Crisis económica, recesión, ajustes financieros, depresión, consolidación fiscal, creación de empleo… Todos estos conceptos, y las posibles reformas que se deben adoptar en virtud de un desarrollo sostenible, se dieron cita en un curso sobre crecimiento económico español. | ||
“Si se tratase de un vuelo aéreo, yo me presentaría como el Comandante para decirles que vamos a volar camino del miércoles, sobrepasando una serie de problemas que actualmente tiene planteados la economía española. Que volaremos, más o menos, a catorce mil pies de altura; y que si las cosas vienen mal dadas, tomaremos más altura todavía, con objeto de evitar borrascas y otras dificultades”.
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Así comenzaba su presentación el Catedrático de Hacienda Pública y Sistema Fiscal de la UNED, Leopoldo Gonzalo González, Director del curso “El necesario cambio del modelo de crecimiento económico español”, celebrado en Escuelas Pías a mediados del mes de julio. En estas palabras, el profesor dejaba implícito el objetivo del curso: proporcionar una visión de conjunto de los problemas del actual modelo de crecimiento económico español, relacionándola con la crisis económica que vivimos actualmente y planteando algunas posibles reformas a aplicar basadas en el desarrollo sostenible. El campo de problemas que ofrece la economía española en su situación actual es muy amplio. Son muchos los temas, muchos los problemas y dificultades y resultaría imposible abarcarlos todos en profundidad en un curso de estas características. Por eso, como decía Leopoldo Gonzalo, se ha querido “seleccionar aquellos problemas más relevantes, en función de la especialidad de cada uno de los ponentes que se han convocado”.
Una de las preguntas que el profesor Gonzalo lanzaba a los estudiantes era ¿Cómo hemos llegado hasta donde hemos llegado? “Lo que en principio parecía que era una crisis pasajera, un pequeño susto más (como aquella crisis de los neocon del año 1981)”, comentaba el profesor, “se ha ido transformando de crisis persistente en una recesión, y Dios quiera que no sea en una depresión profunda. Se habla ya de la gran recesión, y se nos anticipa también que es algo que puede prolongarse, probablemente, por un decenio o más”. Especialmente después de las medidas adoptadas por el Gobierno español para recuperar el crecimiento económico, se ha dicho en muchos foros que no vamos a volver a vivir como vivíamos, hasta dentro de mucho tiempo. Según el profesor Gonzalo, “los políticos no deberían decirnos a todos los ciudadanos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Quien más, quien menos, ha vivido con arreglo a las posibilidades que se ha procurado con su trabajo personal y con su esfuerzo; y otra cosa es ese monstruo que hemos creado que es el Estado de las Autonomías”. Para Gonzalo, esta es una de las causas fundamentales de la situación en la que nos encontramos, aparte de otras que se vieron a lo largo del curso.
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En aquel verano empezamos a conocer estas novedades financieras, que se sumaron a los problemas domésticos que ya tenía la propia comunidad española: las hipotecas basura (subprime), los productos estructurados financieros, los derivados,… En EEUU, en la época del Presidente Clinton, se descubrió que el modelo europeo del sector inmobiliario era muy ventajoso, ya que generaba un gran volumen de empleo y a los ciudadanos les dotaba de un activo que suponía un elemento patrimonial muy estable, lo que además hacía posible la solicitud de créditos de garantía real, y no solo personal. “Esto supuso una invitación (y esto es semejante a lo que ha sucedido en España) en la concesión de préstamos hipotecarios sin demasiadas exigencias respecto de la solvencia de los prestatarios”, explicaba el profesor . “Además, incluso, concediendo créditos superiores al valor de lo que se adquiría, muy alegremente, porque era mucho más importante para las entidades financieras tener un cliente de por vida (recuerden los préstamos hipotecarios a 40 años), dejando a los descendientes, los causahabientes, un patrimonio con un pasivo, que era redimir un crédito hipotecario pendiente”. Pero no solo pone el ojo de mira en las entidades financieras, sino también en los prestatarios que, teniendo mejor información sobre sus posibilidades económicas, actuaron “sin asegurarse de si eran capaces de responder a sus compromisos crediticios en el futuro”. | ||
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Inma Luque Galán
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