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LAUDATIO FERNANDO REINOSO SUÁREZ

Doctor Honoris Causa por la UNED 2002

Antonio Guillamón Fernández. Catedrático de Psicobiología de la UNED


La Junta de la Facultad de Psicología propuso la concesión del doctorado honoris causa en Psicología a don Fernando Reinoso Suárez para honrar a uno de los neurocientíficos más importantes de nuestro país, a un profesor que ha investigado en áreas del conocimiento que son de suma relevancia para la Psicología. Además, existía otra razón, el agradecimiento. Fernando Reinoso prestó un servicio al cooperar en la creación del departamento de Psicobiología y, en consecuencia, en la orientación científica y experimental de la Facultad. 
 


La Psicología tiene como objeto el estudio y la explicación de la conducta y para ello hay dos grandes aproximaciones que se complementan: la biológica y la social. El abordaje biológico lo asume la Psicobiología que proporciona la comprensión neurobiológica de las funciones que de forma secular ha estudiado la Psicología y se atribuyen a la mente y a la conducta. En consecuencia, la Psicobiología trata de cómo percibimos, nos movemos, pensamos, recordamos, deseamos y sentimos y está en flujo constante con la Neurociencia. Pues bien, esta última ciencia, cuyo nombre hoy se utiliza hasta en el lenguaje común, se formó a mediados del siglo pasado gracias al trabajo de investigadores como Fernando Reinoso. Fernando Reinoso comenzó y terminó los experimentos de su tesis doctoral al mismo tiempo que realizaba los estudios de la licenciatura. Por eso defiende la tesis al año siguiente de concluir la carrera de Medicina. Los trabajos experimentales que realizó entonces sobre el núcleo rojo marcaron su trayectoria como investigador y su futura contribución a la Neurociencia y la Psicología.

El núcleo rojo forma parte del sistema neural que proporciona los movimientos independientes de las extremidades; por ejemplo, que la mano izquierda realice movimientos simultáneos y diferentes de la mano derecha. Reinoso abordó el estudio de este núcleo, en su tesis doctoral y en trabajos posteriores publicados a principios de la década de los años cincuenta, desde el punto de vista metodológico anatómico y conectivo, electrofisiológico, embriológico y funcional, analizando los efectos de las lesiones sobre el electroencefalograma (EEG). Para desarrollar estos trabajos tuvo que realizar estancias en el Instituto Max Planck de Investigaciones Cerebrales de Göttingen desde 1951. Allí se inicia en el uso del polígrafo y los registros electroencefalográficos. En aquella época en España sólo había tres o cuatro polígrafos que se dedicaban, como es lógico, a cubrir las necesidades de la clínica.

Hay dos aspectos que llaman la atención de los experimentos realizados por Fernando Reinoso en los años cincuenta. El primero de ellos, la utilización de una estrategia investigadora multidisciplinar que muy pocos en el mundo eran capaces de manejar, pero que se demostró eficacísima. La combinación de técnicas anatómicas, histológicas, electrofisiológicas y conductuales era prácticamente desconocida. Y si a ello añadimos la rara capacidad de Reinoso para moverse con soltura con los sistemas nerviosos de diferentes especies, incluida la humana, podemos calificar su trabajo, en los albores de la Neurociencia, como excepcional. Es precisamente esta estrategia multidisciplinar, que en las décadas de los años cincuenta y sesenta realizaron en occidente un grupo de investigadores como Fernando Reinoso, lo que posibilitó el nacimiento de la Neurociencia. Él creó el clima científico e intelectual que permitió que, en un periodo muy difícil de la historia de España, se formara un grupo extenso, e importante, de lo que posteriormente, a finales de la década de los sesenta, se llamarían neurocientíficos.

El segundo aspecto que quiero resaltar de esos primeros trabajos es el establecimiento de las bases para su contribución teórica a la Neurociencia y la Psicología en las cuatro décadas siguientes. Su interés por el tronco del encéfalo le llevará al estudio de estructuras de la Formación Reticular, al Sistema Reticular Ascendente de Activación y a las proyecciones subcorticales hacia la corteza. En las relaciones anatómicas y funcionales del tronco del encéfalo con la corteza es donde Reinoso va a realizar las aportaciones científicas que son relevantes para la Psicología, porque se introducirá de lleno en el control del ciclo vigilia-sueño y, de esta forma, en la consciencia. Estos son temas que se han considerado nucleares de la Psicología desde sus orígenes. A la par que Reinoso investigaba sobre el mesencéfalo tenía lugar una revolución científica con respecto a la neurobiología del sueño. En los años cincuenta Kleitman descubrió que el sueño no es un proceso unitario sino que se compone de dos fases bien diferenciadas. Una caracterizada por movimientos oculares rápidos y un electroencefalograma parecido al de la vigilia (sueño REM o paradójico) y, otra, sin movimientos oculares y con electroencefalograma de ondas lentas. Es en la primera cuando ocurren los sueños narrativos. Poco después, Moruzzi encontraba una zona de la Formación Reticular necesaria para que hubiera sueño. Estos dos hallazgos demostraron que el sueño es un estado cerebral inducido activamente. En realidad, somos organismos cuya relación con el medio cambia de forma cíclica y estos cambios se acompañan de modificaciones bioeléctricas en el cerebro que coincide con diferentes estados de consciencia, considerando la consciencia como un darse cuenta de. En estos años Fernando Reinoso estudia con técnicas anatómicas las conexiones retículo-prosencefálicas, diencéfalo-corticales y las relaciones recíprocas córtico-subcorticales de la Formación Reticular. Analiza a fondo el electroencefalograma del gato y, de forma pionera, estudia la función de la Formación Reticular sobre los estímulos sensoriales por medio de los potenciales evocados, realizando una excelente publicación en el Journal of Comparative Neurology. Será entonces cuando publique en Alemania su conocido atlas estereotáxico del cerebro del gato, guía imprescindible para la introducción certera de electrodos en estructuras cerebrales profundas, de un modo mínimamente invasivo.

Reinoso, a finales de los cincuenta, ya cuenta con un polígrafo utilizable en investigación y establece una relación, que será permanente, con el laboratorio de Nauta, primero en el Walter Reed Medical Center en Washington y luego en el MIT, donde sus colaboradores aprenden la técnica de impregnación argéntica de axones degenerados para trazar vías anatómicas. Combinando estas técnicas, profundiza en la anatomía y la función de la Formación Reticular. Estudia este sistema, que se estaba demostrando clave para entender el ciclo vigilia/sueño, a nivel subtalámico, mesencefálico y pontino y empieza su largo camino para definir el sitio exacto de la Formación Reticular que dispara el sueño paradójico, el origen neurobiológico de los sueños.

Para Reinoso y sus discípulos la década de los sesenta es algo especial. La estrategia para abordar sus temas de investigación, adoptada diez años antes, ha sido asimilada. A la capacidad de utilizar muchas técnicas se une una revisión meticulosa de la literatura y una definición muy clara de las hipótesis que se quieren verificar. Y, así, realiza tres hallazgos muy importantes para la Neurociencia y la Psicología. En 1964, utilizando pequeñas lesiones por diatermocoagulación, delimita con precisión el borde de separación de las regiones de la Formación Reticular pontina que son responsables de la activación (vigilia) y la sincronización (sueño no REM) del electroencefalograma. Este hallazgo lo publica en Science. Es la primera vez que un neurocientífico español, con trabajos realizados íntegramente en España, publica en esa revista. Es el renacer de la neurociencia hecha en España después del desastre de la guerra civil.

Posteriormente demuestra la existencia de proyecciones directas de la Formación Reticular del puente a la corteza cerebral. Para juzgar adecuadamente este hallazgo hay que recordar que en los años sesenta todavía se aceptaba que el tálamo era una estación imprescindible para la llegada a la corteza de cualquier impulso de la médula o el tronco del encéfalo. Se pensaba que era a través del tálamo como actuaba el Sistema Reticular Ascendente de Activación. En realidad, esta interpretación era un dogma. Se concebía un cerebro jerarquizado y las funciones superiores iluminadas en la corteza cerebral gracias a la activación que la Formación Reticular produciría en ésta a través del tálamo. Los dogmas actúan sobre la teoría produciendo el efecto contrario que la falsación. Son el parapeto para la resistencia intelectual, porque las teorías son menos abstractas de lo que se piensa y están unidas a intereses personales, de fama y prestigio, a cotas académicas alcanzadas. Por eso a Reinoso le ha costado que se acepte el hecho de que existen estas proyecciones. Para Reinoso el Sistema Reticular Ascendente alcanza a la corteza de forma directa, e indirecta a través del tálamo. Hay dentro de este gran sistema, que tiene relación con las bases anatómicas de los procesos cognitivos, una amplia serie de estudios, realizados en las dos décadas siguientes, en los que Reinoso describe conexiones córtico-corticales, tálamo-corticales y córtico-talámicas. Son varias las decenas de trabajos que publica en revistas como el Journal of Comparative Neurology, Brain Research, Neuroscience, Journal of Neurochemistry y Journal of Neuroscience.
También es de los años sesenta otro hallazgo importante: la existencia de conexiones desde la sustancia negra del mesencéfalo al estriado. Hoy, ampliamente replicadas y aún objeto de infinidad de estudios, las proyecciones nigroestriatales son imprescindibles para explicar el inicio de las respuestas motoras y la enfermedad de Parkinson. Estos hallazgos los comunicaría Reinoso en el Third Symposium on Parkinson Disease celebrado en Edimburgo en 1967. A principio de los años setenta el estudio de la neuroanatomía experimenta una revolución cuando se comienzan a utilizar las técnicas de transporte axoplásmico. Estas técnicas permiten rastrear la trayectoria de las proyecciones neuronales y desbancan a las técnicas anteriores que se basan en la degeneración del axón después de seccionarlo. Fernando Reinoso las incorpora de inmediato a su laboratorio y, en 1975, utilizando como marcador la peroxidasa de rábano picante, demuestra por primera vez la existencia de proyecciones de los núcleos aminérgicos del tronco del encéfalo a la corteza cerebral. El locus coeruleus y los núcleos del rafe son las fuentes de noradrenalina y serotonina del cerebro y ambos núcleos tienen amplias conexiones con la otras áreas del cerebro y cada uno de ellos desempeña una función importante en la regulación del tono sensitivo, motor y de activación. Además, estos dos neurotransmisores están relacionados con la emoción y la motivación. En la actualidad, no se podría dar una explicación psicobiológica de las conductas de comer y beber, de la conducta sexual, de la ansiedad y del estrés, y de sus patologías, incluida la depresión, sin tener en cuenta estos dos núcleos y sus proyecciones.

Dos años más tarde, utilizando la misma técnica descubre la existencia de proyecciones directas desde la región magnocelular de la amígdala basal a las cortezas prefrontal y motora. Es un descubrimiento importante para el desarrollo de explicaciones psicobiológicas de la emoción. La emoción la podemos considerar como la noticia que tiene el organismo de su cualidad en el tiempo y el espacio. Desde el primer tercio del siglo XX se sabía que la amígdala estaba relacionada con la conducta emocional y se la incluía en diferentes circuitos cerebrales hipotéticos que pretendían dar una explicación neurobiológica de la emoción. El problema es que la emoción requiere un plan motor, y las conexiones de esos circuitos con la corteza había que buscarlas de forma indirecta. Esto fue así hasta que con este trabajo, también publicado en la revista Science, Fernando Reinoso describe una vía directa de la amígdala a la corteza.

Volvamos de nuevo al tronco del encéfalo, la Formación Reticular y el sueño. Durante los años setenta Reinoso termina de montar un laboratorio, con las mejores técnicas, para el estudio experimental del sueño. Laboratorio en el que continua trabajando en la actualidad.

El sueño REM o paradójico se caracteriza por movimientos rápidos de los ojos, atonía muscular, activación del electroencefalograma, ondas ponto-geniculo-occipitales y sueños. Hoy en día, la mayoría de los neurocientíficos y los psicobiólogos aceptan que los sueños más ricos de contenido, los de carácter narrativo, los que recordamos con más viveza, se producen durante el sueño paradójico. Fernando Reinoso, en las dos últimas décadas ha descubierto y estudiado la región del tronco del encéfalo que genera el sueño paradójico.

Experimentos con lesiones y transecciones del tronco del encéfalo han establecido que el rombencéfalo es la parte del sistema nervioso central necesaria para la generación del sueño paradójico. Además, con la combinación de técnicas de estimulación química o eléctrica, de lesión o de registro se ha podido determinar la localización precisa de las estructuras que son responsables de los diferentes acontecimientos que caracterizan al sueño paradójico: atonía, activación del electroencefalograma, ondas PGO, y movimientos rápidos de los ojos. Ahora bien, ¿por qué se ponen en marcha estas regiones? ¿Existe alguna estructura que las dirija, al igual que el núcleo supraquiasmático gobierna el ciclo vigilia/sueño? Reinoso, hace tres años, en una revisión que resumía docenas de trabajos en su laboratorio escribía en el European Journal of Anatomy «hemos demostrado que la parte ventral de la región oral del núcleo pontino reticular actúa como un director de orquesta de una extensa red neuronal que de forma armoniosa genera y mantiene el sueño paradójico». Detrás de esta declaración está, posiblemente, la génesis de los sueños, la entrada en ese mundo subjetivo que siempre ha fascinado al hombre y ha empujado a la reflexión desde la filosofía, la psicología, la literatura y la religión. Reinoso es consciente de que con estos experimentos extiende su brazo hacia todo lo que puede alcanzar la ciencia. Sabe que, por el momento, carecemos de un modelo teórico de cómo un fenómeno objetivo -la localización de la región que genera el sueño paradójico- puede causar una experiencia subjetiva. Mientras que esto sea así, todavía podremos seguir soñando. Más de doscientos trabajos experimentales, publicados en las revistas internacionales más relevantes de su especialidad, y con una estrategia de investigación multidisciplinar es un esfuerzo imposible para una única persona. Es preciso generar equipos, atraer a generaciones de estudiantes al laboratorio propio, y esto es una tarea difícil cuando se trata de una ciencia que se clasifica como básica. Por eso, hay que ser un buen docente, y Fernando Reinoso es también un docente excepcional. Sus clases se caracterizan por la claridad en la transmisión de los conceptos y las ilustra con una iconografía muy estudiada que ahora se apoya en medios tecnológicos, pero que antes requerían un esfuerzo de dibujante experto en la pizarra. 

Además, a Fernando Reinoso le entusiasma el laboratorio y sus alumnos lo han percibido desde el principio de los cincuenta. A él han acudido dos generaciones de catedráticos y profesores titulares para su formación, y un nutrido grupo de profesionales que, procedentes de la endocrinología, la oftalmología, la neurología, la psiquiatría o la cirugía, fueron acogidos y encontraron un lugar común en la Neurociencia y en sus líneas de investigación. Fernando Reinoso es también un docente pionero de la Neurociencia. Hace casi treinta años que organizó el primer curso de Neurociencia impartido en la universidad española. Fue un curso integrado de dos meses de duración en el que se proporcionaba a los estudiantes de tercer curso una aproximación al sistema nervioso anatómica, histológica, fisiológica, farmacológica, radiológica y las perspectivas de la neuropatología, la psiquiatría y la psicología. Este curso se transformó a mediados de los años ochenta en el programa de doctorado de Neurociencia que dirige.
Tengo el convencimiento de que Fernando Reinoso prefiere el sermo humí/ís a la la uda tia. Aún así, quiero destacar que es una persona generosa, tanto del conocimiento que posee cómo del laboratorio y los equipos que dirige. Es un profesor que siempre está dispuesto a ayudar a los colegas en el trabajo, a transmitir su experiencia y a prestar sus laboratorios y equipos. Gracias a que nos facilitó el espacio y los equipos precisos en su laboratorio, el departamento de Psicobiología de nuestra universidad se pudo formar y desarrollar. Desde finales de los setenta a mediados de los ochenta la mayoría de los profesores de este departamento hicieron investigación en su laboratorio. Aquellos también eran años difíciles para la UNED por la falta de medios y de espacio. Por eso, ahora, transmito el sentir de todos mis colegas y el mío, al explicitar que Fernando Reinoso ha contribuido con desprendimiento al nacimiento de una parcela de nuestra Universidad.
Hay una serie de fuerzas que articulan el cañamazo sobre el que se teje la vida e, hilada a hilada, en un proceso que es permanente conforman las creencias y la estructura moral de la persona. Me refiero a las fuerzas gracias a las cuales vivimos. Entre ellas, para muchos de nosotros, se encuentran la universidad y el magisterio de profesores singulares. Aquellos que infunden en nosotros el «atrévete a saber" (sapere aude) y a pensar por ti mismo. Aquellos que proporcionan las herramientas necesarias para que la ciencia no derive en la acumulación dispersa de hechos exactos. Ellos han asumido la repercusión moral y social de su trabajo y nos enseñan que la genialidad está en la constancia. En definitiva, han empleado su vida en enseñar. Fernando Reinoso pertenece a este tipo de profesor, por eso también se le propone doctor honoris causa en Psicología.

Madrid, noviembre 2002