“¿Qué tipo de paz necesitamos?”, con la reformulación de esta clásica pregunta, Fernández de Mesa coincidía en señalar que “no es una paz a corto plazo, debemos buscar una paz permanente, fundamentada en el acuerdo y los consensos, más que en la fuerza”. Focalizando en el objeto del Seminario, señaló que Oriente Medio trasciende el tópico de la calificación como conflicto o encrucijada, “es mucho más que eso, como cuna de las Grandes Culturas, de las Ciencias, y de tantas disciplinas del conocimiento humano. Proyectadas desde Bagdad o Damasco, han sido iconos del avance social y cultural que, desgraciadamente a día de hoy sufren el extremismo yihadista, autoritarismos, tiranías y enfrentamientos sectarios”.
Reconociendo la complejidad del análisis que exige la región, avanzó algunas cuestiones de interés: la incertidumbre del liderazgo mundial, el desplazamiento del Estado como centro de poder tradicional, así como el incierto desplazamiento del poder mundial hacía la zona de Asia-Pacífico, que junto con la percepción que algunos Estados puedan tener de una aparente debilidad en la política exterior americana impulsada por el Presidente Obama, que además acarrea “el agotamiento de los conflictos de Irak y Afganistán, dificultan concluir si nos dirigimos hacia un G-20 ampliado, con un mundo multipolar y poderes fraccionados, un anunciado G-2, dirigido por China y Estado Unidos, o un G-0, también señalado por expertos, donde no existen liderazgos puros, o hacia un fin del poder como hemos conocido hasta ahora.”
También señaló cómo las intervenciones internacionales no acaban de concluir con unos conflictos “que se eternizan durante décadas”, con el fracaso de los intentos de democratización. “La realidad objetiva con la que nos encontramos es que no hay ninguna crisis de civilizaciones y seguramente no sea necesaria ningún tipo de alianza”.
Continúo su recorrido por los escenarios de conflicto en el área: el Estado Islámico, Israel y Palestina, con la nueva situación creada por el reconocimiento de esta última por Suecia, elementos todos ellos que generan nuevas incertidumbres y extienden la desestabilización en sus entornos próximos.
Con unas reflexiones acerca del papel que la Unión Europea puede jugar en la medida que se consolide una acción exterior común, como contrapeso de estabilidad regional, subrayó la calidad del panel de expertos en gestión de crisis y de política europea de seguridad, que durante estas jornadas permitirán profundizar en el análisis de las problemáticas reales.
Concluyó su intervención, destacando el papel que la Guardia Civil, “como cuerpo integral de policía democrática, puede desempeñar en este tipo de conflictos, especialmente en las fases de estabilización, a través de actuaciones de cooperación en pacificación, mentorización, o formación, a otras policías sobre el terreno como formulas eficaces de resolución de conflictos”. Con el plus añadido de su carácter militar, que la hacen idónea para una actuación directa en zonas de conflicto bélico, donde otras policías no se encuentran suficientemente cualificadas, para el control de fronteras, el mantenimiento de la seguridad ciudadana, la configuración de estructuras de seguridad pública, así como la atención directa a ciudadanos en el conflicto. Una “versatilidad y eficacia ya demostrada en numerosas ocasiones.”
Con la demanda nos solo de “análisis y reflexiones” sino también de “las necesarias e imprescindibles conclusiones y propuestas” que permitan “aportar luz a estos conflictos de enorme complejidad, para los que las soluciones simplistas se ha demostrado completamente ineficientes”, finalizó su intervención.