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SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO

Curso 2019/2020 Subject code69023026

SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO

SUBJECT NAME
SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO
CODE
69023026
SESSION
2019/2020
DEPARTMENT
SOCIOLOGÍA I, TEORÍA, METODOLOGÍA Y CAMBIO SOCIAL
 
GRADO EN SOCIOLOGÍA
COURSE
 
TERCER CURSO
SEMESTRE  2
OBLIGATORIAS
 
ECTS
6
HOURS
150.0
LANGUAGES AVAILALBLE
CASTELLANO

PRESENTACIÓN Y CONTEXTUALIZACIÓN

 

La asignatura “Sociología del Conocimiento” [6 créditos ECTS, cuatrimestral, tercer curso del plan de estudios] pretende ofrecer al estudiante del Grado en Sociología una visión rigurosa de las interrelaciones entre conocimiento, sociedad y lenguaje en las diferentes formas en que se dan cada uno de ellos.

 Para ello, este curso de Sociología del Conocimiento se ha concebido como un una introducción tanto a la historia, las escuelas y los autores más relevantes en este campo, como a los principales problemas y métodos de análisis de la disciplina, prestando especial atención a los factores de tipo lingüístico y cultural.

a) Contextualización histórica

El problema en torno al que trata de pensar la sociología del conocimiento es el de cómo las gentes van (vamos) construyendo eso que llamamos saber, por qué perciben (por qué percibimos) la realidad de una manera y no de otra, cómo es posible que -frente a lo que parece lo mismo- unos y otros vean (veamos) cosas tan distintas. Tratar de pensar si el conocimiento de la naturaleza y de las gentes depende de lo que sean la naturaleza y las gentes o depende más bien de nuestra manera de mirarlas, del modo en que nos acercamos a ellas y las interrogamos, de la cultura en la que nos hemos formado o de la época que nos ha tocado vivir, de los intereses que están puestos en juego... ¿Cómo se van construyendo nuestras visiones del mundo y de nosotros mismos? ¿Son los modos de pensar (filosófico, religioso, científico, ordinario...) representaciones -fieles o distorsionadas- de una realidad ahí fuera (social, natural...) o, por el contrario, esa realidad está construida por la manera de pensarla, de decirla?

Históricamente, ha habido dos maneras de afrontar estas preguntas. Una, crítica; la otra, comprensiva. Para la primera, lo que nos quieren hacer pasar por saber, por conocimiento, es una manera de ocultar la realidad, de deformarla, para que nos parezcan naturales e inmutables unas formas de vida que no son sino formas de dominio de unos sobre otros, para que la mentira en que consiste eso a lo que llaman realidad se nos aparezca como verdadera. La segunda, desenfoca esta dimensión del conocimiento como engaño, para fijarse más bien en cómo los diferentes grupos sociales, las diferentes culturas, los diferentes momentos históricos construyen sus formas de saber: científico, político, simbólico, filosófico o ese saber elemental con el que afrontamos nuestra vida cada día. Ambas actitudes se han calificado respectivamente como actitud de sospecha y actitud de escucha. Una y otra atraviesan las diferentes respuestas que se han ensayado a las preguntas manantiales en torno a las que discurre la disciplina.

Estas dos actitudes se corresponden con los dos pilares básicos sobre los que se edifica la sociología del conocimiento. La actitud de sospecha se desarrolla a partir de planteamientos como los de F. Nietzsche en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (la verdad como mentira compartida), K. Marx (teoría de la ideología), S. Freud (la razón como justificación de fuerzas irracionales) y M. Weber (la cuestión de la legitimación del poder). En su estela, Ideología y utopía de K. Mannheim es considerado por muchos como el texto inaugural de la sociología del conocimiento. A partir de los años 70, trabajos como La estructura de las revoluciones científicas de T.S. Kuhn, Contra el método de P.K. Feyerabend o Conocimiento e imaginario social de D. Bloor prolongan esta actitud hasta poner en cuestión esa excepción que se venía haciendo con el conocimiento científico -un conocimiento que se mostrará ahora modelado por juegos de poder, visiones del mundo, intereses e ideologías, al igual que cualquier otra forma de conocimiento. Los llamados estudios sociales de la ciencia (B. Latour, M. Mulkay, S. Woolgar, etc.) mantienen hoy esa visión relativista y constructivista hasta hacerla reflexiva, volviendo esa mirada hacia la propia sociología que estudia las maneras de mirar y de conocer.

La actitud de escucha se expresa de modo ejemplar en dos orientaciones complementarias: la antropológica y las sociologías de la vida cotidiana y del conocimiento ordinario. A partir de los estudios manantiales, en los comienzos del s. XX, de E. Durkheim sobre Las formas elementales de la vida religiosa y de A.R. Luria sobre El desarrollo histórico de los procesos cognitivos, la antropología cultural y cognitiva ha mostrado una fina atención a la construcción del conocimiento y de las formas de pensar a partir de los diferentes modos de vida y de organización social. La prolongación de este enfoque en El pensamiento salvaje de C. Lévi-Strauss, La domesticación del pensamiento salvaje de J. Goody o Conocimiento local de C. Geertz, así como en los numerosos estudios sobre los imaginarios colectivos, han dado lugar a la actual revaloración de otras formas de conocimiento y de saber distintas de las propias de Occidente, como muestra la proliferación de líneas de investigación en etnociencias (etnobotánica, etnomedicina, etnomatemáticas…).

Las sociologías de la vida cotidiana y del conocimiento ordinario adoptan una actitud de escucha semejante a la de los antropólogos, si bien ahora enfocada hacia nuestras propias formas de pensar y de construir día a día nuestros conocimientos. La introducción de la fenomenología en las ciencias sociales de la mano de A. Schütz inicia el interés de éstas por la construcción social de los significados y los tópicos compartidos, por los supuestos implícitos y por los contextos de enunciación. Esta investigación de los procesos del pensamiento común se continúa en obras como La construcción social de la realidad de P.L. Berger y T. Luckmann o en los minuciosos estudios de los etnometodólogos.

Las aportaciones más recientes a la sociología del conocimiento, más que contribuir con nuevas conceptualizaciones o perspectivas, imbrican las anteriores entre sí (conjugando las actitudes de sospecha y de escucha) para enfocar nuevos objetos o repensar de otras maneras hechos que parecían ya cerrados. Así, por ejemplo, y de forma paradigmática, la Sociología de las filosofías de R. Collins reorienta hacia el conocimiento filosófico y conceptual esa mirada microsociológica atenta a las pequeñas redes en las que germina el pensamiento. En Reflexiones sobre género y ciencia E.F. Keller prolonga los estudios sociales de la ciencia hacia la denuncia del anclaje de ésta en los valores masculinos occidentales, atendiendo a esa otra ciencia que se estaría haciendo desde los que se han venido teniendo como valores y modos de ser femeninos. E. Lizcano, en Imaginario colectivo y creación matemática, reactualiza el análisis durkheimiano, fecundado por la sociología del conocimiento científico, para extender ésta hasta el campo del conocimiento lógico y matemático, que había seguido escapando a la mirada sociológica. La Historia social del conocimiento de P. Burke incorpora las aportaciones de la sociología del conocimiento a la refinada mirada del historiador para indagar en los procesos que en Europa han venido dando forma a los conocimientos, tanto los tenidos por cultos como los populares. Y Z. Bauman, en fin, recoge la herencia de la crítica a la Ilustración de la Escuela de Frankfurt y el análisis weberiano de la racionalidad burocrática para repensar en Modernidad y Holocausto el nazismo, no como una excepción al proceso modernizador sino, al contrario, como un posible cumplimiento de su aspiración a una ciencia libre de valores y a una omnipresente racionalidad abstracta.

No podemos finalizar esta escueta presentación sin mencionar la creciente importancia adquirida por el análisis del lenguaje en la sociología del conocimiento. Tras el llamado giro lingüístico impulsado en el último tercio del s. XX, el lenguaje deja de considerarse como mero vehículo de las ideas, como si éstas tuvieran existencia fuera de cualquier forma expresiva, para pasar a verse como parte constitutiva del pensamiento y del conocimiento. Tanto en los registros menos controlables por los hablantes, (estructuras gramaticales y significaciones simbólicas), como en aquellos otros mas moldeables, (semántica, pragmática o retórica), el estudio sociológico del conocimiento incorpora el análisis de los discursos a los métodos más específicamente sociológicos. Una buena exposición de esta aproximación puede verse en La representación de la realidad de J. Potter.

b) Contextualización en el plan de estudios

La ubicación de la asignatura en el tercer curso del Grado de Sociología permite dar por sentados unos conocimientos básicos sobre los principales autores, enfoques y conceptos que en ella se manejan. Pero también, inversamente, la especificidad de su enfoque abre la posibilidad de contextualizar y revisar críticamente esos mismos autores, enfoques y conceptos a la luz de sus determinaciones sociales, culturales, políticas y lingüísticas.