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A la muerte de los enemigos suma el profesor Francisco Alía otras medidas. “Estaba la represión sobre los vivos, que creó un escenario de miedo indefensión e inseguridad en el que no había lugar para los indiferentes o neutrales. La represión política se acompañó de la represión psicológica, administrativa, e incluso económica, que era enormemente cruel en años de terrible hambre y miseria. El sistema de racionamiento de alimentos, generalizado en mayo de 1939 se convirtió en el principal sistema de control social. Se privaba a los que no mostraban públicamente su admiración por el régimen de los productos del mercado oficial, enviándolos al mercado negro y de estraperlo donde el precio era hasta 10 veces superior”.
¿Y por qué tanta muerte? Alía reconoce que durante la Guerra Civil hubo muchas víctimas en ambos bandos, pero baraja la cifra de 50.000 enemigos del régimen ajusticiados en la posguerra acusados de crímenes cometidos por el tan publicitado por los ganadores “terror rojo”. El historiador de la UCLM establece el inicio de la escalada de asesinatos de posguerra en “la Ley de Responsabilidad Política, de 9 de febrero de 1939, que buscaba culpables con efectos retroactivos, desde 1934. La Instrucción reservada número 1, que el general Mola envió a todos los comprometidos en su aplicación decía: Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas. Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes que aquel que no esté con nosotros está contra nosotros y que como enemigo será tratado. Se trataban no sólo de castigar, sino de erradicar cualquier atisbo de oposición. La violencia institucionalizada se articuló con numerosas leyes y su ejecución fue fríamente planificada y organizada desde arriba, desde el mismo centro del poder”.
El antropólogo de la UNED Juan López añade a éstas, otras razones que permiten entender la dureza del franquismo con los republicanos vencidos y explica en parte como una provincia como Ciudad Real acumula tantos muertos en las cárceles franquistas, fusilados, cuneteados, agarrotados, cazados en emboscadas contra la guerrilla. “Es la provincia con más víctimas mortales durante la posguerra de toda España y la séptima si incluimos los datos de la Guerra, superada sólo por Córdoba, Málaga, Sevilla, Zaragoza, Asturias y Badajoz. ¿Por qué una represión tan dura? Los fusilamientos, los disparos al amanecer, y el garrote vil -una técnica muy empleadas en Valdepeñas, no sabemos la razón- tienen un punto de espectáculo y venganza: es la pedagogía del fusilamiento”.
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Durante el acto se leyeron tres cartas, las últimas palabras de dos presos condenados a una muerte inminente. En ellas se distribuían las pocas pertenencias del reo, “…dale el traje nuevo a mi madre, que lo pagó ella, y los otros a mis hermanos para que los gasten…”; se enviaba un mensaje a la hija, “…que mi chatita aprenda a leer y escribir para que sepa defenderse…” y se aludía a la injusticia “...no me voy con las manos manchadas de sangre… recuerda que matan al hombre, no la idea…”
Valdepeñas 9 de julio de 1940. Prisión 1ª Galería 1ª Celda Enfermería
“Mi querido compañero y hermano de clase Nicasio:
un saludo revolucionario en los últimos días de mi vida, deseándote salud y suerte.
Mi querido y fiel compañero Nicasio, quiero dejarte un recuerdo en estos momentos de mi vida tan gloriosos para la Historia y nuestros ideales. Hoy día 9 de junio, hace un año que me trajeron a esta prisión. Me juzgaron el 13 de diciembre de 1939 y me pidió el fiscal garrote vil. De 55 que fuimos a juicio quedamos 5, así que son pocos los días que me quedan de vida. En estos momentos nada me asusta. Me siento orgulloso. Únicamente muero por un ideal, no por ladrón y criminal. Nadie me conoce mejor que tú y sabes que no tengo nada más que bondad.
Nicasio, para el día que tu regreses a España lo único que te encargo es que seas el padre de mis 6 hijos y mi desgraciada Dolores que tan buena ha sido para mí, hasta los últimos momentos de mi vida.
Nicasio, Antonia te contará todas nuestras aventuras. Nicasio, me voy tranquilo, que los que habéis tenido la suerte de salvaros en su día haréis justicia más limpia, y por mi muerte no toméis represalias contra nadie.
Nada más. Me despido con un ¡Viva la República! Y el Partido Socialista. Te abraza para siempre tu verdadero compañero que lo fue."
Inocente González
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