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Madrid, 15 de marzo de 2019




Emotivo homenaje a una humanista, mujer sabia y buena, Paloma García Picazo





El salón de actos de la Facultad de Ciencias Política y Sociología de la UNED vibró de emoción durante el homenaje que se rendía a la profesora de Relaciones Internacionales Paloma García Picazo. El rector, Ricardo Mairal Usón, y la decana, Consuelo del Val Cid, recibían en la mesa presidencial a colegas y amigos de la desaparecida compañera Todos coincidían en definirla como una radiante compañía, amena conversadora, de vasta cultura, con altas dosis de empatía, erudita en lo suyo y en muchas otras materias. En varias ocasiones la emoción entrecortó el relato de sus talentos. Y las lágrimas regaron las palabras de agradecimiento de su hija Iris Bernal cuando recogía la medalla póstuma que la universidad entregó a su madre



Desde la mesa, uno a uno, una a una, iban confeccionando el retrato de una humanista, una mujer sabia, una buena mujer. Desde los vídeos, elaborados por el CEMAV, sus alumnos explicaban cómo les había influido, cómo les escuchaba, les orientaba, cómo conseguía sacar lo mejor de ellos, cómo les hacía sentirse especiales, únicos. En momentos rescatados de antiguas y recientes conferencias, jornadas, entrevistas y congresos, ella misma explicaba con la metáfora de un buen ciclista al que había dado una pájara, la situación de la Europa en crisis. O explicaba que, en realidad, ella no pensaba como mujer, “porque no se piensa como mujer o como hombre, se piensa como ser pensante. El problema aparece cuando dices lo que piensas. Entonces sí, ¡mujer, cállate!”.

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La decana del Val Cid recordó que la conoció en la UCM, ocupadas ambas en su licenciatura. Compartieron poco tiempo, pero intenso. La UNED las reunió años más tarde para que aquella primera relación se fraguase con diversos y fructíferos proyectos. Varias veces los aplausos cubrieron el sonido de su voz entrecortada por la emoción. ”En esta facultad Paloma hizo de todo, de secretaria de la facultad, vicedecana, claustral, miembro de comisiones y subcomisiones... Nunca eludió responsabilidades. Ha dejado su huella en materiales audiovisuales, libros y artículos. Fuera la Paloma dulce o la combativa contra las mezquindades univesitaria, tenerla cerca sumaba. Siempre sumaba. Igual en su trabajo que en la ilusión y cuidado que ponía cuando preparaba con aquel cariño, una obra de guiñol para sus nietos”.


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La directora del departamento de Derecho Internacional Público, Concepción Escobar Hernández, explicó cómo, pese a no pertenecer ella a la facultad anfitriona, la de Ciencias Políticas y Sociología, mantuvo una relación estrecha con la homenajeada, ya que juntas pusieron en marcha la Asociación Españolade Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (AEPDIRI). “Atenta a la historia tanto como a la actualidad, concebía la idea de Europa como un continuum, con altibajos, pero siempre flexible. Paloma sabía muchas cosas y sabía contarlas muy bien. Lo hacía de forma simple, pero nunca simplista y con la generosidad y la disponibilidad necesaria para hacerlo. Una vez la oí explicar la idea de Europa comentando un cuadro de Brueghel y otra vez usando una obra de El Bosco. Era una mujer sabia y esa es una entre muchas de las razonas por las que la quisimos, la seguimos queriendo y tanto la extrañamos”.


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La directora de la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales, profesora de la Universidad Pompeu Fabra, Caterina García Segura, destacó el “triste placer” de la jornada, “triste porque Paloma ya no está y placer porque es un acto académico celebración de tantos talentos”. Calificó de privilegio su trabajo al lado de García Picazo, “una gran humanista, con una vastísima cultura política, jurídica, artística…Una investigadora excelente, pero no con la excelencia formal que exigen en las agencias calificadoras o los rankings; la excelencia que convierte a un docente en un gran profesor. Le importaban mucho los estudiantes, por eso dedicaba tanto tiempo a escribir, a preparar manuales que luego ellos necesitarían. Elegía las batallas que merecían ser luchadas y nunca se dejó malear por aquello oscuro y ruin que podía rodearla. Actuemos como si fuéramos buenos, decía”.






La luz de Paloma

La directora del Centro de Estudios de Género de la UNED, Teresa San Segundo Manuel, ofreció la visión de la conciencia feminista de Paloma García Picazo. Ambas habían colaborado en cursos sobre maltrato, sobre cómo educar en la no violencia. “Le interesaba el tratamiento de las mujeres como diosas, como dadoras de vida. Era religiosa y de carácter germánico, como aquellas abadesas medievales que desde la humildad de sus conventos, ponían en su sitio a papas y emperadores. Nunca ingresó en un determinado grupo feminista ni se dejó arrastrar por una corriente. Era fuerte, valiente y social. Nunca rindió pleitesía a quienes ostentaban el poder, pero sabía cómo defender a quienes se atrevían a ser libres”. Como anécdota de su forma de estar en el mundo, San Segundo recordó que “cuando llevaba un vestido precioso o caro lo cubría con un chal para no caer en la ostentación, pero eso no podía ocultar su luz, que se colaba por los resquicios de la tela y alumbraba a los demás”.


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Carlos Echeverría, compañero del departamento de Ciencia Política y de la Administración, al que pertenecía García Picazo, recordó los Cursos de Verano de la UNED que compartieron, “que con su compañía resultaban amenos y divertidos y que me permitieron comprobar la magnífica relación que tenía con sus alumnos. Conociendo su capacidad de trabajo, pensé que con los materiales de aquellos cursos iba a resultar un buen artículo. Pero no: resultó un libro de 500 páginas, con notas y apuntes que servirán a generaciones de estudiantes”. Echeverría leyó la dedicatoria que Paloma había hecho a su padre en aquel libro y que tan bien la define: “de su mano aprendí lo que significa la guerra; de su mano aprendí a valorar la paz por encima de todo; de su mano aprendí a perder y a no dejarse vencer; aprendí a abandonar causas vanas; al valor de decir sí y decir no; de su mano aprendí a contemplar como propio cuanto es propio del ser humano. Aquella mano estaba llena de cicatrices”


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La hija de la homenajeada, Iris Bernal García, logró trasmitir el perfil más íntimo de García Picazo pese a la tormenta emocional que la hizo interrumpir su discurso en varios momentos. “habéis dicho tantas cosas bonitas sobre mi madre, en esta universidad que tanto significó en su vida. Tenía un gran sentido de la responsabilidad y una gran capacidad tanto para dar respuestas como para plantear preguntas. Siempre hablaba muy bien de sus alumnos y quería darles herramientas para que fueran capaces de afrontar las cuestiones que les planteaban en la calle, tanto culturales como políticas. Había adquirido un gran conocimiento tras muchísimos años de lectura y estaba empeñada en crear una sociedad más plural y pacífica. Iris confirmó a la decana aquella impresión que, a estas alturas del homenaje, se había impuesto en la sala: las grandes dotes de narradora de Paloma debían haber convertido en una delicia escuchar los cuentos que en su día contaba a sus hijos y, más recientemente, a sus nietos.


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El rector Ricardo Mairal Usón quiso reconocer a la “querida, entrañable y admirada compañera y amiga Paloma”, con una cita de Isabel Allende en la novela Eva Luna: la muerte no existe. La gente solo muere cuando se le olvida. Si puedes recordarme estaré contigo siempre. Recordó el rector el carácter inspirador del ejercicio de la docencia de la homenajeada y de su actitud ante el magisterio. “Decía Leonardo Da Vinci que las personas se sienten orgullosas de su poco conocimiento, y pero las personas que saben muchos se sienten humildes. El magisterio de Paloma es un ejemplo de saber renacentista, de esa combinación mágica de bondad y competencia que convierte a la gente en sabia. Un ejemplo de lo que hoy denominamos la cultura del corazón, que armoniza la profundización del conocimiento con la exquisitez de los sentimientos. Hoy la Academia, Iris, es un poco más grande gracias al magisterio de tu madre”.


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Cuando Iris recogía la medalla póstuma de la UNED para su madre, la emoción se enseñoreó de la sala. El rector y la decana abrazaron a la hija de Paloma García Picazo, que agradeció conmovida la distinción. Entre el público, el colega y amigo de la homenajeada, José María Arribas Macho la presentó como ejemplo a seguir “es un símbolo de esos profesores que desgraciadamente están en vías de extinción, porque que ya no tenemos alumnos sino estudiantes y ya no cultivamos vínculo alguno con ellos. Hemos de seguir su legado porque representa el espíritu de la Ilustración”.





Canal UNED: Así fue el homenaje





Aida Fernández Vázquez

Fotografías: José Rodríguez

Edición web: Óliver Yuste

Comunicación UNED