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Tomás-Ramón Fernández Rodríguez

Profesor. Dr. Tomás Ramón Fernández Rodríguez. Catedrático de Derecho Administrativo, hoy en la Universidad Complutense de Madrid. Rector de la UNED desde Enero de 1.978 a Noviembre de 1.982

Fui elegido Rector de la UNED en Diciembre de 1.977. La Universidad tenía entonces cinco años de vida solamente. Había crecido muy deprisa, demasiado deprisa, con la cuota de improvisación y de precariedad que ello conlleva.

A ello hay que unir las turbulencias propias del momento, que eran muy fuertes, ya que estábamos en plena transición política, una transición que en la UNED se tradujo en nueve meses de desgobierno, los que transcurrieron entre el cese de mi antecesor, mi buen amigo el Profesor Diez Nicolás, y mi elección, la primera que tuvo lugar en la UNED, lo que obligó a discutir y a aprobar con no poco ruido unas, hasta entonces inexistentes en todo el país, normas electorales.

Dos retos tuve, pues, que afrontar en mi Rectorado: el primero y fundamental, restaurar la paz interna y soldar la brecha que en la Universidad se había abierto en los meses anteriores, simple reflejo de la división de la propia sociedad española en aquellos momentos; en segundo lugar, apuntalar las estructuras y sustituir en lo posible algunas de las piezas que tuvieron que improvisar mis antecesores por otras más sólidas y con mayor vocación de permanencia.

El primero de esos objetivos lo conseguí pronto, pues desde el primer momento me esforcé en ser y parecer Rector de todos y no sólo de quienes me habían dado su voto. No estaban entre éstos los alumnos, cuyos Delegados pidieron para mí, unánimemente, sin embargo, cinco años después la Medalla de Oro de la Universidad.

En lo que respecta al segundo, mi empeño fue doble: negarme en redondo, por lo pronto, a asumir nuevas responsabilidades y a implantar nuevas enseñanzas y reforzar las estructuras incrementando la plantilla de profesores propios para sustituir a los que teníamos “de prestado” y consolidando en lo posible la red de Centros Asociados. El número de éstos no aumentó gran cosa durante mi mandato, pero sí la solidez del conjunto, porque muchos Centros institucionales fueron sustituidos por o reconvertidos en Centros Regionales. El de Madrid es el mejor ejemplo.

Fueron cinco años excitantes. Desde el Rectorado de la UNED, uno de los  pocos lugares desde los que puede verse toda España, ví yo la transición política y como brotaba de ella la Constitución. Desde allí viví las primeras elecciones municipales de 1.979 con la lógica e inevitable inquietud, ya que la red de Centros se sostenía entonces gracias a la colaboración de un centenar de Corporaciones Locales, que en muchos casos pasaron de la noche a la mañana del azul al rojo a resultas de aquellas elecciones. Desde allí viví también las elecciones generales de 28 de Octubre de 1.982, que supusieron la reválida del sistema político. Por entonces se celebraron las nuestras, que yo había convocado antes del verano, no porque estuviera cansado y, menos aún, aburrido, sino porque, al cabo de cinco años, la Universidad necesitaba ya de otras manos y de otras ideas. La transición política había terminado y mi papel como Rector de transición también.