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Madrid, 20 de septiembre de 2017




Una investigación de la UNED analiza las causas de la radicalidad de los combatientes del Estado Islámico y los que luchan contra ellos

El estudio, dirigido por el profesor Ángel Gómez, ha sido publicado en la revista Nature Human Behaviour tras superar un arduo proceso de selección




Ángel Gómez, profesor de Psicología de la UNED, e investigador de Artis International, lidera junto al antropólogo Scott Atran un trabajo publicado en la revista Nature Human Behaviour. El objetivo era identificar los procesos que llevan a un “actor devoto”, es decir, a una persona mentalmente sana pero visceralmente conectada a un grupo con el cual comparte un valor que le resulta irrenunciable (por ejemplo “sagrado”), a estar dispuesta a luchar, morir y matar por sus convicciones si es necesario.



El artículo, titulado La voluntad de lucha del actor devoto y la dimensión espiritual del conflicto humano, superó una larga serie de pruebas para ser incluido en el arranque de esta nueva publicación perteneciente a la prestigiosa revista Nature, y en tan solo una semana se situó en el segundo puesto del ranking de repercusión de Nature Human Behaviour, desde su aparición en enero de 2017, y en el percentil 99 de todos los artículos similares publicados en tiempo similar. Las claves del éxito del estudio han sido analizadas por el reputado psicólogo norteamericano experto en conducta terrorista John G. Horgan, quien ha añadido una revisión al artículo del equipo de Gómez en la que señala que “la investigación del terrorismo es difícil, y como consecuencia, sólo unos pocos investigadores serios se han atrevido a participar en ella”.


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Imagen: Artis International

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Una de las claves del éxito de este trabajo de investigación se centra precisamente en la metodología de trabajo, pues para poder establecer las medidas con las que valorar la radicalidad y voluntad extrema de los combatientes del Estado Islámico (EI) se realizaron una serie de entrevistas tanto a prisioneros del propio EI como a combatientes de los diferentes grupos que luchan contra ellos: la Armada Irakí, Soldados Kurdos y Peshmerga. “Con ellos se hicieron unas pruebas piloto para preparar la investigación posterior, más ambiciosa”, relata Gómez. “Se les pedía que valoraran al EI en distintos aspectos, pues una de las cosas que queríamos valorar en los estudios piloto era la “formidabilidad”, definida como la estimación de fuerza física, pero entendida como la percepción de poder, de acceso a las armas, de invulnerabilidad… Queríamos saber si los que luchaban contra el EI los percibían como “formidables” y si los propios miembros del EI se percibían a sí mismos de la misma manera”.


El investigador, que cuenta con numerosos trabajos previos relativos a la teoría de la fusión de identidad como predictor del comportamiento extremo, desarrollada por William B. Swann Jr. de la Universidad de Austin, Texas y por él mismo, afirma que gracias a las entrevistas preliminares “nos llevamos la primera sorpresa, que luego se convertiría en uno de los objetos de estudio: tanto los combatientes entrevistados como los propios prisioneros del EI nos respondieron que no estábamos centrando bien la pregunta, pues la cuestión más relevante para el conflicto no es la percepción de la fuerza física de un grupo, sino la percepción de su fuerza espiritual”. Esto, sin embargo, reconocían que no es lo mismo que religiosidad.



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A través de figuras humanas que pueden aumentar o disminuir de tamaño, los entrevistados valoraban tanto la percepción
de la fuerza física del EI como de la fuerza espiritual. Igualmente, se valoraban ellos mismos.


Tras las entrevistas preliminares, los investigadores realizaron un trabajo de campo en Irak con 56 combatientes de la Armada Irakí, Soldados Kurdos y Peshmerga, que reconocieron esta como la batalla más feroz de su vida, complementado con 14 estudios correlacionales y experimentales realizados online, y en los que participaron más de 6000 ciudadanos españoles.



Débiles en lo “formidable”, pero espiritualmente imbatibles

Un aspecto sorprendente de los resultados es que “tanto los combatientes como los propios prisioneros… todos consideraron al EI como débil respecto a lo que representaba la “formidabilidad”, pero muy fuertes en el terreno espiritual”, explica Ángel Gómez. “Por otro lado, los miembros del EI perciben que el ejército norteamericano es fuerte físicamente, pero es débil en fuerza espiritual, al contrario que ellos”. “Este acuerdo”, que supone un favoritismo en beneficio del otro grupo (en concreto, del EI) en una dimensión extremadamente valorada continúa Gómez, “es muy difícil de encontrar en la literatura, pero además lo relevante es su relación con los sacrificios costosos que ellos hacen por sus creencias. Sacrificios costosos que incluyen acciones como torturar civiles, matar niños o asesinar a miembros de su familia si es necesario”.

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Imagen: Artis International


¿Cómo se mide entonces la voluntad de lucha del actor devoto? “Lo más destacable”, afirma el investigador, “es la voluntad o convicción de creer en algo para defenderlo hasta las últimas consecuencias”. Eso es “lo que distingue a las personas que están fusionadas con un grupo. Así, la mayoría de nosotros sabemos lo que tenemos que hacer en situaciones difíciles o de emergencia, pero solamente si tienes un vínculo muy fuerte con el grupo, lo haces”. “Lo que nosotros queríamos identificar primero es si las personas que estaban allí luchando contra el EI eran actores devotos, como así fue. Pero además, cuál sería su decisión si tuvieran que elegir entre uno de esos factores que para un actor devoto es tan relevante, el grupo, o el valor. El objeto de esta cuestión tiene su apoyo en la realidad del propio conflicto. Por ejemplo, los co-autores que realizaron el estudio de campo preliminar relataron casos como el de un combatiente que tuvo que elegir entre seguir en su puesto en el frente para proteger sus creencias y el bien común o retroceder hacia su hogar y salvar a su familia de la amenaza terrorista. El combatiente eligió quedarse… Es decir, tal y como ya avanzaban los estudios previos, la radicalidad era igual en los dos bandos y estaba asociada la defensa de un valor por encima del grupo, incluso cuando el grupo es la propia familia.


Los resultados del trabajo de campo, pero también los de los estudios online, mostraron que los participantes que elegían el valor sagrado en lugar del grupo, aunque éste fuera la familia, eran los que más sacrificios costosos estaban dispuestos a realizar. Y esta disposición se predecía por la percepción relativa de la fuerza espiritual, no de la fuerza física. Es decir, percibir al propio grupo más fuerte que al enemigo en fuerza espiritual era el mejor predictor del sacrificio extremo por el grupo. La percepción relativa de la fuerza física no jugaba ningún papel. Mismas predicciones y metodología, iguales resultados.


No es casualidad, por tanto, que el trabajo final publicado en Nature Human Behaviour esté encabezado por una frase que pronunció Barack Obama en 2014, siendo aún presidente de Estados Unidos, y que hacía referencia al foco en torno al cual se organizaba la lucha contra el EI: “Subestimamos al ISIL y sobreestimamos la capacidad de combate del ejército iraquí... Como hicimos en Vietnam… Se reduce a predecir la voluntad de lucha, lo cual es un imponderable”.


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Imágenes de la zona de conflicto en la que se realizó el estudio de campo (Artis International)


Ésta es una de las repercusiones principales del estudio, pues dicha voluntad de lucha ya no es tan “imponderable”. Tal y como señala Horgan en su revisión, “la investigación da una oportunidad para hacer este fenómeno significativamente más cuantificable”, además de garantizar un potencial de estudio notable para los próximos años.

“Para una persona que está fusionada con el grupo”, aclara el investigador, “el grupo y la persona son una misma cosa. De ahí el poder percibido: si alguien me ataca a mí, el grupo va a sentir que le atacan a ellos. El hecho de estar fusionados con el grupo les hace sentirse más invulnerables y tener la sensación de “agencia personal”, es decir que lo que ellos hagan de forma individual puede tener una repercusión para el grupo en su conjunto. Por ejemplo, un atentado cometido por una sola persona en una furgoneta o un camión tiene repercusiones a nivel internacional. Si cambia la política de seguridad de todo el mundo, cambia la estrategia del enemigo”.

Con todas estas claves, “el estudio podría ayudar a la hora de tomar decisiones políticas relacionadas con la defensa común” y la lucha contra el terrorismo. Porque sólo entendiendo que lo que motiva a los actores devotos es “lo que sale de nuestro corazón, de nuestras entrañas”, como señala Gómez que expresaban los combatientes, se podrá ponderar de alguna manera las motivaciones que llevan a los terroristas a realizar sus acciones.

Finaliza el investigador afirmando que “no se trata de un lavado de cerebro, ni de un proceso sectario. Por eso tiene tanta fuerza, porque las personas son realmente conscientes de la importancia de su capacidad personal dentro del grupo.”

“Este tremendo trabajo”, señala Gómez, “no se podría haber realizado sin la colaboración de la también profesora de la UNED Alexandra Vázquez y de la investigadora, también española, Lucía López-Rodriguez, el extremadamente peligroso trabajo de campo llevado a cabo por Hoshang Waziri y Lidia Wilson, las ideas de Hammad Sheik y Jeremy Ginges, el apoyo logístico de Richard Davis y los incomparables conocimientos y experiencia en conflictos internacionales del profesor Atran”.



Itziar Romera

Edición web: Óliver Yuste

Comunicación UNED