El salón de actos de la Facultad de Ciencias Política y Sociología de la UNED vibró de emoción durante el homenaje que se rendía a la profesora de Relaciones Internacionales Paloma García Picazo. El rector, Ricardo Mairal Usón, y la decana, Consuelo del Val Cid, recibían en la mesa presidencial a colegas y amigos de la desaparecida compañera Todos coincidían en definirla como una radiante compañía, amena conversadora, de vasta cultura, con altas dosis de empatía, erudita en lo suyo y en muchas otras materias. En varias ocasiones la emoción entrecortó el relato de sus talentos. Y las lágrimas regaron las palabras de agradecimiento de su hija Iris Bernal cuando recogía la medalla póstuma que la universidad entregó a su madre
Desde la mesa, uno a uno, una a una, iban confeccionando el retrato de una humanista, una mujer sabia, una buena mujer. Desde los vídeos, elaborados por el CEMAV, sus alumnos explicaban cómo les había influido, cómo les escuchaba, les orientaba, cómo conseguía sacar lo mejor de ellos, cómo les hacía sentirse especiales, únicos. En momentos rescatados de antiguas y recientes conferencias, jornadas, entrevistas y congresos, ella misma explicaba con la metáfora de un buen ciclista al que había dado una pájara, la situación de la Europa en crisis. O explicaba que, en realidad, ella no pensaba como mujer, “porque no se piensa como mujer o como hombre, se piensa como ser pensante. El problema aparece cuando dices lo que piensas. Entonces sí, ¡mujer, cállate!”.