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Bienvenidas, despedidas, logros, retos y una tuna feminista, para festejar a San Isidoro de Sevilla, patrón de Educación | ||
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“Nosotros fuimos, como san Isidoro y como las cortes de León, pioneros, porque inventamos una ceremonia de graduación. Otras facultades la adoptaron y adaptaron, pero me queda la satisfacción de ver cómo ha ganado en número de asistentes”, señalaba el decano. Para él era la última mesa presidencial de esta ceremonia, ya que no es posible que los decanos se presenten a un tercer mandato. La compartía con el rector Mairal y con la secretaria de la facultad, Teresa Martín Aragoneses. En su discurso señaló el trabajo realizado, grandes logros para un presupuesto siempre escaso, administrado en tiempos de crisis, y la satisfacción de haberse sentido respaldado en todo momento por las personas que trabajan en la facultad. Una facultad que, tras desgajarse de Filosofía y Letras, cumple ya 25 años como entidad independiente. Y que acostumbra a amenizar sus encuentros con música. “Para combinar Academia y Fiesta, hoy nos acompaña la pianista y cantante Julia Sánchez. La han precedido muchos artistas, por aquí han pasado grupos de jazz, de godspell, pianistas, más o menos conocidos y hasta el dúo de gaiteros gallegos que nos acompañaron el año pasado”, recordaba el decano, que no mencionó la sorpresa que reservaba para el fin de fiesta: la actuación de la tuna de mujeres de la UCM, encabezada por una estudiante de la UNED, que haría las delicias de los asistentes. Grado en Magisterio, el gran reto | ||
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El decano afrontó con valentía y sentimiento el reto que se le queda en el tintero tras siete años de mandato y por el que ha decidido seguir trabajando hasta agotar su tiempo al frente de la Facultad. “Desde el año 12, y desde antes el anterior decano, Lorenzo García Aretio, venimos peleando por conseguir los dos grados de Magisterio, en Infantil y Primaria. Qué cantidad de personas, cantidad de tiempo, cuánto esfuerzo, cuántas reuniones maratonianas dedicadas a lograrlo. Y ni aun así: el año pasado, en abril, recibimos un informe no favorable de ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación). Se les remite un informe provisional que en julio, justo cuando nos íbamos de vacaciones, también es rechazado. A partir de ahí se cambia el nombre, ya no será el título de Maestro o Maestra, sino Magisterio; se reelabora el plan de estudios según las directrices de la Agencia, pero respetando las bases de la titulación. Se reenvía a la ANECA y el pasado 4 de febrero recibimos otro informe no favorable. Pedían cosas que antes no se habían contemplado. Elaboramos un nuevo documento con la colaboración del vicerrectorado y matices de los distintos departamentos y la Junta Permanente de la Facultad. La sorpresa llega el 8 de abril, también a punto de irnos e vacaciones, es un nuevo informe no favorable. Incluso en la Conferencia de Decanos algunos se extrañó de lo que nos pedían. Desde el decanato, hasta el último momento, como hizo Lorenzo en su día, vamos a seguir peleando por estos títulos. Porque una universidad pública tiene derecho a tener un grado de Magisterio. Me comentan los otros decanos que las universidades públicas tienen numerus clausus y los estudiantes han de recurrir a las universidades privadas de su comunidad. Sólo la UNED, con su implantación en todo el territorio puede garantizar el acceso a ese título de los interesados en todo el territorio estatal. Yo empecé aquí en el año 79 como alumno, cuando estaba trabajando como maestro. Espero que en el 2020 la persona que esté aquí pueda decir que ya tenemos implantado este grado de Magisterio”. | ||
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Abrazos intelectuales, abrazos sentidos
A quienes se jubilaban se les entregaba la Medalla de la Facultad de Educación, con el escudo de la UNED en reverso y una Palas Atenea, Minerva para los romanos, con su caso, su lechuza, símbolo de la sabiduría y sus libros. Y se les entregaban los discursos de sus compañeros que ellos agradecerían posteriormente. Como el de Ana Sacristán, en su semblanza de “Tito”, que pasaba con gracia de la erudición al cariño, “su nombre es Eustaquio, uno de los poquísimos que contienen las cinco vocales de la lengua castellana,… No hemos visto arder naves más allá de Orión, como Roy, el replicante de Blade Runner, pero sí hemos visto y formado parte de los cambios de régimen histórico ocurridos en este país, algo también fascinante. Estoy segura de que Tito no va a ponerme ninguna objeción si afirmo en su nombre que, realizado el trabajo de toda una vida, la labor ahora es desear fortuna a quienes continúan y dejar paso a lo nuevo en la esperanza de que el terreno vaya extendiéndose muy lejos”. | ||||
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Aida Fernández Vázquez Fotografías: José Rodríguez Rodríguez Edición web: Elena Lobato Toledano Comunicación UNED | ||