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Discurso del profesor Bernad Pottier "Lenguas y Culturas"Con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa en Filología por la UNED | ||
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A fines de este siglo XX, se conocen todas las tierras del planeta. Nos encontramos con miles de lenguas y miles de culturas, sin que logremos establecer relaciones claras entre unas y otras.
En cuanto a los estudios sobre culturas, abarcan un campo tan extenso como el de las lenguas, pero mucho más complejo y bastante mal delimitado. La antropología, en su acepción más amplia, sería la ciencia de la cultura del hombre. En nuestras universidades, existen investigadores en etnología, en sociología, en derecho, en ciencias sociales, en historia de las religiones, en comunicaciones, etc. Todos, de un modo u otro, contribuyen al estudio del tema. Naturalmente los lingüistas también forman parte de este conjunto, y por eso vamos a tratar de pasar revista a algunas de las interrelaciones que existen entre el uso y la práctica de las lenguas, y ciertos comportamientos culturales.
Aun cuando tengamos cifras relativamente fiables, convendrá hacer otras distinciones. En cuanto a las lenguas de las etnias, el orden decreciente de los hablantes es: chino, inglés, hindú, español, ruso, árabe, bengalí, portugués, francés, malayo-indonesio, japonés, alemán, etc. Pero si tomamos en cuenta el número de hablantes de las lenguas de gran difusión, vemos que el inglés llega al 30 % de las lenguas utilizadas mundialmente en la comunicación, y luego vienen cuatro lenguas con el 6 %: el español, el francés, el portugués y el ruso.
Finalmente si se consideran las traducciones, después del inglés otra vez, se sitúan el francés, el alemán, el ruso y el italiano.
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Por otra parte, dentro de un mismo individuo, coexisten varios lectos, según el momento, la situación o las intenciones. Se trata del poliglotismo individual, que va desde el uso voluntario de vulgarismos o cultismos, hasta el cambio de idioma a veces inconsciente en caso de bilingüismo intenso, o el paso a otro idioma extranjero en función del entorno de la comunicación. El multilingüismo ha llegado a tanto en algunos países que hasta los documentos oficiales reflejan dicha situación. El caso más característico es sin duda el de la India, cuyos billetes de banco ofrecen un texto en quince idiomas clasificados alfabéticamente según su forma en inglés, pero conservando el sistema gráfico original. Los billetes de China vienen en cinco idiomas, los de Suiza en cuatro (alemán, francés, italiano y romanche), los de Israel en tres (hebreo, árabe e inglés) y, recientemente, la Guinea Ecuatorial, que entró en el sistema monetario del franco francés, los ha hecho bilingües, español y francés. Se nota en todo esto la relación íntima entre factores étnicos, culturales, económicos y políticos. Existe un caso menos conocido. En 1919, Rusia emitió un billete multilingüe con palabras de Karl Marx: «Proletarios de todos los países, uníos». Siete lenguas representaban en aquel entonces las zonas de más interés para esa propaganda: además del ruso, se leía el texto en chino, alemán, francés, inglés, italiano y árabe. El billete lleva el nombre de «babilónico» entre los coleccionistas.
«Que fruchigüe y muchigüe España», formas populares de fructificar y multiplicar.
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La política lingüística de las naciones se expresa en varios sectores de la actividad cultural o educacional. Hay a veces una distorsión aparente entre la idea que se tiene de un país y la política lingüística realizada en sectores particulares.
Es natural que varias Instituciones hayan tratado de hacer un balance de la situación del plurilingüismo europeo. Entre los numerosos estudios realizados sobre el tema, el más completo es sin duda el Informe publicado en 1986 bajo la responsabilidad del «Istituto della Enciclopedia Italiana», sobre las minorías lingüísticas en los países europeos. También el «European Bureau for lesser used Languages» de Irlanda, publica folletos y mapas muy útiles para el conocimiento de la situación real y oficial en los doce países comunitarios. Se identifican 46 lenguas de minorías en 21 países de esta zona del Oeste europeo. Como se sabe, la diversidad es mucho mayor en la parte del Este.
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En la lingüística moderna, hay un interés nuevo por las secuencias de acontecimientos que forman una «escena» bien delimitada en la experiencia del mundo social y cultural y que recuerdan los viejos manuales con sus lecciones «en la peluquería», «en el restaurante» o «viaje en tren». Mi lado del elemento «toro», existe el acontecimiento global de la «corrida». Cada miembro de la comunidad cultural donde se da este espectáculo tradicional tiene su propio conocimiento de tipo enciclopédico que se extiende desde la dehesa al toril, desde el traje de luces a los carteles, desde la música a las orejas y rabo. Aquí la relación entre cultura y lengua es intensa, pero se ve que se trata esencialmente del léxico, de un léxico que se organiza en redes ordenadas, en cronologías necesarias, en jerarquías de valores, etc.
¿Hay lenguas más difíciles que otras? Es una pregunta incompleta. Todas las lenguas tienen sectores más desarrollados que otros. El español tiene pocos fonemas, el francés poco acento en el nivel de las palabras, el chino poca morfología, etc., sin que se pueda deducir nada de las dificultades que presentan para el aprendizaje. La distancia tipológica puede ser una fuente de extrañeza. Se sabe que la primera gramática del vasco, de Manuel de Larramendi (Salamanca, 1727) se llamaba El impossible vencido: Arte de la lengua bascongada. En realidad, no hay lengua fácil o difícil ni tampoco «lengua rica» o «lengua pobre», sino lenguas adecuadas a la situación, al entorno en que funcionan. El léxico, más en relación directa con el desarrollo socioeconómico, tiene extensión más variable que el sistema gramatical que implica la semiotización de los conceptos universales ya aludidos. Es notable que nunca se ha encontrado en el mundo una lengua aberrante, a pesar de las enormes diferencias culturales entre los autóctonos de la selva amazónica y los del centro de Nueva York.
Uno de los temas más actuales en la lingüística es la orientación cognoscitiva, o cognitiva. En la medida en que el lingüista sale del estrecho cuadro de la descripción de las lenguas naturales, se enfrenta con el campo de los conceptos, entre los cuales están los que se pueden considerar como generales y los universales. Pensamos que los conceptos generales están directamente relacionados con la experiencia humana, con la vida cotidiana como el nacer, el vivir y el morir, como el creer en mitos, en amar al prójimo, el ir y venir en el espacio, el recordar el pasado e ima-ginar el futuro, etc.
Dichas representaciones mentales, que memorizamos, están confirmadas por los actuales resultados de la neurología del cerebro. Nuestra memoria conserva elementos y relaciones que podemos reactivar cuando lo deseamos. Las particularidades de la lengua que fueron la fuente de este almacenamiento se olvidan.
Esta actitud de dependencia del pensamiento frente a los sistemas lingüísticos no se puede sostener.
con las soluciones más analíticas del español, se notan claras diferencias. Pero el español conoce también un tipo de aglutinación muy parecido, aunque a un nivel sintáctico superior, cuando dice, como modalización de aceptó, la secuencia: «habría podido no desear acéptarlas todas».
El paso de elementos léxicos a elementos gramaticales es muy revelador de una metaforización universal. Se sabe que las partes del cuerpo, en casi todas las lenguas del mundo, son utilizadas para la localización más abstracta, como: al pie de, a la cabeza de, enfrente de, cara a, desembocar en, etc. Es cierto que una distinción en el nivel de la palabra implica la conciencia de una oposición. En el caso de pez/pescado, vale como «pez-en-vida/v/ex-pez o pez que fue». Esta visión del «más allá» está categorizada en guaraní, donde se dice con el mismo sufijo kwé (y variantes) «la casa arruinada», «la mujer que ya no puede procrear», «el lugar de producción ya no en servicio» (cf. el topónimo Minascué), lo que recuerda al exdiputado, al exmarido o al excampeón.
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Es conocida la polémica relativa a la evangelización de América, y a las oscilantes actitudes de la Corona frente a la política lingüística en el terreno. Baste el ejemplo de lo que escribe uno de los primeros misioneros, el franciscano Fray Alonso de Molina en 1571: La fee se alcanza oyendo, y lo que se ha de oyr, ha de ser la palabra de Dios, y esta se ha de predicar en lengua que los oyentes la entiendan, porque de otra manera (como dize el mesmo San Pablo) el que habla, sera tenido por bárbaro. Y para declararles los mysterios de nuestra Fee, no basta saber la lengua, como quiera, sino entender bien la propriedad de los vocablos y maneras de hablar que tienen: pues por falta desto podría acaescer, que auiendo de ser predicadores de verdad, lo fuessen de error y falsedad.
E1 mismo autor hace una serie de observaciones socioculturales que explican ciertos hechos lingüísticos. La imposición del nombre propio al recién nacido es un caso predilecto para demostrar las fuertes interrelaciones entre cultura y lengua. Precisa:
La fraseología, intermedia entre el léxico y el discurso libre, nos proporciona un caudal de testimonios preciosos.
En la conferencia que uno de los padres de la semántica, Michel Bréal, dio en el Colegio de Francia en 1868, a los 36 años, se lee lo siguiente:
Ya notamos que la combinatoria puede ser un significante sin signo nuevo, lo que hace que admitimos tengo dos coches y no tengo dos ojos en contexto no marcado. Y sigue así el texto:
Madrid, enero 1993 | ||