 | Mientras se constata como USA ha saneado sus problemas, con un crecimiento de la economía un índice de paro que no supera el 7,5 %, no sucede así en la Eurozona, con una economía en recesión y un paro del 13 %, que incluso se duplica en algunos Estados miembros. La “tasa de natalidad empresarial”, también presenta un saldo negativo, y mueren más empresas de las que nacen, produciéndose una situación de asfixia del tejido empresarial por falta de demanda y por falta de crédito.
El escenario en que pueden financiarse las empresas de la Eurozona queda restringido a la banca comercial, a diferencia de lo que sucede en USA, en donde las empresas disponen de mecanismos más diversificados. Las diferencias en la forma de abordar la crisis a uno y otro lado del Atlántico presentan diferencias ya en sus orígenes, donde durante el primer año de la crisis USA atajó sus efectos, paradójicamente recurriendo incluso a la nacionalización temporal de bancos o importantes empresas del sector seguros, reforzando la zona dólar, mientras que en Europa la crisis en los mercados de deuda pública, que cuestionaban la viabilidad del euro, han puesto en riesgo de ruptura a toda la Eurozona.
La paradoja, que señala el profesor Ontiveros, es que mientras USA, a pesar de tener más deuda pública que la Eurozona, así como un déficit superior, “los tipos de interés no han cotizado la desconfianza, evitando las presiones especulativas.” La mera posibilidad de que el Banco Central Europeo pudiera actuar como la Reserva Federal USA, o el Banco de Inglaterra, o el Banco de Japón, forzó la bajada de los tipos de interés, por lo que “los mercados de bonos han estado cotizando la indecisión y torpeza de las autoridades europeas.” La situación, en la actualidad, todavía lo es de vulnerabilidad, “pero los gobiernos se resisten a pedir ayuda y solicitar la compra de bonos”.
De hecho, este año, España ha tenido que asignar más de 38 mil millones de euros para pagar intereses de la deuda pública, “que mantiene todavía una diferencia de más de 3 puntos porcentuales sobre el bono alemán”. Los bancos españoles tampoco han podido acudir a financiarse regularmente en el mercado, ya que su cotización estaba muy por debajo de su valor contable.” La unión Europea ha facilitado una línea de crédito para permitir esa financiación bancaria con un monto de 100 mil millones de euros, a un interés del 0,5 %, del que las autoridades españolas ya han utilizado 42 mil millones.
Asistimos, en palabras del profesor Ontiveros, en la Eurozona a “una interacción perversa entre deuda pública y salud bancaria que se realimentan mutuamente”. En España las familias tienen una deuda equivalente al 135 % de su renta disponible y las empresas una deuda acumulada que representa el 200 % del PIB. “Romper este círculo es una condición básica para salvar la crisis”. Mientras, otra consecuencia de la crisis es la desafección de las instituciones europeas por parte de los ciudadanos.
Tampoco las políticas de reducción de gastos e inversión, en países de la Eurozona en riesgo, han servido de tranquilidad en los mercados de bonos que advierten que “sin crecimiento tampoco se pueden pagar las deudas”. De hecho comprobamos como los países que más ajustes presupuestarios han realizado son los que menos crecen. Tampoco los que más austeridad han aplicado son los que más han reducido el déficit de la deuda pública. Y así, Grecia, Portugal, Italia o España “no han obtenido una compensación a sus políticas de austeridad. El balance de resultados es decepcionante: más paro, más déficit, elevación del tipo de interés en los mercados de bonos,…”
Para el profesor Ontiveros, “hay que distribuir en el tiempo las decisiones de austeridad”, acompañando las decisiones de restricción presupuestaria con estímulos al crecimiento. Porque, “la superviviencia de Europa descansda en el cambio de políticas económicas. En la crisis de la Eurozona han tenido más relevancia las políticas erróneas que los pecados originales de la Unión monetaria”, un diseño de la moneda única y del Banco Central que se realizaron sobre un diseño político más que económico.
Concluyó el profesor Ontiveros afirmando que la Unión Bancaria y Fiscal, “son requisitos imprescindibles, porque la deuda pública no puede ser un problema individual de cada país, sino del conjunto de Europa.” Urge, por tanto, “adoptar medidas de estímulo con cargo a iniciativas europeas que lancen un claro mensaje tranquilizador a los mercados internacionales.”
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