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Madrid, 25 de junio de 2018




Mención de Honor de la Asociación de Protocolo Universitario, para la profesora de la UNED Pilar Ruiz-Va


Pilar Ruiz-Va, profesora de la Facultad de Filología de la UNED y Directora de Protocolo, ha sido distinguida por la Asociación para el Estudio y la Investigación del Protocolo Universitario, con la Mención de Honor “como reconocimiento a su destacada contribución al protocolo universitario y a los Encuentros y actividades que se han desarrollado”.



Algo inesperado


Pilar Ruiz-Va, polifacética, activa y perfeccionista directora de Protocolo UNED, manifiesta su inmensa sorpresa envuelta en profundo agradecimiento, por esta distinción.


Mención

“Recibir esta Mención de Honor ha supuesto, sinceramente, no lo afirmo por pose –¿ante quién?–, una sorpresa monumental ya que, en mis nueve años como responsable del Protocolo en la UNED, no me consta que la Asociación para el Estudio y la Investigación del Protocolo Universitario se la haya otorgado nunca a nadie. Estoy pletórica de gratitud, como cualquiera al recibir un regalo inesperado; pero lo cierto es que tampoco se me habría ocurrido que me la pudieran conceder a mí por el motivo aducido: a su destacada contribución al protocolo universitario y a los Encuentros y actividades que se han desarrollado. No, no me la esperaba ni por lo más remoto. He presentado alguna ponencia en los 'Encuentros de los Responsables del Protocolo Universitario' y, sobre todo, he participado frecuentemente en los debates, pero jamás se me ha pasado por la cabeza que hacerlo tuviera nada de extraordinario. Soy comunicativa y me parece lo más normal exponer mis puntos de vista y mis propuestas de modus operandi. Considero que es mi obligación compartir mi experiencia como directora de Protocolo en la UNED, por pura coherencia con mi compromiso absoluto con las funciones que desempeño. Y siempre he dado a conocer y he hecho valer, con un –muy muy sentido– orgullo de pertenencia a la UNED, el funcionamiento de


Pilar Ruiz-Va

nuestro Protocolo universitario, que hoy es apreciado y reconocido por las universidades públicas y privadas. Algunas pautas de actuación nuestras han sido adoptadas por otras universidades. En el curso académico de mi jubilación, al aproximarse mi despedida de la dirección del Protocolo de la UNED, por provenir precisamente de los expertos en el área, valoro con humildad el honor de recibir este insospechado reconocimiento de mi trabajo”.



El protocolo de la docencia


“El Protocolo no había estado ni en sueños en mis aspiraciones docentes. En 2009, tenía tras de mí un sólido historial de defensora de la estabilidad de los puestos de trabajo y la promoción de los profesores más vulnerables laboralmente, en todos los ámbitos de negociación de la Universidad -Consejo de Gobierno, Consejo Social, Claustro, Junta de Facultad de Filología, Comisiones de contratación-, incluidos los sindicales -Junta de Personal Docente, Comité de Empresa del PDI laboral-. Hoy sigo enorgulleciéndome de mi labor como representante de profesores, a la que he entregado muchos años (30 de los 43 años de servicio con los que me jubilo) de mi vida en esta Universidad. Muchas veces he confesado con emoción que nunca me he arrepentido de haber invertido tanta vida en abogar por los intereses comunes en vez de dar prioridad a prosperar en mi carrera académica, y hacerme funcionaria. Soy lo opuesto a lo que se tilda, coloquialmente, de ‘pasota’: si me responsabilizo de algo, me implico al 100 %; es mi naturaleza. Estoy convencida de que la oportunidad de aprender, mientras fui la presidente del Comité de Empresa, qué significa comunicación, negociación, conciliación y mediación entre todos los sindicatos de profesores y el equipo de gobierno de la Universidad ha sido un privilegio; eso me ha aportado mucha más formación que un máster o un curso de experto en Protocolo. Es curioso, creo que adquirí la capacidad para dirigir más tarde el Protocolo gracias precisamente a que tuve que conciliar los diferentes puntos de vista sindicales y sostener una compleja filigrana de paciencia, de contención en la expresión de las discrepancias, de respeto y estima entre los queridos compañeros del primer Comité de Empresa del PDI, sin despistarme jamás de que los objetivos que perseguíamos estaban presididos por la igualdad de oportunidades y la justicia distributiva. Sin embargo, durante esos años de lucha nada permitía presagiar, de ninguna de las maneras, lo que me aguardaba en el futuro. A cierta edad, no suele estar al alcance de casi nadie tener la posibilidad de estrenarse ya sea en un área de conocimiento, ya sea en una laboral. Y yo he tenido la fortuna de poder hacerlo en ambas”.



¿Por qué el Protocolo?


Pilar en un acto navideño

“Cuando en junio de 2009 asumí la dirección de Protocolo de la UNED –cargo de confianza recién instituido por el rector Gimeno, dependiente directamente del Rectorado –, me pasé el verano estudiando las leyes y las normativas que rigen el Protocolo en España y también las internacionales.


¿Por qué acepté esa responsabilidad? Se me ofreció aduciendo que reunía las cualidades apropiadas para el cargo. Pregunté ¿cuáles?, con perplejidad. Y se me respondió: «Buena educación; sentido común; probada capacidad de relaciones públicas; conocimiento de la comunidad universitaria; sentido del compromiso; responsabilidad institucional». De entrada, me quedé estupefacta, intentando reconocerme en el espejo. Y, bueno, en realidad no era un mal retrato; y acepté. Tenía una meta a corto plazo: después de las vacaciones estivales, la ceremonia de Apertura del curso 2009-2010 había de celebrarse sin un fallo. Eso era, al menos, lo que yo me exigía, siendo novata como era en un campo al que nunca antes había prestado atención. No voy a analizar ahora si resultó una ceremonia perfecta. Seguramente, no, conforme a mi exigencia. ¡Maldito perfeccionismo! Pero ese primer acto me sirvió para saber todo lo que quería mejorar. Y estaba en mi mano”.

“A partir de ese momento, apliqué toda mi energía a crear esquemas de actuación estables para todos los actos universitarios –todos ellos eran una ingente tarea organizadora nueva para mí–, con el objetivo de definir modelos que quedasen fijados e informatizados. Me propuse crear una base de datos que quedase a la disposición institucional de quien me sucediera en la dirección de Protocolo. Todavía, nueve años después, suelo bromear repitiendo lo que decía entonces: «Si me muero hoy, quienquiera que me sustituya mañana podrá proseguir sin problemas la organización del acto que estamos preparando». Aperturas de curso; festividades de Santo Tomás de Aquino; investiduras de doctor honoris causa; investiduras de nuevos doctores; toma de posesión de nuevos profesores, de decanos, de vicerrectores o de rector; graduaciones y celebraciones de patronos de las diversas facultades; entregas de premios (Consejo social; Elisa Pérez Vera, Estudios de Género, Banco Santander, RedFUE, Emprendimiento –COIE–, Narración breve…); aniversarios varios; inauguraciones de edificios: homenajes variopintos; seminarios; jornadas; congresos; convenios; cátedras financiadas –promovidas– por entidades externas; presentaciones de libros; exposiciones; actividades culturales variadas; asesoramiento de diversos actos en los Centros asociados a la UNED, asesoramientos para toda clase de actos que puedan surgir… han generado en estos años un sinfín de eventos cuya organización protocolaria supone un constante reto a la capacidad de decisión de una directora de Protocolo. Y también a la de gestión y solución de problemas. Y también, por supuesto, un reto sobre cómo desenvolverse en las situaciones de riesgo y de imprevistos de diversa índole. Todos los actos protocolarios universitarios requieren cordura, conocimiento, continuidad y homogeneidad en los esquemas de organización, y, al mismo tiempo, se debe reservar un espacio a la creatividad; pero, sobre todo, para no perder el norte, todos los actos deben comportar lealtad institucional. Siempre he antepuesto a todo lo que he organizado la custodia y preservación de la imagen institucional –ahora se estila decir corporativa o de ‘marca’…– de la UNED. Para expresar cómo concibo esta responsabilidad, suelo ironizar empleando un símil: a semejanza del arzobispo de Toledo, que lleva en alto la custodia en la procesión del Corpus, así siento que porto yo la imagen corporativa de la UNED en todas las actividades protocolarias de esta Universidad, la cual, por su implantación multiterritorial, está en constante relación –no siempre protocolariamente fácil– con instancias políticas de diversa jerarquía en municipios y comunidades autónomas del Estado español, y también en el extranjero”.


“La crisis económica que había explotado en España añadió, al poco de mi incorporación al Protocolo de la UNED, un 'más difícil todavía'. Y tuve que tratar de conseguir que los actos revistieran la misma dignidad protocolaria que antes de la crisis, pero a coste cero. Me reía de mí misma al afirmar que me tenía que conducir como una de las amas de casa de la posguerra más cruel, que sacaban adelante a la familia desafiando la penuria. A partir de mi llegada al Protocolo de la UNED, desapareció el 'imperio de la dádiva', pues decidí dejar de suministrar gratis et amore obsequios de promoción de la imagen institucional. Recibí muchos reproches por acabar con la acostumbrada prodigalidad que se estilaba a mi llegada, vestigio de los tiempos del bienestar económico. Con plena conciencia de que la concesión de los regalos institucionales no debía depender de mi arbitrariedad, se me ocurrió democratizar la adquisición de los objetos promocionales con la marca –el logo– UNED, haciéndolos accesibles a cualquier miembro de la comunidad universitaria por el procedimiento de ponerlos a la venta en las librerías de la UNED, con un coste no superior al que se había pagado a los proveedores. Evidentemente, esa medida no enmascaraba ninguna pretensión de hacer negocio: simplemente, tal vez podría permitir mantener la exigua capacidad de reposición de los artículos. Mi voluntad democrática también determinó que, «en nombre del rector magnífico», comenzase a informar siempre, por correo electrónico, a todas las listas de distribución de la comunidad universitaria, incluidos los Centros Asociados, de todos los actos que se celebran en la UNED. Además de reafirmar la transparencia, una información permanente visibilizaría que esta es una Universidad en constante acción y evidenciaría la intención de convocar a los actos –salvo si eran necesarias medidas restrictivas de asistencia particulares…– a todos los miembros de la comunidad universitaria sin distinción de estamento, como expresión de respeto y de igualdad”.



Vivat Academia


“Hay una acción de la que me siento satisfecha en especial porque reúne mi condición de docente de Lengua española con mi desempeño de la dirección de Protocolo: durante estos años he facilitado recomendaciones de escritura correcta del español a muchas personas de la comunidad universitaria del PDI y del PAS que desarrollan actividades comunicativas de responsabilidad 'cara al público'. Y, simultáneamente, he velado por la corrección lingüística de la redacción todos los textos institucionales que han dependido de mí. Tengo la confortante recompensa de haber recibido la expresión de un reconocimiento general por ello.

Es posible que la vocación docente que da sentido a mi vida haya impregnado de didactismo todos mis comportamientos como directora de Protocolo. Esta vocación se ha proyectado en mi esfuerzo por transmitir el significado de cada uno de los aspectos de las ceremonias, de los rituales, de la etiqueta que comporta cada acto protocolario, y por hacer comprensible a todo el mundo lo que representa cada símbolo. Desde el principio, en el ensayo general de cada uno de ellos, me he esmerado en explicar el significado tanto de todos los aspectos del acto que se iba a celebrar, como del comportamiento que se espera de cada uno de los participantes en su organización. Y ello ha producido el efecto maravilloso de incentivar su interés y su curiosidad por saber más. Un año después del comienzo de mis tareas de directora, la unidad de Formación de la UNED me solicitó que impartiera cursos de Protocolo universitario al PAS, y accedí encantada. Lo extraordinario es que la petición de recibir ese curso partió de miembros del PAS que habían colaborado en la organización de los actos solemnes (Apertura de curso, Festividad de Sto. Tomás de Aquino). Hasta tres cursos hubo que impartir para atender la demanda que había brotado de haber comprendido el significado del Protocolo universitario. La profesora, la maestra que, nuclearmente, sobre todas las cosas, soy se ha desvivido durante los nueve años de dirigir el Protocolo de la UNED por desacralizarlo, por dotarlo de significado, por hacerlo próximo a la par que respetable, por extender la posibilidad de participación a toda la comunidad universitaria, por responsabilizar en la consecución del éxito de un evento a todos componentes de las instancias organizadoras. No sé calibrar la dimensión que alcanza la cosecha de lo sembrado. Sí me consta que ha sido agradecido el respeto que implica explicar a los colaboradores el significado del cometido de cada cual en el acto que se organiza, y también el que la unidad de Protocolo envíe un mensaje dando las gracias por su cooperación a todas las personas participantes en los actos solemnes (Comunicación, CEMAV, Medios Técnicos, Mantenimiento, ordenanzas, jardineros, Seguridad y, en su caso, Coro), una vez celebrados”.


Ruiz-Va con Tiana


Banner protocolo


Somos mucho más que dos


“Nunca ha existido un divorcio entre mis dos trabajos: el de profesora del departamento de Lengua española y Lingüística general y el de directora de Protocolo. En ambos me involucro con pasión: acostumbro afirmar que tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta. Ese doble trabajo era más sostenible hace años; en los últimos ha requerido aumentar exponencialmente el esfuerzo. No conozco horario laboral comparable con esta 'doble vida': como los fogoneros de guardia de los barcos de vapor, alimento sin rendirme a la fatiga las calderas del Protocolo de la UNED en la sala de máquinas cercana a la sentina. Y, al mismo tiempo, me honra poder demostrar que mis estudiantes del Grado de Lengua y Literatura españolas y del Grado de Estudios ingleses, así como los estudiantes cuyos TFG –trabajos de fin de grado– y cuyos TFM –trabajos de fin de máster– dirijo, siguen recibiendo de mí una atención de calidad, decantada por un saber hacer acrisolado en 45 años de experiencia docente.


Para concluir, quiero destacar la insólita suerte de contar desde hace ocho años con un compañero de trabajo excepcional, el asesor técnico de Protocolo Luis Rodríguez, con quien he compartido las tareas de Protocolo sin una sola ocasión de desavenencia: ni jerárquica ni por discrepancia de apreciaciones teóricas ni –¡albricias, en los tiempos que corren!– de género, ni tampoco por divergencias derivadas de la diferencia de edad que nos separa. Expreso aquí mi reconocimiento con un profundo afecto. Bromeo a menudo presentándonos como el 'dúo Protocolo'. Y me queda por agradecer, por último, las funciones que desempeña el tercer miembro del equipo de Protocolo, la administrativa Marisol Peña. Sin ellos, mi esforzada 'doble vida' docente-protocolaria de estos dos últimos años habría acabado conmigo”.



Isabel Quiñones

Fotografías: José Rodríguez

Edición web: Elena Lobato

Comunicación UNED