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Madrid, 7 de enero de 2014



Lo que Coimbre esconde


Descubrimos de la mano de David Álvarez, profesor de la UNED y codirector de las excavaciones realizadas en la cueva asturiana, los secretos de uno de los yacimientos más destacados para el estudio del Paleolítico superior


Empuña en su mano una especie de punzón de piedra, puede que de hueso. Contempla la roca pensativo -quizá pensativa, ¡quién sabe!- mientras dibuja en su mente una silueta animal. De repente puede verla… “en esa protuberancia, la grupa; aquí abajo, el lomo; más arriba, la cabeza”. Contempla su particular lienzo lítico con la luz del atardecer entrando por la boca de la cueva. Es el sitio perfecto para el gran bisonte. Lo grabará con un trazo profundo, para que todo el mundo lo vea, para que permanezca a lo largo de los siglos ...


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La escena la situamos en el Magdaleniense reciente, hace unos 15.000 años, dentro del Paleolítico Superior y en lo que hoy conocemos como Cueva de Coimbre, ubicada en el asturiano concejo de Peñamellera Alta. El magnífico bisonte grabado por una mano humana sobre un bloque aislado de piedra no sólo es la pieza más emblemática de la cueva, sino “una figura excepcional en todo el cantábrico por sus dimensiones y sus características técnicas”. Así lo afirma David Álvarez Alonso, profesor-tutor de la UNED en Gijón y codirector de las excavaciones que desde 2008 se dedican a desenterrar y descifrar los secretos de un emplazamiento que ya puede considerarse “uno de los yacimientos más destacados para el estudio de este periodo en la Península Ibérica”.

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Bisonte (1)


Aunque aislado en la roca, el magnífico bisonte no está solo. Forma parte de un conjunto de grabados que fueron descubiertos en 1971 pero que no habían visto la luz en su totalidad hasta que David Alonso y José Yravedra, también codirector, presentaron recientemente los resultados de las excavaciones. “Los grabados”, relata David Alonso, “fueron descubiertos por Gregorio Gil, médico local de Alles y gran aficionado a la prehistoria, junto con dos vecinos colaboradores suyos, Miguel Gutiérrez y Luis Noriega. En estos primeros años, Gregorio Gil, junto con el profesor J. A. Moure, realizó el primer estudio del arte, fruto del cual se publicaron dos breves notas. A partir de este momento la cueva de Coimbre se destacó como un yacimiento importante, pero nunca más volvió a ser objeto de estudio y análisis; hasta el año 2008 en el que iniciamos un proyecto de investigación centrado en una documentación y estudio completo del arte parietal y en la excavación del yacimiento”.

Además del bisonte, que “se encuadra estilísticamente en el Magdaleniense reciente y que por su ubicación se correspondería con un concepto del arte “abierto” o “público” es decir, está un una zona preeminente, un lugar para ser visto y observado, al alcance de todo el mundo que entra en la cueva y en una zona a la que llega la luz exterior”, hay otro conjunto de grabados.

Esta segunda área “está situada en una zona de difícil acceso, oculta en una galería inferior situada tras un recorrido difícil y complicado, en una zona de reducidas dimensiones en la profundidad de la cueva. En esta pequeña sala aparecen más de 14 figuras animales y signos grabados, representando caballos, ciervos y cabras fundamentalmente, además de un uro. Todas han sido realizadas con una misma técnica de grabado de trazo fino y simple, y se corresponden con el Magdaleniense inferior, formando uno de los mejores conjuntos grabados de estas características para el cantábrico”. Tanto su ubicación como su trazo hacen suponer un objetivo totalmente distinto al del bisonte, una concepción diferente, y es precisamente esta variedad lo que lleva a los expertos a plantearse “cuestiones muy interesantes como son la modificación, la evolución del significado del arte o simplemente la existencia de finalidades y usos distintos y variados dentro del mismo esquema simbólico y formal del Magdaleniense”, concluye el profesor Álvarez Alonso.

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El hombre del Magdaleniense

Durante la época que nos ocupa, la cueva de Coimbre fue un importante lugar de ocupación, tal y como demuestran los innumerables restos encontrados y la existencia de arte parietal en su interior, elemento que no es común a todos los yacimientos. El hombre que habitaba la cornisa cantábrica en el Paleolítico superior era cazador-recolector y ya presentaba un alto grado de especialización en sus actividades y de diversificación en los emplazamientos empleados para las mismas, de forma que se pueden identificar lugares de ocupación o cuevas centrales, santuarios e incluso zonas sólo de caza.

Además, añade el profesor Alonso, “en la región cantábrica existe una fuerte territorialización de estos grupos humanos a lo largo del Magdaleniense, pudiendo identificar áreas geográficas y culturales que podrían coincidir con realidades sociales más específicas. En este último aspecto, el área en la que está Coimbre concentra una serie de yacimientos muy importantes, con arte parietal de este mismo periodo (Coimbre, Llonín, Traúno, El Bosque) que bien pudiera corresponderse con un gran espacio de ocupación humana en el que la cueva de Coimbre jugara un papel importante para el hábitat”.

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En un momento de las excavaciones

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Acceso a una de las galerías (1)

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Cabeza de cabra (1)

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Símbolo de pez (1)



Tan sólo cuatro metros cuadrados

Uno de los principales elementos que lleva a los expertos a adelantar la magnitud del yacimiento de Coimbre es el ingente número de restos hallados teniendo en cuenta la pequeña superficie excavada hasta la fecha, que apenas alcanza los 4 metros cuadrados: “Se ha hallado un gran número de restos de industria lítica, que atestiguan la existencia de distintas actividades y procesos técnicos, así como una rica colección de industria ósea y objetos de adorno, relacionados con la caza, la pesca, así como con distintas actividades cotidianas. Destaca la presencia de un arpón decorado y de varias azagayas fabricadas en asta de ciervo, así como de numerosos colgantes realizados en conchas y cuentas de hueso perforadas.”

Durante las distintas campañas, que comenzaron en 2008, se han documentado hasta cinco niveles arqueológicos con presencia humana, todos ellos enmarcados en el Paleolítico superior. Explica David Alonso que “el más antiguo se corresponde con un horizonte situado a finales del periodo denominado Gravetiense (hace unos 29.000 años). El resto de niveles se corresponden con distintas fases del Magdaleniense, la última fase del Paleolítico superior. En todos los casos se trata de evidencias de ocupaciones esporádicas, en las que fundamentalmente se hallan restos de fauna y herramientas líticas, pero durante la última de estas ocupaciones, correspondiente con el Magdaleniense superior (hace unos 15.000 años), la cueva fue intensamente ocupada por grupos de cazadores-recolectores”.

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Cabeza de cierva (1)

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Signo cuadrangular (1)

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Signos grabados (1)

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Azagaya (2)

Gracias a los restos hallados en el yacimiento, podemos conocer un poco mejor a aquellos habitantes de la actual Asturias. Por ejemplo, los más de 70.000 restos de fauna registrados nos hablan de su elevado grado de especialización cinegética, “ya que la cabra es el animal más representado, seguido por el ciervo y el rebeco, lo cual indica la existencia de estrategias de caza muy estandarizadas”. También se puede al menos plantear que el hombre de la época pescaba e incluso podía emplear trampas para cazar animales pertenecientes al grupo de los “lagomorfos”, pues “el conejo también es un animal muy representado, al igual que los restos de sálmónidos”.

Entre los innumerables restos de industria lítica hallados y la rica colección de industria ósea y objetos de adorno, relacionados con la caza, la pesca y otras actividades cotidianas destaca un arpón decorado y varias azagayas fabricadas en asta de ciervo, así como numerosos colgantes realizados en conchas y cuentas de hueso perforadas.




COMUNICACIÓN UNED: Cinco años de trabajos arqueológicos en Coimbre
Secuencia estratigráfica de Coimbre
La Cueva de Coimbre (Peñamellera Alta, Asturias, España): su yacimiento arqueológico y su santuario rupestre. Un estado de la cuestión en 2008


(1) © Equipo Norte, Ministerio de Educación y Cultura

(2) © Texnai, Museo Arqueológico de Asturias



Itziar Romera

Edición web: Alicia Bardón

Comunicación y Marketing de la UNED