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LAUDATIO Juan Díez Nicolás

Doctor Honoris Causa por la UNED 2012

José Almaraz Pestana. Catedrático de Teoría Sociológica de la UNED



Excelentísimo Señor Rector, Excelentísimo Señor Ministro,
Exmo. Sr. Jefe de la Casa de S. M. el Rey, Prof. Díez Nicolás,
Sr. Presidente del Consejo Social, Compañeros y colegas,
Señoras y señores.

Agradezco al Departamento de Sociología  I que me haya encomendado realizar la laudatio del Profesor Juan Díez Nicolás. Laudatio es una palabra bella. Esta vieja forma de aquel lenguaje antiguo evoca actitudes inveteradas y perdurables, como la fascinación ante lo verdadero, ante el saber extraordinario. Laudatio evoca el asombro ante lo que ha resultado ser valioso y admirable y expresa la voluntad de hacerlo explícito.

Ésta es una Laudatio académica: Tiene que ver con el conocimiento y, a la vez, con el re-conocimiento. Quiere poner de manifiesto –y dar honor– a la excelencia de una larga trayectoria de ejercicio del pensamiento, de investigación científica y de práctica de magisterio universitario. Pero el honor que se otorga a una obra implica inevitablemente a la persona. En nuestra literatura clásica Lope de Vega escribe que “la honra es patrimonio del alma”. A fuerza de incomodar la reconocida discreción personal del doctorando me corresponde desvelar su trayectoria académica, su labor política y su trabajo como investigador social. En efecto, su formación y su docencia se han desarrollado en un buen número de universidades. Su desempeño político contribuyó en puestos relevantes al logro de aquella etapa delicada de la transición a la democracia española y su tarea como investigador está dedicada a los temas claves de las sociedades de nuestro tiempo.

Más de 250 artículos científicos y 30 libros avalan una andadura académica que comenzó con la licenciatura en CC. Políticas y el doctorado en 1967. El Profesor Díez Nicolás consolidó sus estudios con un Master of Artium en Sociología en la Universidad de Michigan, Ann Arbor. Ganó la Cátedra de Sociología de la Universidad de Málaga en 1971 en una oposición, casi mítica en nuestro ámbito de conocimiento ya que, por un lado, se desarrolló en medio de claras suspicacias y explicitas presiones procedentes de las autoridades políticas del momento y por otro –y esto es lo importante– porque aquella oposición significó la consolidación de la élite académica  –la tercera élite– que posibilitó el renacer de la Sociología en España, su institucionalización en la vida académica, su implantación en la práctica como medio público y su impacto en el sector privado de indagación de los procesos sociales de la definitiva modernización de la nación.


Tres generaciones del pensamiento sociológico

Me permito una mirada al pasado. Cada tradición de pensamiento tiene sus nobles ancestros. A diferencia de otros países la España de la Edad Moderna no conoció una conmoción que hiciera urgente en cierto modo la necesidad de redefinir su propia identidad. Como se hiciera en Inglaterra, Alemania y Francia. Pero en nuestro siglo XIX, cuando apuntan los problemas propios de aquel tiempo de transformación, se inicia el debate teórico entre tradición y modernidad en torno a la definición de los derechos de ciudadanía civil, de la puesta en marcha de los factores de la economía moderna, de la introducción de los componentes esenciales del sistema parlamentario, de la aceptación de las pautas culturales universalistas y de la tolerancia en el pluralismo religioso. Es sabido que nuestros predecesores más genuinos, tras Jaime Balmes y Ramón de la Sagra, se encuentran el aquel movimiento renovador que fue el krausismo. Francisco Giner de los Ríos vio certeramente el papel de las élites intelectuales en la vida social. El krausismo incorporó a su filosofía moral renovadora la dimensión científica del positivismo. La Institución Libre de Enseñanza inicia el movimiento que en treinta años habría de traducir al castellano la producción extranjera más importante en el campo de la Sociología, disciplina que entonces se presentaba con el aura de un saber novedoso, moderno y reorganizador. Otro krausista Gumersindo de Azcárate da el título de “Concepto de la Sociología” a su discurso de ingreso a la Academia de CC. Morales y Políticas en 1899. Un año antes, Manuel Sales i Ferré había ocupa- do la primera cátedra de Sociología. Pero es otro krausista, Adolfo Posada, conocedor no solo de la producción europea, sino también de la norteamericana, quien desde la presidencia del Instituto de Reformas Sociales entre 1903  y 1924 conectó la Ciencia Social con la más verdadera realidad de los problemas y conflictos sociales de su tiempo. Sin olvidar la singular figura de Joaquín Costa, sumemos una figura procedente del ámbito católico-social, la de Severino Aznar, el segundo catedrático de Sociología, y primer director del Instituto Balmes de Sociología y de la Revista Internacional de Sociología hasta su muerte en 1959, y quedará completa sumariamente la primera generación de científicos sociales. Nuestra primera élite estableció los vínculos necesarios con autores e instituciones científicas de fuera de las fronteras de nuestro país hasta el ocaso de la Segunda República.

En el nuevo orden político que sigue a la Contienda Civil la Sociología no fue, naturalmente, una de las materias más favorecidas. Perduró en cambio un serio planteamiento de lo social, representado en el lúcido pensamiento de Ortega y Gasset y en otros originales enfoques de carácter social desde otras disciplinas como el Derecho (Bernaldo de Quirós), la Historia Social (Díez del Moral, Ramos Oliveira) la Economía Agraria (Pascual Carrión), etc. Frente a un panorama que yo calificaría como “sociología sub-institucionalizada” hubo científicos sociales españoles, pero en el exilio. Herederos del pensamiento orteguiano, Recasens Siches, Medina Echevarría  y Francisco Ayala sembraron generosamente en otros pagos una valiosa semilla que habría fructificado de modo natural en el yermo español que, como tantos otros intelectuales, habían dejado atrás.

La historia tiene sus paradojas. El Instituto de Estudios Políticos, que fue fundado en 1939 como órgano de la Junta Política de Falange Española Tradicionalista y de las JONS habría de ser el vehículo que llevaría a la institucionalización de la Sociología en los últimos años 40. Javier Conde organiza seminarios sobre sociología y ciencia política y publica en la Revista de Estudios Políticos una serie de artículos introductorios a la sociología y lo mismo hará Gómez Arboleya que representa la figura sociológica más influyente de aquellos años en el IEP. Junto a estos dos hombres hay que mencionar igualmente la labor sociológica de Manuel Fraga y de Luís Legaz Lacambra. En el IEP dirigieron cursos monográficos un grupo de figuras de indudable prestigio que abarca nombres como Díez del Corral, Ollero, Caro Baroja, Maravall, Terán, Tierno Galván, Aranguren, Sánchez Agesta, Murillo, Lisarrague y otros. Denominados por Jesús de Miguel como “los mecenas”, propiciaron la pervivencia de la sociología y formaron una espléndida cohorte de discípulos que desembocaría en la fundación de la Facultad de CC. Políticas. El IEP clausuró así una manera de hacer Ciencia Social y proporcionó la llegada de una nueva élite. Durante los años 50 facilitó la salida de dos becarios a estudiar sociología en universidades norteamericanas: Juan Linz a la Columbia University y Salustiano del Campo a la Universidad de Chicago. A estos seguirían por otras vías otros tantos: José Castillo (Catholic University of America) Jiménez Blanco (Univerisdad de Michigan), Salvador Giner (Universidad de Chicago), Amando de Miguel (Columbia), Carlos Moya (U. de Colonia), Juan Díez Nicolás (Universidad de Michigan) y otros. Todos ellos importaron de primera mano los planteamientos teóricos y las metodologías científicas desde las que se abordaron los procesos de modernización y democratización de España. De esta suerte, al grupo de los “mecenas” sucedería lo que podríamos denominar el “grupo académico-profesional” en el que Juan Díez Nicolás es una figura de relieve.

Díez Nicolás fue Vicerrector en la Universidad de Málaga de la que había sido Vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. En 1975 obtiene la Cátedra de Ecología Humana y Población en la Fac. de CC. Políticas y Sociología de la Univ. Complutense en la que funda el Departamento de Ecología Humana y Población. Funda el Instituto Nacional de CC. de la Educación del que fué Director General hasta 1976, y en 1974 es nombrado Rector de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, cargo que ostentará hasta 1977.

Me permito decir, a manera de inciso, que de todos los méritos enumerados hasta aquí, éste no es el menor de ellos. En primer lugar, por la relevancia de su período rectoral para la pervivencia de esta universidad. Tras el valiente periodo inicial del Rector García Garrido, el Prof. Díez Nicolás accede a la UNED en un momento en que existían aún serias dudas sobre una digna viabilidad de ésta. Hay que afirmar que su actuación fue decisiva. Sin descender a lo anecdótico, algunos sabemos que el nuevo rector descartó rotundamente frente a las autoridades llevar la apenas nacida universidad al sepelio. Estoy seguro de no equivocarme si agradezco aquí en nombre de todos los miembros de la UNED su decisiva actuación. En segundo lugar, desde el plano objetivo pienso que como otros hombres de su generación supo distinguir, como diría el poeta, “las voces de los ecos”. En medio de los ecos del pasado supo escuchar las voces del futuro y creyó en la capacidad innovadora de la UNED y no se equivocó en el diagnóstico. La UNED no sólo proporcionó un cielo protector a los famosos “alumnos libres” de las universidades tradicionales, sino que ha sabido desarrollar un nuevo modelo educativo en la enseñanza superior que, al lado de la enseñanza presencial, ofrece un nuevo espacio que no es físico. Es un espacio comunicativo en el que –permítanme decirlo en mi condición de sociólogo– se modifican los roles del docente y del estudiante, buscando, por un lado, en términos de Habermas, la “competencia comunicativa” del sistema y por otro la “autonomía en el aprendizaje” en el sujeto que estudia. Sería frívolo negar realidad y validez a este espacio interactivo, que pertenece al mismo nivel de esos otros espacios comunicativos, perfectamente estructurados y pautados, en los que tienen lugar otras interacciones importantes de la economía, de la política y de la cultura de la actual aldea global que anticipó McLuhan. Actualmente el e-learning forma parte de las políticas de la Unión Europea, contribuyendo así a la más decisiva revolución del siglo XX: la revolución educativa. La UNED, que actualmente dispone de una singular tecnología comunicativa se precia de haber hecho creíble en nuestro país este tipo de enseñanza y de haber abierto así un nuevo nicho de mercado en el que es creciente la presencia de la iniciativa privada. Los casi 250.000 alumnos ordinarios actuales de la UNED gozan de este espacio superior gracias a aquella feliz apuesta de futuro del Prof. Díez Nicolás que dejó vía abierta al trabajo de desarrollo institucional de los sucesivos rectores.

En cierto modo fue ésta una decisión académica y política. No es de extrañar ya que en la figura del nuestro doctorando de honor van íntimamente imbricadas la labor académica, el quehacer político y la trayectoria investigadora.

Contra la Sociología “bajo palabra de honor”

En 1963, tras dos años de estudio en la Universidad de Michigan fue llamado por el entonces Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, para hacerse cargo del Departamento Técnico del recién creado Instituto de la Opinión Pública. Es sabido que D. Manuel Fraga mantenía buenas relaciones con  sociólogos internacionales, entre ellos, con  Wright Mills. Díez Nicolás asume la Dirección del Departamento Técnico que iba a protagonizar el renacimiento definitivo de la Sociología en España. Anticipemos que su labor de tecnificación de la investigación sociológica culminará casi tres lustros más tarde en la creación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Hemos mencionado a Wright Mills, una de los más perspicaces figuras de la sociología norteamericana. Pues bien, en su conocido libro “La Imaginación Sociológica” afirma que la primera lección de la imaginación sociológica es que el individuo sólo puede entender su experiencia localizándose en su época. Esto me invita a entrecruzar el relato biográfico del Prof. Díez Nicolás con el desarrollo objetivo de las Ciencias Sociales en nuestro suelo y su importante papel en ese proceso. Lo mismo vale decir también de la autobiografía de la Ciencia Social en nuestro país, cuya institucionalización sólo es entendible si se toman en cuenta los iniciales movimientos que apuntaban hacia la decisiva voluntad de modernización social y política que se hizo explícita en los años 70. Nuestro panorama sociológico actual se debe a los esfuerzos de aquellos pioneros investigadores que entendieron su papel en aquel momento histórico. Juan Díez Nicolás como Director Técnico del IOP, junto con Salustiano del Campo como Consejero Delegado y Luis González Seara como Director, constituyó el grupo que fundó y puso en marcha éste dispositivo de modernización política y científica. En el panorama investigador de entonces, sólo dos empresas practicaban una investigación simple de recuento de inventario con vistas a los intereses del mercado y en el horizonte político lo usual era no formular pregunta alguna. Desde el IOP surgieron las primeras preguntas y los primeros estímulos a una nueva cultura de la prospección sociológica. En otra parte Díez Nicolás ha afirmado que la presencia del IOP creó el ambiente propicio para la autorización de centros privados de investigación e incluso ayudó a ello. Y así lo confirma en su excelente estudio sobre el IOP y el CIS el Prof. Cristóbal Torres cuando escribe que la creación del IOP no sólo cumplió un papel pionero sino que desempeñó el papel de referente estratégico en la dinamización y expansión del sector. No es éste el lugar de entrar a describir el panorama de germinación de Eco, Sofemasa, Metra Seis, Data, etc. que se vio acompañado por la presencia paralela de nuevas instituciones como la Fundación FOESSA, CEISA, etc.

Es sabido que el tema de la “opinión pública” designa un referente colectivo y tiene una importante dimensión cultural auto-identitaria y, aún más, tiene una mayor dimensión política como depositaria de las aspiraciones de los ciudadanos en las sociedades democráticas. Que en plena dictadura surgiera un mecanismo institucional interesado por las actitudes de los ciudadanos fue crucial. Para el funcionamiento del mismo, sin pararse en distinguir ideologías y afiliaciones, dentro de un ambiente político que no era propicio a admitir las diferencias, el Prof. Díez Nicolás reclutó con gran liberalidad un equipo de investigadores de las más variadas tendencias políticas. Me complace destacar este rasgo universalista de su actuación que se ha repetido siempre en sus sucesivos puestos de responsabilidad. Desde el equipo técnico que formó nació la nueva investigación sociológica. Pero no sólo en el campo de la investigación ha sido decisiva la aportación del IOP. Como en su día lo fuera el Instituto de Estudios Políticos, el IOP sirvió también de semillero académico. Un nutrido grupo de investigadores iniciales (Torregrosa, Lisón, Navarro, Navarro Alcalá- Zamora, López Pina, etc.) accedería más tarde a través de sus oposiciones respectivas a sendas cátedras de Universidad.

Una de las funciones de una institución científica es la de crear comunidad de conocimiento. Que el IOP tenia una clara vocación científica se ve, por un lado, por la publicación de la Revista Española de Opinión Pública (REOP), en la que aparte de artículos científicos, con acreditadas firmas extranjeras desde el principio, se publicaron las encuestas y, por otro, por la creación del primer banco de datos sociológico de este país. La revista fue durante muchos años uno de los pocos canales estables de comunicación para la comunidad sociológica. Y en cuanto al banco de datos son raros los académicos de aquella época que en uno u otro momento no los utilizaran como material comparado en sus propios estudios. El Prof. Díez Nicolás cuenta en otra parte que la condición que planteó a Fraga fue que se publicasen los resultados tal como el Instituto se los entregase y Fraga lo hizo así. Traigo este punto a colación para subrayar que una marcadísima actitud de nuestro homenajeado ha sido siempre la de poner a disposición de las personas e investigadores interesados los datos de investigación. Sólo desde esta voluntad de libre acceso a los datos se construye comunidad científica y se rompe con lo que él ha denominado “Sociología bajo palabra de honor” en la cual los datos se consideraban un patrimonio personal y secreto del investigador. Díez Nicolás pasaría a ser Secretario General del IOP en 1966, cargo que dejó en 1969 para asumir funciones como asesor de urbanismo en el Ministerio de la Vivienda.

Durante su período de estancia en el IOP publica no menos de una veintena de trabajos científicos sobre opinión pública, población, territorio y urbanismo. Testigo de la estancia de Juan Díez Nicolás en el IOP es su libro “Los Españoles y la Opinión Pública” que recopila trabajos cuya tema central es la preocupación por la relación entre la estructura social y las actitudes de los individuos, es decir, los problemas de la información y de la formación de opiniones  y actitudes en los individuos y su relación con su posición social. La divergencia entre política y ciudadanía en aquel tiempo se refleja en una cita del prólogo. “La proporción de ciudadanos politizados (en posiciones de poder o como buscadores de poder) está creciendo día a día a costa de los no politizados… para que la participación política sea mayor es preciso que aumente el grado de interés, de preocupación, de información y de actividad por cuestiones políticas... Son necesarias las agrupaciones políticas… hacen falta grupos políticos intermedios, fuertes y abiertos (voluntarios) que nos permitan construir una sociedad pluralista… lograr una cultura cívica participante caracterizada por la lealtad y no por la alienación ni por la apatía”.

En 1973 es nombrado Director General de Planificación Social y posteriormente Rector de la UNED y Director General del INCIE. Tres años después el Presidente Suárez le llama para ocupar el cargo de Director General del Instituto de la Opinión Pública. Retorna a la casa en cuya puesta en marcha había tenido un papel decisivo y le corresponde reorganizar el Centro que esta vez fue adscrito al Ministerio de la Presidencia. La solidez del equipo que había reclutado 13 años atrás se le hizo patente porque, según ha confesado, se encontró con muy pocas caras nuevas. Desde Presidencia le cupo llevar a cabo numerosos sondeos sobre las medidas políticas que debían adoptarse, tales como la Ley de la Reforma Política, las medidas de amnistía, la legalización del Partido Comunista, etc. y realizar la primera gran encuesta de tres oleadas temporales para las primeras elecciones democráticas.

Los tiempos estaban cambiando y había que estar a la altura de sus desafíos. Tras las elecciones democráticas  propone al Ministro transformar el IOP en un gran centro de investigación. Éste será el Centro de Investigaciones Sociológicas, el famoso CIS, con una doble finalidad: la de prestar servicios al Gobierno y la de fomentar la investigación. Con Díez Nicolás el CIS adquiere un formato de pronunciada orientación académica, de una mayor relación  con el ámbito universitario y una clara tendencia hacia la investigación básica. Y por esta razón, el CIS se articula en tres departamentos: Investigación, Banco de datos, y Publicaciones y Fomento de la Investigación. Aparece la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, se crean becas, se inicia una línea editorial y se abren al público los datos que se introducen en el banco tras una moratoria tem- poral. La calidad de las encuestas ha convertido al CIS en el núcleo de formación de la opinión pública y de la opinión publicada. Pero a Díez Nicolás se debe también la iniciación de la variada producción de investigación básica (sanidad, buro- cracia, judicatura, desempleo, trabajo femenino, economía sumergida, ocio, cultura política, etc.,) y de progresiva publicidad de los datos, líneas que alcanzarán su culminación en la Ley de 1995. Con esta misma intención, siendo, años más tarde, Presidente de la Federación Española de Sociología, propondría al CIS la creación del banco de datos ARCES, un banco que debería ser depositario de los datos de las investigaciones realizadas fuera del CIS. Desde entonces este gran banco abarca no sólo las encuestas elaboradas por el CIS, sino también las de otras organizaciones tanto españolas como extranjeras. Alguien ha dicho, no sin razón, que la historia del siglo XX la escribirán los sociólogos.

Cerremos el capítulo diciendo que el empeño personal de poner a disposición de los ciudadanos los datos de investigación frente a la “sociología bajo palabra de honor” se perpetuará incluso en toda la actividad profesional de Juan Díez Nicolás. Pocos años después de abandonar el CIS, crea su empresa de investigación, Análisis Sociológicos, Económicos y Políticos (ASEP) que, entre otras actividades, realiza desde sus comienzos una investigación de periodicidad mensual sobre “La Opinión Pública de los Españoles”, con muestras de 1.200 personas representativas de la población española mayor de 18 años, sobre actitudes y comportamientos económicos, de consumo y políticos, además de opiniones sobre temas puntuales de actualidad. ASEP envió al banco de datos ARCES, instalado en el CIS, los ficheros de datos de las 52 investigaciones realizadas bajo el proyecto CIRES. Frente a la “sociología bajo palabra de honor” es destacable el CIRES (Centro de Investigaciones sobre la Realidad Social,) fundado por Díez Nicolás en 1990 bajo los auspicios de varias entidades bancarias. Durante 6 años publicó un libro respectivo “La Realidad Social en España”. Las encuestas e informes producidos por CIRES fueron ofrecidos a todos los centros de investigación, no sólo en forma de publicaciones sino –cosa novedosa y muy importante– en forma de datos  preparados para su eventual tratamiento informático. Una prestigiosa colega –la Prof.  Mª Angeles Durán– ha escrito: En toda la historia de la sociología española no ha habido un caso de apertura a la comunidad científica y de accesibilidad técnica a sus fondos como el protagonizado por CIRES.


Transitando por la política

Hasta este punto sólo he intentado mostrar, desarrollando mi inicial cita de Wrigth Mills, cómo la microhistoria de la investigación social en nuestro país y la biografía de nuestro homenajeado van unidas por un nexo de mutua determinación. Otro tanto diría si paso a referirme a su actividad en la política, que introduce una tercera dimensión en su personalidad pública. Quiero referirme sólo brevemente a esta faceta que no resta significado a las otras, sino que es una proyección de las mismas.

En 1979 abandona la Presidencia del CIS. Entre su salida del IOP (1969) y ese momento había publicado 33 artículos más y 4 libros. Es nombrado Subsecretario de Ordenación del Territorio y de Medio Ambiente, y Presidente del CIMA, del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo. En su condición de Subsecretario le correspondió formar parte del Gobierno Provisional en la aciaga noche del 23 de Febrero de 1981. Poco después fue nombrado Secretario Nacional de Información de la UCD y miembro de su Consejo Político. En los años sucesivos ocuparía otros puestos políticos, tales como Coordinador de Asesores del Vicepresidente-Primero  para Asuntos Políticos del Gobierno de  España (1980), Presidente de  la Comisión de Estadísticas de la Administración Pública en el INE (1982-1991) Presidente del  Seminario “Sociedad  y  Fuerzas Armadas” del  Instituto de  Estudios Estratégicos del  CESEDEN (1983-1992),  Vicepresidente del  Consejo Económico-Social de la Comunidad de Madrid (1992-1999), Presidente del Foro para la Integración Social de los Inmigrantes, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (1999-2001), Miembro del Comité de Expertos para el estudio de la “Dependencia en España” (2003-2004), Miembro del Comité Científico del Real Instituto Elcano (2002-). A éstos habría que añadir otros de proyección internacional, tales como Miembro del Buro (1982-85) y luego Presidente del Comité Europeo de Población en el Consejo de Europa (1985-1987), Miembro del “Comité des Sages” para el Diálogo entre los Pueblos y Culturas del Mediterráneo. Comisión Europea (2002-2004) (nombrado a titulo personal por Romano Prodi). Miembro del Grupo de Expertos sobre Diversidad Cultural y Desarrollo (MDG-F) en Naciones Unidas (2007). Como investigador ha sido el responsable para España de la Encuesta Mundial de Valores desde 1990, forma parte desde entonces de su Comité Ejecutivo, y también es miembro del International Social Survey Program, del Estudio Comparado de Sistemas Electorales, y de otros.

La experiencia democrática en nuestro país ha ido perfilando en la mentalidad de los ciudadanos la figura del hombre político profesional con diversas etiquetas. Las hallaríamos todas en el noble retrato que Max Weber hiciera del hombre público: pasión de poder, mesura de criterio, fe en la causa, etc. Se me antoja más bien colocar a nuestro laureado de hoy, no en este plano, sino en aquel otro en el que Gramsci en sus “Cuadernos”, Chomski en “Los intelectuales y la política”, Foucault en “Microfísica del poder”,  Ortega en “Verdad y Perspectiva” o Eco en “¿Deben los intelectuales meterse en política?” trazan la función ilustradora de los expertos, el campo de su acción en el dilema entre verdad y poder. Creo que es así, pues el desempeño político y la trayectoria política del Prof. Juan Díez Nicolás no se consuman en lo puramente político sino que, más tarde, se prolongan y fluyen hacia aquellos nichos públicos en los que su presencia se debe fundamentalmente a su competencia profesional. En efecto, hay un paralelismo progresivo entre las posiciones públicas que ocupa, las obras que publica y las líneas de investigación que cultiva. De ellas quiero ocuparme ahora.
 

Analizando la sociedad

Sorprendentemente, el término “sociedad” no suele figurar en los dic- cionarios de Sociología. En nuestro más moderno diccionario español no figura. Me refiero a la entrada “sociedad”, desnuda, sin adjetivos, donde se exponga qué sea realmente una sociedad, a no ser que se la delimite desde fuera, confinándola con fines pragmáticos dentro de los límites políticos y geográficos del Estado. En cambio, es normal encontrar este término asociado a otros o desarrollado en alguno de sus aspectos: como sociedad industrial, sociedad de masas, sociedad de la información, sociedad de consumo, etc. de tal manera que será posible obtener una idea del impacto social del consumo, por ejemplo, pero no acerca de qué sea una sociedad. Esto no es casual. Sabemos que Max Weber evitaba usar este término y, entre los contemporáneos Niklas Luhmann sostenía que es “el concepto más difícil que la sociología ha heredado  del pasado”. Incluso podríamos tachar de imprecisa una definición de Sociología como “la ciencia de la sociedad”. Más bien nos gusta dar el nombre de Sociología al estudio de las relaciones entre los hombres, las cuales se condensan en interacciones grupales, se consolidan en instituciones sociales hasta agregarse en un conjunto de relativa autosuficiencia, de límites difusos, que denominamos sociedad. Sin olvidar este conjunto, la investigación reconstruye los procesos que la hacen posible. Niklas Luhmann escribió que la Sociología es “el proceso de autorreferencia de la sociedad” y los científicos sociales exploran las parcelas empíricas de esta autorreferencia.

El Prof. Juan Díez Nicolás ha cultivado ámbitos importantes del entramado social. Quiero agruparlos, –dejando aparte los ya citados sobre opinión pública y sus relevantes escritos sobre política de defensa–, en algunos ejes principales que anticipan rasgos tan actuales en nuestra sociedad como son la ecología, el análisis del territorio, la población, el medio ambiente, los valores interculturales y la emigración.

Cuando en 1979 asume la Subsecretaría de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, el Prof. Juan Díez Nicolás estaba equipado ya de conocimientos considerables sobre ese campo. Quiero destacar su libro “Especialización y dominación en la España Urbana” aparecido en 1972. Significa la aplicación a España del bagaje de conocimientos y técnicas aprendidas en la Universidad de Michigan, Ann Arbor, de la mano del Amos Hawley que había revolucionado los estudios de ecología y análisis territorial. Hawley ofrecía un paradigma de alta generalidad que rompía el estrecho marco del análisis urbano y ofrecía la posibilidad de explicar también la estructura de los demás sistemas sociales, considerando las interrelaciones entre medio ambiente, población, tecnología y organización social, ejerciendo el análisis en términos de grupos, y no de individuos, y destacando siempre el concepto de comunidad. De esta suerte se hacía posible analizar las unidades, la estructura del todo y los procesos internos de transformación, aspectos que no parecían ofrecer otros paradigmas de aquellos años.

Ésta era entonces una metodología innovadora y sorprendente en nuestro suelo. Los estudios sobre el territorio permiten observar la base material y espacial sobre la que se configuran las relaciones sociales de un sistema dado. El Prof. Díez Nicolás abordó cuestiones clave en el análisis de la estructura de ciudades de España, tales como la diferenciación de funciones, la localización de las mismas, la especialización de las ciudades, la interrelación entre las mismas, sus áreas de influencia y sobre todo la jerarquía de las ciudades según el criterio de dominación funcional. Sumando a este análisis el estudio de la distribución de la población, el resultado fue un valioso cuadro analítico del grado de urbanización de nuestro país. Un gradiente de dominación, de influencia, de las capitales españolas, de las ciudades medias y de los municipios de cierto tamaño en una malla de actividades comerciales, de transporte, de comunicaciones y de servicios Todo ello representa un riquísimo y recomendable mapa sociológico de la urbanización española. No cabe dudar de que al término de esta investigación el Prof. Díez Nicolás había cumplido con creces uno de los requisitos de todo hombre público: aprenderse el país.

No es casual que a esta línea de investigación se haya sumado una larga serie de trabajos sobre los procesos de población (natalidad, fertilidad, mortalidad, transición demográfica, familia, estudios de edad, empleo, etc.) en áreas urbanas y rurales que han convertido a nuestro doctorando de honor en una figura de referencia internacional. Las sociedades modernas son sociedades abiertas en que los individuos tiene cada vez menores trabas adscriptivas para ocupar las posiciones sociales que desean. Díez Nicolás realizó la primera encuesta de movilidad en España. Por lo demás, su trabajo se ha materializado en cinco libros más “Tamaño, Densidad y Crecimiento de la Población de España, 1900-1960”, “Políticas de Población” (1985), “Movimientos de Población en Áreas Urbanas Españolas” (1985), “Los mayores en la Comunidad de Madrid” (1996), “Libro Blanco sobre la enfermedad de Alzheimer y otros trastornos afines” (2001) más las 6 monografías citadas sobre “La Realidad Social de España (1990- 1996), y no menos de 70 artículos en publicaciones especializadas. Si añadimos sus numerosos trabajos sobre política de medio ambiente habremos cerrado el cuadro de una excelente aplicación del análisis socio-ecológico.

Me importa destacar, esta vez con injusta brevedad, otra importante línea de investigación del Prof. Díez Nicolás en el campo de los valores en la que ha aplicado y desarrollado la teoría de Ronald Inglehart sobre el cambio de valores en las sociedades. Los valores son los criterios que reflejan las preocupaciones de los individuos. Es sabido que con arreglo a la escala de actitudes  de Inglehart en las sociedades menos desarrolladas predominarían valores y actitudes “materialistas”, de tendencia autoprotectora. En cambio, a medida que las sociedades traspasan el umbral desde la escasez hacia el bienestar tenderían a generar valores “postmaterialistas”, orientados a la participación y al altruismo, en un proceso calificado de “revolución silenciosa”. La escala que Inglehart confeccionara en 1970 sobre la base del Eurobarómetro de la CEE se ha ido convirtiendo hasta el presente en un gran proyecto, el World Values Survey (Encuesta Mundial de Valores) que incluye científicos de varios países y que ha realizado entre 1990 y 2009 cinco oleadas mundiales en más de 90 paises. En 1998, el Prof. Díez Nicolás incluye la escala de Inglehart en los sondeos mensuales de ASEP y en 1991 se incorpora al Comité de Coordinación del grupo internacional de investigación liderando la aplicación general en España con los profesores Torregrosa y Díez Medrano, y congregando una vez más un competente grupo de investigadores (Orizo, Veira, Elzo, del Pino y Garcia Ferrando) que la aplica en regiones españolas concretas. Los resultados quedan patentes en varios libros de los componentes del equipo y en no menos de 25 artículos del Prof. Díez Nicolás. En su investigación a la que añade elementos del modelo de Hawley y de la teoria centro-periferia de Galtung, demuestra el avance de los valores post-materialistas en España en relación inversa con la edad (los jóvenes son menos materialistas) y en relación directa con la posición social (los más informados son menos materialistas). Como comentario personal me atrevo a decir que los resultados de la teoría coinciden con otras teorías independientes como la de la modernización reflexiva de Ulrich Beck, así como el mecanismo del isomorfismo en el proceso de mundialización, de J.W. Meyer. Que diversas perspectivas de investigación converjan en los mismos resultados indica que se está en el buen camino de investigación. Por otro lado, la teoría postmaterialista puede servir de réplica empírica frente a aquellas posiciones filosóficas que defienden la discontinuidad entre modernidad y postmodernidad.
 

Madrid, enero 2012