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Discurso de Jay Seth Rosenblatt "Principios de una teoría general de las causas fisiológicas de la conducta maternal"

Con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa en Psicología por la UNED

Todo lo que conocemos sobre las causas fisiológicas de la conducta maternal en mamíferos, se ha aprendido en los últimos 30 años a través, fundamentalmente, del estudio de un número pequeño de especies que incluyen la rata, así como otros roedores como el conejo, ratón y otros animales tales como la cabra y la oveja. Los primates, incluyendo los seres humanos, han sido poco estudiados desde el punto de vista fisiológico, aunque la interacción conductual entre madre e hijo, el "amor maternal" como Harlow lo llamó, ha sido sujeto de estudio en muchos e interesantes trabajos. Yo creo, sin embargo, que nos encontramos en el umbral de ser capaces de definir varios principios generales que se pueden aplicar a todos los mamíferos y que guiarán la investigación en el siguiente período. En esta conferencia explicaré cómo se ha ido avanzando en la consolidación de estos principios.



Hemos pasado muchos años estudiando a las hembras cuando estaban cuidando a sus crías. A la ejecución de esa serie de comportamientos se le denomina Conducta Maternal. Creímos, asímismo, que mediante estos estudios podríamos identificar sus causas fisiológicas. En la rata y otros pequeños mamíferos cuyas crías nacen inmaduras, estas conductas son de amamantamiento, de lamidos y limpieza de las crías, construcción del nido para agrupar a la camada y mantenerla caliente, conducta de recogida de las crías cuando se desplazan fuera del nido y protección de las mismas ante posibles predadores. En la oveja, las crías nacen ya con un buen desarrollo motor, y por ello su conducta maternal consiste en dirigir al recién nacido hacia el rebaño donde la madre se alimentará y donde amamantará, lamerá y llamará al neonato si se separa de ella. En los primates, los bebés son agarrados y abrazados por la madre o ellos mismos trepan sobre ella, siendo alimentados, limpiados, y protegidos por sus madres.

Para nuestra sorpresa, estos estudios realizados durante un largo periodo de tiempo, no han logrado identificar las causas fisiológicas de la conducta maternal. Comenzamos, incluso, a dudar sobre la posibilidad de poder identificarlas con las técnicas usuales de estudio. Lejos de desanimarnos, encontramos un nuevo método de transfusión sanguínea de una rata, justo después del parto, a otra rata hembra virgen, esperando que en la sangre de la nueva madre se encontraran sustancias capaces de provocar el comportamiento maternal en la virgen. La hembra receptora de la transfusión mostró conducta maternal en pocas horas. Por primera vez, gracias a este experimento comenzamos a buscar las causas fisiológicas de la conducta maternal en la gestación y en el parto, cuando la sangre contiene las hormonas que causan este comportamiento.

Con esta idea fuimos capaces de hacer algunos progresos y pronto varios laboratorios comenzaron a utilizar tratamientos hormonales que de forma clara estimulaban la conducta maternal en hembras que no eran gestantes. Las hormonas que comenzaron a ser más familiares en este sentido, por estar presentes durante la gestación y durante el parto fueron, inicialmente, el estrógeno y la progesterona, y más tarde se incluyeron la prolactina, una hormona hipofisaria y la oxitocina, una neurohormona u hormona cerebral, a las que se les adjudicaron funciones importantes como copartícipes de la emisión de la conducta maternal.

Actualmente empezamos a entender cómo estas hormonas causan el comportamiento maternal. Primero, preparan el cerebro durante la gestación para reaccionar a los cambios hormonales que ocurren al final de este período. Cuando el cerebro ya está "preparado", las hormonas al final de la gestación inducen la aparición del comportamiento maternal. La preparación del cerebro consiste en un incremento del número de receptores proteínicos hormonales que pueden responder a la prolactina y a los estrógenos. Además, cuando estas hormonas aumentan sus niveles al final de la gestación, muchas zonas del cerebro son estimuladas y esto causa el inicio de la conducta maternal. En otros mamíferos, tales como la oveja o un pequeño primate de América del Sur y Central de la familia de los Callithricidae, la estimulación hormonal al final de la gestación que causa la conducta maternal ha sido ya encontrada sin embargo no se ha estudiado aún la preparación del cerebro involucrada en el proceso.

Nos sentimos realmente entusiasmados con esta serie de hallazgos y creímos que podíamos comenzar ya a resolver el problema de las causas fisiológicas de la conducta maternal. Fue, por otra parte, una gran sorpresa descubrir que estas hormonas no eran efectivas tras el parto. De hecho, estas hormonas no eran necesarias una vez que el neonato estaba presente y la conducta maternal se había ya establecido. Esta evidencia nos llevó a la siguiente pregunta: ¿Qué mantiene la conducta materna de la madre una vez que ésta ya ha sido establecida? Nos debemos detener aquí brevemente para introducir otro hallazgo científico que llegó a ser importante.

Encontramos, casi, accidentalmente, que las crías podían causar la conducta maternal en cualquier hembra (e incluso cualquier macho) siempre que estuvieran en contacto físico diario durante aproximadamente una semana. Cuando la hembra comienza a ser maternal en estas condiciones, su comportamiento se asemeja mucho a la conducta que muestran las madres naturales después del parto, exceptuando la provisión de leche, obviamente al no ser hembras lactantes. Hemos mostrado, por tanto que esta conducta maternal no está basada en las hormonas. Encontramos aquí la respuesta a nuestra pregunta: existen dos tipos de conducta maternal, la causada por hormonas y la causada por la estimulación de las crías.

Hemos propuesto que la conducta maternas que aparece en el parto, está causada por hormonas, pero la conducta maternas que aparece tras el parto es provocada por la estimulación de las crías hacia la madre, y puede ocurrir sin esas hormonas. Esta es la causa por la que en nuestros primeros experimentos no podíamos encontrar las hormonas que causaban la conducta maternal tras el parto. La conducta maternal causada hormonalmente desaparece gradualmente después del nacimiento mientras que la causada por la estimulación de los neonatos empieza entonces. Al superponerse ambos tipos de comportamiento, no es posible observar ningún cambio comportamental en la conducta de la madre. Este período de superposición se denomina período de transición y durante el mismo es muy importante para la madre estar en contacto con su progenie en un espacio de tiempo tan cercano al nacimiento como sea posible.

La misma secuencia ocurre en la oveja. La madre es estimulada por las hormonas que causan su conducta maternal inicial en el parto, pero después la madre necesita estar en contacto con su cría. Si ésta es separada de la madre en el momento del nacimiento, la conducta maternal desaparecerá unas 24 horas. Normalmente, sin embargo, la cría permanecerá tras el parto con la madre en estas especies, aprendiendo a reconocer así la madre el olor procedente de su cría con respecto al de crías extrañas. Sólo permitirá a su propia cría acercarse a ella para amamantarla. Esta situación entre las ovejas ha atraído la atención de aquellos que prestan cuidados a las madres durante el parto como son los obstetras, enfermeras y matronas. Han utilizado este modelo para el tratamiento de las nuevas madres durante el alumbramiento. En muchas de nuestras maternidades no se separa al bebé de su madre tras el nacimiento, práctica que se lleva realizando ya desde hace varios años. De hecho se sitúa al bebé en contacto directo con el cuerpo de la madre y permanecen así durante horas. Esto asegura que la madre cree y sienta una fuerte unión con su hijo, y ello represente el mejor punto de partida para el desarrollo posterior de esta unión. En muchos hospitales se permite a los padres estar presentes en el parto de manera que intervengan también en este contacto físico con el bebé, formando parte activa de esta unión.

Las hembras de diferentes especies de mamíferos como la rata y muchas otras entre las que se incluyen las humanas, no encuentran atractivas a las crías de forma inmediata. De hecho pueden, incluso, llegar a evitar a las crías si pueden. Entre las ratas encontramos que si podemos evitar que las hembras huelan a las crías, al menos entre las ratas, se conoce como cualidad no atractiva el olor de las crías. Cuando las hembras son capaces de oler entran entonces en un conflicto: quieren estar con las crías pero necesitan también evitar su olor. Así permanecen alejadas de los neonatos hasta que gradualmente van siendo capaces de tolerar el olor procedente de las crías, proceso que puede durar varios días hasta que comienzan a expresar conducta maternal. Cuando estas hembras sin experiencia previa en el cuidado de las crías se encuentran en pleno conflicto de evitación de las mismas, suelen expresarlo mediante diferentes pautas comportamentales más o menos fijas como son estiramiento de sus cuerpos mirando las crías, permaneciendo a cierta distancia, olisqueo del aire, aparente deseo de aproximación hacia las crías pero a la vez tratan de evitarlas. Podemos tocar el recién nacido con la punta de nuestro dedo y sin embargo, la hembra no le protege con su cuerpo. Para superar este conflicto las ratas hembras necesitan, normalmente, varios días a menos que sean estimuladas por hormonas, en cuyo caso ello sucederá muy rápidamente.


Mis colegas en la UNED han estudiado un sistema sensorial, el sistema vomeronasal, que es el que la hembra utiliza para oler a las crías. La estimulación de este sistema retrasa la aparición de la conducta maternal en las hembras vírgenes, indicando que forma parte de este sistema de evitación. Los Drs. Guillamón, Segovia y Del Cerro han llegado más allá que cualquier otro grupo de investigación en el conocimiento de las causas hormonales y neuroquímicas del desarrollo de sistema vomeronasal, así como en las diferencias en la estructura y función de este sistema entre machos y hembras y su papel en la conducta maternal.

La teoría de aproximación-evitación de la conducta maternal que acabo de describir fue estudiada en primer lugar en ratas vírgenes, aunque pensamos que podría aplicarse a las propias madres durante el parto. Muy pronto, después del parto, desaparece la evitación de los olores de las crías que presenta la rata hembra, convirtiéndose en atractivos. Creemos que este cambio de una conducta positiva a una negativa es debido al efecto de las hormonas sobre los sistemas olfatorios principal y vomeronasal. En la oveja, en la que estos mismos cambios también tienen lugar, el olor del cordero recién nacido es especialmente efectivo en la estimulación del sistema olfatorio minutos después de que la hembra ha parido a su cría y comienza activamente a cuidarla.

Con esta revisión histórica, podemos formular los principios para una teoría general de las causas fisiológicas de la conducta maternal tras 30 años de investigación. Esta teoría incluye las siguientes ideas que han sido presentadas a lo largo de esta exposición:

1. Las causas fisiológicas más importantes de la conducta maternal ocurre durante la gestación y en el momento del parto.


2. Estas consisten en la estimulación hormonal de dos tipos: la que prepara a la hembra para reaccionar más tarde a los cambios hormonales, y la que causa la aparición de la conducta maternal.


3. La conducta maternal tiene dos fases: La aparición de la conducta maternal es causada por la estimulación hormonal pero su mantenimiento es no-hormonal, siendo causado por la estimulación procedente de las crías. Existe un período o fase de transición en la que se cambia de la estimulación hormonal de la conducta maternal a la estimulación de las crías de la conducta maternal cuando las hormonas no cumplen ya su papel.


4. Las hormonas y otros factores que causan la conducta maternal reducen el rechazo de las hembras hacia las crías permitiéndolas aproximarse a ellas, superando así ese conflicto. Las hormonas tienen este efecto mediante su acción sobre varios sistemas sensoriales, muy especialmente, sobre los sistemas olfatorios principal y vomeronasal, así como sobre regiones neurales implicadas en la motivación maternal localizadas en el cerebro.

Madrid, abril 1997