Existen numerosos estudios internacionales dedicados a cuantificar las necesidades de obras y el coste de las mismas en los distintos sistemas de aguas de países y regiones. Los factores que abordan, en general, todas las investigaciones se basan en el envejecimiento de las infraestructuras -Londres, por ejemplo, tiene una red de abastecimiento centenaria-; la no adecuación de la capacidad de almacenamiento, distribución o tratamiento a la demanda concentrada en los grandes núcleos urbanos; y el impacto del cambio climático, con la intensificación y multiplicación de accidentes atmosféricos extremos que provocan desbordamientos, roturas de redes, posible contaminación entre agua potable y no potable y otros desastres.
Los resultados de los distintos informes realizados por diferentes entidades públicas y privadas obtienen resultados variables en cuanto a las necesidades de inversión requeridos para optimizar las inversiones. Depende de quién las ejecuta, las cantidades, plazos y equipamientos a intervenir, varían. A nivel global la OCDE (The Organisation for Economic Co-operation and Development) elaboró un informe en 2006 en el que establece en 12,488 trillones de dólares de inversión en infraestructuras del agua durante el periodo 2005/2025 para sus 35 miembros y en 8,28 trillones para los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, países grandes en territorio, en población, en recursos naturales y en aumento del PIB, que se convertirán en países dominantes hacia 2050, según la cúpula directiva de Goldman Sachs).