La sala A de Derecho de la UNED está llena de antropólogos. Han llegado desde varias universidades españolas y norteamericanas, para participar en un acto titulado “De la cultura oral al patrimonio”. Unos rotarán en las distintas mesas que se suceden durante toda la mañana. Otros se acomodan en la primera fila de butacas, destinada a autoridades académicas de distintas edades y disciplinas. Ángel Díaz de Rada y Francisco Cruces ejercen como maestros de ceremonia. Honorio Manuel Velasco Maillo se convierte en el objeto ritual de la fiesta. Celebramos el homenaje de compañeros, alumnos y de toda la comunidad universitaria al hombre que ha dedicado su vida a promocionar y ubicar la antropología entre las grandes ciencias sociales en nuestro país y que estos días se estrena como catedrático emérito de nuestra universidad.
Al final del acto, Velasco recibirá como regalo un exvoto, una pintura un tanto naïf, localizada y traída por sus ex alumnos, hoy profesores en la UNED y en otras universidades, de alguna lejana comunidad latinoamericana. Los exvotos son ofrendas a dioses o santos de una persona o una comunidad que pretende conseguir de ellos algún favor, o agradecer un bien ya obtenido. El texto del cuadro de Honorio reza “Cuando Juan el Cachera creía haber perdido a su marrana de trichina, San Ignacio bajó del cielo para su curación”. El catedrático emérito de la UNED, ávido coleccionista de este peculiar arte, confiesa emocionado que el presente, aparte de las muestras de afecto y admiración, es el más preciado regalo que podrían ofrecerle.