racionalidad.


El tercer paso es contrastar nuestra teoría en el laboratorio psicológico. El propósito de un experimento en psicología cognitiva es obtener datos acerca de la actuación sistemática de la mente humana. Resulta más fácil explicar cómo funcionan tales experimentos proporcionando uno o dos ejemplos. La teoría de modelos predice que cuantos más modelos tenga que construir la gente para llevar a cabo una deducción, más difícil debería ser la tarea -la gente debería tardar más en alcanzar la conclusión y debería ser más probable que cometieran algún error. Hemos realizado numerosos experimentos para contrastar esta predicción en diferentes dominios del razonamiento. Los experimentos tienen en común el que pedimos a individuos inteligentes, pero no formados en lógica, que realicen una serie de inferencias- algunas de las cuales requieren sólo un modelo, mientras que otras requieren dos o incluso tres modelos. Observamos las conclusiones que los participantes dan y registramos cuánto tiempo tardan en extraer cada conclusión. Una forma de manipular el número de modelos es mediante la elección de afirmaciones basadas en distintas conectivas, tales como "y" u "o" (El profesor García-Madruga y sus colegas han realizado estos experimentos, aquí, en Madrid). Una conjunción tal como:

Teresa está en Barcelona y. Virginia está en Granada,

Requiere sólo un modelo, pero una disyunción tal como:

Teresa está en Barcelona º Virginia está en Granada, pero no ambas


Es compatible con dos posibilidades y por lo tanto exige dos modelos: en uno, Teresa está en Barcelona, y en el otro, Virginia está en Granada. Cuando el razonamiento se basa en tales afirmaciones, hay indudablemente un incremento fiable de la dificultad a medida que aumenta en el número de modelos que se han de construir. Vds. pueden obtener estos resultados a partir de una gran diversidad de individuos -hablantes nativos de diferentes idiomas indoeuropeos, y que varían en edad, educación e inteligencia. La habilidad para razonar es un componente principal de la inteligencia.

Un tipo diferente de experimentos que hemos llevado a cabo utiliza las imagénes por resonancia magnética funcional (en adelante fMRI). El aparato de fMRI es en esencia un gran imán que rodea la cabeza de la persona. Este aparato nos permite detectar las regiones del cerebro que están activas cuando las personas están realizando diversas operaciones de pensamiento. Mis colegas Jim Kroger, Jon Cohen y yo hemos comparado las tareas de aritmética mental con las tareas de razonamiento deductivo, utilizando en ambos casos los mismos enunciados numéricos. Ambos tipos de tareas activan en común ciertas regiones cerebrales, pero sus diferentes patrones de activación son muy instructivos. Las tareas de aritmética mental, por ejemplo, activan en gran medida aquéllas regiones cerebrales que subyacen a nuestra capacidad para mantener en la mente los números que estamos multiplicando y cualquier resultado intermedio. Por el contrario, las tareas de deducción activan las regiones que subyacen a la formación de representaciones mentales: tenemos que manipular modelos mentales.

Quizás el descubrimiento más importante sobre los modelos mentales es el que se refiere al principio de verdad. Cuando les diga este principio, les parecerá obvio, pero tiene ciertas consecuencias inesperadas. De hecho descubrimos estas consecuencias sólo en la salida de un programa de ordenador al instrumentalizar la teoría. Y esta es otra importante razón para usar programas de ordenador para desarrollar teorías: a veces, el programa se comporta de una manera que nos sorprende. Si asimismo la gente se comporta de la misma inesperada manera, la teoría tiene una buena probabilidad de ser correcta.

De acuerdo con el principio de verdad, cuando las personas construyen modelos mentales, normalmente representan lo que es verdad. Ahora parece obvio, ¿no? Pero he aquí un ejemplo de una de sus sorprendentes consecuencias. Supongamos que estamos jugando a las cartas -por ejemplo, a las veintiuna,- y con el propósito de ser un poco perverso les digo:

Voy a darles tres pistas sobre la mano de cartas que tengo, pero sólo una de las pistas es verdadera, y las otras son falsas. He aquí pues las pistas:

Tengo un rey o un as, o ambos.
Tengo una reina o un as, o ambos.
Tengo una sota o un 10, o ambos.

¿Es posible que tenga un as?

Pueden, quizás, responder por sí mismos a la pregunta.

Cuando presentamos este problema -u otros similares- a un grupo de estudiantes de Princeton, el 99% respondió "Sí; es posible que tenga un as". Los estudiantes de Princenton son muy buenos razonando; sin embargo, su respuesta en este caso es errónea. Es imposible que tenga un as. (En el caso de que su respuesta también haya sido errónea, no deberían sentirse mal. Recuerden: casi nadie da la respuesta correcta a este problema). Entonces, ¿por qué es imposible que yo tenga un as? Bien, si tuviera un as, entonces dos de mis tres pistas serían ciertas: la primera pista era que tengo un rey o un as o ambos, y podría ser cierta. Y la segunda pista que era que tengo una reina o un as o ambos, también podría ser cierta. Por lo tanto, no puedo tener un as. ¿Por qué la gente comete errores en este problema? Simplemente porque cuando piensan acerca de la veracidad de las pistas, fallan al pensar en la falsedad de las otras pistas. Y esto es precisamente lo que el principio de verdad predice.

¿He trabajado durante 25 años sólo para aconsejarles que sean muy precisos en las descripciones de una mano de cartas? Espero que no. Hay un asunto mucho más serio escondido bajo estos errores. La capacidad de razonamiento es central para la sociedad humana. Sin ella, no habría ciencia, ni matemáticas, ni sistemas legales, ni sistemas políticos, ni actividades gobernadas por reglas o leyes. Y yo no podría estar dando esta lección hoy, ni Vds. podrían estar escuchándome. Las sociedades humanas no podrían existir sin nuestra habilidad para razonar. Desafortunadamente, esta habilidad no es perfecta. Una opinión, que nos retrotrae a la Ilustración y que tiene aún sus defensores, es que los seres humanos son intrínsecamente racionales, siguen las 'leyes formales de la lógica'. La teoría de los modelos mentales, sin embargo, nos cuenta una historia muy diferente. Cuando las personas razonan, no se basan en las leyes abstractas de la lógica, sino en su capacidad para manipular modelos del mundo. Esta teoría predice la ocurrencia de errores sistemáticos en el razonamiento, y como acabamos de mostrar, los resultados experimentales confirman su ocurrencia. Los errores son tan irresistibles que no los notamos en la vida diaria: hemos encontrado ejemplos de ellos incluso en la Web. Sin embargo, si los seres humanos estuvieran equipados con las leyes de la lógica, en el peor de los casos cometerían al aplicarlas sólo errores esporádicos y al azar. La existencia de leyes lógicas inválidas explicaría los errores sistemáticos, pero implicaría también que la gente es intrínsecamente irracional. Los datos existentes no conducen a tal implicación: la gente comprende la explicación de sus errores. Resulta demasiado costoso tener que mantener en la mente tanto lo que es verdadero como lo que es falso. Mantener sólo los modelos de verdad es, por tanto, un compromiso útil. Pero este compromiso conduce a errores sistemáticos en el razonamiento.

Es el momento de extraer algunas conclusiones. El razonamiento humano ha hecho posible nuestra sociedad tecnológica. Y nuestra mejor esperanza para evitar el mal uso de la tecnología, tanto por diseño o por accidente, reside en nuestra habilidad para razonar. Pero el razonamiento humano es demasiado humano; sólo los ángeles son perfectamente racionales. Como el abogado de mi ejemplo introductorio todos cometemos errores sistemáticos. Los psicólogos están comenzando a comprender los procesos mentales que subyacen al razonamiento, y por qué esos procesos conducen a error. Nuestra siguiente tarea es dar pasos prácticos para prevenir el error humano. Quizás los investigadores aquí en España puedan resolver el problema de cómo mejorar el razonamiento humano.


 Madrid, noviembre 2000

(Versión española de Nuria Carriedo y Juan A. García-Madruga)