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LAUDATIO José Manuel Caballero Bonald

Doctor Honoris Causa por la UNED 2013

Francisco Gutiérrez Carbajo, Catedrático de Literatura Española en la UNED


Sr. Rector, autoridades, queridos amigos.

Hoy se incorpora al claustro de nuestra Universidad el escritor de máxima excelencia ética y estética de la literatura contemporánea. Su vida, su pensamiento y su creación han abierto fronteras y han universalizado nuestra manera de sentir, de soñar, de indagar y de comprender el mundo. Ha incorporado, además, a la cultura esencias populares, como el flamenco, que completan y explican nuestras emociones más subterráneas; con el logro añadido de haber integrado esta vertiente artística en el ámbito académico del que tanto tiempo estuvo excluida.

Para muchos de los que hemos tenido la suerte de compartir horas, siempre demasiado cortas, con él, su grandeza y honestidad es una brújula ante la tentación de vanidades huecas. Tuve el honor de intervenir con Caballero Bonald ya a comienzos de los setenta en un jurado literario, y desde entonces se ha ido acrecentando nuestra amistad, a la vez que mi admiración por su obra, que he analizado (1), he editado (2) y he explicado. Muchísimas gracias por haberme encargado esta laudatio.

José Manuel Caballero Bonald nace en Jerez de la Frontera en noviembre de 1926 y vive hasta los diecisiete años en una casa de la calle Caballeros. En esta calle, en la Porvera, y sobre todo en el barrio de Santiago, oye muy pronto los estremecedores cantes: “Desde la Porvera/hasta Santiago/ las fatiguitas, mare, de la muerte/ me s’arrodearon”.

Son años de semilla, de crecimiento que adquieren el carácter de ficción En la casa del padre. De la infancia y primera adolescencia evoca, entre otros acontecimientos en sus memorias, la elección de Azaña como presidente del gobierno, el golpe militar y los primeros fusilamientos de la guerra. Uno de los más dolorosos es el del médico de cabecera de la familia y viejo amigo de su abuelo Rafael, don Ezequiel Dorrego, compañero de Negrín en la Facultad de Medicina de Madrid (3). Otro recuerdo nítido es el de la primera vez que contempla el mar en Sanlúcar de Barrameda. El mar, presente ya en sus primeras lecturas de Jack London y Conrad, ejercerá siempre en él una especial fascinación.

Detrás de lo que escribe Caballero Bonald está el alma de Caballero Bonald, un espíritu que nunca se ha dejado vencer ni convencer, ni manipular. Su dimensión moral viaja hasta nosotros en palabras luminosas, reveladoras y en un constante e inquebrantable compromiso social que le une a sus semejantes hasta la más profunda comprensión de las flaquezas humanas.

Después de once años en el colegio de los Marianistas, inicia unos estudios que definen al hombre que no solo anhela desarrollar su pensamiento sino también su mundo sensorial y emocional. El tacto y la idea como proceso creativo. Quizá por eso elige estudiar al mar y al hombre. Cursa Náutica y Filosofía y Letras (4). Junto a los manuales al uso, lee por su cuenta las Odas de Horacio, las Sátiras de Juvenal y a los románticos ingleses. En los programas se incluyen los modernistas españoles e hispanoamericanos y los simbolistas franceses, con los que va fortaleciendo su imagen poética.

Pero no sólo le interesa indagar en los asuntos y en las técnicas constructivas de los textos para incorporarlas a su propia creación sino que desea también transmitir esas claves a los demás, y ese reto le lleva a impartir clases en varias universidades, a trabajar en revistas literarias, en editoriales y en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española. Es casi imposible poder abarcar la extensa formación de un intelectual tan completo que nunca se contentó con lo que ya sabía y siempre fue más allá.

En Madrid se relaciona con los integrantes del “realismo” crítico” con la llamada “juventud creadora” y con artistas plásticos como Pancho Cossío, Caneja, Cristino Mallo, Quirós… Rafael Zabaleta, Gregorio Prieto y José Caballero. Este último ilustra su libro de poemas Memorias de poco tiempo (1954). A su vez el poeta escribe varios textos sobre la pintura de Pepe Caballero.

La llegada de Ruiz Jiménez al Ministerio de Educación permite un congreso de poesía en Segovia. En él coincide con escritores extranjeros, como Giuseppe Ungaretti y con los españoles Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Cela, Panero y Dionisio Ridruejo. En Madrid sigue desarrollando su actividad literaria, con desplazamientos y estancias en otros lugares, como Francia, Alemania, Palma de Mallorca, Barcelona, Colombia, Cuba, y Portugal. En Barcelona lo acogen, entre otros, Gabriel Ferrater, Gil de Biedma y Carlos Barral. En Palma de Mallorca es subdirector de la revista Papeles de Son Armadans, que aparte de ser una tribuna de difusión cultural, convoca en un congreso a Tristan Tzara, Américo Castro, Jorge Guillén, López Aranguren, Blas de Otero y Eduardo Cote. Cote y Jorge Gaitán lo animan para que imparta clases en la Universidad Nacional de Colombia.

Los años de Colombia son decisivos: escribe su primera novela, nace su primer hijo, y se vincula al grupo de la revista Mito, integrado, entre otros, por Gabriel García Márquez, Pedro Gómez Valderrama, y los mencionados Cote y Gaitán. Allí se adentra en el mestizaje, que ha constituido siempre un factor esencial en su trayectoria vital y literaria (5). Esta complejidad comunicativa entre las distintas razas y culturas, así como la hibridación y el sincretismo, los experimentará más intensamente en Cuba. Viaja a la isla en 1965, invitado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos –el ICAP- y vive el primer tramo de la revolución triunfante, acompañado en el momento inicial por Juan Marinello, especialista en José Martí Se entrevista con el Che, con Fidel Castro y con el demiurgo Lezama, y recorre –con Nicolás Guillén y Alejo Carpentier- buena parte de la geografía y de la literatura cubanas. Allí coincide con Blas de Otero, que había publicado en La Habana su libro Que trata de España. Caballero Bonald, por su parte, editaría en 1968 Narrativa cubana de la revolución, y nunca pierde la conexión con la cultura y con la gente de América. En Madrid acompaña a Borges, cuando llega invitado por el Instituto de Cultura Hispánica, y en relación con la literatura iberoamericana están algunos de los viajes a distintos lugares de Europa, como el de Génova en 1964, juntamente con Carlos Barral y Alfonso Sastre. En el congreso de Génova, conoce a Giorgio Bassani y a un buen número de escritores iberoamericanos relevantes: Guimarâes Rosa, Ciro Alegría, Arguedas, Roa Bastos, Asturias, Arreola... A alguno de ellos, como a Arguedas, lo trata bastante, y más tarde, con el descubrimiento de su novela Los ríos profundos, le llega la noticia atroz de su suicidio.

Otro congreso lo conduce a Rotterdam en 1970, y aprovecha para visitar Amsterdam, La Haya y Leiden. José Batlló, que edita su Antología de la nueva poesía española en 1968, lo acompaña a las sesiones de Rotterdam, en las que también participan Tennessee Williams, Vassilis Vassilikos y Wole Soyinka. En 1974 asiste en México a un homenaje a León Felipe, comparte luego con los portugueses la alegría de la revolución de los claveles, y en 1979 se traslada a Polonia acompañado por Alfonso Grosso a un simposio sobre literatura y política en América Latina. En 1980 es invitado por la Universidad de Puerto Rico para impartir varias lecciones sobre su obra novelística. Entre los años 1985 y 1988 tienen lugar nuevas estancias en Estados Unidos.

A partir de estas fechas decrece su ritmo viajero, aunque ello no le impide realizar nuevas salidas al exterior, navegar por la bahía de Cádiz, y trasladarse de Sanlúcar a Madrid y de Madrid a Sanlúcar y Jerez, los centros geográficos sobre los que giran en estos últimos años su vida y su literatura. En Jerez de la Frontera se inaugura oficialmente el año 2000 la sede de la fundación Caballero Bonald, de reconocido prestigio por su labor de difusión de la cultura. Es nombrado Hijo Predilecto de Jerez, de la provincia de Cádiz y de la Comunidad de Andalucía; recibe la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes, el Premio Julián Besteiro de las Artes y Letras, el doctorado honoris causa por la Universidad de Cádiz, el Premio Andalucía de las Letras y el Nacional de las Letras, y en el 2012 el Premio Cervantes.

Su compromiso político, su actitud de rebeldía, de crítica higiénica y terapéutica se le activan a raíz de las luchas estudiantiles de 1956, coincidiendo con su regreso de París, donde ha vivido por espacio de seis meses. Participa, así, en el Congreso de Escritores Jóvenes, y en otros encuentros, que suponían una bocanada de aire fresco en la cerrada vida cultural española. Ante las agitaciones de estudiantes, las huelgas en diferentes fábricas catalanas y vascas, y la muerte de un joven en una conmemoración falangista, el gobierno disuelve el equipo ministerial de Ruiz Jiménez y decreta el estado de excepción. En estas movilizaciones coincide con Jorge Semprún y con Jesús López Pacheco (6).

Como prehistoria de lo que bastantes años más tarde serían la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática considera las reuniones mantenidas con Dionisio Ridruejo, Fernando Baeza y los hermanos Moreno Galván. Empieza a frecuentar a no pocos activistas políticos de los diversos campos de la oposición democrática y a comisionados extranjeros: Dario Puccini, Claude Couffon, Robert Marrast, Jean Lechner... Está bastante cerca del Frente de Liberación Popular –el FELIPE- que, como observa, “no fue un partido político ad usum sino exactamente eso: un frente, un conjunto de tendencias agrupadas a partir de un similar bagaje ideológico o de un mismo fervor revolucionario…(7)” . En Madrid asiste a las reuniones del Gambrinus y del café Pelayo con Ángel González, García Hortelano, Alfonso Grosso, Antonio Ferres, López Salinas, López Pacheco y Juan Eduardo Zúñiga, entre otros. Por su parte, en la Barcelona, que redescubre entonces, se estaban canalizando los supuestos prolegómenos de la denominada gauche divine.

En el vigésimo aniversario de la muerte de Antonio Machado, se organiza el viaje a Collioure en 1959, promovido desde París, según Caballero, por Claude Couffon y Juan Goytisolo. En el comité honorífico figuran Picasso, Sartre, Louis Aragon, Malraux, Simone de Beauvoir y Queneau.

Y, como es una constante en él, no permanece pasivo ante las huelgas mineras de Asturias de 1962-63. Firma un manifiesto de protesta contra las torturas infligidas a algunos obreros asturianos y participa en una manifestación en la Puerta de Sol de Madrid. Es detenido y trasladado a los calabozos. Ahora vive la realidad carcelaria, ahora experimenta lo que tantas veces ha oído cantar en las estremecedoras coplas flamencas: Veinticinco calabozos /tiene la cárcel de Utrera; veinticuatro llevo andados/ el más oscuro me queda.

Varios acontecimientos de mediados de esta década de los 60, como la expulsión de Tierno Galván, Aranguren y García Calvo de sus Cátedras, las manifestaciones estudiantiles, la caída de las bombas atómicas en las aguas de Almería, frente a Palomares y la represión y la censura del gobierno reactivan la conciencia política del escritor. Participa en Baeza en el homenaje a Antonio Machado, y en 1966 ingresa de nuevo en la cárcel por haber intervenido en un acto en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense a favor de la amnistía, junto con Dionisio Ridruejo, Juan Benet, Alfonso Sastre, López Salinas, José María Moreno Galván y Basilio Martín Patino.

En su escritura, a las facetas de magistral narrador de ficciones y de prodigioso poeta conviene añadir las de adaptador de obras teatrales y de lúcido ensayista.

Los primeros poemarios Las adivinaciones (1952)(8) , (1954)(9) , Anteo (1956)(10) , Las horas muertas (1959)(11) y Pliegos de cordel (1963) (12) son reunidos en 1969 en el libro Vivir para contarlo (13) . Tras unos años de silencio, publica en 1977 Descrédito del héroe (14) , que merece el Premio de la Crítica. Y en el libro de título tan darwiniano Selección Natural (1983) se recogen las muestras más significativas de sus producciones poéticas anteriores. Entre ellas, Anteo, la fuerza de la tierra y del mito que retrató Munch, representada por cuatro cantes grandes: la soleáseguiriya (“luciérnagas del tiempo (…) oxidadas llaves de la historia… la quebradiza pena, el proceloso sueño”), la saeta (“La cruenta memoria donde el sueño/ busca su alivio en vano”, y el “Oficio del hierro”, el martinete (“Trágico son como el del cáñamo/ bajo la lluvia/ el martinete/ se golpea a sí mismo”) (15).

En 1989 publica la nueva antología Doble vida (16) y en 1993 una edición conjunta y revisada de sus libros Descrédito del héroe y Laberinto de Fortuna (17) . Cuatro años más tarde en Diario de Argónida (1997)(18) asistimos a la crónica del reencuentro físico y moral con un paisaje mítico, una naturaleza que ya estaba presente en su obra, pero que adquiere aquí el protagonismo que le reclamaba. En Diario de Argónida encontramos desde la exaltación del mar y su proximidad, los barcos y las dunas, la aventura y el naufragio, las aves y las alimañas hasta la reflexión sobre los libros y la memoria. En 1997 publica la antología poética El imposible oficio de escribir (19) , en 1999 la de Poesía amatoria (20) , en el 2004 Somos el tiempo que nos queda (Poesía completa)(21) , en 2004 Años y librosManual de infractores (23) , en 2007 Descrédito del héroe (24) , en 2008 (25) , en 2009 La noche no tiene paredes (26) , en 2010 Estrategia del débil (27) , en 2011 Ruido de muchas aguas (28) , en 2012 Entreguerras o De la naturaleza de las cosas (29), etc.

Esta trayectoria ha merecido los más importantes galardones, como el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en el año 2004, propuesto, entre otras instituciones, por la Facultad de Filología de la UNED, etapa en la que tuve el honor de ser su Decano. En nuestra universidad se leen y han sido presentados por el propio autor sus libros, se han defendido tesis doctorales sobre su obra y se han realizado vídeos (30).

Caballero Bonald ha recibido también los premios de novela Biblioteca Breve, Ateneo y Plaza&Janés, y le han otorgado en tres ocasiones el Premio de la Crítica, dos como poeta y una como novelista.

Sus temas: los universales del sentimiento como diría Machado, en una escritura brillante y poderosa, desarrollando las mayores virtualidades expresivas. Vida y literatura siempre unidas, como en Rimbaud, como en Rubén, como en Machado.

En el campo de la narrativa su primera incursión la constituye Dos días de setiembre (1962)(31) , que, como observa en La costumbre de vivir, arranca de unas experiencias muy concretas, que luego alcanzarán dimensiones universales y simbólicas. La novela está dedicada a su esposa Pepa Ramis, con la que comparte su trayectoria y las experiencias más hermosas de la vida.

La novela siguiente, Ágata ojo de gato (1974)(32), es la versión mítica del proceso de colonización, de apropiación de un lugar salvaje de la geografía española y la historia de los acontecimientos que, como maldiciones, se suceden en la vida de las personas ligadas a ese proceso. El autor se preocupa mucho de que el lenguaje utilizado equivalga poéticamente a la geografía física y humana en que se enmarca la historia.

Algo parecido sucede en Toda la noche oyeron pasar pájaros (33) , Premio Ateneo de Sevilla en 1981. El título reproduce una frase del Diario de Colón, del que se inserta un fragmento al comienzo de la obra: “Navegó al sudeste (…) Contó a la gente 17 leguas. Toda la noche oyeron pasar pájaros”. La acción -sustentada en diversas historias- transcurre en un puerto del sur, en el que se desarrolla el proceso de una desintegración social. La de una familia inglesa trasplantada a ese puerto y ligada a los negocios marítimos.

En la casa del padre (1988)(34) sigue profundizando en los escenarios de las novelas anteriores con nuevas referencias al ambiente andaluz y desarrollando todas las potencialidades del lenguaje. Como se ha apuntado, no faltan elementos de carácter autobiográfico (35) . El autor, al relatar, al narrar, está narrándose a sí mismo.

Campo de Agramante (1992)(36) incorpora en su última edición (37) esta cita del Quijote de Cervantes: “…quiero que veáis por vuestros ojos cómo se ha pasado aquí y trasladado entre nosotros la discordia del campo de Agramante”. Se relatan diversos acontecimientos en un lugar donde reinan el desorden y la confusión. Como explica el autor, un hombre vive un extraño proceso patológico entre la cotidianidad y la alucinación, la rutina y el absurdo. Una agobiante tensión psicológica en la que lo normal es vecino de lo irrazonable. En medio de estos dos espacios narrativos –el ilusorio y el real de una ciudad bajoandaluza- aparecen y desaparecen varios personajes. Personajes cómplices de un narrador-protagonista que viene a ser también como el intérprete de un mundo a la vez elemental y caótico. Una crítica social en la que la ficción adquiere su más poderosa relevancia.

La ficción tiene también cabida en sus libros de memorias, como Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001)(38) . El relato de lo vivido sólo adquiere validez, a juicio del autor, “si se ocupan los intersticios de dudas o de olvidos con los materiales de lo verosímil, es decir, con las suposiciones que mejor se acomoden a unos objetivos estrictamente literarios….”

El interés por la ficción dramática le ha llevado a adaptar textos del teatro clásico, como Abre el ojo de Rojas Zorrilla, que fue estrenada en el María Guerrero de Madrid por el Centro Dramático Nacional en 1978, y Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina, estrenada en el Teatro de la Comedia por la Compañía Nacional de Teatro Clásico en 1994. Ha adaptado, además, Fuenteovejuna, de Lope de Vega para la Compañía de Antonio Gades en 1995.

Su pasión por el mar, reflejada en su obra de creación y en sus memorias, tiene una nueva manifestación en Mar adentro (39) , un homenaje también a la literatura, como se manifiesta en el capítulo IV, Mar, Literatura, Memoria, que se inicia con la siguiente cita de Carlos Edmundo de Ory: “Amo el laúd, el lupanar y el mar”. Caballero Bonald lleva a cabo una travesía por la literatura marina, desde las epopeyas de Homero, pasando por las aventuras de Conrad, hasta las de Cunqueiro y Aldecoa, con una especial referencia a El negrero de Lino Novás Calvo.

Profundo conocedor del flamenco, ha realizado valiosísimas recopilaciones y grabaciones de cantes y ha publicado libros como El baile andaluz (40) , Cádiz, Jerez y los Puertos (41) , Luces y sombras del flamenco (42) , además de otros relacionados con los escenarios de este arte, como De la sierra a la mar de Cádiz (43) , Andalucía (44) , España: Fiestas y ritos (45) y Sevilla en tiempos de Cervantes (46) . Según testimonios del autor, esta última obra es una de las que más le ha costado construir. Nuestro autor se imagina a Cervantes en los garitos de la ciudad apostándose el dinero que no tenía, rodeado de vagabundos, pícaros y maleantes, como queda reflejado en Rinconete y Cortadillo y La ilustre fregona.

Caballero Bonald uno de los mejores escritores barrocos de todos los tiempos en la tradición de Lucano, Juan de Mena, Herrera, Góngora, participa también del estoicismo de Séneca, de Quevedo y de Cervantes. En uno de los momentos cumbres del Quijote, el caballero, víctima de la broma de los Duques emprende un viaje con Clavileño por los aires y a su regreso encuentra a todos derrumbados en el suelo. Don Quijote se dirige al noble –él que tiene más nobleza que nadie- para infundirle optimismo con estas palabras: “-Ea, buen señor, buen ánimo; buen ánimo, que todo es nada.” Y en Ruido de muchas aguas exclama Caballero Bonald: “Voy entre dioses y de pronto nada - entre dadores voy y de pronto nada”(47).

Caballero Bonald redefine en su vida y en su obra la enseñanza ética y estética del texto de Cervantes. Vida y literatura siempre unidas. La escritura como defensa contra las ofensas de la vida. Y en su escritura y en su vida, lo social, lo existencial, el mito, la memoria y el tiempo: “Somos el tiempo que nos queda”. La memoria, el espacio y la temporalidad: “Mi memoria equidista de un espacio/ donde no estuve nunca; ya no me queda sitio sino tiempo” (48) . El tiempo y la edad. Caballero Bonald siempre está “lejos de la edad de la envidia”, como dice la cita de Horacio, con la que se abre Diario de Argónida.

La invención y la vida: “Evocar lo vivido equivale a inventarlo”. El espacio y el tiempo. La redefinición del apriori kantiano y del cronotopo bajtiniano: “Por sitios que son tiempo, por distancias apenas perdurables, entro contigo en taciturnos antros...” La interpretación de Habermas en el poema “Hermenéutica”, las resonancias de Mena en Laberinto De Fortuna y la pervivencia de la lírica popular: "Vida mía y mi descanso,/ venid a la luz del alba".

La identidad y el sujeto expandidos y multiplicados como en Pessoa. El yo, un escenario por el que deambulan los diversos yoes.

Y siempre, una riqueza de tonos, una variedad de registros, una pluralidad de signos, un lenguaje que supera el lenguaje, una diversidad de voces y discursos. El logos más predicativo del momento actual, no con el carácter de prédica moral sino en el sentido más estrictamente lingüístico. El discurso más pleno de densidad semántica, de tensión dialéctica, de musicalidad fónica. Ustedes van a oír ahora su palabra y su voz, la voz más personal, más potente, más ricamente modulada. Su palabra y su vida: “Únicamente soy/ mi libertad y mis palabras”.

Muchas gracias.

(1) Francisco Gutiérrez Carbajo, “Autobiografía e historia en la poesía de Caballero Bonald (1975-1999), en J. Romera Castillo y F. Gutiérrez Carbajo (eds.), Poesía histórica y autobiográfica, 313-330, Madrid, Visor Libros, 2000; “La investigación y la poesía flamenca de Caballero Bonald”, en AA.VV. José Manuel Caballero Bonald. Actas del Congreso Homenaje, 53-68, Jerez de la Frontera, Fundación Caballero Bonald, 2007.

(2)  Francisco Gutiérrez Carbajo (ed). José Manuel Caballero Bonald, Dos días de setiembre, Madrid, Castalia, 2005.

(3) José Manuel Caballero Bonald, Tiempo de guerras perdidas, Barcelona, Anagrama, 1995, pp. 30 y 40.

(4) José Manuel Caballero Bonald, Tiempo de guerras perdidas, pág. 148.

(5) José Manuel Caballero Bonald, Literatura y mestizaje, Granada, Fundación Caja de Granada, 1996.(Recogido en J. M. Caballero Bonald, Copias del natural, Madrid, Alfaguara, 1999, pp.335-346).

(6) José Manuel Caballero Bonald, La costumbre de vivir, Madrid

(7) José Manuel Caballero Bonald, La costumbre de vivir, pág. 143.

(8) Madrid, Adonais, 1952.

(9) Madrid,  Ediciones Cultura Hispánica, 1954.

(10) Palma de Mallorca, Ediciones Papeles de Son Armadans, 1956.(11) Barcelona, Col. Premios Boscán, 1959.

(12) Barcelona, Col. Collioure, 1963.

(13) Barcelona, Seix Barral, 1969.

(14) Barcelona, Lumen, 1977.

(15) Selección natural, Madrid, Cátedra, 1983, pp. 99, 102, 103 y 106.

(16) Madrid, Alianza Editorial, 1989.

(17) Madrid, Visor, 1993.

(18) Barcelona, Tusquets, 1997.

(19) Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears, 1997.

(20) Sevilla, Renacimiento, 1999.

(21) Barcelona, Seix Barral, 2004.

(22) Salamanca,  Ediciones Universidad de Salamanca, 2004.

(23) Barcelona, Seix Barral, 2005.

(24) Madrid Bartleby Editores, 2007.

(25) Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2008.

(26)Barcelona, Seix Barral, 2009.

(27) Granada, Ayuntamiento de Granada, 2010.

(28) Madrid, Visor, 2011.

(29) Barcelona, Seix Barral, 2012

(30) Francisco Gutiérrez Carbajo y Nieves Baranda, Poesía española contemporánea (III). El grupo poético del 50: Caballero Bonald. Vídeo. Realización: Amparo Prior, duración: 50 minutos, Madrid UNED (CEMAV), 1999.

(31 )Barcelona, Seix Barral, 1962.

(32) Barcelona, Barral Editores, 1974.

(33) Barcelona, Planeta, 1981.

(34) Barcelona, Plaza & Janés, 1988.

(35) José Manuel Caballero Bonald, Copias del natural, Madrid, Alfaguara, 1999, pág. 364.

(36) Barcelona, Anagrama, 1992.

(37) Barcelona, Seix Barral, 2005.

(38) Recogidas en La novela de la memoria, Seix Barral, 2010; 2ª reimpresión: diciembre 2012.

(39) Madrid, Temas de Hoy, 2002.

(40) Barcelona, Noguer, 1957.

(41) Barcelona, Noguer, 1963.

(42) Barcelona, Lumen, 1975.

(43) Madrid, Los Libros del tren, 1988.

(44) Barcelona, Lunwerg, 1989.

(45) Barcelona, Lunwerg, 1992.

(46) Barcelona, Planeta, 1992.

(47) Madrid, Visor, 2011, p. 183.

(48) J.M. Caballero Bonald, Descrédito del héroe, Barcelona, Lumen, 1977 (incluido en Selección natural, Madrid, Cátedra, 1983, p. 215).

 

Madrid, febrero de 2013