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El bisfenol A (BPA) es uno de los productos químicos más empleados del mundo y con mayor volumen de producción, alcanzando los 3’8 millones de toneladas al año. Entre otras muchas ubicaciones, está presente en las resinas epoxi que recubren el interior de multitud de recipientes, desde los que migra a los alimentos con facilidad. Por ello, es uno de los compuestos químicos que mayor preocupación genera en la sociedad, siendo numerosos los estudios que han demostrado su actividad disruptora endocrina en diversas especies de vertebrados, en los que provoca alteraciones tanto en la reproducción y el desarrollo como en el sistema inmune y el sistema nervioso. Sin embargo, son más limitados los estudios sobre dicho efecto disruptor en los invertebrados, “a pesar de que esos organismo son una vía de entrada de los contaminantes a las cadenas tróficas y es necesario conocer los efectos que ejercen sobre ellos”. Así lo expresa Mónica Morales Camarzana, profesora de la UNED e investigadora de un trabajo que demuestra la modulación de la expresión de genes implicados en la respuesta endocrina y de estrés celular del caracol Physa acuta, un organismo sensible a los compuestos químicos “y muy apropiado para las pruebas de toxicidad acuática en estudios ambientales”. El estudio, titulado Bisphenol A (BPA) modulates the expression of endocrine and stress response genes in the freshwater snail Physa acuta y realizado por el Grupo de Biología y Toxicología Ambiental de la UNED, ya se puede consultar en la edición on-line de la revista Ecotoxicology and Environmental Safety y saldrá publicado en el volumen de mayo.
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