“Durante un tiempo prolongado, en un pasado relativamente cercano, mi actividad se desarrollaba en aulas, despachos, pasillos, entre proyectos docentes, de investigación y exámenes. En contacto con las inquietudes, ilusiones y quebrantos de los muchísimos estudiantes entregados al apasionante mundo de las lenguas, literaturas e idiomas. Por eso, procuro atender todas las propuestas que me llegan de una institución educativa: para mí es un honor volver a la universidad, mi universo”, aseguraba María Dueñas.
Recordó su época de tutora del Curso de Acceso para Mayores de 25 Años en la UNED de Cartagena y su contacto con los alumnos. “Aprecio el coraje y la voluntad que habéis demostrado al estudiar a distancia. Seguro que alguna vez habéis pensado en la posibilidad de tirar la toalla, pero no la habéis considerado. Sois unos valientes, y vuestras armas, la tenacidad y la motivación resultan inspiradores. Los que termináis ahora tenéis mucho que ver con los protagonistas de mis novelas”.
La escritora fue recorriendo sus obras. Habló que aquella joven ingenua y confiada, de El tiempo entre costuras, “que se enamoró de quien no debía” y lo siguió hasta Marruecos. Que fue abandonada y vivió para pagar deudas ajenas en un tiempo entre dos guerras, la Civil española y la II Mundial, y en un espacio habitado por telas, clientas y tareas de modista y rodeado de tramas oscuras, de espías y de laberintos diplomáticos que marcarían su vida. Igual que los tiempos del protectorado habían marcado a la autora: “mis abuelos y mi madre vivieron allí más de 40 años. Regresaron a la península en 1957 y siempre me trasmitieron recuerdos inspiradores, felices y luminosos de la vida que habían dejado atrás”.