P.- “El grado con el que las estructuras de poder de los estados dominantes, las empresas transnacionales, las organizaciones internacionales y las fuerzas armadas logren mantener cierta apariencia de orden”, serán los únicos garantes que eviten el caos resultante del hundimiento de los sistemas de producción mundiales de alimentos. Esta afirmación, de un análisis conjunto de varios Institutos Medioambientales internacionales, presentado en la Academia Nacional de Ciencias estadounidense, ¿es una mera especulación apocalíptica o realmente un “aviso a navegantes”?
R.- Es un aviso serio a navegantes. Pero no es nuevo. Hay avisos serios anteriores: todos los informes de la FAO desde finales del siglo XX, cuando las reservas mundiales de cereales empezaron a decrecer. También puede mencionarse aquí el estudio del Profesor Vaclva Smil: “Alimentar al mundo, un reto del siglo XXI”, editado en España por editorial siglo XXI (2000). Todos coinciden en la gravedad del problema pero, al mismo tiempo, muestran que es posible remedio si se toman sin dilación las medidas oportunas.
P.- Si abordar un cambio de ruta es una obligación ética y de supervivencia ineludible, el nuevo rumbo ¿a dónde apunta? ¿La renuncia al uso de pesticidas químicos en favor del cultivo ecológico, el recurso a los transgénicos, el retorno a una explotación de escala local, la acuicultura, el abandono de la carne como fuente proteica,…?
R.- En un mundo cada vez más complejo, no hay solución única. Todo está interrelacionado. Podemos alimentar al mundo gracias a los avances tecnológicos que han evitado, por el momento, las predicciones de Maltus. El desarrollo sostenible se logra valorando el riesgo, de tal forma que se mantenga el planeta plenamente habitable para las siguientes generaciones. Es a la humanidad a la que debemos asegurar una vida digna con gran persistencia creativa. El planeta es solo un instrumento que debemos mantener “en forma”. En esta situación, transgénicos, pesticidas, acuicultura,… deben situarse y articularse en una estrategia conjunta, guiada sólo por el rigor científico.