Como polos enfrentados que son, ambos personajes entienden el amor de una manera completamente distinta. Don Quijote tiene una “concepción platónica, romántica, sin vicios, del enamoramiento. Para él los deseos sexuales y las conductas sexuales son bajos, no dignos de una relación amorosa como la que él tiene con Dulcinea”. “Por eso la persona de la que se enamora es una invención”, añadió el ponente. Por su parte, “Sancho quiere a su mujer y le es fiel, pero tiene una visión realista de ella, sabe de sus carencias y sus miserias: no duda en ningún momento de que forman una pareja, una familia, mientras vivan. De hecho, él no cree demasiado en el enamoramiento”.
Finalmente, el profesor López señaló que, en la obra, “la sexualidad aparece, por lo que se refiere a los varones, como una pasión difícil de controlar, sujeta a tentaciones”, y añadió que “la parte más convencional de don Quijote y Sancho, en relación con la sexualidad, tiene que ver con el rol que se asigna a las mujeres y a los hombres. Aunque también en este caso se aprecian contradicciones en don Quijote, no tanto en Sancho, cuando defiende la belleza, dignidad, etc. de Dulcinea. Pero, en general, son, vistos desde hoy, muy sexistas, dando a la mujer un rol pasivo, de control de la sexualidad del varón y al servicio de éste. Lo más negativo, con todo, es cuando presenta a la mujer como tentadora y peligrosa, por lo que lo mejor es que se quede en casa”.
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