La UNED construye en Guinea

UNED en Guinea, 30 años ¿Por qué?

 

Razas violentas

Yo

Es normal…

Que llores por amor,

Y al mismo tiempo otros sientan dolor

… normal que unos colegas te escuchen y te comprendan…

 Y mientras los domingos vas a misa por la moral

Otros prefieren emborracharse y es normal

Algunos son pobres y aceptan su postura

Mientras otros lo arreglan con sus magias oscuras

Me gusta que exista la muerte porque ante ella no cuenta ser grande ni fuerte…

Es normal que me llames borracho

Si a todas horas estoy en los bares y nunca estoy en un despacho…

                                                   Festival de Hip Hop en Malabo

Hay un cartel anunciando el festival de Hip Hop en el aeropuerto de Malabo, donde casi todas las personas que pululan de acá para allá con equipajes y bolsas son de piel oscura y hablan en español. Junto al embajador, Manuel Gómez-Acebo, que amablemente nos recibe a tan alta hora de la noche, varios funcionarios facilitan los trámites en la recepción, paso por aduana, verificación de visados y recepción de maletas. Apartan su mirada, que ni una sola vez posan sobre tu persona. Ni cuando han de hacerte indicaciones para huellas dactilares, requerimientos de fotografía,  o pasaporte. Al principio choca. Ocurrirá igual con los empleados del hotel o entre los estudiantes: no miran a su interlocutor cuando hablan. Luego comprendes que es una norma inversa: en nuestra cultura mirar es un acto de educación, en la suya quizá pueda ser una ofensa. Sigilo que se sumará a su tono de voz en actos de celebración de los días venideros: bajo, apenas audible.  Misma lengua, diferente cultura.

¿Por qué estamos allí, en el Golfo de Guinea? ¿Por qué el Rector de la UNED ha volado al país del África Central?

Todo comienza hace 30 años, poco después de que Guinea Ecuatorial, antigua colonia española, se convierta en un Estado presidencialista. País multilingüe donde hablan numerosas lengua bantúes y europeas como francés o el propio español; con una población de un millón de habitantes según censo oficial y apenas 500 mil según el Banco Mundial, del que en 1981 la UNED recibe el encargo de ser núcleo del sistema educativo superior y contribuir a la creación de una universidad guineana.

Carlos Nse Nsuga, Rector hoy de esa universidad, la UNGE -Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, creada hace quince años – indicó en la recepción a su colega Juan A. Gimeno que “tiene ante usted a la persona que participó y vio nacer la UNED”. Se trata, efectivamente del primer tutor de la UNED en Guinea, y recuerda que entonces “daba clases con velas”.

La intelectualidad y élites profesionales del país se formarán de la mano de la UNED en estas tres décadas lo que permite a  Jordi Galbé, director de programa de cooperación de la AECID decir que “la UNED aquí no es una opción para el que no puede ir a la universidad presencial. Es la opción”. Los estudiantes guineanos son becados por el Estado español y disfrutan de matrícula y materiales gratuitos.

Opción para estudiantes que responden hoy a la política española de conservar la identidad lingüística y cultural en línea con el objetivo de la lucha contra la pobreza y la consecución de los Objetivos del Milenio de la Declaración de París de 2008.

Porque si Nse Nsuga daba clases con velas hoy numerosos estudiantes se arraciman en torno a las farolas públicas de la calle que les proporcionan  una iluminación de la que carecen para poder leer en sus casas.

En 1995 se descubren en el Golfo Guineano yacimientos petrolíferos que hoy albergan el 6% de las reservas mundiales y le hace ser clasificado por el Banco Mundial como un país de ingreso medio/alto. EEUU convierte a Guinea en el tercer país objeto de sus inversiones, Francia ejerce también gran influencia y los numerosos trabajadores de rasgos orientales vestidos con mono naranja que observamos en nuestro viaje trabajando en las aceras, alcantarillado o sistema eléctrico, responde al influyente papel de China en la zona.

Un Plan de Industrialización es abordado por este país en crecimiento, rico en recursos y con posibilidades y demandas académicas en aras de esa modernización, que necesita técnicos e ingenieros y que solicita de la UNED “transferir su calidad académica a nuestra universidad”.

Las calles de este país donde hace apenas una década no existía el cemento ni el vidrio muestran paisajes esquizofrénicos, con un lado de la calzada por las que atravesamos haciendo reverberar el sol en múltiples cristales dorados de modernos edificios, cúpulas caprichosas, altas elevaciones de pisos, que contrastan con barriadas de casas alienadas unas sobre otras sin aceras ni saneamientos, donde aún mantienen el adobe y las ramas contra el calor.

La avenida principal hacia el Centro de Bata permite sentarse ante una balaustrada con la puesta de sol sobre mar de fondo que nada tiene que envidiar a la ciudad de San Sebastián.

Hoteles con modernos aparatos de aire acondicionado y pubs con luces de de neón, música en vivo y posibilidad de cenar a cualquier hora, sus baños con surtidos frascos de colonia e higienizante alcohol, conviven con bares de comida autóctona cuyos aseos se alivian con el agua de  bidones y cazos para el servicio en su interior.

En esta sociedad de contrastes los estudiantes, casi en su mayoría hombres –tan solo un 18% son mujeres-, se aplican por aprender un mundo donde las nuevas tecnologías se hacen hueco en forma de móvil en cada uno de sus bolsillos, mientras el acceso a internet es intentado y recibido al capricho de conexiones ineficaces.

Cuando el Rector Juan A. Gimeno, felicita al personal y trabajadores de los Centros de la UNED en Bata y Malabo, con Antonio Manso en la dirección de los últimos años, pregunta a las autoridades educativas qué podemos hacer desde la UNED para ser más útiles, además de acudir a formar profesores para mostrarles herramientas con las que transmitir conocimientos, conseguir una conexión rápida y constante a Internet es una demanda que se repite.

Estudiantes que habrán de trabajar en ese país de economía emergente se acomodan en grupos, en solitario o en parejas, que se sientan en los jardines del Centro Cultural de España en Malabo donde se encuentran las dependencias de la UNED y desde donde  a veces, consiguen conexión la anhelada conexión a internet y al mundo. Conocen las corrientes de aire que se hacen en las esquinas de los corredores a la fresca de la tarde, repiten el ritual de hablar sin mirarse, entrechocan las manos  al cruzarse y un chico le dice a una chica “estudias últimamente, qué bien”.  Y sonríen. En cada una de las celebraciones, estudiantes, autoridades, trabajadores, nos rodean, esperan pacientes, preguntan curiosos, agradecidos, felices, en un homenaje que son ellos, los verdaderos protagonistas, quienes lo merecen. Y sonríen. Si, sonríen siempre.

Lo que en palabras del Rector, en uno de los actos con que celebraron estos 30 años de colaboración significó que “celebramos el futuro, que estamos vivos, cuantas más ilusiones y proyectos, más vivos. Porque solo invirtiendo en conocimiento, se construye una nación”.

Y en palabras del Ministro de Educación, Joaquín Mbana Nchama, profesor de la UNED en Bata “estudiar en la UNED para un guineano es lo normal. La UNED tendrá que seguir aquí otros 300 años con la protección de Estado Guineano. Quiero centrar mi discurso en una palabra: gracias”.