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La UNED, con los jóvenes sin tiempoLa universidad trabaja desde hace más de una década en el tránsito a la vida adulta de los menores tutelados | ||
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La UNED es el lugar desde el que se realiza este trabajo a través de un completo plan de Investigación-Acción que incluye colaboraciones con otras universidades, instituciones públicas y entidades sociales. “La universidad cuenta con un grupo de diez investigadores y más de 20 profesores que trabajan en las cinco investigaciones ya realizadas, las dos que tenemos en marcha y otras cuatro que ya hemos solicitado”. En este equipo se encuentra Francisco Javier García Castilla, profesor del Grado en Trabajo Social de la UNED y del Máster propio de la universidad Acción socioeducativa con colectivos vulnerables: Familia, infancia, adolescencia y jóvenes, “que cuenta con más de 120 estudiantes”. Y es que el plan de investigación-acción de la UNED, cuya filosofía de trabajo es “qué podemos hacer desde la universidad para ayudar a cambiar la realidad de estos jóvenes” es un plan integral, un complejo en el que la investigación va unida a la formación y a la transformación social, a la aplicación directa con profesionales, investigando pero, a la vez formando. “Por ejemplo”, explica Melendro, “trabajamos a demanda de los profesionales que se ocupan de estos jóvenes tutelados y, fruto de esta tarea desarrollamos un modelo de buenas prácticas que ellos mismos solicitaban y que, una vez elaborado, estamos aplicando en la formación de los futuros profesionales que se encuentran hoy en la universidad”. En la actualidad, el equipo se encuentra trabajando en un proyecto que comenzó en 2015, que se prolongará hasta el próximo 2020 y cuyo objetivo principal es evaluar el Plan de Autonomía para jóvenes tutelados que se puso en marcha en 2013 y que por primera vez aumentaba la edad de emancipación de los jóvenes tutelados a 21 años, frente a los tradicionales 18. “Nuestra tarea”, explica Miguel Melendro, “es hacer un seguimiento de los jóvenes por cohortes de 16, 17, 18 y 19 años: medir su grado de satisfacción con respecto a los centros, los educadores, el trabajo que se hace con ellos… para ver qué funciona bien, qué se puede cambiar, etcétera”. El trabajo ya está dando sus frutos y, gracias a la influencia ejercida por investigaciones similares, se consiguió modificar hace dos años la Ley Orgánica 8/2015 de Protección a la Infancia y a la Adolescencia equiparándola, por ejemplo, a la normativa existente en Reino Unido o en Estados Unidos. | ||
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“La influencia de la universidad”, señala García Castilla, “es fruto del trabajo común; es un proceso en el que la acción socioeducativa ha ido adquiriendo importancia de cara a impulsar esa lógica que debe funcionar: la investigación para la acción social y educativa y la transformación de la vida de los jóvenes”. Resultados que también se han ido plasmando en publicaciones destinadas a divulgar la investigación realizada y contribuir a la mejor formación de los futuros profesionales del área, como una metodología concreta para fundamentar las prácticas inclusivas eficaces (EFIS). | ||
Evaluación del Plan de Autonomía
Una de las conclusiones más destacable de este informe, señala Miguel Melendro, es que “hay que mejorar el trabajo que se hace con las familias, pues existe una contradicción fundamental entre la realidad familiar conflictiva de estos jóvenes y las expectativas de un tránsito a la vida adulta precisamente con esa familia como principal referente y recurso. Tras esta última evaluación, se ha comprobado que la percepción de los jóvenes es bastante negativa respecto al sistema familiar: el 51’1% manifiesta no tener una buena relación con su familia y el 40% expresa que su familia no le está ayudando en nada desde que salió del centro de protección. Todo esto en contraste con las expectativas de jóvenes y educadores en la fase anterior, quienes coincidían en expresar (61’1%) que los apoyos más importantes para los jóvenes extutelados a su salida provendrían de la familia”. Con estos cuestionarios que miden la autonomía de los jóvenes y el grado de intervención realizado en ellos han salido a la luz algunos datos que han sorprendido a los propios investigadores: “hemos visto que son mucho más autónomos que los jóvenes de su edad que viven en condiciones más favorables y que tienen incluso mucha mayor capacidad de resiliencia que los que salen de la universidad”. Igualmente, se observa una valoración excelente por parte de los encuestados del trabajo realizado por sus educadores “lo cual tiene un excelente potencial”, señala Melendro, “y nos enseña que la intervención socioeducativa merece la pena y que estamos devolviendo a la sociedad lo que invierte en ella”. | ||||
Itziar Romera Fotografías: Comunicación UNED Edición web: Elena Lobato Comunicación UNED | ||