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Cádiz, Alberti y la Constitución de 1812


Podríamos comenzar la crónica de nuestra última ruta, celebrada por tierras gaditanas, de muchas maneras.

Desde luego recogiendo las palabras de don  Benito Pérez Galdós al comienzo de su libro, uno de los Episodios Nacionales y que lleva por título el nombre de  Cádiz  “ … y recorrí, con otros compañeros  (…) el largo istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separada de Cádiz”, como piropo no tiene parangón.

O por las palabras que le dedicó el poeta Luis García Montero, como figuraba en nuestra documentación.

También podríamos  empezar por contar que una  de las habitaciones  que nos dieron en el  hotel  llevaba por  nombre el de Diego Muñoz Torrero,  que así al pronto poco nos dijo y que una vez contemplado el retrato que presidía el cuarto nos dijo menos y sobre todo nos dijo raro, aunque,  afortunadamente,  el libro del  escritor canario enseguida nos aclaró que se trataba de uno de los padres de la Constitución del 12 y no de los peores.




O hablando de la cantidad de elementos comunes que encontramos en todas nuestras rutas y que las une, a todas ellas, por ese relato oculto por el que  el escritor Juan Marsé llegaba de los labios de Marilyn Monroe a su boca, de él, transitando por esos lazos escondidos que unen los pequeños gestos de las gentes.  Los elementos que no nos suelen faltar en las rutas:

- La poesía.  En castellano, catalán, gallego o euskera,  la poesía y los poetas nos acompañan siempre. En Cádiz, por supuesto Rafael Alberti. Poeta y militante.  Comunista y poeta.

-Las bodas. No hay ruta que se precie que no haya tenido la suya, en esta ocasión un hermoso cadillac aparcado frente a la iglesia de los dominicos en Sanlúcar de Barrameda,  nos puso sobre su pista, también los tocados que llevaban las señoras que parecen haberse incorporado como parte indisoluble del atuendo bodil (Nieves, amiga y rutera  explicó que forma parte del timo-venta de los trajes para acontecimientos varios con la excusa de la nuera de la reina de Inglaterra).

- Los churros. Sobre todo en la rutas del sur nos son imprescindibles, aquí también los encontramos en El Puerto con una churrera arreglada como para una boda, de las de arriba, con tocado y todo,  pero vendedora de la rica masa frita. Notable consiguieron en el ranking.

-Y el fútbol. Otro de nuestros acompañantes, en esta ocasión y desde luego marco incomparable la ciudad de Cádiz y la Constitución de 1812, (con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones) para celebrar la victoria de “la roja” contra los “franchutes”… que ni pintao.

Sí, cualquiera de estos comienzos serían ciertos porque todo eso pasó y mucho más que iremos relatando pero si de verdad queremos hacer honor a la ruta gaditana,  deberemos empezar por aplaudir la organización y la entrega que durante todo el desarrollo de la misma nos  depararon  los amigos de la UNED,  desde el director del Centro Asociado de Cádiz, Jesús Mora, los profesores,  José María Santamaría, Manuel Barea, Pepe Pallarés, Pedro Parrilla… Y sin olvidar a sus consortes, todas ellas entregadas a nuestro cuidado y explicación de todo lo que por allí acontecía. Gracias

Puntualidad, buena organización y sobre todo el agradecimiento de todos los viajeros porque se produjo, por primera vez desde el comienzo de estas rutas, allá por el año 2008 un acontecimiento digno de primera página. Nunca antes, nunca, habíamos tenido tiempo, en las apretadísimas agendas de los viajes,  para unos minutos de…  siesta. Sí,  la siesta,  ese invento español, seguramente andaluz, que nos hace estar en el centro de la cultura del mundo.

La tarde del sábado entre las 15,45 y las 16,45 pudimos disfrutar de unos minutos para estirar las piernas y refrescar los cuerpos. Única vez en esta pequeña intrahistoria nuestra. Lo conseguimos en Cádiz y gracias a nuestros magníficos anfitriones.

La alegría era tal que no sabíamos si teníamos que gritar ¡¡Viva La Pepa o Viva la Siesta¡¡



De paseo

Cádiz es una ciudad sorprendente a la que los tópicos no hacen justicia. Su luz no tiene comparación, su situación geográfica, rodeada de mar,  hace que  esta  se multiplique por todos lados.  Y en Cádiz comenzamos  esta  ruta en la que mezclamos, muy sabiamente,   a Rafael Alberti con una constitución, no con la de 1812  de la que no tenemos  fotografía, por supuesto,  pero  sí de la de 1978,  y  esa fotografía es la del poeta gaditano, en las recién elegidas Cortes democráticas, bajando las escaleras del hemiciclo, del brazo de Dolores Ibárruri, la Pasionaria, para presidir  la sesión del Congreso que daría a  luz el nuevo texto constitucional.

Y empezamos por el principio, en la sede de la UNED de Cádiz, un hermosos edifico en el que, como en toda la ciudad,  tres veces milenaria, se da una patada a una baldosa y salen restos arqueológicos valiosísimos,  y con la presentación de nuestros anfitriones por  entonces, amigos a las pocas horas.

José María Santamaría fue el encargado de abrir el paseo matutino que comenzamos en la misma plaza de San Antonio en la que se ubica la UNED, un pormenorizado vistazo siguiendo el movimiento de las agujas del reloj nos fue conduciendo por sus diferentes edificios:

Y nos contó que la plaza de San Antonio se construyó en el año 1656 que a principio del siglo XIX  pasa a llamarse plaza de la Constitución, por haber sido este lugar donde el 19 de marzo de 1812 se proclamó la Constitución. En 1937 se le denomina plaza de José Antonio Primo de Rivera y con la llegada de la democracia vuelve a denominarse plaza de San Antonio.  Un pequeño repaso a nuestra historia.

Además de la Iglesia, que fue terminada en el año 1669,  los edificios más característicos de la plaza son, la antigua Biblioteca de Temas Gaditanos entre Ancha, calle que remite directamente al año 12 y a la recién estrenada libertad de prensa,  y presidente Rivadavia, casa palacio de estilo Isabelino del año 1858, donde estaba el conocido “Café Apolo”, lugar en el  que se reunían algunos gaditanos para conspirar. En el  numero uno  la casa palacio  de la banca Aramburu.  Antiguamente esta plaza estaba rodeados de parterres,  actualmente se encuentra rodeada de naranjos, y  en la parte interior unos magníficos magnolios en flor  ; no,  no eran ficus, Luci, eran magnolios, nos dieron sombra durante las interesantes explicaciones del profesor Santamaría.
En esta plaza,  a parte de la proclamación de las Cortes de Cádiz, se han celebrado eventos varios,  juras de banderas,  el pregón en carnavales y alguno más extravagante como en  el que  se coronó,  canónicamente,  a la Virgen del Rosario Patrona de Cádiz.


Pena de que esto sea un texto y no un video porque los chistes escritos, pierden, no son lo mismo, pero José María es un gran contador de chirigotas y aquí empezó con la primera, la invención de la tortilla francesa, llamada  así  debido a la escasez de papas en la sitiada ciudad  por  las tropas de esa nacionalidad.

Una visita no esperada a la “sede del casino provinciano” que diría otro de nuestros poetas al que también acompañamos en otras rutas y camino del Museo  de Cádiz, situado en la plaza de la Mina,  suma del museo Arqueológico y  del de Bellas Artes,  en el que nos esperaba su director para darnos cuenta de las maravillas que en él albergan.  Sobre todas las piezas allí expuestas que son numerosas y bellas, joyas que ya quisieran hoy imitar los más afamados diseñadores, cerámicas, escultura…  destacan sus dos sarcófagos antropomorfos fenicios , ella y él,  únicos ejemplares encontrados hasta la fecha en España,  en toda Europa sólo existen, además de estos, algunos en Sicilia. Estas piezas gaditanas confirman el destacado papel de Gadir en el mundo fenicio (con anécdota, la  del buscador de tesoros que  muere sin encontrar el suyo que, cómo no, se encuentra en los cimientos de su  propia casa).


Empieza la Constitución

Y después  la Plaza de España con su monumento a la Constitución gaditana y en la que  el profesor Manuel Barea nos fue desgranado la simbología del conjunto arquitectónico erigido para conmemorar sus primeros cien años,  mientras daba cuenta de los principales acontecimientos que rodearon a la, ahora,  bicentenaria constitución:

El levantamiento madrileño del 2 de mayo de 1808 contra la invasión francesa, la resistencia espontánea, la organización para enfrentar a los ejércitos napoleónicos y proclamación de la Junta Suprema Central Gubernativa, que fue cambiando su sede: primero Aranjuez, luego Sevilla, San Fernando y finalmente Cádiz. 

La Junta se plantea la reconstrucción el estado Español, con normas distintas de las de la monarquía absoluta y de ahí la necesidad de una nueva Constitución.
El 19 de marzo, día de San José,  (La Pepa) de 1812, las Cortes Generales de España la promulgaron,   estuvo vigente hasta marzo de 1814 y luego también entre 1820 y 1823, durante el Trienio Liberal.

Y continuamos paseo, ya con los pies un poco más lentos y eso que Cádiz nos recibió con sus mejores galas, un maravilloso día de verano pero con viento fresquito de poniente lo que hizo de toda esa mañana un maravilloso caminar, luego hacia la plaza de Argüelles, la Alameda que estaba reventona de  buganvillas, en tonos lilas,   que se escapaban por todos los rincones del jardín y la iglesia del Carmen,  de esbelta  fachada  con tres cuerpos con pilastras adosadas.

Y  por fin llegamos al mar, porque para estar en una ciudad tan marinera como Cádiz ese mar que envuelve toda la ciudad se nos había hurtado durante unas horas. Los castillos de Santa Catalina y San Sebastián que flanquean la popular playa de La Caleta,  llena hasta los topes de bañistas en ese sábado víspera de San Juan, fecha que nos impidió entrar en los castillos  porque dada la larga noche de pólvora que se esperaba habían restringido el paso al público para evitar problemas,  con el material inflamable que, de nuevo, llenaba sus torres.

No nos importó porque nos permitió disfrutar de un ratito más  de playa y pescadores  y de la lectura de textos de Fernando Quiñones, autor al que Pepe Pallarés admira y al que le dedicó un hermoso homenaje en esa “su” playa. Algunos aprovechamos, también,  para el personal homenaje a otro poeta, esta vez del cante, y repasar alguna de las Mil y una historias de Pericón de Cádiz,   que suceden  en esa misma playa que contemplábamos.

Y  a caminar  de nuevo por el barrio de La Viña, cuna festiva de la festiva ciudad gaditana,  donde  comienzan sus mejores festejos, desde luego  el carnaval, en ese espléndido Teatro dedicado a otro insigne gaditano, Manuel de Falla,  buscando el lugar del almuerzo. Pillamos la silla casi con más gana que la cerveza fría, que ya es pillar. Salmorejo y pescado frito, buena combinación.

Aquí el momento histórico reseñado más arriba en el que ¡¡aleluya¡¡¡ no tuvimos que salir corriendo sino que pudimos volver un ratito al hotel, lo agradecimos vivamente. Sobre todo las más ricas en años y en rutas.

Durante la tarde,   a la que sumamos más lecturas de las que ya habíamos realizado durante la mañana, retomamos la visita a la ciudad comenzando por su catedral, la nueva,  en la que nos esperaba el arquitecto José Mª Estévez que nos la mostró por el derecho y por el revés,  mientras entonaba su pena por la fea malla que cubre toda su parte alta para evitar que los cascotes,  que caen sin permiso de autoridad religiosa ninguna,  descalabren a turistas y/o feligreses.


En Cádiz llueve de lado, comentaba el arquitecto para justificar los estragos que agua y viento hacen en todos los monumentos de la ciudad. Ventajas e inconvenientes.

La singularidad del edificio reside en la fusión de la tradición de las grandes catedrales españolas con las formas procedentes del barroco italiano, la planta es de origen gótico, con potente girola y rico movimiento de líneas.

A arquitecto “muerto” arquitecto puesto,  mientras van pasando los años y las modas arquitectónicas se transforman.  La lista de los que dejaron su impronta en la catedral es numerosa, incluidos  un tío y su sobrino, que acorta la altura prevista de cúpula y torres, a las que coronó de estatuas, introduciendo el gusto francés,  en el año 1796 se paralizan las obras…

Y de allí a otra catedral pero esta vez laica, tan laica que proclamó el fin de la Inquisición, aunque en su redacción intervinieron muchos sacerdotes. El oratorio de San Felipe Neri,  iglesia convertida en Congreso, el lugar en el que se firmó la Constitución y que Galdós retrató maravillosamente en su obra “Cádiz”:

“Tenía la iglesia sus tribunas laterales, que fueron destinadas a los diplomáticos, a las señoras y al público distinguido y en los pies del edificio abriéronse dos nuevas con barandal de madera, que se dedicaron al pueblo en general y que este invadió desde las primeras sesiones, alborotando más de lo que parecía conveniente al decoro de su recién lograda soberanía”

El profesor Pedro Parrilla fue el encargado de introducirnos en los antecedentes históricos que condujeron a la Constitución que en ese lugar se firmó.  Carlos IV y su hijo, el traidor Fernando VII, los afrancesados españoles entre la espada, la patria y la pared, las luces que Francia representaba, Napoleón, la ciudadanía que acoge a los diputados a las cortes gaditanas son mayoritariamente analfabetos, sus diputados son mayoritariamente sacerdotes… y al final un ¡¡Viva la Inquisición,  vivan las caenas¡¡¡, esos gritos  tan patrios  que acogieron la vuelta del rey que junto a otros posteriores nos siguen avergonzando.

Después,  impregnados del  espíritu liberal  frente al absolutismo decidimos, democráticamente inmortalizarnos  en la tradicional foto del grupo de viajeros que plasmamos  en la fachada de “juegos reunidos san Felipe Neri” como la llamó una rutera,  por la cantidad de placas instaladas en su fachada. Y  vuelta al asunto religioso, con los dos niveles de la Santa Cueva, el de abajo, desnudo y tristón y el de arriba,  recargado y al que salva un par de murales del maestro Goya, afrancesado de pro, ”colaboracionista”,  que se animó a unas pinturas religiosas muy lejanas a sus obras habituales pero a las que dota de todo su talento, esa última cena con todos asistentes tirados en el suelo con las túnicas… bellísima.

La tarde seguía transcurriendo tan de acuerdo con el tiempo que nos volvió a sobrar un ratito que el profesor Parrilla, incansable y ameno conversador y divulgador entregado, nos hizo aprovechar para ver la Cádiz medieval, que también existe, antes de prepararnos para asistir al último acto, programado, del día un hermosos concierto de la Orquesta “Plectrum Gaditanum” de la que ya tuvimos noticias en las Noches de la UNED y en la que participa con su guitarra nuestro versátil José María Santamaría.

La orquesta magnífica, el repertorio inmejorable pero la cara de la directora … inenarrable o de cómo se puede dirigir una orquesta con los labios.

Terminamos tarde pero era la noche más larga del año y claro,  algunos se animaron a las hogueras de San Juan en La Caleta.

En Cádiz tuvimos la suerte del principiante y el viento de poniente nos salvó el día de caminata, pero a la mañana siguiente las temperaturas empezaron a subir, nos contaron que por la noche aprovechando San Juan y las hogueras,  el temible levante había hecho su aparición en la bahía y la temperatura subió y subió y subió.




A El Puerto

Salimos en autobús hacia El Puerto de Santa María. Por el camino muchas imágenes una de ellas:  un varón sesentón, enorme barriga cervecera que se le escapa por una camisa a punto de reventar, moreno, muy moreno,  pero a cachos, la sombrilla al hombro  y colgando de su largo palo, las sillas y hamacas playeras, en las manos numerosas bolsas con logos de supermercados rebosando refrescos y comida. El aguerrido guerrero se adentraba en las procelosas arenas playeras para plantar su pica, no en flandes sino en gades, a la espera de la llegada de la familia. El domingo estaba recién comenzado, nos hubiera gustado ver el final del día.

En El Puerto de Santa María, la casa de Alberti cerrada a esa hora nos permite elegir entre colegiata o churros, por lo contado más arriba ya se sabe de la elección. Charla, muy de acuerdo con el espíritu constitucional del doce,  sobre  si  Pemán o Alberti, la mujer de José Mª se decanta por el primero. José Mª cuenta la anécdota de un viejo Pemán asistiendo al pregón de carnaval que un viejo Alberti dio a su vuelta a la España democrática.

En la casa de Alberti, como siempre que entramos en el mundo del exilio español, a la que estas rutas le han dedicado varios viajes, ( nota publicitaria, existe, está, es,  hay,  un libro en el que se han recogido las primeras 15+4  rutas de la UNED… solicítalo a las autoridades competentes) se encoge un poco el corazón, mientras Pepe Pallarés lee los poemas de Marinero en tierra o la Arboleda perdida,  esos paisajes que tanto añoró el poeta en sus más de 30 años de exilio…

Frente a su  retrato de marinero,  en mar  en esta ocasión,  leemos algunos de sus hermosos versos,  vemos sus fotos, sus dibujos, sus litografías, sus colores nos envuelven.

El 27 de abril de 1977, tras treinta y ocho años de exilio -veinticuatro en Argentina y catorce en Italia-, RAFAEL ALBERTI regresa por primera vez a España. Sus primeras palabras al descender del avión fueron: "Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia entre todos los españoles". Su ya hoy mítica vida está ligada, durante casi un siglo, a los acontecimientos culturales, políticos y sociales más destacados de nuestro país. Desde su filiación al Partido Comunista, su labor en la Alianza de Intelectuales Antifascistas durante la Guerra Civil, su colaboración durante la contienda junto a María Teresa León y otros intelectuales en el salvamento de importantes obras de arte de nuestro patrimonio cultural -"Las Meninas" de Velázquez, "Carlos V" de Tiziano...-, hasta su rica presidencia honoraria con Dolores Ibárruri de las primeras Cortes Democráticas... Todo ello lo convierte en un personaje singular de nuestra historia más reciente.

 Rafael Alberti ha llenado con sus versos las páginas más importantes de la poesía contemporánea. Su pertenencia a la mítica Generación del 27 lo liga al grupo de mayor esplendor poético del siglo XX, que él ha ido atravesando con una ética y dignidad ejemplares, reconocida con numerosos premios entre los que destacan el Nacional de Literatura, el Lenin de la Paz, el Nacional de Teatro y el Cervantes de Literatura.

Hacia Sanlúcar de Barrameda y la manzanilla, sin langostinos ¿serán los recortes?

El calor ya pegaba con ganas, no hay más que observar las fotos de ese día en las que todos estamos,  tal canes en paseo, pegados a la pared robando esas líneas de sombras que nos dan la vida.

El profesor Juan Caro es el encargado de enseñarnos la ciudad, una historia importante, entreverada con la historia de dos marquesados los de Medina Sidonia y los de Montpensier (María de las Mercedes no te vayas de…)

Vemos la fachada de la Iglesia de Nuestra Señora de la O  con su monumental portada mudéjar, única en su género.  A su vera la  Hospedería fundación de los duques de Medina Sidonia creada en el  sobrio palacio que fue la residencia de los duques.

En estas rutas la envidia suele aflorar en varias de sus etapas, envidia por sitios, comidas o lugares, pero la llegada a ese palacio encalado, con un jardín colmado de flores en los que algunos clientes tomaban una caña bajo la sombrilla y con un libro en las manos levantó todas las envidias, sanas e insanas de las que los viajeros somos portadores. Nos juramentamos para volver allí algún día a pernoctar y disfrutar de esas vistas entra las que destaca  la del Parque Natural de Doñana, justo enfrente.

Hablamos y preguntamos, por supuesto, de la duquesa roja, Luisa Isabel  Álvarez de Toledo, su pelea con todos, su boda  once horas antes de morir, con su secretaria de toda la vida, los archivos impresionantes que ella reunió, organizó, estudió, conservó ,  catalogó….

Ojeada rápida a la fachada gótica de las Covachas  y por fin la manzanilla, no,  no es que todo el viaje estuviera preparado para ese momento, no  hay que ser mal pensado, pero hay que reconocer que lo de las bodegas  nos gusta y esta no desmereció,  la de Pedro Romero, con visita y degustación,  nos enteramos de lo que es la manzanilla en rama, las diferencias entre vinos finos y manzanillas… y todo esto   con pregunta incómoda ¿por qué tienen barriga los barriles? soltó un rutero vasito en mano, pero antes de beber ¿eh? La cara de nuestro guía no se inmutó, pero no lo sabía, otro compañero de viaje apuntó que porque eso amplia la capacidad de los mismo… nadie le contradijo.

La comida frente a Doñana en la mismísima desembocadura del Guadalquivir , ambiente marinero  ya tan divertido que entre risas hicimos las presentaciones de todos los que habíamos compartido esos maravillosos dos días. Muchos estudiantes en su primera ruta, algunos en la tercera o cuarta, todos con ánimo para repetir,  Jesús  Mora,  resumió el empeño en el que toda la UNED de Cádiz había participado.  Aplausos calurosos y sinceros.

Gracias Jesús, José Mª, Pepe, Manuel, Ramón…

Unos en catamarán y otros en autobús volvimos a Cádiz y de allí a casa.

Hasta la próxima.


Texto y fotos: María Peñuela