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El doctor en medicina, el invidente y la enamorada de la UNED
El acompañamiento que la UNED realiza con todos y cada uno de sus estudiantes se hace patente también durante la fiesta de graduación, con gestos como el del prehistoriador José Manuel Maillo, vicedecano de Investigación y Relaciones Internacionales de la facultad, que guió por el escenario a uno de los recién egresados, con discapacidad visual, para que pudiera recibir su título junto a todos sus compañeros de promoción.
Tras la ceremonia, ya relajados, la más expresiva de las alumnas recién egresadas nos presentaba a su compañero de clase, Felipe, que lucía en el pecho la banda amarilla que le acredita como doctor en medicina, su primer título. Y nos contaba cuántas cosas le debía a la universidad que hoy ratificaba sus conocimientos y méritos: “la UNED me salvó la vida y me ha hecho muy feliz. Estoy enamorada de la UNED”.
Almudena Valero trabajaba como diseñadora gráfica cuando se quedó embarazada de su tercera hija. Un embarazo tardío que condicionó las muchísimas horas que diariamente dedicaba a su profesión. Tenía 39 años, había comenzado a trabajar a los 20 y optó por tomarse un año sabático. Pero a la hora de reincorporarse el mercado laboral, no encontró su sitio. De poco le sirvió su experiencia, su talento y sus ganas. La edad y la maternidad frenaron su carrera. Los empleos como free lance que lograba estaban tan mal pagados que no merecían la pena. Decidió, junto con su marido, que el salario de él sería el apoyo de la economía doméstica. “Me quedé en casa y casi me vuelvo loca, de aburrimiento, de depresión, de impotencia …Tanteé qué cosas se podían hacer sin ser millonaria…”
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Los unecos
Y entonces conoció la UNED. “Durante 7 años he estado ocupada, divertida, entretenida. Cosas muy importantes si tienes 54 años y tres hijos en casa. La UNED me salvó la vida. La UNED es muy dura, me costó mucho esfuerzo, pero sales sabiendo. Tengo varios vecinos jóvenes, estudiantes de Historia, como yo, en otras universidad. Cuando nos reunimos para charlar se sorprenden con mis conocimientos. Ellos olvidan rápidamente lo que aprenden para el examen y tampoco dan toda la materia. Nosotros tenemos que organizarnos, ser constantes, estudiar todo, todo. Pero siempre tenemos un profesor ahí, disponible, a sólo un cliq”.
Sus épocas preferidas son la Edad Media y la Edad Moderna, que han conseguido emocionarla, pero asegura que ha disfrutado muchísimo con todas las etapas, desde la Prehistoria a la Contemporánea. Y rechaza el mito del alumno o alumna solitario, memorizando pesados manuales o luchando con los pantallazos de los materiales virtuales. “Hemos hecho un grupo maravilloso de alumnos y profesores. Yo misma le he puesto el nombre. Somos los Unecos, más de una docena de compañeros que estudiamos juntos, viajamos juntos, exploramos la Historia juntos. ¿Qué hablamos de la Roma Clásica?, pues viaje a Roma y patear toda Italia; ¿que de Al-Andalus?, pues nos apuntamos a excavar yacimientos en Sevilla y Córdoba; ¿que de pintura rupestre?, pues organizamos una visita al Alto Aragón. Dentro de poco viajamos a Grecia. Es emocionante. Me gustaría no haber terminado para volver a empezar. Ha sido un placer”.
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