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Discurso de Derek Ernest Blackman "Análisis de la Conducta y Psicología"

Con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa en Psicología por UNED

Este es un momento particularmente emocionante. Espero que ustedes comprendan lo emocionante que es para mí estar aquí hoy. Aunque con frecuencia se piensa que los psicólogos son expertos en el mundo de los sueños (algo equivocadamente, por cierto), puedo decirles hoy con seguridad que nunca en mis más remotos sueños anticipé que recibiría una graduación honorífica de una institución tan distinguida como la UNED. Al encontrarme aquí hoy, por lo visto no en mi mundo de sueños sino en nuestro mundo real, sólo puedo decir con toda humildad que aprecio enormemente la distinción que me ha sido otorgada. Mis relaciones, tanto profesionales como personales, con miembros de la Facultad de Psicología de la UNED ha sido muy importante para mí durante muchos años. Quiero comenzar, por tanto, expresando mi gratitud hacia ellos, y por supuesto hoy mi especial agradecimiento a la Universidad.


Cuando digo que es un momento emocionante, quiero decir que estos son años significativos en el desarrollo de la disciplina que profeso. La Psicología ha recorrido de hecho un largo camino desde sus primeros pasos vacilantes hace apenas un siglo. Ahora es ampliamente reconocida por universidades y escuelas, y quizás sobre todo por los numerosos estudiantes a quienes la Psicología contemporánea ofrece un enfoque estimulante para una formación tolerante. Lo que resulta más atractivo, o un mayor reto, para las mentes inquietas que pretenden tratar de comprender cómo llegamos a experimentar nuestros mundos físicos y sociales, y porqué actuamos como lo hacemos, con seguridad es comprometerse en la búsqueda de lo que es el ser humano.

Vivimos en una edad de la ciencia. Como en otros dominios, las aplicaciones de los métodos científicos a la Psicología han revolucionado el área. La Psicología se ha desplazado de sus primeros enfoques sobre la vida mental, donde se resaltaba que las experiencias de la vida mental eran esencialmente privadas y no podían ser fácilmente accesibles a la inspección pública en una equivalencia psicológica al tubo de ensayo químico. El enfoque predominante de la Psicología académica es ahora, por consiguiente, no tanto los hechos subjetivos de nuestro mundo mental como las actividades que hacemos como individuos y en grupo, en entornos que van desde el laboratorio artificial hasta los retos del mundo real que nos proporcionan el contexto para nuestras vidas. Al tiempo que se examina la obra de la Psicología contemporánea representada en sus laboratorios y en sus nuevos palacios de hormigón (ejemplos impresionantes de ello se pueden afortunadamente contemplar en el campus de la UNED en Madrid), algunos pueden sentir, algunos de hecho sienten, que la Psicología es indudablemente popular aunque ha perdido su alma, quizás de acuerdo con el espíritu de los tiempos.

Muchos psicólogos contemporáneos podrían, creo, encontrar el alma de la Psicología de hoy en los campos recientes de la neurociencia y la ciencia cognitiva. Los avances científicos en ambos campos han sido verdaderamente sorprendentes, y desde luego ocurren a una tasa de incremento exponencial. Tanto la ciencia del cerebro como la ciencia computacional han estado necesariamente influidas por el conocimiento y pensamiento psicológico, pero a su vez estas dos nuevas ciencias interdisciplinares están ejerciendo una poderosa influencia en el desarrollo de la Psicología. No puedo discrepar con nadie en mi consideración por estos avances y por la estimulación intelectual que aportan a mi disciplina de la Psicología. Sin embargo, quisiera confesarles hoy que no me veo a mí mismo ni como neurocientífico ni como un científico cognitivo. ¿Podría suceder, por tanto, que la UNED se encontrara hoy condecorando a un cierto tipo de fósil psicológico? Espero que no, y quisiera aprovechar esta oportunidad para discutir por qué desde mi punto de vista los cerebros y los ordenadores nunca podrán extraer el alma de lo más humano, y potencialmente de la más humana de las ciencias.

Los recientes avances más significativos en neurociencia provienen directamente del progreso tecnológico ahora disponible para estudiar cerebros en vivo. Durante mucho tiempo la Psicología ha estado endiablada, desde mi punto de vista, al asumir que las mejores explicaciones de nuestra conducta deben encontrarse en las acciones de nuestro cerebro estando al mismo tiempo limitada por métodos bastante toscos para estudiar esos cerebros. Los psicólogos han hecho bien en sus exploraciones de la riqueza y diversidad de la conducta, pero al tratar de buscar la explicación de estas conductas en términos de procesos cerebrales se han encontrado seriamente limitados al tener que confiar en procedimientos tales como análisis anatómicos post-mortem, en inferir los efectos conductuales y psicológicos de daños en el cerebro de las personas incurridos accidentalmente, y en el uso de medidas indirectas tales como el electro-encefalograma, que detecta la actividad eléctrica difusa craneal resultante de áreas de actividad neuronal subyacente. Estos estudios han sido, es verdad, largamente complementados por experimentos con animales en los que se han inducido deliberadamente cambios en el cerebro, o en los que se han podido llevar a cabo la estimulación o el registro eléctrico de estructuras específicas del cerebro. Pero los modelos conductuales utilizados en estos estudios, como en otros estudios de conducta animal en Psicología, pueden en sí mismo ser considerados bastante toscos. Ha sido demasiado fácil, por tanto, para los psicólogos inferir lo que debe estar sucediendo dentro del inaccesible cerebro para explicar la conducta que estudian. En verdad estas explicaciones han ofrecido poco más que una redescripción de la conducta observada.

En la actualidad, sin embargo, los neurocientíficos pueden estudiar la actividad de cerebros intactos de personas mediante exploraciones TAC(Tomografía Axial Computerizada) y TEP (Tomografía de Emisión de Positrones). Estas técnicas están revelando interesantes detalles en relación con las estructuras y actividades de partes específicas del cerebro intacto, abriendo por fin un camino a un mapa genuino de los mecanismos neurales de la conducta, la acción e incluso del pensamiento. Qué estimulante es ver estructuras específicas en lo profundo del cerebro vivo iluminarse a estas nuevas tecnologías a medida que los participantes realizan tareas de razonamiento cognitivo o incluso ponderan el significado de la vida. Cuan revelador será para nuestra comprensión de las patologías cognitivas ser capaces de identificar a través de estas tecnologías las limitaciones o anormalidades en los cerebros de los que las padecen.

A menudo se ha destacado que el cerebro es de hecho un extraordinario ordenador, y es fácil ver cómo las metáforas computacionales se han introducido también en el mundo de los psicólogos. Los modelos de procesamiento serial de la información que emergen de un uso temprano de la metáfora computacional tienen ciertamente un efecto profundo en los modelos explicativos favoritos de los psicólogos en sus apelaciones a lo que debe estar sucediendo dentro de nosotros. Bastante del enfoque actual en ciencia cognitiva se encuentra ahora en el conexionismo del procesamiento distribuido paralelo, sin embargo. Está creciendo la idea de que esto es de hecho lo que sucede dentro de nuestros cerebros, una idea muy ayudada por lo que a mi entender parece una acuñación casual del término redes neurales de la que son esencialmente conceptos computacionales. Los modelos computacionales actuales de sistemas inteligentes y metáforas asociadas de la propiedad humana que hemos llamado inteligencia, ahora incluso fomentan la idea arriesgada de que las distinciones entre cerebros y mentes pueden ser puestas en duda.


Las fuerzas paralelas de la ciencia cognitiva y la neurociencia están, por consiguiente, ejerciendo un poderoso impacto en la Psicología contemporánea. Un Editorial' de la revista Science en 1992 apuntó que esto no podía haber venido en mejor momento porque los problemas del mundo son realmente retadores ... Una mejor comprensión del cerebro pueden ciertamente ayudamos a resolver desórdenes tales como la enfermedad de Alzheimer, depresión maniaca, esquizofrenia, deterioros visuales y deficiencias auditivas. Puede también llevamos a la comprensión de respuestas más vagas y pobremente definidas, tales como la agresividad, el nacionalismo, el fanatismo y el sadismo. Confrontado con los llamativos avances científicos de nuestro tiempo y con un optimismo impresionante como este, ¿cómo podría, porqué debería tener dudas?


La fuente de mi vacilación ha de buscarse en mi atracción por la posición teórica defendida en Psicología por B.F. Skinner (1904-1990)2. Esto ha llevado a la postura dentro de la Psicología contemporánea conocida como Análisis de la Conducta. Skinner fue uno de los escritores más citados en Psicología y su activa carrera se prolongó durante seis décadas, culminando sólo unos pocos días antes de su muerte en una condecoración especlal- otorgada por la American Psychological Association para celebrar su "destacada contribución a la psicología durante toda una vida". Esta expresaba:

"Los miembros de la American Psychological Association se honran en reconocer sus contribuciones significativas a la psicología y al mundo durante toda su vida ... Como pionero en psicología, desafió las formas tradicionales de pensar ... Como líder intelectual, acrecentó la estatura de la psicología y elevó su clima intelectual a un nivel superior ... Con gran sensibilidad a la condición humana ... trazó los fundamentos para aplicaciones innovadoras de su trabajo ... Como ciudadano del mundo, proporciona intuiciones meditadas, a menudo pro vaca doras, y siempre compasivas de empeños genuinamente humanos tales como la ética, la libertad, la dignidad, el gobierno, y la paz".

Estas son verdaderamente palabras elogiosas, y los comentarios finales están en relación, por supuesto, con las aspiraciones de la neurociencia contemporánea expresadas en el editorial al que me he referido con anterioridad. Sin embargo, lo distintivo de la aproximación de Skinner a estos elevados ideales está muy alejado de la visión neurocientífica de que tenemos que entender mejor los mecanismos cerebrales que subyacen nuestro comportamiento si queremos progresar hacia un mundo mejor y más armónico. El dogma central de los escritos de Skinner fue de hecho que la conducta no necesita para nada ser conceptualizada como un apéndice de mecanismos subyacentes, y puede en su lugar se productivamente considerada como un fenómeno en sí mismo que ocurre de forma natural.

Al hacer esta afirmación, Skinner no consignó la conducta a ser el resultado de ningún capricho: por el contrario, fue un ferviente determinista, aseverando constantemente que las influencias causal es sobre nuestra conducta pueden ser descubiertas por análisis experimental. Sin embargo, las influencias causales reveladas por estos análisis se localizan en el ambiente, en los mundos físicos y sobre todo social que proporcionan el contexto y las consecuencias de nuestras acciones. Por supuesto que pueden estar implicados sistemas fisiológicos subyacentes, como también pueden las cogniciones. Pero incluso aunque estos puedan ser identificados, razonó Skinner, todavía necesitamos comprender las relaciones funcionales y dinámicas entre la conducta y su contexto. Estas son influencias sobre nuestra conducta que podemos y de hecho vemos en nuestra vida diaria, las maneras en las que reflejamos el mundo (especialmente el mundo social) que proporciona nuestra escena. Estas son las influencias sobre la conducta de los otros (o de hecho sobre nosotros mismos) que manipulamos en nuestro papel como padres, profesores, jueces, y en la que comprometemos nuestras vidas como amigos, amantes o colegas.

En estos papeles y vidas como personas, pocas veces sentimos la necesidad de acudir al conocimiento y las intuiciones de la neurociencia o la ciencia cognitiva -ni lo haremos nunca, pienso. En el análisis final, creo que es la gente, no los cerebros o los ordenadores, quien se comporta y quien tiene una realidad psicológica, y creo que son sus mundos sociales lo que merecen nuestra atención como promotores de lo que son. En más, la relación entre la conducta y su contexto social está disponible para su estudio sistemático por los psicólogos, y realzando nuestra comprensión de estas relaciones podremos construir formas efectivas de cambiar la conducta.

Para los Analistas de la Conducta, por tanto, el entendimiento de la conducta surge del estudio de las influencias ambientales y sociales sobre ella. Esto no encuadra la conducta en algún tipo de marco estático. La conducta y el ambiente se interpretan por los Analistas de Conducta como resultado de una interacción dinámica entre ellos: la conducta actúa sobre el ambiente, y recíprocamente el ambiente actúa sobre la conducta. Un concepto central en este dinamismo se encuentra en el reforzamiento, la selección de un acto conductual por sus consecuencias de forma que ocurrirá más frecuentemente o con una mayor probabilidad si se repiten las mismas condiciones.

De estas ideas ha surgido un potente modelo de laboratorio que ha añadido sutileza y complejidad a nuestra comprensión de la importancia del contexto ambiental sobre la conducta. Ahora conocemos cómo los repertorios conductuales presentes resultan no sólo de los efectos selectivos de los reforzadores que han seguido la conducta en el pasado, sino también de las relaciones pormenorizadas entre la conducta y estos reforzado res, las llamadas contingencias de reforzamiento. De igual forma, los estudios experimentales han mostrado cómo las influencias de las contingencias de reforzamiento sobre la conducta están moduladas por las circunstancias con las que se han asociado de manera diferencial, el llamado control discriminativo de la conducta.

Debido a la naturaleza del temprano trabajo experimental de Skinner, y debido a que ha dado lugar a muchos estudios experimentales sobre la conducta condicionada en los animales, se ha representado frecuntemente al propio Skinner como un científico de laboratorio de bata blanca. De esta forma pronto surgió un icono de fría objetividad científica y una ciencia implacable de la conducta de las ratas, cuya extrapolación pareció a muchos tanto amenazadora como desagradable para el concepto de humanidad. Por supuesto que no somos ratas, y nuestros mundos no están controlados por los científicos. Somos agentes, interactuando unos con otros con el flujo y reflujo del discurso social diario que construimos. No fueron las técnicas experimentales lo que Skinner pretendió extrapolar desde el laboratorio para de alguna forma hacemos comportar". Tampoco fueron los hechos descubiertos en sus experimentos lo que Skinner deseó extrapolar. Más bien fue la conceptualización radical y provocadora de la conducta como un fenómeno que ocurre de forma natural en sí mismo, explicable en términos de su contexto, que Skinner desarrolló desde sus estudios detallados de laboratorio a nuestros (y sus) mundos diarios de interacción social.

Es interesante que, de acuerdo con Donahoe-, Darwin es frecuentemente señalado por las dificultades especiales que los matemáticos y físicos encuentran en entender el principio de la selección natural de la teoría evolutiva, por cuanto esta teoría enfatiza procesos de cambio mientras que los físicos y matemáticos resaltan la constancia estructural. Quizás estas tensiones surgen de nuevo en la psicología contemporánea con el dominio de la ciencia cognitiva basada en la metáfora computacional y de la neurociencia basada en explicaciones estructurales reduccionistas, indicando el insuficiente reconocimiento de hoy en día a la aproximación dinámica, contextualista y seleccionista de Skinner en el estudio de la conducta.

Corro el riesgo de intentar desarrollar aquí un relato detallado del Análisis Conductual contemporáneo, pero seguramente no es la ocasión adecuada para hacerla. Quizá simplemente debo bosquejar dos características adicionales, aunque difíciles, de la aproximación que se desarrolla de las ideas básicas que ya he presentado. En relación con la conducta humana, la aproximación pone un énfasis especial sobre la importancia del lenguaje. Este también, sin embargo, es interpretado como una función de las contingencias sociales de reforzamiento. Skinner intentó apartarse del punto de vista convencional de que lo que decimos es el reflejo de algún significado subyacente o intención comunicativa, interpretándolo en términos de sus relaciones dinámicas con su ambiente (social).

Por eso Skinner no asumió que las contingencias de reforzamiento en este contexto social necesitarán ser efectuadas como lo son en el laboratorio de condicionamiento. Tampoco asumió que fueran unidireccionales: en la vida diaria, la conducta de una persona puede servir para reforzar la de otra, y como contrapartida la conducta de ésta puede tener efectos reforzantes selectivos sobre la conducta de la primera. Skinner incluso intentó desarrollar una forma de analizar el habla, incluso lo que elegimos decir, en términos de contingencias sociales de reforzamiento dentro de estas interacciones recíprocas dinámicas. En su forma más simple, su tesis fue que nuestra comunidad social selecciona y pule lo que decimos a través de los procesos de reforzamiento social y control discriminativo cuya dinámica fundamental ha sido explorada desde el análisis experimental de la conducta. En la interpretación de la conducta verbal realizada por Skinner este ejercicio es largo, detallado y técnicamente exigente.

Contrariamente a las afirmaciones de algunos críticos, tampoco el Análisis de la Conducta niega la importancia de la conciencia humana. Lejos de pretender que las personas no tienen vida interna o experiencia, como a veces sugieren sus críticos, Skinner fue uno de los pocos psicólogos en tratar abiertamente algunas de las cuestiones fundamentales del origen y funciones de la conciencia. Por ejemplo, él incluyó en su análisis de la conducta verbal que no sólo se relaciona con el mundo externo sino con los sentimientos internos o experiencias. Defendió que debido a que estos sucesos privados no pueden ser monitorizados u observados explícitamente por otros en la forma directa en que se puede monitorizar nuestro entorno físico, no pueden entrar de modo tan preciso en la dinámica social del control y reforzamiento discriminativo. Sin embargo, aquellos que nos rodean nos dan la mejor aproximación a lo que podría ser juzgado un reforzamiento apropiado de las declaraciones sobre sucesos privados, por ejemplo en la búsqueda de circunstancias observables que impliquen que la afirmación se está realizando bajo control discriminativo apropiado. De este modo, Skinner sostiene, aquellos que están a nuestro alrededor generan realmente conciencia al enseñarnos a describir nuestra conducta pasada y presente y las variables de las que está en función.


Por lo tanto la conciencia en sí misma es considerada por Skinner como un producto social que emerge de la interacción social dentro de una comunidad verbal. En este sistema el papel de la experiencia difiere marcadamente de lo que convencionalmente le hemos asignado. Por ejemplo, es común interpretar la conducta pública como un reflejo de la experiencia privada, como si esta última fuera de alguna manera una causa autónoma de lo que hacemos. En el sistema de Skinner, por el contrario, la experiencia privada no está en sí misma indeterminada, sino más bien refleja las interacciones sociales de la misma manera que lo hace la conducta pública. Esta dinámica y el punto de vista esencialmente social de la vida mental están en consonancia con las teorías del constructivismo social en general y con lo que Bruner5 ha denominado "la revolución del contextualismo transaccional".


Estoy corriendo el peligro de extenderme en mis palabras mediante una exposición de lo que algunos consideran una visión excéntrica de la Psicología contemporánea, pero siento que es una ocasión en la que necesito mantenerme firme y ser tenido en cuenta. Sin embargo, quiero finalizar intentando atraer la atención sobre la relevancia de estas ideas aparentemente esotéricas para una ocasión como esta en la UNED. La perspectiva de Skinner le llevó a una postura distintivamente activa con respecto a las aplicaciones de la Psicología en educación, y por supuesto en otras áreas de psicología aplicada.


De acuerdo con el espíritu de su enfoque conceptual del Análisis de la Conducta, con su énfasis en lo que hacemos, en el contexto social en que lo hacemos, y en las consecuencias de lo que hacemos, Skinner sostuvo interalia que las metas de la educación deberían expresarse en términos de conductas concretas, que los programas educativos deberían ser cuidadosamente diseñados en una secuencia lógica que establece aproximaciones sucesivas a las metas, y que los alumnos deberían trabajar individualmente y a su propio ritmo de tal modo que el completar cada paso con éxito en un programa pudiera seguirse de consecuencias potencialmente reforzantes talos como la retroalimentación inmediata sobre el éxito. Skinner abogó ya en los años sesenta por el desarrollo de las máquinas de enseñar que podrían usarse con programas previamente establecidos para alcanzar estos objetivos.


He visto alguna de estas máquinas pioneras en el museo Smithsonian en Washington, De: literalmente hechas de madera y latón, y con mecanismos de enorme simplicidad tales como trinquetes y ruedas dentadas, que de verdad parecen de una era diferente. Skinner sugirió que deberían permitir una sistematización del aprendizaje que liberaría al profesor del control y mejoraría la eficacia de los pasos de un programa y comprometería al profesor en la interacción personal con los alumnos, siendo un gestor y un contexto social para el aprendizaje de los alumnos más que una batería de abastecimiento de la sabiduría. Sin embargo, las máquinas de enseñar disponibles entonces eran sin duda limitadas y carentes de contexto social, como consecuencia se estableció una imagen austera, y la enseñanza programada fracasó en su intento de generalizarse en aquella época.


En una época en que la neurociencia y la ciencia cognitiva está haciendo crecientes afirmaciones sobre la autonomía de la disciplina de la Psicología, puede parecer irónico señalar que las ideas de Skinner sobre educación pueden haberse adelantado a su tiempo. Los avances tecnológicos actuales hacen que sofisticados ordenadores estén habitualmente disponibles como herramientas en la educación. Estamos asistiendo exactamente a ese cambio fundamental de centrarse en la enseñanza a centrarse en el aprendizaje por el que abogó Skinner. Por una serie de razones, las universidades a distancia o abiertas, tales como la UNED, han jugado naturalmente un papel distinguido de liderazgo en esta revolución. Incluso en escuelas primarias convencionales, sin embargo, nos estamos alejando del concepto de profesor que posee y transmite información (a menudo sólo parcial) a una diversidad de estudiantes, los cuales luchan por progresar a un ritmo uniforme, con la suficiencia (o insuficiencia) de este proceso que está siendo probado mediante alguna forma de examen final que inevitablemente produce una distribución normal del rendimiento del alumno en torno a cierto nivel de mediocridad. Una reciente comunicación de la Comisión de la Comunidad Europea (Com (96) 471 final) "Aprender en la Sociedad de la Información" manifiesta con la falta de énfasis típicamente burocrática: "El papel del profesor es (ahora) algo diferente. Tiene que aprender a supervisar y organizar grupos de alumnos al tiempo que controlan y evalúan el progreso individual".

Skinner argumentó que las metas de la educación deberían ser expresadas en términos conductuales concretos: los objetivos de los programas educacionales están ahora definidos con una mayor precisión, y crecientemente en términos de una serie de destrezas operacionales demostrables. Skinner defendió que los programas educativos deberán ser cuidadosamente diseñados en una secuencia lógica que permita aproximaciones sucesivas a objetivos específicos: con sus posibilidades multimedia y sus capacidades para incorporar caminos individualizados para proveer cualquier necesidad reparadora en la progresión hacia las metas, el poder de los ordenadores permite hacer esto en formas mucho más amplias que las que Skinner pudo jamás contemplar. Skinner sugirió que los estudiantes deberían trabajar individualmente y a su propio ritmo de tal forma que la realización satisfactoria de cada paso en un programa pudiera ser seguido de consecuencias potencialmente reforzantes tales como la confirmación del éxito: la clase moderna no impone la necesidad de una progresión uniforme, no hay necesidad de que los estudiantes pasen a una etapa posterior en un programa educativo hasta que hayan demostrado dominio de las etapas anteriores, y existen mucha posibilidades para una retroalimentación enriquecedora en relación con el progreso exitoso de los estudiantes a través de los pasos componentes de un programa.


Estos puntos simples me parece que clarifican mi tesis general sobre la Psicología contemporánea. La relevancia de las ideas de Skinner para el aprendizaje contemporáneo (incluso el concepto de  educación parece ahora forzado en términos de su etimología) no resulta de que los estudiantes sean ahora más cómo ordenadores de lo que se hubiera pensado antes de la era de la ciencia cognitiva!. Pienso que tampoco los métodos realzados o el conocimiento basado en la neurociencia reemplazarán nunca los contextos sociales en los que el aprendizaje puede ser facilitado. El Análisis de la Conducta, con su énfasis en las influencias ambientales sobre la conducta, puede ser complementado pero no reemplazado por otras formas de explicación psicológica tales como la ciencia cognitiva o la neurociencia contemporáneas.


Así pues, a pesar del entusiasmo por aproximaciones conceptuales alternativas a la Psicología, intento mantener el interés en el Análisis de la Conducta que me ha motivado durante más de treinta años. Quiero continuar apreciando las sutilezas y complejidades de entender la conducta como una función de su mundo social y físico, porque creo que esta es una aproximación positiva a la Psicología y una aproximación constructiva socialmente a sus aplicaciones potenciales. Es más, un enfoque que muchos consideran restrictivo me ha llevado a intereses psicológicos amplios, desde estudios experimentales de conducta condicionada en animales, pasando por intereses experimentales sobre los efectos de las drogas en la conducta, hasta intereses aplicados en psicología educacional y clínica, o temas sociales tales como los que se pueden encontrar en el derecho criminal, el bienestar de los animales y en cuestiones éticas. Espero no parecer pretencioso si afirmo que mi propia carrera demuestra que el Análisis de la Conducta proporciona una aproximación distintiva, focalizada, y sobre todo constructiva a un amplio rango de temas intelectuales y sociales. Estoy contento de conceptualizarme a mí mismo como la creación de mis interacciones sociales, aunque (supongo) con un cerebro que funciona (Quizás) como un ordenador. En el curso de los años mis colegas aquí en la UNED pienso que han tenido una contribución destacada en ser quien soy, a lo que he hecho en la medida en que he superado mi camino a través de la trayectoria de mi vida.

Se lo agradezco, así como agradezco a la Universidad una vez más la amabilidad que ha tenido hoy conmigo.

Madrid, abril 1997

BIBLIOGRAFíA:


1. Editorial: The Oimensions of the Brain. Science, 258, 199 (1992).
2. Skinner, B.F. About Behaviorism. New York: Knopl (1974).
3. American Psychological Association. Citation lor outstanding liletime contribution to psychology: B.F. Skinner. American Psychologist, 45, 1205 (1990).
4. Donahoe, J.W. Skinner: the Darwin 01 ontogeny? In Catania, A.C. and Harnad, S. (Eds). The selection 01 behavior: The operant behaviorism 01 B.F. Skinner: Comments and consequences (pp. 36-38). Cambridge: Cambridge University Press (1988).
5. Bruner, J. Acts of Meaning. New York: Doubleday (1990).
6. Skinner, B.F. The Technology of Teaching. New York: Appleton-Century-Crofts (1966).