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Madrid, 29 de marzo de 2019




“El universitario es un asalariado muy rentable”, Hipólito de la Torre, Facultad de Geografía e Historia


El vicerrector de Estudiantes y Emprendimiento, Alberto Mingo, y la decana, Yayo Aznar, presidieron la ceremonia del día de la Facultad de Geografía e Historia, con la entrega de la medalla de la Facultad a los profesores jubilados, la entrega de títulos a los egresados y la entrega de los premios de la Fundación Alvargonzález al mejor expediente académico en los grados de Geografía e Historia e Historia del Arte. La conferencia sobre la escritora criolla Gertrudis Gómez de Avellaneda, llegada de México para vivir el Madrid del Romanticismo, fue impartida por la profesora Mónica Burguera. Las palabras de despedida, pero de plena disposición intelectual hacia la UNED, de Hipólito de la Torre, que habló en nombre de los recién jubilados, emocionaron a los asistentes al acto.


Varias imágenes


Testigos del acto, en la mesa presidencial, en torno a Mingo y Aznar, todos los directores de departamento de la facultad: Mar Zarzalejos, de Prehistoria y Arqueología; Pilar Fernández Uriel, emérita de Antigua; Enrique Cantera, de Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas; José María Iñurritegui, de Moderna; Ángel Herrerín, de Contemporánea; David Cocero, de Geografía y Consuelo Gómez, de Arte. Y protagonistas, receptores de la medalla de la Facultad que les impusieron el vicerrector y la decana, los recién jubilados José María Marín, Julio Gil, Pilar San Nicolás, Mari Cruz Martínez de la Torre, Blanca Buldáin, María José Aguilera, María Victoria García Morales, Ana Fernández Vega e Hipólito de la Torre.


El anterior director del departamento de Historia Contemporánea, Hipólito de la Torre, se declaró muy honrado al ser elegido por sus compañeros de jubilación para pronunciar las palabras de despedida y les mostró su agradecimiento “por regalarme tantos años de presencia y de amistad, por concederme la dicha de compartir al mismo tiempo el mismo viaje, fundidos en un abrazo de hermandad”.


“Hemos dedicado nuestra vida profesional a la UNED. Y es que nuestro oficio es vocacional como pocos. No conozco otra profesión más intensamente entregada al éxito personal, pero medido en reconocimiento, en auctoritas, y ganado siempre –cuando se gana- en permanente combate con las limitaciones, que se agrandan según avanzamos. Por eso, el universitario es un asalariado muy rentable: se retroalimenta en el permanente desafío de su labor intelectual; se paga a sí mismo en su propia pasión de saber… Sí, somos baratos por el esfuerzo, y eficaces por su perseverante continuidad”.

Hipólito de la Torre

Cabeza para pensar, no para embestir


“Llega la guillotina administrativa: un día antes, servíamos; un día después, dejamos de servir. Menos mal que en este oficio nuestro hemos aprendido a trabajar con la cabeza, pese a que también pueda emplearse para embestir, como recordaba con ácido gracejo don Antonio Machado. De modo que nuestra bendita deformación profesional instalada en el pensar probablemente nos asegure mañana el triunfo frente al ocio o a sus tenebrosas alternativas: agujerear los tabiques de nuestras casas; patear a ritmo desaforado el asfalto de nuestras ciudades o descubrir mundo en las expediciones del Inserso”.


“Nuestra defunción administrativa no tiene por qué corresponder al cese de nuestra actividad intelectual. Cómo es que las universidades se permiten el lujo de perder ese capital literario, que traspasa la frontera de una arbitraria biología. Los departamentos, las facultades tienen los márgenes suficientes de iniciativa para seguir manteniendo y aprovechando las capacidades –rebajadas por la energía, pero agrandadas por la experiencia- de sus clases pasivas como, con implacable precisión, nos denominan las ventanillas de la Seguridad Social”.



Retener el talento

Hipólito de la Torre


Como alternativa para retener el talento de los profesores tras su jubilación, el profesor de la Torre sugirió “la posibilidad de abrir algún tipo de puerta trasera por la que circulasen de vuelta esos profesores que el tiempo inexorable se llevó. No es cuestión de recursos, sino de voluntad y de imaginación. ¿Sería despropósito imaginar la creación de una estructura académica para celebración de algunos programados encuentros científicos (seminarios, coloquios, jornadas, o como quiera que se les llame), participados o dirigidos por excombatientes, que ayer entraron cómo tropa de penenes y hoy abandonan el campo de batalla con inútiles entorchados de mariscales que ya no tienen tropa que dirigir?”


“Hechas todas las cuentas, debemos congratularnos: hemos vivido en una institución generosa y liberal; hemos gozado con lo que hacíamos; hemos contribuido al saber y a su transmisión; hemos cultivado la amistad para hablar de todo lo divino y humano; hemos encontrado en nuestras familias la abnegada retaguardia para seguir viviendo, mientras soñábamos”.


“Es la hora de apagar la luz y marcharse. ¿Apagar la luz? Eso es precisamente lo que no queremos, y contra lo que tanto hemos luchado en los últimos tiempos los departamentos y la Facultad. Porque a las puertas de nuestros laboratorios de la inteligencia, hay muchísimos sucesores jóvenes… No es posible que la crisis, las mil crisis que vengan, apaguen las luces de nuestra alma mater, cuando la sociedad más necesita de la infusión de su espíritu…. No se apagarán. En el camino del relevo, el tiempo no se detiene y las luces nunca se apagan del todo”, concluía, optimista, Hipólito de la Torre.

La feminidad no domesticada


Durante la ceremonia, la profesora de Historia Contemporánea Mónica Burguera impartió la conferencia titulada “La estrategia biográfica: Gertrudis Gómez de Avellaneda en las cultura políticas del liberalismo respetable (1814-1873)”. Enmarcó la llegada a España de esta talentosa criolla cosmopolita en un convulso momento donde se generaba un nuevo orden social. De padre español y madre cubana, a sus 22 años recaló en Madrid, dispuesta a convertirse en una escritora de éxito e integrarse en los círculos literarios del romanticismo. Poetisa, dramaturga y prosista, fue autora de la primera novela antiesclavista de la literatura internacional, Sab, y de la obra de teatro Baltasar, una de las joyas de la escena romántica. Considerada, en su poesía y narrativa, precursora de las letras hispanoamericanas y, en su pensamiento y por la creación de poderosos personajes femeninos, precursora del movimiento feminista. Fue la primera mujer que presentó su candidatura a la Real Academia Española, pero Marcelino Menéndez y Pelayo y todos los cerebros machos de la institución se lo impidieron. Ninguna mujer lo lograría hasta más de 100 años después.


Burguera dividió su conferencia en tres épocas de la vida de la escritora: Tula, la joven cubana que llega a España cargada de cartas, de obra en prosa y verso construidas en la adolescencia y con la ilusión de convertirse en una estrella de la literatura; la señorita Avellaneda, mujer que había vivido en París y visitado media Europa, la capaz de escandalizar con su ambivalencia sexual y su feminidad afrancesada, la escritora que estrenaba sus obras de teatro a riesgo de que le tirasen tomates; y la excelentísima señora doña Gertrudis, favorita del general Narváez, autora tan consagrada como cuestionada, expulsada de España, por sus actitudes incorrectas, que desbordaban toda feminidad domesticada, por sus ideas liberales y su comportamiento transgresor para una época en que las mujeres carecían de espacio público, la llevaron de nuevo a Cuba, desde donde escribiría a un amigo “ya ves que soy la misma franca indiana”. Y así era la que llamaron Perla de las Antillas, que, viuda por segunda vez, volvió a Madrid, donde moriría en 1853, a los 58 años.




Mónica Burguera


Poder para tocar el alma

Luis Gustavo Collado

En nombre de los egresados, tomó la palabra Luis Gustavo Collado, uno de los dos galardonados con el XIII premio de la Fundación Alvargonzález, que se entrega a los mejores expedientes académicos de cada curso en Geografía e Historia e Historia del Arte. “Posiblemente sea el mayor reto que hemos afrontado con toda ilusión, por eso sentimos tanta felicidad al lograr el objetivo. La gran labor social de la UNED, para muchos la única oportunidad de acceder a los estudios universitarios, nos obliga a agradecer el trabajo de todos aquellos que se implican al cien por cien para que la universidad funcione. Pero también a los estudiantes, que con su compromiso, con el esfuerzo de cada uno de los egresados que demuestra su valía, refuerza el prestigio de la propia universidad”.


Collado repasó los conocimientos adquiridos en sus estudios de grado, entre ellos, comprobar cómo a través de los tiempos “el arte ha estado al servicio del poder o vinculado a él. Pero no ha servido para dominar países, sino para tocar el alma de las personas. Estudiar Historia del Arte nos ha servido, seguramente para ser mejores personas, más felices y hacer el mundo más hermoso.”

Raíces amargas, frutos dulces


Así como la decana de la Facultad de Geografía e Historia, Yayo Aznar, había ejercido de anfitriona por primera vez en esta ceremonia, donde destacó los valores de los jubilados y los egresados, una línea continua en la trasmisión de conocimiento para la universidad, también era la primera vez que el vicerrector de Estudiantes y Emprendimiento, Alberto Mingo, la presidía. Tras agradecer la participación de los estudiantes en el acto “algunos de vosotros os habéis desplazado cientos de kilómetros para estar hoy aquí”, el vicerrector quiso reconocer, una vez más, la labor de “los profesores jubilados, que habéis iniciado una nueva etapa en vuestras vidas. Dejáis un gran legado y unos valores profesionales y éticos que permanecerán entre los que os hemos conocido”.

Yayo Aznar

En cuanto a los recién egresados, recordó que “decía Aristóteles que las raíces de la enseñanza son amargas, pero sus frutos dulces. Sé bien el esfuerzo que supone compaginar formación y trabajo, la voluntad férrea para aprender y el sacrificio de vuestro tiempo libre. Pero también conozco la íntima satisfacción y el enriquecimiento que supone adquirir el conocimiento que os acerca a vuestra vocación”. Para Mingo, el acto no es un final, sino un continuará que puede complementarse con la amplia oferta de grados, másteres, doctorados y otros estudios de la UNED: “no habéis llegado a Ítaca. Hay muchos territorios por conocer, explorar e investigar. Ya habéis demostrado que no tenéis ningún miedo a los desafíos académicos. Vuestro éxito es el éxito de toda la comunidad universitaria. Hay nuevas metas y anhelos. El viaje puede continuar”.



El doctor en medicina, el invidente y la enamorada de la UNED


El acompañamiento que la UNED realiza con todos y cada uno de sus estudiantes se hace patente también durante la fiesta de graduación, con gestos como el del prehistoriador José Manuel Maillo, vicedecano de Investigación y Relaciones Internacionales de la facultad, que guió por el escenario a uno de los recién egresados, con discapacidad visual, para que pudiera recibir su título junto a todos sus compañeros de promoción.


Tras la ceremonia, ya relajados, la más expresiva de las alumnas recién egresadas nos presentaba a su compañero de clase, Felipe, que lucía en el pecho la banda amarilla que le acredita como doctor en medicina, su primer título. Y nos contaba cuántas cosas le debía a la universidad que hoy ratificaba sus conocimientos y méritos: “la UNED me salvó la vida y me ha hecho muy feliz. Estoy enamorada de la UNED”.


Almudena Valero trabajaba como diseñadora gráfica cuando se quedó embarazada de su tercera hija. Un embarazo tardío que condicionó las muchísimas horas que diariamente dedicaba a su profesión. Tenía 39 años, había comenzado a trabajar a los 20 y optó por tomarse un año sabático. Pero a la hora de reincorporarse el mercado laboral, no encontró su sitio. De poco le sirvió su experiencia, su talento y sus ganas. La edad y la maternidad frenaron su carrera. Los empleos como free lance que lograba estaban tan mal pagados que no merecían la pena. Decidió, junto con su marido, que el salario de él sería el apoyo de la economía doméstica. “Me quedé en casa y casi me vuelvo loca, de aburrimiento, de depresión, de impotencia …Tanteé qué cosas se podían hacer sin ser millonaria…”

Varias imágenes

Los unecos


Y entonces conoció la UNED. “Durante 7 años he estado ocupada, divertida, entretenida. Cosas muy importantes si tienes 54 años y tres hijos en casa. La UNED me salvó la vida. La UNED es muy dura, me costó mucho esfuerzo, pero sales sabiendo. Tengo varios vecinos jóvenes, estudiantes de Historia, como yo, en otras universidad. Cuando nos reunimos para charlar se sorprenden con mis conocimientos. Ellos olvidan rápidamente lo que aprenden para el examen y tampoco dan toda la materia. Nosotros tenemos que organizarnos, ser constantes, estudiar todo, todo. Pero siempre tenemos un profesor ahí, disponible, a sólo un cliq”.


Sus épocas preferidas son la Edad Media y la Edad Moderna, que han conseguido emocionarla, pero asegura que ha disfrutado muchísimo con todas las etapas, desde la Prehistoria a la Contemporánea. Y rechaza el mito del alumno o alumna solitario, memorizando pesados manuales o luchando con los pantallazos de los materiales virtuales. “Hemos hecho un grupo maravilloso de alumnos y profesores. Yo misma le he puesto el nombre. Somos los Unecos, más de una docena de compañeros que estudiamos juntos, viajamos juntos, exploramos la Historia juntos. ¿Qué hablamos de la Roma Clásica?, pues viaje a Roma y patear toda Italia; ¿que de Al-Andalus?, pues nos apuntamos a excavar yacimientos en Sevilla y Córdoba; ¿que de pintura rupestre?, pues organizamos una visita al Alto Aragón. Dentro de poco viajamos a Grecia. Es emocionante. Me gustaría no haber terminado para volver a empezar. Ha sido un placer”.


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“El universitario es un asalariado muy rentable” (29/03/2019)


Aida Fernández Vázquez

Fotografías: José Rodríguez Rodríguez

Edición web: Elena Lobato Toledano

Comunicación UNED