Logo de la UNED

Madrid, 28 de febrero de 2019




Tres estudiantes de la UNED en el equipo ganador de un campeonato de la NASA

Cinco científicos españoles han ganado la Hackathon Space Apps Challenge, un campeonato de hackers convocado por la NASA, con un proyecto que utiliza datos reales del telescopio espacial Hubble y permite la clasificación de galaxias a través de un videojuego. Todos proceden de la universidad pública y los tres impulsores y primeros integrantes del equipo han estudiado sus segundas carreras en la UNED.

Foto del equipo

Rosa Narváez es amiga de Almudena Martín e Iñaki Úcar desde hace años por varias razones: los tres tienen una segunda carrera en la UNED, ella Derecho, ellos Física; los tres aman la música y han estudiado en un conservatorio -Rosa e Iñaki son clarinetistas, Almudena, pianista-; los tres aman la ciencia, la tecnología y los retos y van sobrados de creatividad. Además, el marido de Rosa fue testigo en la boda de sus amigos, lo que afianzó la relación. Los tres acudieron a la Hackathon Space Apps Challenge, convocada por la NASA. Allí conocieron a José Luis Martín-Remo y Juan Martínez. Formaron un equipo. Se entendieron tan bien que en sólo 48 horas crearon un proyecto que ganó a las otras 1.375 propuestas de otros tantos equipos finalistas, procedentes de 75 países. Su logro: plantear un en formato de videojuego, una aplicación que permitirá a la Nasa la clasificación automatizada de los millones de datos que se reciben desde el telescopio espacial Hubble que orbita La Tierra. Uno de los primeros en felicitarles fue Pedro Duque, el astronauta que además de ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, es doctor honoris causa por la UNED.


Este premio es, por tanto, el relato de una cuestión de orgullo para la UNED. Y de la verificación del talento que atesora la universidad y la enseñanza pública de este país.



El concurso

Hackathon es un híbrido entre los términos hacker, anglicismo admitido por la RAE que lo define como un experto en el manejo de computadoras que se ocupa de la seguridad y el desarrollo y mejora de los sistemas informáticos; y maratón, carrera o competición de resistencia o actividad larga e intensa. Es convocado anualmente por la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio, con sus siglas en inglés) que recaba talento para solucionar distintos retos tecnológicos y científicos. Los participantes provienen de todo el mundo: en 2018 se presentaron 18.000 jugadores, agrupados en 1.375 equipos, con 75 sedes mundiales, entre ellas, Madrid.


De las 6 categorías premiadas – mejor uso de datos, mejor uso de hardware, mejor uso de ciencia, mejor concepto de misión, impacto galáctico y más inspirador- nuestro equipo ganó el tercero, el mejor uso de la ciencia. Durante la primera jornada, tras una breve tormenta de ideas, se pusieron a trabajar. Era el 21 de octubre. El 23 ya habían concluido su proyecto y el vídeo promocional necesario para presentarlo. Pero el parón de la Administración Trump suspendió la actividad de 800.000 funcionarios, incluidos los de la NASA, así que nuestro equipo no supo hasta diciembre que había sido seleccionado como finalista. En febrero, móvil mediante, les comunicaron que eran los ganadores. Una de las primeras felicitaciones les llegó del ministro de Ciencia, Innovación y Universidades y doctor honoris causa por la UNED, Pedro Duque.



El proyecto

Vista general

Diseñando


El proyecto Búsqueda de Galaxias (Galaxy Quest) del equipo Pilares de la Creación ayuda a la Nasa a clasificar galaxias a través de una aplicación que combina fórmulas de videojuego a las que se aplica ciencia ciudadana. Se trata de enseñar, a través de un algoritmo insertado en el programa, a clasificar las galaxias según los datos obtenidos por el telescopio espacial Hubble y cualquier otro dispositivo que exista o vaya a existir y aporte datos a la agencia espacial estadounidense. La clasificación de galaxias y nebulosas se realiza por su apariencia, sea helicoidal, estriada, circular... El ojo humano es capaz de diferenciar estas formas rápida y eficazmente. No así los sistemas de Inteligencia Artificial aplicada a la visión. Gran parte de los millones de datos que aporta el Hubble en su órbita alrededor de la tierra duermen en un cajón “porque ni siquiera la NASA, con todos sus recursos, dispone de ojos humanos suficientes para efectuar todos estos análisis”, explica Rosa.

¿Cómo aportar esos ojos clasificadores de galaxias? Creando un videojuego que, con los datos reales del Hubble, permita aprender a la máquina a distinguir y clasificar nuestras estrellas. “Creamos un juego y un algoritmo capaz de aprender de los usuarios, con un factor de corrección. Los jugadores entrenan a la máquina día tras día en la detección de ejes de nebulosas y galaxias”. Destinado a jóvenes de 15 a 16 años, el juego va subiendo de nivel según la cantidad de estrellas catalogadas, el acierto con que se definen y otros estímulos. El incentivo de seguir jugando es, precisamente el posicionamiento del jugador por encima de sus competidores, y el acceso, cada vez más amplio, a más datos del satélite.


Aunque el proyecto es una combinación de tecnología, minería de datos y ciencia ciudadana, los jugadores no tienen que se expertos. Se requiere curiosidad, pero, “en este caso la ciencia pasa a segundo plano y el entretenimiento es lo que atrae. El usuario no ha de realizar tareas complejas, se trata de explorar el espacio, navegar por galaxias que realmente existen y visitar mundos que ahora mismo están encerrados en cajones de la NASA”, añade Narváez.



Los concursantes


Los expedientes de los cinco miembros del equipo, que se denominaron Pilares de la Creación, son brillantes, infinitamente superiores a los que acostumbran a imaginar algunos de nuestros políticos para realzar sus dudosos méritos académicos. Rosa, Almudena e Iñaki se conocían hace años, pero intimaron más, precisamente, por estudiar en la UNED. Rosa María Narváez, es graduada en Publicidad y Relaciones Publicas por la UCM y cursa Derecho por la UNED, con estudios en Londres y París; en el Centro Asociado de Melilla, de donde procede, la adoran, aunque hace tiempo que vive en Madrid.


Almudena e Iñaki son pareja y decidieron estudiar Física en la UNED, como segunda carrera, ”en su tiempo libre”, como dice su amiga Rosa. Almudena Martín se graduó en Bellas Artes en la UCM y en Física en la UNED, donde ganó el Premio del Consejo Social a la excelencia en 2015. Dos años después ganó el Premio Tesla de Divulgación Científica. Y en 2018 revalidó su excelencia al ganar el Premio del Consejo Social en título de Grado. Su marido, Iñaki Úcar graduado en Ingeniería de Telecomunicaciones por la Universidad de Navarra, presentó un proyecto fin de carrera calificado con 10. Tiene dos másteres, un doctorado en Ingeniería Telemática y está estudiando Física por la UNED.


Los tres han vivido su pasión por la música en sus respectivos conservatorios: Iñaki tiene el grado superior de clarinete; Rosa el medio y Almudena también el medio, pero de piano. Los tres son políglotas. Los tres se sienten orgullosos de haberse formado en la UNED. Para la UNED los tres son joyas de su tesoro académico.

Foto de grupo


Al trío primigenio de Pilares de la Creación se les sumaron los otros dos miembros en la hackathon de la NASA. Uno, el cartagenero José Luis Martín-Remo, arquitecto por la UPM, con un año en de formación en Illinois y MBA en la Universidad Pública de Navarra. Es experto en estrategia digital, trabaja en el BBVA y es hijo de militar, del capitán de navío Manuel Martín-Oar, fallecido en un atentado contra la sede de la ONU en Bagdad. El otro, Juan Martínez, graduado en Ingeniería Aeroespacial y máster en Aeronáutica por la Universidad de Sevilla y máster de Desarrollo Profesional de Airbus, donde trabaja, en la EOI (Escuela de Organización Industrial) de Madrid.



El premio


El premio a todo este crisol de talento es meramente honorífico. “Creo que nos dan un pin con el logo de la organización. También nos invitan a visitar la NASA, coincidiendo con un lanzamiento aeroespacial. Eso sí, no nos pagan el billete a Estados Unidos”, sonríe Rosa Narváez, que asegura sentirse pagada “sólo con el hecho de que la NASA, en este campeonato tan difícil, reconozca nuestra solución a uno de sus retos como una de las más factibles y de mejor uso. La recompensa es moral”.

Foto de grupo

En cuanto a formar parte de uno de los más reconocidos equipos internacionales de hackers, en la vieja acepción de piratas informáticos, que recogía la RAE, Rosa ni le hace caso. “Eso era antes, hoy nosotros, la RAE y la propia NASA entendemos el concepto como una persona capaz de manipular la realidad para ponerse al servicio de la gente. De hecho, en el campeonato tuvimos 48 horas para usar datos, hackearlos y aportarles más valor añadido para conseguir solucionar un reto”


En cuanto a otros posibles beneficios económicos, ni a la propia Narváez, ni cree que a sus compañeros, les han subido de categoría o sueldo tras saberlos ganadores de la hackatón. “Los que más se mueven en el campo de la divulgación científica, aumentarán su número de seguidores y su prestigio. Para los que venimos del diseño de productos y servicios sí que va a ser un plus, porque rara vez se da una sinergia similar entre los mundos tecnológico, científico y artístico. A todos se nos considerará más, listos, claro, pero, conociendo el mundo empresarial en que nos movemos, no sé si el aumento de reputación será correspondido con el aumento de salario”.




Aida Fernández Vázquez

Edición web: Elena Lobato Toledano

Comunicación UNED