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Madrid, 8 de marzo de 2017




Día de mujeres, educación, guerras y leyes

La entrega del Premio Elisa Pérez Vera abrió el calendario de celebración del Día Internacional de la Mujer en la UNED 2017. La investigación ganadora en esta XIX edición es un trabajo de Gisela Durán titulado “Escuela y estereotipos de género, un análisis desde una etnografía escolar en Madrid”, en cuyas conclusiones se alerta sobre la necesidad de evitar un paso atrás en los avances conseguidos en la Educación de nuestros niños y niñas. La conferencia, impartida por Araceli García del Soto, experta en Derechos Humanos de la Universidad de Fordham (Nueva York), relató las dificultades del trabajo de recuperación social y emocional de las mujeres víctimas de conflictos armados, con las que ella misma lleva años trabajando. Y la rectora honorífica Elisa Pérez Vera, que da nombre y entidad a estos premios, se mostró orgullosa del pepl del papel de la UNED en la lucha por la erradicación de las desigualdades y la violencia de género y abogó, como jurista, por un futuro en que la colaboración de hombres y mujeres por una sociedad más igualitaria nos acercase a todos a una sociedad un poco más feliz.

Imagen de la mesa


La directora del Centro de Estudios de Género de la UNED, Teresa San Segundo, abrió la jornada festiva recordando los numerosos proyectos acometidos desde la última entrega del Premio Elisa Pérez Vera, en marzo del año 2016. El estreno de una sede propia, ubicada en el edificio de Humanidades; unos presupuestos austeros, cuya escasez salvan las y los colaboradores, dijo, “con esfuerzo y entusiasmo”; y la participación en numerosos eventos, como premios literarios, presentación de libros, cursos de verano, jornadas y seminarios monográficos, colaboraciones con otras entidades, como el Ayuntamiento de Madrid, o la reciente comparecencia de ella misma ante la subcomisión Pacto de Estado en materia de Violencia de Género del Congreso de los Diputados para asesorar y debatir la propuesta de ley sobre violencia de género considerada cuestión de Estado.


Anunció también los próximos retos que afrontará el Centro de Estudios de Género de la UNED, entre ellos la puesta en marcha del Master en Estudios de Género, pendiente de la aprobación de la ANECA, y la participación de la UNED en una gran exposición sobre las Mujeres ganadoras del Premio Nobel, un evento que implica varios museos, ministerios, embajadas de varios países, la propia fundación Nobel y las premiadas y/o sus descendientes, “todo el mundo se está volcando en este proyecto, la Propia academia sueca está entusiasmada y ha cedido múltiples materiales relacionados con el premio que jamás han salido de la Institución. Habrá talleres para niños, una plantación conmemorativa de árboles en el Jardín Botánico y ya han confirmado su asistencia a distintas actividades programadas personalidades como la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena o la ex Vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega. Carmen Carreras, que durante tantos años fue profesora de la UNED, está impulsando lo que va ser un acto de referencia al esfuerzo, el trabajo en equipo y los valores que representan estas 46 mujeres Nobel”, explica San Segundo.

Teresa San Segundo

Mujeres en guerra


Elena Hernández Corrochano, secretaria del Centro de Estudios de Género de la UNED, fue la encargada de presentar a la profesora Araceli García del Soto, psicóloga, experta en Derechos Humanos y bienestar comunitario con víctimas de conflictos y profesora de la Universidad Fordham de Nueva York. En su conferencia, titulada “Avances internacionales en el enjuiciamiento de casos colectivos de violencia de género. Las Cortes de Mujeres”, fue relatando en primera persona la metodología, el dolor y los objetivos que ella misma experimentó en su larga trayectoria como cooperante en países y comunidades arrasadas por la guerra.


Bosnia, Sri Lanka, Colombia,… Los conflictos cambian, cambian los escenarios, pero las víctimas siguen siendo las mujeres, “hemos aprendido que somos más vulnerables cuando estamos solas. En una guerra las mujeres monoparentales, mayores, solas, sin estructura familiar de apoyo, las desplazadas o las que tienen alguna discapacidad física o psíquica son las que sufren, suman a un trauma otro trauma”.


Estudiar sus situaciones, saber cómo se puede ayudar a una mujer a superar conflictos armados, no es fácil. “Juntar un grupo de académicos de distintas disciplinas con conocimiento y ganas de ayudar no es suficiente. Las mujeres afectadas por los gravísiomos traumas que han vivido no es fácil que se abran y cuenten sus experiencias. Hay que echarle mucho tiempo a cada caso, hay que convivir con ellas y ganarse su confianza”. Tampoco los resultados son todo lo rápido que desearían, “A veces son necesarias 7 u 8 generaciones para superar las heridas sociales y emocionales”.


El gran desafío es buscar las fórmulas que se puedan aplicar en cada caso, “es bien distinto trabajar en la Corte Penal Internacional o en una ong local de Uganda, por ejemplo. La teoría que sirve en un caso, no vale en el otro. Además, cada vez hay menos financiación para los proyectos de cooperación y no siempre es posible identificar a las víctimas, que a veces no quieren ser identificadas, controladas . Cómo acceder sin recursos a los millones de desplazados, cómo acercarse a esas mujeres, acompañarlas, recoger sus testimonios de manera respetuosa y sin menoscabar lo que ellas entienden como su dignidad”.

Elena Hernández Corrochano y Araceli García del Soto

La larga marcha hacia la recuperación de las comunidades de mujeres arrasadas exige paciencia. Y los primeros resultados tardan en llegar “el conflicto de los Balcanes comenzó en 1991. Hasta el año 2001 no constatamos que los ejércitos habían utilizado la violación de las mujeres como arma de guerra. Luego nos ha tocado ver cómo esa estrategia se repetía en conflictos de África, de América Latina”.


García del Soto señaló como las mujeres agredidas no se atreven a promover grandes intervenciones, pero si se organizan para buscar el apoyo entre sus iguales más próximas. Por ejemplo, las Mujeres de Negro de Servia se reunían un día a la semana, igual que las abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina, para buscar y reiviendicar la memoria de sus muertos y desaparecidos. “Han tenido que pasar décadas hasta que la justicia ha emitido veredictos vinculados a la reparación, pero al final han llegado. Se impone como objetivo primordial la verdad, la justicia y reparación para las mujeres víctimas de conflictos”.



Ni un paso atrás

Gisela Durán

Tras licenciarse en Bellas Artes, Gisela Durán eligió la UNED para estudiar Antropología Social y Cultural, y preparar luego su doctorado, alternando la segunda carrera y el postgrado con su trabajo en el departamento de Recursos Humanos de una empresa. Como buena observadora y coeducadora de sus sobrinos, pronto detectó que la influencia y el ejemplo de lo que se ve y se aprende en la familia es tremendamente importante a la hora de cambiar comportamientos sexistas. “Lo que se cuente en los colegios, su lucha contra los estereotipos de género y todas las leyes que promuevan la igualdad no servirán apenas para nada si las familias no se involucran en el tema y coordinan esfuerzos con la escuela primaria”.


De esa tesis parte su investigación, “porque además la escuela se enfrenta a muchas dificultades externas a la hora de promover la igualdad de género o erradicar estereotipos: falta de coordinación con los padres, sí, pero también desidia administrativa, influjo de la publicidad, los medios de comunicación, grupos de pares... Analizo estos factores y me detengo también en las dificultades internas: el bagaje propio que todo docente trae consigo”.


Su objetivo es tanto conocer estas dificultades que encuentra la escuela como proponer una reflexión sobre los mecanismos que legitiman o contribuyen a eliminar los estereotipos de género en ella. “Indago en las actitudes del profesorado y en su implicación en luchar contra esos estereotipos. Mi investigación etnográfica se desarrolló en un colegio madrileño donde pude comprobar que desde muy pequeños las niñas, los niños, asumen que determinados comportamientos, sentimientos o actitudes son algo natural, no aprendido. Estas asunciones les lleva a etiquetarse a sí mismos y a los demás de acuerdo con unos determinados patrones sociales que implican roles diferenciados”.

Gisela Durán es consciente del avance experimentado en las últimas décadas, “pero debemos ser conscientes de que los avances son demasiado recientes y es fácil retroceder. Mi conclusión es que es necesaria la coordinación entre familia y escuela como núcleos primarios de socialización y abrir un debate social planteándonos si no nos estaremos quedando estancados o incluso dando pasos atrás en la lucha por desmontar muchas ideas predeterminadas sobre lo que significa ser hombre o mujer”.


En sus palabras de agradecimiento al fallo del Jurado del XIX Premio Elisa Pérez Vera, Durán aseguró que “he recibido este premio con ilusión por el prestigio que ha ido atesorando a lo largo de sus sucesivas ediciones y por la posibilidad que me ha dado de aportar una reflexión que creo que debemos hacer todos: la necesidad de no dormirnos en los laureles creyendo que la batalla por la igualdad ya está virtualmente ganada y que las nuevas generaciones tienen interiorizada esta idea, que solo con el paso del tiempo, sin más, iremos avanzando. No es así. En esta batalla, es fácil dar pasos atrás”.


La investigadora recordó que “la escuela como espacio educativo formal, es un puntal básico en la transmisión de los patrones culturales, pero también funciona como agente de transformación de éstos. El modelo de una educación no sexista que permita acabar con los estereotipos de género, es una meta alcanzable, pero el éxito pasa por coordinar esfuerzos. Espero haber logrado con mi trabajo , no solo promover la reflexión sobre el peligro de dar avances por descontado, sino trasmitir la esperanza de que, coordinando esfuerzos, es posible que la sociedad del mañana sea mucho menos sexista y más igualitaria”.


Gisela Durán recogiendo el premio

Hermosas leyes, pero insuficientes

Elisa Pérez Vera

La mujer que rompió la tradición universitaria de casi 800 años de rectores varones en la Universidad española, Elisa Pérez Vera, comenzaba su intervención agradeciendo los trabajos de la conferenciante y de la ganadora de esta XIX edición del Premio que lleva su nombre.“Tardaremos horas o semanas o meses en deglutir las riquísimas experiencias que acabas de contarnos”, le decía a García del Soto.


“Hace un año terminaba preguntándome dónde había fallado la sociedad y el sistema educativo ante la evidencia de la violencia de género y las desigualdades que siguen afectando a la mujer. Parece que nuestra ganadora de este año ha recogido el guante y ha sabido apuntar a la pervivencia de estereotipos de género como una de las causas. Efectivamente, de la visión estereotipada derivan determinados comportameinto sociales. El estereotipo determina como nos percibe la sociedad y como nos percibimos nosotras mismas. Es la imagen de la mujer subordinada y de las relaciones personales de poder deriva la violencia de género”, comentaba a Durán.


Como jurista, Pérez Vera compartía con los asistentes su sensibilidad hacia la Declaración Internacional de Derechos Humanos, “como decía el ilustrador El Roto, no había oído nada más bello desde el sermón de la montaña. Es bello este texto, como es terrible la tipificación de aberraciones de unos seres humanos contra otros en la Corte Penal Internacional. Los poderes públicos han de modificar leyes, pero yo, como jurista, dudo mucho de la capacidad transformadora de la ley sola. En España tenemos leyes modélicas, pero hay que dotarlas de carne, hay que implicar a la familia y la escuela. Es de agradecer la decidida acción de la UNED en pro de los derechos de las mujeres, como forma de alcanzar un mundo más justo, porque en él hombres y mujeres serán más felices. Porque la justicia debe proporcionar un cálido sentido de felicidad. Yo, al menos, así lo espero”.


Universidad feminista



El rector, Alejandro Tiana, cerraba el acto que había presidido, con el orgullo de dirigir una institución volcada en la defensa de la igualdad. “Son 19 años de celebración de estos premios, como universidad podemos estar muy orgullosos, somos la única que ha tenido dos rectoras, que ha abierto camino, contamos con investigadoras muy prestigiosas e influyentes como Celia Amorós o Amelia Valcárcel, con un Centro de Estudios de Género muy activo contra la violencia de género, una Oficina de Igualdad desde la que parten continuas iniciativas y reconocimientos. La UNED se ha distinguido siempre por su labor contra las desigualdades y, como bien ha demostrado Araceli, nuestra conferenciante, esta es una labor que ha de mantenerse en el tiempo”.


El rector, que saludó la presencia de dos de los candidatos que asistieron al acto, Victoria Marrero y Julio Hernández, confesó sentirse orgulloso de haber participado en la redacción de una de las leyes más inclusivas con la mujer y más combativas respecto a los estereotipos y la violencia de género, la del 2004, “y por llevar su contenido a las escuelas, lo que nos costó algún disgusto, incluida la denuncia de la ahora famosa ong 'Hazte Oír'. Denuncia que evidente y afortunadamente, fue sobreseída”.

Alejandro Tiana


Canal.UNED: XIX Edición Premios Elisa Pérez Vera





COMUNICACIÓN UNED: Galería de imágenes


Premio Elisa Pérez Vera 2017 (07/03/2017)


Aida Fernández Vázquez

Fotografías: José Rodríguez Rodríguez

Edición web: Elena Lobato Toledano

Comunicación UNED