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Madrid, 8 de enero de 2018




El profesor tutor de la UNED, Rafael Calderón Fernández, recibe uno de los reconocimientos Segovia, Ciudad Educadora 2017

El jurado ha tenido en cuenta su pasión por la ciencia y la divulgación, así como su capacidad innovadora



Imagen de la entrega de premios


Químico de formación y natural de Villlavante, en León, Rafael Calderón Fernández lleva casi 40 años dedicado en cuerpo y alma a la docencia, a la que accedió en 1979 en el IES José Cadalso de San Roque (Cádiz). Pocos años después se incorporó como profesor al IES Giner de los Ríos (Segovia), del que ha sido vicedirector y director en dos ocasiones. Al poco de llegar a la ciudad inició su labor docente en el Centro Asociado a la UNED en Segovia, de la que aún no se ha retirado, y a lo largo de estos años ha destacado por su pasión por el estudio de la Ciencia y su divulgación, poniendo en práctica nuevos métodos didácticos, integrando la teoría y la práctica de la Física y la Química en el aula y el laboratorio y formando a profesores en prácticas que después aplicaron lo aprendido en sus enseñanzas. Su otra pasión, la Astronomía, le llevó a diseñar y construir un telescopio con un espejo de 28cm. de diámetro con el que ha observado el cielo con alumnos, familiares y ciudadanos de Segovia. Por todo ello ha recibido recientemente el reconocimiento Segovia, Ciudad Educadora 2017, en una ceremonia en la que habló de su tercera pasión: sus nietos y la capacidad transformadora de la escuela en ellos.


En la UNED, Rafael Calderón Fernández ha impartido clases de Física de Acceso, Física General, Química General, Informática I, Informática II, Electrónica, Lenguaje Pascal, Bases de la Física del Medio Ambiente, Bases de la Química del Medio Ambiente, Contaminación por Agentes Físicos y Meteorología y Climatología. Además, a finales de los 80 se encargó de montar la primera sala de Informática que hubo en la UNED de Segovia, con ordenadores Olivetti M24 con procesador INTEL 8386, “de la que estábamos tan orgullosos”, afirma el profesor. “Allí impartí las primeras clases del sistema operativo MS-DOS a compañeros y alumnos de la UNED”.


En su trayectoria profesional han sido muchas las aportaciones que ha realizado a la docencia, destacando la coordinación, dirección y diseño en 1983 del Curso experimental sobre la conexión EGB y BUP en la enseñanza práctica de la Física y Química y el trabajo sobre Aportaciones a la Ley Orgánica General del Sistema Educativo en el que se tenía en cuenta el modelo francés y que fue remitido al Ministerio de Educación. La parte del documento que recogía la “Atención a la diversidad” se incorporó a la Ley de Educación que, con Pilar del Castillo, sustituyó durante unos meses a la LOGSE y que se paralizó con la victoria del PSOE en las elecciones. “Pero las ideas de este documento, posteriormente se aplicaron en los centros, como la necesidad de la existencia de talleres, con grupos reducidos para alumnos desmotivados que afectaban negativamente al desarrollo normal de la actividad académica”, explica Calderón.


También es destacable su capacidad organizadora de viajes científicos con estudiantes y con profesores dentro de sus planes de formación, actividades divulgativas, ciclos de conferencias y un sinfín de actividades con las que da forma a una vocación científica y docente merecedora del reconocimiento recibido.

Rafael Calderón con su nieta pequeña

Rafael Calderón con su nieta pequeña

En su discurso de agradecimiento, el profesor Calderón habló de sus cuatro nietos: Maia, Daniel, Sara y Alba y de cómo cada uno de ellos, en su correspondiente edad, iban adquiriendo nuevos conocimientos gracias a la labor docente de la escuela. “Y es que en la escuela”, afirmó el orgulloso abuelo, “se aprende a leer y a escribir y a contar, pero además, se aprende a ser disciplinado, a respetar las normas, a saber que se pueden cambiar... Los libros, la escuela, nos ayudan a entender que los demás sienten como nosotros y es allí donde más se puede fomentar la empatía y hacer amigos. Y cuando llegamos a la adolescencia, los profes facilitan que surja en nosotros el razonamiento formal que nos ayudará a entender el mundo en que vivimos. Y es allí, en la escuela o en el instituto, donde mejor deberíamos poder saciar nuestra curiosidad. Esa curiosidad que también nos caracteriza como especie, nos enseña a cuestionar cosas que damos por hecho y hace que nos atrevamos a hacer preguntas”.




Itziar Romera

Edición web: Elena Lobato

Comunicación UNED