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Ana Pastor, presidenta del Congreso de los Diputados, haciendo gala de su amable talante, expresó su agradecimiento por “permitirme participar en este homenaje a Manuel Marín. Era una persona a la que no le gustaba que hablaran de él, hoy todos le estamos homenajeando merecida y justamente, pero a mí me gustaría que los homenajes a las grandes y buenas personas se rindieran en vida, aunque hoy está representado entre nosotros por lo que más quería, que era su familia, su mujer y sus dos hijas. Le brindamos un homenaje unánime, sincero y emocionado. Dio todo su conocimiento al servicio de lo público, se lo tomaba todo muy en serio, le importaba el fondo pero sobre todo la forma. Vivió la política desde abajo, luchó con pasión y tesón por un país libre y tenía una preparación excepcional, estudiaba permanentemente. Tenía oficio y conocimiento. En el Congreso -él fue presidente de ese Congreso- se ven los defectos más que en ningún sitio y su política fue noble y constructiva, de palabra franca y amable. Era sereno, comprometido, apasionado del conocimiento, riguroso. Creía en el talante democrático e igualitario de todos los españoles y de todas las Comunidades. El punto de encuentro, afirmaba Manuel Marín, es la Constitución. Hoy, sus palabras cobran más sentido que nunca. Creía también en las mujeres porque tenía a las mejores en su casa, su mujer y sus hijas. Fue un gran secretario de Estado para las Comunidades Europeas... le echamos mucho de menos porque necesitábamos que nos echara ahora una mano, porque necesitamos hombres y mujeres valiosos y eficaces resolviendo problemas. Necesitamos este tipo de personas. Él decía, y hago mías sus palabras, En política es legítimo apretar al adversario, pero cuando se aprieta debemos saber cuándo se tiene que abrir la mano, y llegado el caso, estrecharla buscando el acuerdo. Me niego a aceptar que 'consenso' y 'sentido del límite' son dos palabras viejas, tendrán que adaptarse, pero siguen siendo esas palabras viejas... muy necesarias". "Querido Manuel", continuó Pastor, "no te gustaba nada el filibusterismo parlamentario, también lo sufriste. Eras un defensor de la palabra, de esa palabra que todo lo convence. Por eso, por ser un fiel defensor de esa palabra, por tu predisposición al diálogo siempre, por la voz y la palabra que quisiste que se escuchara en las Cortes Generales, hoy también, querido Manuel, te rendimos homenaje”.
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