“A partir de ese momento, apliqué toda mi energía a crear esquemas de actuación estables para todos los actos universitarios –todos ellos eran una ingente tarea organizadora nueva para mí–, con el objetivo de definir modelos que quedasen fijados e informatizados. Me propuse crear una base de datos que quedase a la disposición institucional de quien me sucediera en la dirección de Protocolo. Todavía, nueve años después, suelo bromear repitiendo lo que decía entonces: «Si me muero hoy, quienquiera que me sustituya mañana podrá proseguir sin problemas la organización del acto que estamos preparando». Aperturas de curso; festividades de Santo Tomás de Aquino; investiduras de doctor honoris causa; investiduras de nuevos doctores; toma de posesión de nuevos profesores, de decanos, de vicerrectores o de rector; graduaciones y celebraciones de patronos de las diversas facultades; entregas de premios (Consejo social; Elisa Pérez Vera, Estudios de Género, Banco Santander, RedFUE, Emprendimiento –COIE–, Narración breve…); aniversarios varios; inauguraciones de edificios: homenajes variopintos; seminarios; jornadas; congresos; convenios; cátedras financiadas –promovidas– por entidades externas; presentaciones de libros; exposiciones; actividades culturales variadas; asesoramiento de diversos actos en los Centros asociados a la UNED, asesoramientos para toda clase de actos que puedan surgir… han generado en estos años un sinfín de eventos cuya organización protocolaria supone un constante reto a la capacidad de decisión de una directora de Protocolo. Y también a la de gestión y solución de problemas. Y también, por supuesto, un reto sobre cómo desenvolverse en las situaciones de riesgo y de imprevistos de diversa índole. Todos los actos protocolarios universitarios requieren cordura, conocimiento, continuidad y homogeneidad en los esquemas de organización, y, al mismo tiempo, se debe reservar un espacio a la creatividad; pero, sobre todo, para no perder el norte, todos los actos deben comportar lealtad institucional. Siempre he antepuesto a todo lo que he organizado la custodia y preservación de la imagen institucional –ahora se estila decir corporativa o de ‘marca’…– de la UNED. Para expresar cómo concibo esta responsabilidad, suelo ironizar empleando un símil: a semejanza del arzobispo de Toledo, que lleva en alto la custodia en la procesión del Corpus, así siento que porto yo la imagen corporativa de la UNED en todas las actividades protocolarias de esta Universidad, la cual, por su implantación multiterritorial, está en constante relación –no siempre protocolariamente fácil– con instancias políticas de diversa jerarquía en municipios y comunidades autónomas del Estado español, y también en el extranjero”.
“La crisis económica que había explotado en España añadió, al poco de mi incorporación al Protocolo de la UNED, un 'más difícil todavía'. Y tuve que tratar de conseguir que los actos revistieran la misma dignidad protocolaria que antes de la crisis, pero a coste cero. Me reía de mí misma al afirmar que me tenía que conducir como una de las amas de casa de la posguerra más cruel, que sacaban adelante a la familia desafiando la penuria. A partir de mi llegada al Protocolo de la UNED, desapareció el 'imperio de la dádiva', pues decidí dejar de suministrar gratis et amore obsequios de promoción de la imagen institucional. Recibí muchos reproches por acabar con la acostumbrada prodigalidad que se estilaba a mi llegada, vestigio de los tiempos del bienestar económico. Con plena conciencia de que la concesión de los regalos institucionales no debía depender de mi arbitrariedad, se me ocurrió democratizar la adquisición de los objetos promocionales con la marca –el logo– UNED, haciéndolos accesibles a cualquier miembro de la comunidad universitaria por el procedimiento de ponerlos a la venta en las librerías de la UNED, con un coste no superior al que se había pagado a los proveedores. Evidentemente, esa medida no enmascaraba ninguna pretensión de hacer negocio: simplemente, tal vez podría permitir mantener la exigua capacidad de reposición de los artículos. Mi voluntad democrática también determinó que, «en nombre del rector magnífico», comenzase a informar siempre, por correo electrónico, a todas las listas de distribución de la comunidad universitaria, incluidos los Centros Asociados, de todos los actos que se celebran en la UNED. Además de reafirmar la transparencia, una información permanente visibilizaría que esta es una Universidad en constante acción y evidenciaría la intención de convocar a los actos –salvo si eran necesarias medidas restrictivas de asistencia particulares…– a todos los miembros de la comunidad universitaria sin distinción de estamento, como expresión de respeto y de igualdad”.
Vivat Academia
“Hay una acción de la que me siento satisfecha en especial porque reúne mi condición de docente de Lengua española con mi desempeño de la dirección de Protocolo: durante estos años he facilitado recomendaciones de escritura correcta del español a muchas personas de la comunidad universitaria del PDI y del PAS que desarrollan actividades comunicativas de responsabilidad 'cara al público'. Y, simultáneamente, he velado por la corrección lingüística de la redacción todos los textos institucionales que han dependido de mí. Tengo la confortante recompensa de haber recibido la expresión de un reconocimiento general por ello.